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“Nos llegan familias que están viviendo en patios de casas y pagando 800 euros”

Eva Azurmendi, de Majoreros Solidarios

Eloy Vera 3 COMENTARIOS 25/04/2025 - 07:20

Eva Azurmendi trabajaba en el puerto en plena pandemia. Desde el muelle, veía cómo muchas familias se iban con sus bártulos de la Isla. Le contaban que se veían obligados a ello por falta de medios para salir adelante. También escuchaba historias de gente de Fuerteventura que no tenían cómo llenar la nevera. Al final, decidió ponerse manos a la obra y crear la Asociación Majoreros Solidarios. Cinco años después, el virus del Covid ha quedado en la memoria, pero la pobreza, aunque con mucha menos virulencia, sigue viva en una isla donde la falta de vivienda atraviesa a su población. “Nos llegan familias que están viviendo en patios de casas y pagando 800 euros”, asegura Eva.

-Majoreros Solidarios se creó en plena pandemia. Cinco años después, ¿qué balance hace?

-Ha sido un aprendizaje. He visto cosas que, cotidianamente, no se ven.  Realmente, no sabía qué necesidades había en la Isla. He visto que hay muchas carencias y mucha gente pasándolo mal por motivos diversos como separaciones o enfermedades. Casos donde una persona está enferma y la otra tiene que dejar de trabajar para ayudarle. Hay muchas cosas que pueden pasarte y no eres consciente hasta que las ves.

-¿Qué servicios presta la asociación?

-Somos dos personas. Ayudamos a las familias con alimentos y cuando lo necesitan con ropa o menaje. Ha habido dos incendios de viviendas y hemos tenido que darles alimentos, ropa y menaje. La ciudadanía se ha portado genial y hemos podido ayudarles a cubrir la necesidad que tenían en ese momento.

-¿Cómo se sostiene Majoreros Solidarios?

-Cuando abrí la asociación, decidimos que no queríamos dinero. La ayuda es a través de las personas que vienen y donan alimentos básicos y no perecederos. La gente se vuelca y nos da lo que necesitamos en el momento en el que lo necesitamos. Si una familia acude y pide ropa, nosotros ponemos un anuncio en redes, la gente la trae y se le dona directamente a quien lo necesita.

-¿A cuántas familias están atendiendo en estos momentos?

-Ahora mismo es poca gente. Tenemos una media de diez familias semanales, entre 20 y 30 personas al mes. Nos vienen de distintos puntos como el centro de salud o asociaciones derivadas de los trabajadores sociales. Tienen situaciones dispares. Unas tienen enfermedades y, debido a ello, están pasando por un mal momento; otras están separadas, tanto mujeres como hombres, con niños, y no tienen manera de poder salir adelante con un sueldo y pagando agua, hipoteca, luz y comida.

“Los usuarios son enfermos, separados o con problemas económicos”

-¿Ha cambiado el perfil de usuarios de cuando empezaron en 2020, en plena pandemia, a ahora?

-Sí, bastante. El perfil ahora es muy diferente. No tiene nada que ver con el de la pandemia. En ese momento, tratamos a más de 600 familias. Ahora vienen con otro tipo de necesidades. Durante el Covid, venían todo tipo de familias, incluso mayores a los que teníamos que ayudarles a arreglar los papeles para la ayuda del Cabildo o del Ayuntamiento porque no sabían rellenarlos. Vienen debido a una enfermedad, separación o porque están en un momento en el que la empresa no les paga y tienen que salir adelante sin saber cómo.

-Fuerteventura atraviesa un momento complicado por la falta de vivienda. ¿Les llegan muchas familias afectadas por esta situación?

-Hay mucha gente viviendo en coches. Nos llegan familias que están en patios de casas sin ventanas y con niños y pagando 800 euros o compartiendo habitaciones y con niños a cargo. Hay situaciones que nadie las ve. Nosotras podemos ayudar hasta cierto punto, pero no hacer milagros. La situación con el tema de la vivienda es compleja.

-Fuerteventura carece de un albergue de titularidad municipal o insular. ¿Han tenido que asistir a personas en situación de sinhogarismo?

-Nosotras llevamos alimentos a personas que viven en coches, pero también hay que escuchar a la gente. A veces, nos dicen que el ayuntamiento no hace nada, pero también hay quienes dicen que no irían a un albergue porque no quieren normas. La mayoría de los que vemos durmiendo en la calle es por una decisión tomada por ellos. Prefieren vivir en un coche que en un albergue.

-¿Qué recursos faltan en la Isla para atender a las personas en situación vulnerable?

-La gente de aquí necesita ayudas y se le deben poner menos trabas. Pienso que debería haber recursos de emergencia para que puedan salir de esa situación en un mes o dos y seguir adelante.

-¿Cómo cree que se podría solucionar la exclusión social en la Isla?

-Opino que es más fácil de lo que creemos. Hay centros culturales en los pueblos y creo que podrían ser una buena opción para que la gente de cada pueblo pueda solventar un poco su situación. Nosotras trabajamos con la asociación de Tesjuate. Allí se mira por cada familia. Creo que en cada centro cultural debería haber algo relacionado con la ayuda a las familias.

-Cada vez son más las personas mayores que viven solas en la Isla...

-Son personas que cobran pagas de 400 y pico euros. Esa paga no les da para nada y, de ahí, tienen que pagar alquiler, agua, luz... Hemos tenido personas mayores con enfermedades. Vienen a la asociación y les damos una cesta con alimentos. Hay muchos mayores solos en la Isla.

-Desde hace algún tiempo estamos asistiendo a un encarecimiento de los productos de la alimentación. ¿Cómo se está viviendo ese tema en la asociación?

-Por ese tema muchas familias están viniendo a nosotros. No pueden con el pago del alquiler, agua, luz y comida. Cada vez es más difícil salir adelante con los mismos sueldos y cuando se tienen niños se complica más la situación. Para nosotras ese es el gran problema.

“En la asociación atendemos a una media de entre 20 y 30 personas al mes”

-En estos cinco años, habrá escuchado cientos de historias. ¿Cuál le ha impactado más?

-Hay algunas que no olvidas. Recuerdo un señor mayor que ya falleció. Tenía un cáncer terminal y vivía solo. Con el sueldo que cobraba, no podía comprar casi nada. Venía a la asociación a hablar con nosotras. Le dábamos la comida. Recientemente, tuvimos una chica que tuvo que dejar su trabajo y vender la casa tras su separación. Nos la mandó la trabajadora social. Llevaba cuatro días sin nevera y con niños. Le dimos alimentos e hicimos un llamamiento para conseguir una nevera. Sobre la marcha apareció la nevera.

-Están haciendo una labor que, en muchas ocasiones, no hacen las administraciones. ¿Se sienten apoyados por ellas?

-Sí. Cada vez que hemos necesitado algo o hay un problema que vemos que está fuera de nuestro control automáticamente llamamos y se ponen manos a la obra. No recibimos subvenciones. Me niego en rotundo. Llevo cinco años sin subvenciones y sacando esto adelante. Creo que el tema del dinero en la asociación estropearía todo. Ese es mi pensamiento. Todo esto lo hago altruistamente.

Comentarios

Mi niña!
¿Tienes un enlace de contrato para apoyar esta causa? No estoy en Facebook, solo en WhatsApp.
Me sorprende la generosidad y la belleza del ser humano Eva, no bastan palabras para elogiarla; cada día la realidad nos muestra la tragedia de gente en desamparo y que una mujer con tanta fortaleza dea el ejemplo a todos los que en la ciega comodidad no queremos ver el sufrimiento del próximo.

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