ECONOMÍA

La incertidumbre sobre el Brexit también sobrevuela Fuerteventura

En 2018 se perdieron más de 26.000 turistas del Reino Unido y la colonia de 3.500 británicos residentes en la Isla teme las posibles consecuencias de la salida para su situación legal

Fotos: Carlos de Saá.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 14/02/2019 - 10:16

Marzo es un mes clave para el Reino Unido, y también para Fuerteventura, donde residen más de 3.500 británicos. La salida del país de la Unión Europea está fijada para el próximo 29 de marzo, haya o no haya acuerdo para una marcha ordenada. Esta última posibilidad es la que los afectados tildan de Brexit precipicio. Si, por el contrario, la salida es pactada, la transición comenzará al día siguiente, durante 21 meses, hasta el 31 de diciembre de 2020.

En cualquiera de los casos, la incertidumbre sobrevuela el proceso y, en uno y otro lado, se temen los posibles perjuicios de todo tipo que puedan conllevar los cambios en el nuevo escenario económico y social.

La primera preocupación para los intereses majoreros es la repercusión en el turismo británico, que es el segundo mercado emisor de visitantes, solo por detrás de Alemania. Así, Fuerteventura recibió el año pasado 518.748 turistas procedentes del Reino Unido. En 2018, el retroceso en el este mercado fue del 4,9 por ciento, lo que se traduce en que han dejado de venir 26.491 visitantes del Reino Unido.

Los datos de la Maxorata son, porcentualmente, prácticamente idénticos a los del conjunto del Archipiélago canario: un 5 por ciento menos de británicos o, lo que es lo mismo, 265.886 visitantes menos a Canarias.

El gerente del Patronato de Turismo de Fuerteventura, Moisés Jorge, asegura que desde la pasada edición de la World Travel Market de Londres ya advirtieron este retroceso en el turismo británico, aunque el principal proveedor de turismo británico a la Isla, Jet2 Holidays, ha confirmado en la reciente Feria Internacional de Turismo (Fitur) de Madrid que este año crecerá con 23 frecuencias semanales, cinco más que en 2018, “con lo que intenta poner en el mercado 400.000 plazas aéreas y aumentar un 10 por ciento en 2020”.

Aun así, el ente isleño trabaja para intensificar la promoción directa. “De hecho, a partir de marzo estaremos en ocho ciudades británicas con empresarios locales que participarán en los eventos de marketing”, aduce Jorge.

Los profesionales del turismo reconocen la “incertidumbre” que están generando las negociaciones infructuosas con la UE, lo que influye incluso en la tradición británica de reservar las vacaciones estivales después de Navidad. “Ahora, el destino se está decidiendo a última hora, en base al factor precio”. Ante la duda, “se reserva cada vez con menos antelación, como se hacía en temporadas anteriores”.

Moisés Jorge cree que un Brexit duro que conllevara una recesión económica en Reino Unido sería muy perjudicial para la actividad turística. “Sobre todo si la libra pierde fuerza frente al euro, lo que encarecería viajar a la Eurozona; o frente al dólar, por el encarecimiento del combustible en suelo británico para transportistas aéreos”.

Un turista que gasta

El visitante británico es “un turista querido, que consume y suele tener un gasto elevado en ocio fuera del alojamiento, excursiones y restauración”. Las estimaciones propias del Patronato arrojan “casi 800.000 visitantes británicos anuales”, lo que los hace “muy interesantes” y marca la permanente línea promocional en las principales ferias. Eso se completa con las presentaciones específicas del destino, que este año se harán en Leeds, East Middlands, Edimburgo, Belfast, Londres, Manchester, Liverpool o Glasgow.

Con su larga experiencia en el sector, Moisés Jorge explica que los profesionales británicos del turismo les “trasladan la sensación de que, en el Brexit, el ciudadano del interior ganó la batalla a los urbanitas de ciudades como Londres, Manchester, Liverpool o Leeds, donde no acogieron de buen grado el resultado del referéndum”.

Asimismo, destaca el “rechazo” de los británicos residentes en Fuerteventura, “no solo por no compartir el resultado, sino porque no pudieron votar, al estarles vetado ese derecho por residir en el exterior”.

Una salida sin acuerdo jugaría en contra “del crecimiento turístico de destinos como el nuestro, de los propios británicos, de las empresas europeas con sede en Reino Unido y de los británicos que han invertido sus ahorros en jubilarse en zonas de la Unión Europea como Canarias, adquiriendo propiedades inmobiliarias, y que ahora no podrán beneficiarse del status europeo”, explica Jorge.

“Es un desastre”

Los británicos que viven en las Islas parecen estar de acuerdo con estas tesis. “Es un desastre, una gran estupidez”, dice Christopher David, residente desde 1996, que cree que en torno al Brexit también hay corrupción política y que en el referéndum “la verdad estuvo ausente”. “Nadie sabe lo que pasará, pero todo el mundo tiene miedo. Es un tiempo de ansiedad, no hay nada que podamos hacer, excepto esperar que la decisión sea buena para todos y podamos vivir tranquilamente en España”, dice.

La profesora de inglés Sammy Cocker señala que en el Reino Unido se contempla que los europeos que llevan más de cinco años allí mantengan el permiso de trabajo y espera que sea “recíproco”. Dice que la principal amenaza reside en que se salga sin acuerdo y cree que también hay una parte de racismo contra los extranjeros, “con el viejo argumento de que nos quitan el trabajo”. Sammy pasó la Navidad en Londres “y todo el mundo que había votado a favor estaba arrepentido”.

Majoreros en Reino Unido

En el otro lado del espejo se sitúan los ciudadanos de países de la UE que viven en el Reino Unido. El joven majorero Kevin González Pérez, que reside en Inglaterra desde 2015, cree que, con la salida, su situación en el país se verá más limitada “en términos, sobre todo, de trabajo y de acceso a determinados servicios”.

A la hora de viajar, el Brexit “hará mucho más complicada la vuelta a casa, porque tendremos que pedir visados constantemente. Para nuestras familias también va a ser un reto. Yo mismo estoy intentando que todos mis amigos y familiares me visiten antes del 29 de marzo o en verano porque no sé lo que pasará luego”, explica.

Kevin está convencido de que perderá bastantes de los derechos y beneficios con los que cuenta actualmente por ser ciudadano español y de la UE. “No creo que vaya a solicitar ni el pasaporte británico ni la tarjeta de residencia permanente. Por mucho que quiera seguir trabajando en mi sector profesional, pienso que para mí el trabajo no es suficiente razón para renunciar a todo. Antes, mi pareja y yo no teníamos la intención de dejar inmediatamente el Reino Unido y volver a casa. Ahora la idea de seguir viviendo aquí no va más allá de dos años. Veremos qué pasa entonces”, asevera.

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