OTRA HISTORIA DE CANARIAS

Las temidas plagas de langosta

Hace 20 años de la última llegada masiva de un animal que durante siglos atemorizó a la sociedad y la economía de Fuerteventura y Lanzarote

Mario Ferrer 1 COMENTARIOS 16/02/2025 - 08:07

Como con las míticas plagas bíblicas, el miedo a las invasiones de langosta en Canarias tiene una larga tradición. Históricamente, la proximidad a África ha traído ventajas pero también inconvenientes, siendo uno de estos últimos la frecuente visita de “cigarrones” provenientes del continente vecino. Ya lo decía el célebre ilustrado Viera y Clavijo en el siglo XVIII: “He dicho que lo menos malo que introducen los vientos Australes en las Canarias es el calor, porque también suelen acarrear la sequedad, el huracán y la langosta”.

El cigarrón berberisco causaba un enorme temor entre la población y las autoridades del Archipiélago debido a que con su voracidad, cantidad masiva y llegada repentina podía arrasar en pocos días con las reservas agrícolas. En un mundo agropecuario como el tradicional, donde la precaria economía de supervivencia familiar dependía mucho de las cosechas y el ganado, la capacidad de estas oleadas de langostas para devorar todo lo que se encontraban a su alrededor implicaba un riesgo de hambruna y crisis tan terrible como el de las sequías, pero aún más repentino y dramático si cabe.

Aunque hay multitud de tipos, es el “cigarrón berberisco”, también llamado “langosta peregrina” o “langosta del desierto” el más temido en Canarias. Algunos investigadores y especialistas han cifrado en 85 las invasiones históricas de las que hay noticias desde la conquista europea, pero es un número que hay que acoger con cierta cautela porque hay dudas en varias fechas señaladas, además de que no todas tuvieron la misma intensidad y tampoco influyeron por igual a todas las islas, aunque Fuerteventura y Lanzarote casi siempre fueron de las más afectadas por su mayor proximidad a África. Igualmente, hay que recordar que esta cifra orientativa está referida solo a las últimas centurias, porque previamente a la conquista europea las langostas también debían llegar a las Islas, aunque no tenemos registros documentales, ya que las razones geográficas y climáticas que explican su apetito por Canarias se han mantenido durante muchos milenios.

Las plagas que han llegado a Canarias se originan en África por distintas condiciones de humedad y calor que varían mucho y en una zona de países, a su vez, muy amplia en torno al Sahel. Las posibilidades de llegar a nuestro archipiélago surgen cuando en determinado momento se combinan varios factores: la escasez de recursos alimenticios para las langostas, la madurez del animal, para que pueda emigrar, y vientos fuertes y cálidos del este o sureste, es decir, calima o siroco. En tales casos, gigantescos enjambres de langostas viajan a través del océano impulsados por las ventiscas hasta llegar a nuestras islas.

Grabado del siglo XIX de langostas africanas o cigarrones.

Efectos catastróficos

Francisco Hernández Delgado, coautor, entre otros, del libro Hambrunas, epidemias y sanidad en Lanzarote han encontrado testimonios de las consecuencias devastadoras de las langostas desde 1544. En las Actas del Cabildo de Lanzarote del 16 de junio de 1628 recopiladas en una edición dirigida por el investigador Fernando Bruquetas de Castro se dice “... en esta isla hace dos años o más que no se ha cogido pan, así por la saca como por la langosta, con lo cual esta isla ha padecido grandes necesidades y muertes, de tal manera que casi todos sus vecinos la dejaron y se fueron a buscar su remedio a las demás islas”.

En 1884 se vivió otra plaga importante que Agustín Millares recogió a través de distintas cartas de los ayuntamientos, incluidas unas de Puerto Cabras: “Cuando parecía que estas islas habían sucumbido ya al último grado de postración y de infortunio, sin comercio, sin industria, arruinada su agricultura, agobiadas de impuestos, cada vez más gravosos y viendo a sus hijos lanzarse a los mares en busca de una suerte incierta en África, su terrible vecina, le envía una de aquellas plagas que tantas veces ha devastado su suelo arrebatando de manos del infeliz labrador el sustento de su familia. La langosta Berberisca desembarca en las playas, se extiende por los campos, cubre el cielo y nada escapa a su hambrienta voracidad. Aunque con los esfuerzos recurridos de todos los habitantes se consiguió destruir una gran parte de ella, fue después de haber desaparecido las mieses y hasta las hierbas que daban pasto al ganado...”.

El dramatismo del testimonio recogido por Millares refleja la desesperación del contexto de estas islas durante el Antiguo Régimen. Además de las plagas de langostas, Fuerteventura y Lanzarote sumaban una mayor propensión a las sequías y a los ataques piráticos por sus condiciones históricas y geográficas. Si a eso añadimos su adscripción durante varios siglos a un sistema señorial más perjudicial socialmente y episodios tan truculentos como las erupciones volcánicas de Timanfaya se entiende su fama de islas malditas y su función, hasta fechas relativamente recientes, como zona de destierro.

