Periplo turístico en ambulancia por Fuerteventura
A los pacientes los pasan a buscar con mucha antelación y la demora en el regreso, en ocasiones, se vuelve eterna, un síntoma más de las deficiencias de la sanidad en la Isla
Las deficiencias de la sanidad en Fuerteventura se muestran más allá de las cifras: en la deshumanización y el tipo de trato que se les da a los pacientes y a sus familiares, que también se ven obligados a entrar en un sistema que habitualmente ve números, no personas.
Este es el relato de una cuidadora: “Un día antes de la cita, la Mesa de Transporte te llama y dice, lo recogemos a las diez de la mañana”. Se refiere a una persona que está con un cuadro clínico de ansiedad y discapacidad, que necesita ir en camilla.
-Pero, oiga, que la cita es tres horas después.
-Sí, pero es que vamos a recoger a otro paciente por la zona y él tiene que estar a las 11 de la mañana, así facilitamos dos traslados.
La cuidadora, que prefiere mantener el anonimato, como no le queda otra alternativa, acepta sin poder discutir.
Termina la consulta a la una de la tarde, aproximadamente, las enfermeras empiezan a llamar a la Mesa de Transporte mucho antes y la espera se hace interminable. Llega la hora de cambiar de turno, sobre las dos de la tarde, y llaman al bedel para que lo bajen a la entrada del Hospital. Justo en una esquina, en el paso a la cafetería, hay un paciente en camilla y otro enfermo en silla de ruedas, pegados a la puerta de la capilla. Es la hora de comer y no deja de pasar gente. Los enfermos dicen sentirse observados, como si fueran monos en un escaparate. La cuidadora solicita al bedel de la puerta hasta tres veces que llame a la Mesa de Transporte para que acabe una torturadora espera. La respuesta es siempre la misma: “Ya solo faltan de 10 a 20 minutos...”. En algunos casos, los pacientes llevan cerca de dos horas esperando.
La situación empeora cuando el paciente de la camilla necesita hacer pis. Los baños están lejos y el bedel de la puerta del Hospital de Fuerteventura se ve desbordado, ayudando a los pacientes que llegan y no saben utilizar la máquina para sacar la cita y la gente que le pregunta dónde está tal o cuál unidad. Por fin, ante la insistencia del pobre enfermo que necesita ir al servicio, recorre un pasillo y trae una botella de orina. “Pero yo no puedo hacer aguas menores delante de toda esta gente”, lagrimea el enfermo completamente humillado y sin fuerzas. El pobre bedel corre a buscar un roll-up, esos carteles publicitarios desplegables, que hace un llamamiento a donar sangre, para que pueda parapetarse y que no le vean. El enfermo le da las gracias, gimiendo e indicando que es un gran ser humano por su comprensión.
La cuidadora ha preguntado al bedel si puede pasar al paciente a la capilla, que no hay nadie, y que pueda allí miccionar más tranquilamente, para que no se sienta tan mal. El bedel niega con la cabeza. La cuidadora piensa que la cosa todavía sería peor si fuera una mujer.
La capilla tiene su gran crucifijo y varias filas de bancos, ubicada en un sitio céntrico dentro del hospital público, en un país aconfesional, donde falta espacio, como es obvio, para ‘aparcar’ a los pobres pacientes.
El estrés se respira nada más cruzar la puerta del Hospital. Se trata de un centro que, a medida que se dispara la población cada año (Fuerteventura ha duplicado su población en apenas dos décadas), se queda pequeño, por muchas ampliaciones y obras que se lleven a cabo. El comentario general es que ningún doctor o doctora que llega a Fuerteventura recién salido de la carrera quiere quedarse en la Isla. Necesitan formarse y les vienen mejor las condiciones que se ofrecen en grandes ciudades. “Además, los precios de los alquileres en Puerto del Rosario son casi imposibles, así que tienen que tener mucha pasión por el surf para querer quedarse”, sonríe un doctor del centro hospitalario que prefiere que no le nombren.
Volvamos al transporte de los pacientes. La sanidad pública canaria tiene adscrita la empresa GSC (Gestión de Servicios para la Salud y Seguridad de Canarias), que también está bajo el control de la Consejería de Política Territorial. Dentro de esta sociedad pública se gestiona, entre otras cosas, el Transporte Sanitario no Urgente (TSNU), la denominada Mesa de Transporte. Para el norte de Fuerteventura (La Oliva, Corralejo, Lajares, El Cotillo, El Roque, Villaverde, La Caldereta, Tindaya y Vallebrón) hay cinco ambulancias operativas. Los conductores y acompañantes, técnicos sanitarios, son trabajadores al límite del estrés, no dan abasto para recoger a los pacientes. Desconocen sus dolencias o si, por ejemplo, sufren una enfermedad psiquiátrica que les dispara la ansiedad en cualquier circunstancia complicada.
