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La bandera de San Miguel, estandarte único de la victoria majorera

La balanza de San Miguel Arcángel, de Tuineje, se ha convertido en la imagen histórica de las Fiestas Juradas para conmemorar el triunfo de los majoreros contra los corsarios ingleses

Itziar Fernández 0 COMENTARIOS 12/10/2024 - 10:14

Este año las Fiestas Juradas en honor a San Miguel Arcángel son especialmente emotivas para el pueblo de Tuineje, por la difusión de la bandera de San Miguel en toda Fuerteventura y porque se cumplen los 50 años del origen de la Romería de San Miguel. “Con la bandera queremos homenajear a esa generación de majoreros que nos dejaron una de las páginas más épicas de nuestra historia”, destaca el presidente de la Asociación Más Ruines que Caín, Juan José Cabrera. A partir de este año, cada 13 de octubre la bandera de San Miguel ondeará en todas las instituciones majoreras.

La bandera reproduce la balanza de San Miguel Arcángel de Tuineje, que simboliza la justicia y el orden. La balanza aparece en la pintura del retablo, que data de 1780 y se atribuye a Juan Bautista Bolaños, pintor, dorador y carpintero del siglo XVIII. En la imagen, el Arcángel San Miguel, protector del reino de Dios, lleva en su mano izquierda una balanza y en la derecha una espada. “Nuestra balanza de San Miguel es diferente, guarda unos matices y adornos propios, se puede comprobar en la pintura del retablo de la iglesia, con casi 250 años de antigüedad”, indica Cabrera.

“Por eso, la bandera de San Miguel es un estandarte único, propio, que reproduce esta balanza como imagen histórica de las Fiestas Juradas de San Miguel Arcángel, en Tuineje”, explica Cabrera. Dentro de los actos festivos, cada año se pinta la balanza en la Montaña de la Guerra.

Los ataques corsarios al pueblo de Tuineje se produjeron el 13 de octubre y el 24 de noviembre de 1740, y son recordados cada año en las Fiestas Juradas de San Miguel Arcángel. “En dichas incursiones, le partieron el bastón y arrancaron el brazo al Santo, el cual se llevaron consigo, lo que dio lugar a que la población local creyera que fue el brazo del Santo el que luchó y venció en tan milagrosas victorias, por la escasez y precariedad de las armas de los majoreros frente a las de los corsarios”, relata Cabrera. Por este motivo, el teniente coronel Sánchez Umpiérrez, que estaba al frente de la defensa, solicitó a los alcaldes mayores de la Isla hacer una fiesta jurada en su honor cada 13 de octubre.

“Por eso, cada año en la presentación de las fiestas leemos la carta oficial del coronel Sánchez Umpiérrez, en la que se pide al Obispado que se organice cada año la fiesta en honor a San Miguel y le nombren copatrón de fiestas de militares”, resalta Juan Miguel Cabrera. Luego, los alcaldes mayores de Fuerteventura acuerdan en Betancuria que se celebren unas Fiestas Juradas cada 13 de octubre, para rememorar la victoria de los majoreros frente a los corsarios ingleses.

La historia está muy documentada en el Archivo de Simancas. Cabrera cuenta que el primer desembarco se produjo el 12 de octubre por la noche, en la playa de Gran Tarajal. Los invasores llegaron a Casilla Blanca y a Tuineje, pero vieron que la población se les levantó e intentaron regresar al barco.

