OTRA HISTORIA DE CANARIAS

La Bocaina, zona clave para la historia de Fuerteventura y Lanzarote

El estrecho de mar que separa ambas islas ha sido escenario de multitud de episodios decisivos de su devenir, desde la antigüedad hasta la actualidad

Mario Ferrer 1 COMENTARIOS 22/09/2024 - 08:57

El gran brazo de mar llamado La Bocaina ve como cada semana miles de turistas y residentes cruzan sus aguas para ir de Lanzarote a Fuerteventura y viceversa. Turismo, negocios y transporte se entrelazan en un área muy concurrida de grandes horizontes marinos que hace de nudo entre ambas islas, pero de la que con frecuencia se ignora el gran legado cultural e histórico que atesora.

Efectivamente, el estrecho de La Bocaina ha sido, por diferentes motivos, testigo de varios episodios trascendentales en el devenir de ambas ínsulas. Desde la época de los primeros pobladores, hasta la pujanza económica y social actual, pasando por los siglos de la conquista y los periodos de señorío y piratería, así como la pesca y la agricultura tradicional.

Para empezar, La Bocaina es el mejor testimonio geológico de la conexión entre Lanzarote y Fuerteventura. Todas las islas Canarias son de origen volcánico, aunque cada una parte de su propio edificio eruptivo submarino, salvo precisamente Fuerteventura, Lanzarote y sus islotes asociados, que geológicamente forman una única isla (algunos autores como García Talavera la denominan Isla de Mahan). Ya solo esta unión geográfica singular dentro del contexto del archipiélago canario le da una cierta importancia y simbolismo a esta zona, más aún si tenemos en cuenta que este conjunto conforma la ínsula más grande de Canarias. Por otro lado, no debemos olvidar que este “pasillo subacuático” entre Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa tiene una especial influencia en la flora y fauna marina, que no dependen tanto de distinciones administrativas como de las profundidades del océano, de manera que la plataforma que comparten todas estas islas hace que biológicamente sean concebidas con un espacio único.

En distintas etapas de glaciación, como hace 20.000 años aproximadamente, con el mar en un nivel mucho más bajo, La Bocaina era algo así como un gran valle que podía ser atravesado caminando sin problemas. Los primeros territorios que emergieron sobre el mar fueron en la actual zona central de Fuerteventura, hace aproximadamente 18 millones de años, para seguir avanzando hacia el norte y el sur en distintas fases. A pesar de esa unión tan antigua, el área se ha estado reconfigurando en distintas etapas, como la gran serie de volcanes del Bayuyo en el norte de Fuerteventura hace unos 135.000 años o la erupción de Montaña Roja en Playa Blanca.

Mapa de la zona de La Bocaina elaborado por Leonardo Torriani en el siglo XVI. 

Arqueología

Varios condicionantes geográficos han propiciado la relevancia histórica de este espacio, destacando la existencia de distintos pozos y fuentes de agua tanto en el sur de Lanzarote como en el norte de Fuerteventura. Además, siempre ha habido una gran riqueza de recursos marinos (pesca, marisqueo, sal o caza de aves) y la existencia de cuevas y hábitats propicios, que también motivaron el asentamiento de la población aborigen, los majos.

En esta zona concurren distintos yacimientos cercanos de gran trascendencia para cada isla, como la Cueva del Llano o Cueva de Villaverde en Fuerteventura y el entorno de Los Ajaches en Lanzarote, pero las mismas orillas de La Bocaina albergan dos de los puntos más calientes de la arqueología canaria: Isla de Lobos y Rubicón.

En 2012, un hallazgo fortuito por parte de unos turistas en la playa de La Calera o La Concha de Isla de Lobos permitió el descubrimiento de un enclave cuyos investigadores, encabezados por María del Carmen del Arco, de la Universidad de La Laguna, califican como un taller de extracción de tinte púrpura ligado a la primera época del Imperio Romano, hace unos dos mil años.

Geológicamente Fuerteventura y Lanzarote son la misma isla gracias a La Bocaina

El protagonista de este yacimiento es la carnadilla o canaílla (Stramonina haemastoma), un molusco típico de la costa canaria del que se han encontrado decenas de miles de ejemplares roturados para extraer el tinte púrpura tan apreciado en la época romana. Además, han aparecido restos de toda la cadena de producción, como cerámica para el transporte y almacenaje o distintos objetos metálicos y de piedra usados en el trabajo de extracción. Por la cantidad y calidad del material encontrado, más su unión al mundo romano en las dataciones realizadas, este yacimiento de Isla de Lobos se ha convertido en uno de los más importantes de Canarias, aunque se espera que pueda dar más información en los próximos años.

El gran yacimiento de la orilla lanzaroteña tiene que ver con la conquista. El primer asentamiento europeo estable en el Archipiélago tuvo lugar en el sur de Lanzarote a partir de 1402, precisamente por las estratégicas condiciones geográficas antes mencionadas.