“Hay mayores de Casillas del Ángel que pasan por Toto en ruta al Hospital”
“Te recogen, por ejemplo, en Lajares y puedes ir de ruta a El Cotillo, pasar por Tindaya o la Caldereta. La gente mayor que necesita ir a hacerse diálisis u otros tratamientos periódicos, pueden llegar al Hospital de Fuerteventura a su hora, pero nunca saben cuándo regresarán a sus casas, pues llegan a esperar dos, tres y hasta cuatro horas en la puerta del centro”, señala la cuidadora. “Hay casos de mayores con caderas rotas que han sido operados y tienen que ir a fisioterapia, que pueden ser recogidos en Casillas del Ángel y viajar hasta Toto, para llegar al Hospital, como un encaje de bolillos”, añade. Cuando se le pregunta a los trabajadores de este tipo de transporte si son empleados públicos, responden: “¡Ojalá! Así cobraríamos más y estaríamos mucho mejor tratados”.
La empresa GSC tiene encomendado desde el año 2000 los servicios de transporte sanitario no urgente (programado y diferido), mediante ambulancias de traslado individual y vehículos de transporte colectivo. En 2002 se puso en marcha la denominada Mesa de Transporte Sanitario, creada para la gestión directa y la optimización del transporte sanitario no urgente, que incluye el traslado de pacientes que, debido a su situación clínica o a la imposibilidad física, no pueden hacer uso de medios ordinarios de transporte para acudir a recibir tratamiento o a pruebas diagnósticas. Aquí se incluyen desde consultas a rehabilitación, hemodiálisis, quimioterapia, radioterapia, consultas o ingresos, entre otros supuestos.
Las quejas quedan grabadas, pero hay miedo a reclamar: “No sirve de nada”
Este periódico ha intentado ponerse en contacto con algún gestor del TSNU para conocer la estadística de las reclamaciones, sin éxito. Las quejas quedan grabadas por teléfono, pero en general la gente tiene miedo a dejar por escrito la reclamación. “No sirve de nada”, dice uno de los pacientes que está en la cola de espera. “Además, temo que si protesto luego haya problemas con el transporte y todas las semanas tengo que venir al Hospital por temas de corazón”.
La sanidad pública en Fuerteventura sufre saturación, pero también sucede en ciertos centros de la privada. “Un médico me vio por la mañana en el Hospital y me envió para casa. A la semana en la privada, me vio por la tarde, y ni siquiera me reconoció, pero me mandó un montón de pruebas”, subraya un enfermo.
Dispensador de ticket
En el Centro de Salud de Corralejo, donde la gente coge número como en la carnicería, hay dos ventanillas, a donde se dirigen los ojos para que nadie se cuele. Las dos personas tras la mampara están agotadas y no son todavía las 11 de la mañana. Al fondo, suena el teléfono del Centro sin parar, pero nadie lo coge, “así que si hay peticiones para visitas del doctor a domicilio mejor que te pegues un tiro”, dice la cuidadora. En el 012 te dan cita con el médico de cabecera presencial o telefónica, pero en caso de necesitar que vaya a tu casa es necesario ponerte en contacto directamente con el Centro de Salud. Esa mañana hay más de 50 llamadas marcadas desde el teléfono de la cuidadora y claramente lo ha dado por imposible.
Al pequeño pueblo de pescadores que fue Corralejo se lo tragó hace tiempo la marabunta turística. Se ha empezado a construir un hotel de mil camas, la fiebre de las viviendas vacacionales sigue aumentando y en el municipio de La Oliva la referencia sanitaria continúa siendo el único Centro de Salud de Corralejo. Se amplió en la pasada legislatura, con una segunda planta, pero se ha vuelto a quedar pequeño. En junio se anunció la contratación del proyecto para el segundo equipamiento sanitario de la localidad, pero de aquí a que sea una realidad pasarán años.
La media para obtener una cita presencial con la doctora o doctor de cabecera en Corralejo llega a ser de 15 días, según denuncian los pacientes. Todo lo contrario a un buen servicio para un tipo de consulta básica.
Comentarios
1 Majorero Jue, 18/07/2024 - 08:28
2 Antonio Vie, 19/07/2024 - 20:24
3 Antonio Rodriguez Vie, 19/07/2024 - 21:42
4 Dr Sáb, 20/07/2024 - 09:44
5 No hay Dom, 21/07/2024 - 08:03
6 Juan Dom, 21/07/2024 - 13:26
7 majorero Dom, 21/07/2024 - 15:07
8 Toallitas Lun, 22/07/2024 - 19:48
9 Juan ortega Mar, 23/07/2024 - 18:38
10 Anónimo Lun, 29/07/2024 - 21:57
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