Estos cigarrones tienen una velocidad de reproducción asombrosa, que unida a su insaciable apetito (es capaz de comer su propio peso cada día) los hace muy temibles cuando llegan en forma de plaga, pudiendo devorar toneladas de cultivos en cuestión de horas. En el imaginario popular ese miedo caló de tal manera que se llegaba a decir que eran capaz de comerse hasta las puertas si estaban pintadas de verde.

En los años de 1910 y 1932 también se sufrieron importantes invasiones aunque la más famosa del siglo XX fue la de 1954. Su dimensión fue muy grande, atacando a todas las islas casi al mismo tiempo, lo que denotaba el tamaño del frente que llegó a Canarias. Incluso llegó a afectar a un partido de fútbol de primera división de la Unión Deportiva Las Palmas y el Athletic de Bilbao, cuando una nube de langostas invadió el estadio, obligando a su suspensión cautelar. Esta plaga también se hizo célebre porque fue la primera en combatirse con productos químicos. Después, en el año 1958 hubo otra llegada masiva importante y también a finales del siglo XX, en los años 80 y 90.

“Cigarras” en Lanzarote en 2004. Foto: Adriel Perdomo.

Otras plagas

Aunque las langostas han sido las más frecuentes y fuertes, Fuerteventura y Lanzarote han sufrido otras plagas motivadas por otros animales, como los conejos, una especie que ha vivido varios momentos de explosión descontrolada, afectando a los cultivos de forma muy negativa.

Los cuervos también han protagonizado varios momentos de crisis, llegando las autoridades a obligar a los vecinos de estas islas a cazarlos bajo pena de multa. También existieron invasiones de ratones que azotaron varios pueblos, siendo uno de los casos más conocidos el de Vallebrón. Lo sucedido en este núcleo de Fuerteventura ha trascendido más porque dejó un testimonio en piedra que se puede ver en la portada de la ermita de San Juan. Como contaba el historiador majorero Pedro Carreño en el libro Canarias insólita se trata de una gran loseta decorativa de cantería roja que lleva el relieve de dos ratas para recordar una plaga sucedida en el siglo XVIII en la que las instituciones de la Isla, a través de la administración cabildicia, recurrieron al marqués de Lanzarote para que les prestase un libro sobre ritos para espantar las ratas.

También hay noticias históricas de problemas puntuales con burros y perros, y más recientemente con la ardilla moruna en Fuerteventura en la segunda mitad del siglo XX o el picudo rojo que ha atacado duramente a las palmeras de Canarias en el siglo XXI.

Además de exvotos, ofrendas, exorcismos y otros tipos de interacciones religiosas tradicionales de momentos de emergencia, los remedios históricos contras las plagas incluían distintas acciones, como describen en un artículo de las Jornadas de Estudios de Lanzarote y Fuerteventura de 2024 Julio Medina, Ivan Ojeda, Roberto Ramírez y César Sánchez: Aproximación a las incidencias de las plagas de langosta de las Canarias Orientales. Estos investigadores señalan el recurso al fuego como una de las estrategias clásicas, junto a la generación de ruido para asustar a las langostas. Pero por mucho escándalo que los vecinos lograron con sus cacharros en las zonas de cultivos esta ayuda era solo coyuntural y muy limitada con grandes plagas. A pesar de ello, a veces campesinos y aldeanas se lanzaban con aperos o cualquier elemento contras las langostas ante la desesperación de ver cómo se perdían sus cosechas.

Fragmento de un NO-DO dedicado a las consecuencias de la plaga de 1954.

Frente a las plagas, las autoridades solían reaccionar intentando organizar ayudas económicas o perdonando impuestos a los campesinos, aunque las clases humildes eran quienes se llevaban la peor parte en estas crisis. El gran paso en el control de las plagas de langosta llegó con el uso de pesticidas en el siglo XX.

En las últimas décadas las plagas de langosta se han reducido, tanto en Canarias como en África. Las principales razones para ello consisten en el avance en las fumigaciones en origen, aunque hay otros factores. No solo la ciencia ha mejorado los remedios, sino que también los países africanos han contado con más recursos para su erradicación, con lo que hay menos posibilidades de que lleguen a Canarias. A pesar de ello, se está lejos de garantizar un control absoluto. Además, las calimas y temporales de viento del este o sureste han aumentado significativamente en los últimos años. En 2004 se vivió una invasión que afectó sobre todo a Fuerteventura y Lanzarote.

Comentarios

Buen artículo pero haciéndole un favor al enemigo, ahora dejarán de fumigar en ciertas zonas del país vecino para que lleguen plagas erradicadas otra vez otra forma de invasión,nos van a aburrir para que nos vayamos como hicieron nuestros antepasados.

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