Un servicio para las víctimas invisibles de la violencia de género
Evitar que el menor repita conductas, entre en el circuito de la violencia y que los episodios que presenció no le arrastren a patologías son algunos de los objetivos de este equipo
Evitar que el menor repita conductas, entre en el circuito de la violencia y que los episodios que presenció de pequeño no le arrastren a patologías que condicionen su vida en el futuro son algunos de los objetivos del equipo de profesionales que trabajan con menores víctimas de violencia de género. Son la parte invisible de esta lacra de la que Fuerteventura no vive al margen. En esa línea trabajan también desde la Consejería de Bienestar Social del Cabildo que, desde el pasado marzo, cuenta con un servicio de ayuda a estos menores.
Al frente se hallan la psicóloga Dolores Voltes y la trabajadora social Anra Camino. Ambas han puesto en marcha este sistema ante la demanda existente en la Isla. Voltes explica cómo estos servicios se fortalecen bajo el paraguas del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. “Su propuesta ha favorecido la necesidad de intervención especializada con los menores, también víctimas de esta lacra”, señala.
El servicio entró en funcionamiento el 3 de marzo. Según la consejera de Bienestar Social, Rosa Delia Rodríguez, la contratación de este nuevo equipo se traduce en “mejorar el servicio de atención a la mujer y sus hijos e hijas, a través de una atención especializada a los niños y niñas víctimas de este tipo de abusos”. El proyecto responde al convenio de colaboración entre el Instituto Canario de Igualdad y el Cabildo de Fuerteventura.
Haber presenciado conductas de violencia puede “ocasionar en el menor problemas y dificultades para desarrollar su personalidad”
Rodríguez reconoce que la Isla “no puede huir de la realidad que existe respecto a la violencia de género en todo el territorio y, concretamente en Fuerteventura”, donde “se reciben una media de diez a quince nuevos casos al mes”. Una realidad que es “palpable” y que deja datos como los 122 nuevos casos atendidos en 2017 por el Dispositivo de Emergencias para Mujeres Agredidas (DEMA) o los 68 de enero a junio de este año.
El servicio ha atendido, directa e indirectamente, a unos 32 menores desde marzo a junio de este año. El esfuerzo de estas profesionales se centra en atender a aquellos que han sido víctimas de violencia de género en cualquiera de sus formas.
Voltes comenta cómo se está observando “un repunte bastante importante en los casos de violencia de género entre adolescentes” y recuerda que “el año pasado se observó un aumento del 50 por ciento en el número de menores enjuiciados por violencia de género en Canarias”.
En Fuerteventura, según esta experta en atención a menores, “se dan casos de violencia entre jóvenes y muchos están relacionados con situaciones de acoso, control, manipulación y abuso sexual”. Además, alerta de episodios de acoso a niñas de “muy temprana edad por parte de compañeros”.
Voltes explica que este tipo de agresiones acarrea en los menores graves problemas emocionales, asociados en ocasiones a sentimientos de culpa cuando, “en realidad son ellas las víctimas”. También a síntomas de estrés postraumático relacionado con situaciones de abuso, acoso, agresión u otro tipo de maltrato.
Cuando llegan al equipo de menores del Servicio de Atención a la Mujer, los profesionales activan una serie de mecanismos terapéuticos para tratar la ansiedad y el estrés que experimentan. En definitiva, “trabajar el empoderamiento a través del fortalecimiento de la autoestima, el autocontrol e inteligencia emocional, la resolución de conflictos, así como un entrenamiento en diversas habilidades”. En el caso de la intervención con los niños, esta se lleva a cabo a través de la terapia de juego.
Origen del machismo
La psicóloga busca el origen de estas conductas violentas y pone el foco en un mundo donde el “patriarcado continúa influenciando la sociedad en general”. Apunta que el machismo se ha adaptado a los nuevos tiempos “a través de la sociedad de la información en la que vivimos y donde se lanzan mensajes inadecuados a través de la publicidad, las redes sociales, internet, YouTube…”
Además, alerta del uso inadecuado de internet por parte de jóvenes consumiendo pornografía; el uso excesivo de videojuegos violentos o el seguimiento de determinadas modas como el reggaetón o los influencers, que “perpetúan el patriarcado y maleducan a los jóvenes incidiendo en la violencia de género a través de las redes sociales y de manera muy notable en la violencia sexual”.
Por otro lado, el equipo trata a menores que han sido testigos de episodios graves de violencia hacia su madre por parte del padre o de la pareja de esta. Son víctimas invisibles expuestas a desarrollar patrones que pueden incidir en su integración social, crecer con miedo, acarrear dificultades para desarrollarse como un adolescente normal e, incluso, influir en su rendimiento escolar.
La psicóloga explica cómo, en ocasiones, las intervenciones con el menor se hacen de forma indirecta, a través de la madre, “se requiere que trabajen habilidades marentales de educación para que estas luego puedan gestionar la situación y hacer en cierta manera de terapeutas”.
En otros casos, es necesario el trato directo con los menores al encontrarse la progenitora en un momento inadecuado para hacer también frente a esta situación y porque además la presencia de síntomas psicopatológicos notables en el menor lo requiere. En estas circunstancias, se trabaja con los dos.
Este servicio se traslada a distintos puntos de la Isla y trabaja también con los menores que viven con sus madres en los recursos alojativos del Cabildo. Se trabaja de manera directa con los niños a partir de los cinco años y, según las edades, se aplican diversas técnicas de psicoterapia infantil cognitivo-conductuales, fundamentalmente a través de la terapia de juego.
Según esta profesional, haber presenciado conductas de violencia del padre hacia la madre, puede “ocasionar en el menor problemas y dificultades para desarrollar su personalidad de manera adaptativa”. Por otro lado, si la exposición a la violencia persiste y no se interviene a tiempo y adecuadamente con el menor, con el tiempo “se pueden desencadenar problemas emocionales, el déficit en diversas habilidades, así como problemas de conducta…”.
La primera puerta que se les abre a las madres de menores víctimas de violencia de género es la de la trabajadora social del Servicio de Atención a la Mujer. Ella es quien las deriva al equipo de menores, donde se encontrarán con la otra trabajadora social y puerta de entrada directa al servicio de atención especializada de menores víctimas de violencia de género, Anra Camino. Ella se encarga de indagar en el rendimiento escolar del menor, realizar intervenciones relacionadas con los ámbitos educativo, sanitario y social, así como gestionar la parte de ayudas económicas a las que la familia podría acceder. También cuentan, si fuera necesario, con el apoyo de una jurista del Servicio de Atención a la Mujer.
Comentarios
1 La perversidad ... Mar, 21/08/2018 - 09:50
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