El coronel Sánchez Umpiérrez, que había reunido a mucha gente, les cortó el paso y se entabló la contienda. “Allí es donde se colocan los camellos, se dividen a las milicias en tres columnas... todo está muy documentado y se conservan las declaraciones de los testigos en el Archivo Histórico”. Un mes más tarde, el 24 de noviembre de 1740, Sánchez Umpiérrez reunió a todas las milicias majoreras, que llevaban días en alerta porque sabían que los corsarios volverían, y tiene lugar la contienda en el Llano Florido. No esperan por Sánchez Umpiérrez, y Melchor o el capitán Soto, que murió en ese enfrentamiento, atacaron. “Cuenta Umpiérrez que cuando asomó por la Degollada del Carbón con la compañía de Pájara ya había una lucha, y al no respetar a los prisioneros, porque los mataron a todos, se disculpa en una carta al reconocer que no pudo contener a los hombres en la segunda batalla. “Según la documentación histórica, no sólo los mataron, sino que los partieron en mil pedazos, y se quedaron muy amaguados”, subraya Cabrera.

Esta doble victoria la recrea cada año la Asociación Más Ruines que Caín en seis representaciones históricas, que se escenifican del 8 al 13 de octubre, con la implicación de numerosos colectivos y vecinos. El día 8 se inicia en Antigua, en donde se recrea la doble victoria. El día 9 en Pájara se homenajea a las milicias majoreras que lucharon en la batalla de Tamasite. El jueves 10 tiene lugar uno de los acontecimientos destacados, con la recreación en Tarajalejo del asalto y posterior desembarco de los corsarios ingleses, que sucedió el 10 de octubre de 1740, en su persecución a la balandra de José Antonio. Tras encallar en la playa para escapar de ellos, le prenden fuego después de saquearla, antecedente de la Batalla del Cuchillete.

El 11 de octubre se celebra la Recreación en Tiscamanita, con el coronel Sáchez Umpiérrez y su capitán Baltasar Mateo como protagonistas. El 12 se escenifica el desembarco de los corsarios ingleses en la playa de Gran Tarajal. Por la tarde se celebra la romería de San Miguel y el 13 de octubre se conmemora el 284 aniversario de las batallas del Cuchillete y Tamasite.

Mujeres y niños

“Hay un episodio muy sentido en el pueblo, como es el regreso desde el Risquete de las mujeres, los niños y ancianos acompañados del presbítero, José Antonio, su hermano y el cura de Pájara, tras abandonar el pueblo la noche anterior, precipitadamente, para ponerse a salvo”, comenta.

La peculiaridad de esta fiesta es que cuenta con la implicación del pueblo entero. “Toda la vecindad de Tuineje vive, siente y quiere participar en esta gesta”. Desde el amanecer se escuchan tiros, y se siente el trasiego por las montañas y la iglesia permanece abierta. Las tropas se concentran temprano en el Llano Florido, y a mediodía comienza la salida triunfal del coronel Sánchez Unpiérrez, a caballo, con sus camellos al frente, y la Banda formando una columna, junto al capitán Baltasar Mateo.

Este año se cumple medio siglo del origen de la romería de San Miguel

Cierran el desfile los prisioneros ingleses, custodiados por cautivos africanos. “Por eso aparecen en la iglesia los bereberes con sus chilabas. El primero en vestirse con una túnica y entrar en el templo fue Felipe Marrero, generando una gran expectación hace más de 20 años, para recordar que los moros esclavos lucharon al lado de los majoreros”, recuerda Cabrera.

En este sentido, el presidente de Más Ruines que Caín elogia la figura de este vecino, Felipe Marrero, Hijo Predilecto de Tuineje, que ha demostrado un trabajo incansable para rescatar esta batalla del olvido. “Fue el impulsor de la romería hace 50 años, y confeccionó los primeros trajes para poder realizar las representaciones, que luego se han perfeccionado. Cada año ponía una foto en la puerta del templo, del cura, coronel o campesino, y se comprometía a sacar su vestuario para el siguiente año”.

Al principio no había Banda. Cabrera pedía la colaboración de los militares de Puerto, luego crearon una primera Banda de San Miguel, en 1987. Desde entonces, la agrupación pasó por varias etapas y en la última tomó la dirección Juan José Cabrera. “Muchos veteranos ya se han retirado, pero siempre aparece gente joven que quiere entrar en la Banda”. Desde 2012 celebran el rebotallo para recaudar fondos para la compra de instrumentos, ropa y complementos.

