“Tindaya se merece plenamente ser Patrimonio de la Humanidad”
Ahmed Sabir, profesor universitario e investigador de la cultura bereber
Ahmed Sabir es profesor de la Facultad de las Letras y las Ciencias Humanas de la Universidad de Ibn Zohr de Agadir. Recientemente, visitó Fuerteventura para participar en uno de los encuentros que la empresa de arqueología Arenisca organiza en torno a los trabajos arqueológicos que realiza en la cueva de Villaverde. En Fuerteventura habló de los paralelismos culturales y lingüísticos de Canarias y el norte de África, a los que ha dedicado parte de su trayectoria investigadora. Es autor del libro Las Canarias prehispánicas y el norte de África: el ejemplo de Marruecos: paralelismos lingüísticos y culturales.
-¿Podemos plantear ya la deportación como la teoría más firme a la hora de hablar del poblamiento de Canarias?
-Hoy día todos los investigadores, de forma unánime, coinciden en que la población aborigen de las Islas Canarias fue, en un primer tiempo, al menos, deportada. La deportación también la cita el historiador Abreu Galindo. Habla de cómo unos mauros, mauritanos, se sublevaron en el Valle del Draa contra la autoridad de Roma y, para castigarles, les deportaron. En cuanto a la fecha, la unanimidad está en torno al siglo I antes de Cristo.
-¿Qué paralelismos existen entre la cultura amazigh del norte de África y los antiguos pobladores de Canarias?
-Muchos. Cuando se trasladan no lo hacen personas vacías, sino junto a su lengua y cultura. Encontramos costumbres comunes hasta en la actualidad. Un ejemplo muy evidente es el gofio y la manera de prepararlo.
-Ahora que habla de gofio, ¿es algo que se trajo de África o, por el contrario, es un invento de los aborígenes de las islas?
-Es algo que se trajo. El proceso es el mismo y hasta la descripción que se hace de la preparación es idéntica. En mi tierra, los campesinos recogen las espigas de cebada y las ahúman en una olla con plantas medicinales y luego dejan los granos secar al sol durante uno o dos días. Luego los tuestan y los muelen y ya tienen la harina para preparar el gofio.
-¿Qué paralelismos lingüísticos hay entre el norte de África y Canarias?
-Muchísimos. Yo me preocupo, principalmente, de las cuestiones lingüísticas. Hay paralelismos en los topónimos. Estos son los más fuertes y resisten porque la toponimia se graba en la memoria de los pueblos. Como anécdota le cuento que cerca de la ciudad de Agadir hay un pueblo que se llama Tilid. Cuando estuve en Gran Canaria, un compañero me llevó a Telde y le dije que en Marruecos tenemos un pueblo que lleva el mismo nombre.
“Hoy día todos los investigadores, de forma unánime, coinciden en que la población aborigen de las Islas Canarias fue, en un primer momento, al menos, deportada. La deportación también la cita el historiador Abreu Galindo”
-¿Y en el caso de Fuerteventura?
-En Fuerteventura hay bastantes. Uno de los más marcados es el de Lomo de Lesque. Lesque significa en amazigh cuerno y es una metáfora que vale para el relieve. Significa el pico de las montañas. También hay otro ejemplo que es El Time. En Marruecos no es un topónimo sino un nombre común. Para nosotros en amazigh ‘tmi’ es el borde, el límite, la frontera. Estos días hemos ido a ver las montañas de El Time y, efectivamente, la morfología de la montaña marca una frontera entre una parte y otra de la Isla.
-Durante su visita a Fuerteventura visitó varios yacimientos arqueológicos. ¿Qué semejanzas encontró con los de la otra orilla?
-También muchos. Existen allá los grabados rupestres que representan a animales y podomorfos, pero también están las inscripciones líbico-bereberes en el norte de África desde Siwa, en Egipto, hasta Marruecos. Son paralelos a los de las Islas Canarias. Conviene señalar que hay inscripciones rupestres latinocanarias. Hasta hace unos años, eran una incógnita y causaron mucha polémica. Hace dos años, la arqueóloga Nona Perera, su equipo en Lanzarote y yo nos dimos cuenta de que en algunos paneles había grafía líbico-bereber y la latino-canaria y eso sucede también en el norte de Marruecos. La explicación para nosotros es que habiendo sujetado Roma el Norte de África se creó una élite de la sociedad que practicaba tanto el amazigh como el latín. Por tanto, no nos sorprenderá que en el mismo panel de Lanzarote y en Marruecos hubiese esas inscripciones latinocanarias y líbico-bereber.
-¿Qué sabemos hoy de esos grabados?
-Esa es la pregunta máxima. No soy especialista en grabados rupestres, pero los especialistas dicen que es la impronta del hombre en el espacio. También puede significar que esos grabados rupestres fuesen inscripciones que significan una forma de religiosidad y práctica de culto, sabiendo que existe lo que es conocido como el culto de las cimas.
-El culto de las cimas es algo común entre los antiguos isleños. ¿De nuevo ocurre eso en África?