San Marcial del Rubicón es clave para conocer la primera fase de la conquista del archipiélago canario, porque fue donde se instalaron los normandos Jean de Bethencourt y Gadifer de La Salle, para seguidamente iniciar, desde aquí, el asalto y control de Lanzarote primero (1402) y, luego, de Fuerteventura (1404). El yacimiento contiene al menos cuatro pozos relativamente bien conservados y restos de muchas otras construcciones en peor estado o casi desaparecidas. También se han encontrado monedas, herramientas y útiles muy variados que igualmente guardan relación con el mundo aborigen. El papa Benedicto XIII elevó la Capilla de San Marcial a la categoría de catedral, convirtiéndose en el primer obispado que tuvo Canarias con jurisdicción eclesiástica y uno de los primeros creados fuera de Europa.

Después de largos años sin volver a ser excavado, en 2019 se retomó la actividad arqueológica y en 2023 se descubrieron restos óseos del enterramiento de cinco personas fechadas en la primera mitad del siglo XV, combinando restos de europeos con majos, lo que hace aún más interesante el yacimiento. Recientemente, el Ayuntamiento de Yaiza ha expresado su intención de crear un parque arqueológico. Además de lo comentado hasta aquí, debe tenerse en cuenta que las prospecciones arqueológicas submarinas de estas zonas limítrofes de Lanzarote y Fuerteventura apenas han tenido desarrollo.

Muelle de Corralejo en 1969. Imagen cedida por el Archivo de Fotografía Histórica de Canarias-FEDAC. Cabildo de Gran Canaria.

Tradición y turismo

Las orillas de La Bocaina también fueron escenario de otros aspectos determinantes de los siguientes siglos, como la piratería y el corsarismo, ejemplificados en el Castillo de Las Coloradas o Torre del Águila en el sur de Lanzarote, mientras que en el lado majorero cercano a La Bocaina hay otra fortificación emblemática (siglo XVIII) con el Castillo o Torre del Tostón de El Cotillo.

La aridez reinante en el sur de Lanzarote y el norte del Fuerteventura hizo que el área que rodea La Bocaina estuviera poco poblada durante centurias. Las pocas aldeas que se consolidaron por la zona tenían que ver sobre todo con la explotación de los recursos marítimos. Efectivamente, desde la época de los majos, se sabía que las costas de La Bocaina eran ricas en pesca y marisco, dos fuentes de alimentación independientes de las escasas lluvias que eran decisivos para lograr la supervivencia en islas tan secas. Corralejo, El Cotillo, Isla de Lobos, Playa Blanca, Rubicón o Janubio fueron zonas de fondeo y tráfico marítimo desde la conquista europea. Y es que estos puntos también permitieron el desarrollo del mundo pesquero, con multitud de conocimientos asociados, como el de la carpintería de ribera, especialmente potente en El Cotillo y Playa Blanca.

La zona tiene dos de los yacimientos arqueológicos más importantes de Canarias

El entorno del estrecho de La Bocaina también es rico en otros testimonios de la sociedad y la economía tradicional de Lanzarote y Fuerteventura. Para empezar, ambas zonas tienen multitud de ejemplos de la ingeniosa arquitectura local ligada al agua (aljibes, alcogidas, pozos, maretas, etc.) y también de las construcciones vinculadas a la agricultura, como quemeros de barrilla o distintas tipologías de molinos de dos islas que eran conocidas como “el granero de Canarias”. Tampoco podemos olvidar los ejemplos de arquitectura señorial y popular canaria que alberga la zona, especialmente en los núcleos vecinos de La Oliva y Yaiza, o los magníficos faros del siglo XIX que tienen Isla de Lobos (Martiño) y Playa Blanca (Pechiguera).

Un paseo por La Bocaina también nos puede ayudar a recordar otras actividades tradicionales, como las salinas o las caleras, de las que hay abundantes y ricos ejemplos cerca de ambas orillas, aunque algunos ya han desaparecido bajo los hoteles y apartamentos, como las salinas de Berrugo.

Postal de Comercial Silva de los años sesenta, de la zona de Isla de Lobos y las dunas de Corralejo antes de la construcción de los hoteles de la cadena Riu. Imagen cedida por Rafael Silva.

Finalmente, la segunda mitad del siglo XX trajo la transformación completa de esta zona gracias a la nueva industria del viaje. De ser un área poco poblada y transitada, a convertirse en un polo de desarrollo económico para ambas islas. Hoy en día, Playa Blanca y Corralejo son dos de los núcleos más importantes de unas islas que han vivido una fuerte transformación social, económica, cultural y territorial motivada por el turismo de masas en las últimas décadas. De nuevo, La Bocaina es testigo clave de otro episodio de la historia. Además, esta conexión enriquece la oferta de ambas islas. Hay guías turísticos que comentan que “Timanfaya es la mejor excursión del viaje a Fuerteventura y las Dunas de Corralejo son la mejor playa de la visita a Lanzarote”.

Así que, ya sabe, la próxima vez que cruce a la isla de al lado, al contemplar los paisajes marítimos no olvide que también está observando múltiples hitos de la historia de Lanzarote y Fuerteventura: geología, yacimientos arqueológicos, muelles, salinas, caleras, faros, arquitecturas tradicionales, quemeros de barrilla, molinos...

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Con el muelle nuevo, todo se hechara a perder.

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