“Más Ruines que Caín cumple 15 años, pero antes ya los vecinos se habían documentado, luego hemos conocido nuevos datos de las batallas, se hicieron excavaciones en la montaña, y al final conseguimos un museo propio de las contiendas, que se encuentra en la Casa de la Simona”, subraya Cabrera.

La Cantata de San Miguel comenzó siendo un acto sencillo, con la intención de difundir la historia y dar lectura a los textos originales, pero ahora ya es un encuentro multitudinario, con luz, sonido, música y muchos figurantes, que cantan y bailan. “Antes se celebraba al final de las fiestas, dentro de la iglesia, pero ahora lo organizamos en la plaza y se ha convertido en uno de los espectáculos más importantes de Fuerteventura”, concluye Cabrera. La Cantata se escenifica el sábado 19 de octubre.

Granada del bando inglés

En 2019 se conocieron nuevos datos de las batallas, tras desarrollarse un interesante estudio arqueológico y un rastreo en archivos. En este trabajo se pudo aclarar el origen de los corsarios, el número de fallecidos y se encontró en un trozo de una granada inglesa, perteneciente a la batalla de Tuineje.

El equipo de la empresa Arenisca inició un proyecto en busca de los restos de los corsarios que habían participado en las batallas del Cuchillete y Tamasite, con el fin de completar el relato épico de 1740. Los arqueólogos Derque Castellano, Rosa López, Tarek Suleimán y el antropólogo forense Samuel Kockerril consiguieron importantes avances. Durante meses patearon las montañas de Tuineje y buscaron entre archivos y libros nuevos datos para despejar algunas incógnitas.

“En estas incursiones le partieron el bastón y arrancaron el brazo al Santo”

Así, descubrieron que los corsarios no eran ingleses, sino que procedían de las colonias americanas, y no eran piratas sino la élite de la marina inglesa. En esa investigación aparecen nuevos nombres de capitanes, marineros y navíos. La balandra Vernón, con 14 cañones, al mando del capitán Willis y una tripulación de 57 hombres, arribó a la playa de Gran Tarajal el 13 de octubre de 1740. Y el St. Andrew apareció por la costa el 24 de noviembre.

Este equipo buscó el número de caídos en las batallas en diferentes archivos, y aportó un nuevo recuento con una treintena de ingleses muertos y cinco majoreros fallecidos en la Batalla del Cuchillete. Por otro lado, en la de Tamasite fallecieron 55 ingleses, cinco majoreros y 15 lugareños quedaron heridos. Aunque se desconocen los nombres, trascendió la importancia de los moros esclavos, que vivían en la Isla, y participaron en las batallas al posicionarse al lado de las milicias majoreras y perdieron la vida en las contiendas. En algunos textos se menciona a los cautivos del presbítero o de los señores.

Hay que destacar que este trabajo de campo se inició con el objetivo de localizar restos de huesos de los corsarios, pero no se logró rastro alguno, tal vez porque los cadáveres se quemaban o tiraban al mar para evitar pandemias. A su vez, con el detector de metales, los expertos intentaron hallar plomos de las escopetas, armas y el último día lograron un éxito, al encontrar un trozo de granada del bando inglés. Cabrera recuerda que todos estos avances se registran con datos en el Centro de Interpretación de las batallas del Cuchillete y Tamasite.

Finalmente, Juan José Cabrera recuerda, a modo de anécdota, una tradición que los vecinos viven con entusiasmo el día de San Miguel, 29 de septiembre, y está relacionada con el pendón. “Cuando la procesión con el santo y el pendón regresa al templo, se queda parada en la puerta, y si las bolas del pendón entran por delante se decía que iba a ser un buen año y si entraban por detrás era un mal augurio. Este año se quedaron clavadas y entraron a la vez, así que no sabemos si será bueno o malo”, comenta sonriente.

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