-Exactamente. En el caso de Marruecos, como en otros países como Túnez y Argelia, existe la idea de que cuanto más arriba estamos más cerca de Dios se está. Cuando los amazigh fueron islamizados, los santuarios musulmanes siguieron edificándose en las alturas.
-Otro topónimo que le ha llamado la atención durante su visita a Fuerteventura es Tejate, donde se encuentran los famosos soles de Tejate del Malpaís de la Arena…
-Tejate está en el vocabulario del norte de África. En el caso de Tejate interpela en mi memoria el nombre de ‘tagat’ que es cabra. La pregunta es cómo un solo lugar de Fuerteventura lleva el nombre de Tejate cuando hay cabras por todas partes. Seguramente hubo una concentración de cabras en ese sitio. De ahí que lleve ese nombre.
“El gofio es algo que se trajo. El proceso es el mismo y hasta la descripción que se hace de la preparación es idéntica. En mi tierra, los campesinos recogen las espigas de cebada y las ahúman en una olla con plantas medicinales...”
-¿Elementos de la danza y el folclore canario también tienen su huella en la cultura amazigh?
-Un ejemplo ilustrativo es el paralelismo entre la danza de Kalaat M’Gouna que tenemos en la ciudad de Ouarzazate a 400 kilómetros al sur de Agadir. En esta danza hay dos filas de chicos y chicas que, cogidos de los brazos, bailan acercándose, alejándose, cruzándose... Esto se parece mucho a lo que he visto y leído sobre el tajaraste o sirinoque. Algo tiene que ver.
-¿Y existe afinidad entre los Carneros de El Hierro y los ‘Biyelmawn’ de la región Souss-Massa?
-Sí, desde luego. Existen tantas afinidades que la descripción de estos corresponde en la mayoría de sus aspectos a la de aquellos. Tanto los Carneros de Canarias como los ‘Biyelmawn’, en Marruecos, son manifestaciones preislámicas y precristianas del folclore tradicional amazigh o bereber en ambas partes. Actualmente, el Carnaval de los Carneros y de los ‘Biyelmawn’ consiste en que los personajes se disfrazan llevando pieles de cabra negras, negriblancas o blancas y se cubren hasta la cabeza simulando la del macho cabrío con cuernos. El personaje, generalmente un hombre (aunque se da también en chicas) queda incógnito. Incluso, se abstiene, a menudo, de darse a conocer por la misma voz. Tradicionalmente, los Carneros y los ‘Biyelmawen’ llevan una bolsita de piel llena de hollín que aplican en la cara a la persona que cogen en su trayecto. Este hollín -que el propio ‘Biyelmawn’ se limita a aplicar a su propia cara a título de complemento de la máscara- ha sido sustituido en el Carnaval de los Carneros por el betún negro. Hoy por hoy, este Carnaval se celebra en Marruecos la semana siguiente de la fiesta musulmana del cordero. Cuando consultamos Historia del pueblo guanche, de Bethencourt Alfonso, quedamos convencidos de que el pastor aborigen canario se vestía más o menos de la misma manera.
-En su charla también hablaba de la ‘leche mecía’ y los higos pasados..
-No voy a exagerar si digo que todos estos elementos son traídos por la gente del continente. Puede que fuese en la primera oleada deportada por los romanos o que fuese por oleadas posteriores en el marco de la piratería que hubo hasta el siglo XVII. La leche mecía se relaciona con la vida pastoril. Mi madre y mi abuela hacían la mecida de la leche. Después de ordeñar en el tofio, almacenaban la leche un par de días y luego la echaban en el fole, que es de piel de cabra. Añadían un poco de agua y la sacudían. Así separaban la leche de la propia manteca. Y esa manteca se guarda. En Canarias se da el mismo fenómeno. Y con los higos pasados tenemos la misma tradición en una y otra orilla del Atlántico.
-¿Cree que Tindaya debe aspirar a convertirse en Patrimonio de la Humanidad, tal y como ha ocurrido con las montañas de Risco Caído en Gran Canaria?
-Creo que se lo merece plenamente, habida cuenta de la cantidad de podomorfos y el interés que puede suscitar la explicación de esta concentración de podomorfos. Yo no soy especialista en ellos, pero conozco a quienes los han investigado en el norte de África y, aunque todavía no está del todo claro, sí tiene que ver algo con el culto. En la montaña de Tindaya hay una concentración muy significativa y exige una investigación muy especial.
-¿No cree que es necesario que especialistas de las dos orillas se sienten y revisen todo el material que ha surgido en los últimos años?
-Hace casi diez años se hizo un coloquio entre Marruecos y Canarias, en Agadir. Acudieron unos sesenta especialistas de ramas como sociología, antropología, arqueología o geografía y se sacó un libro con las actas. Ojalá se celebrase la segunda edición porque las cosas han madurado. Hay tantas materias e información nueva, que vale la pena sentarnos alrededor de la misma mesa para decir lo que tenemos en común y lo importante que es conservar.
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