Mientras estaba en Ámsterdam de viaje fin de curso, Carlos Cabrera González recibió varias llamadas de un número que no tenía agendado. En un primer momento, pensó que se trataba de publicidad, pero al ver la insistencia decidió descolgar. Al otro lado del teléfono, una voz le comunicaba que su nota de la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) era una de las mejores de Canarias. Un día después, se enteró de que había obtenido un 9,87, la mayor calificación de Fuerteventura y la quinta mejor de la provincia de Las Palmas en la fase general. Su nota de acceso a la Universidad fue de un 13,89. Estos resultados se convertían en la recompensa a años de constancia y trabajo y le abrían las puertas a estudiar la carrera de Física.

En unas horas, después de esta entrevista, Carlos será recibido en el Cabildo de Fuerteventura por su presidenta, Lola García, y otros miembros de la Institución insular y del Gobierno canario para felicitarlo por los logros académicos obtenidos. En un banco de la plaza de la iglesia del Rosario el joven, de 18 años, natural de Pájara y estudiante del IES San Diego de Alcalá, cuenta a Diario de Fuerteventura cómo ha sido su camino, entre libros y apuntes, hasta llegar a la EBAU. Unas gotas, que amenazan lluvia, interrumpen el relato de vez en cuando. Al final, las nubes terminan por huir y se puede retomar la conversación.

Carlos estudió Primaria en el colegio Millares Carló. La ESO la comenzó en el IES San Diego de Alcalá. La nota media de esa etapa fue de diez y con las mismas calificaciones ha seguido en Bachillerato. En 4º de la ESO recibió uno de los Premios Extraordinarios de Educación Secundaria (ESO) en Canarias, correspondiente al curso 2021-2022 que otorga la Consejería canaria de Educación por su excelente rendimiento.

Ese verano participó en la Ruta Quetzal, una iniciativa de Miguel de la Quadra Salcedo que le llevó a recorrer Galicia y el norte de Portugal. “Fue una experiencia muy enriquecedora. Fui seleccionado por la nota de corte. Pude conocer a mucha gente de distintos lugares de España”, explica.

Si echa la vista atrás, Carlos achaca el éxito de su expediente académico al “trabajo y la constancia”. “Desde la ESO he tenido un hábito de estudio. Los años de Bachillerato han sido de bastante trabajo y pocas horas libres entre semana. Aun así, me he ido organizando de tal manera que estudiaba tres o cuatro horas diarias y también podía ir, entre semana, a actividades, como nadar”.

Los fines de semana huía a Pájara en busca de descanso y a recuperar horas de sueño. “En 2º de Bachillerato se fue complicando la posibilidad de tener los fines de semana libres”, cuenta.

Sus éxitos académicos son el resultado, asegura, de un trabajo compartido con la familia. “Me han apoyado siempre. Ellos no me han exigido un buen expediente académico. Creo que estos resultados son producto de la autoexigencia. Mis padres lo que han hecho es darme el ambiente ideal para poder estudiar. Mi reto ha sido intentar hacer las cosas lo mejor posible. No conformarme con menos de lo que yo podría sacar”, comenta.

“Estudiar Física me permitiría enfocarme a las tecnologías y a la IA”

Las semanas antes de las pruebas “intentaba organizarme lo mejor posible, pero no seguía un patrón muy definido. He pretendido llevar todo a la par, centrándome en las asignaturas que más me constaban, que eran las de memorizar: Lengua y Filosofía”, explica.

Así hasta que el calendario se detuvo en el día de las pruebas de la EBAU. El camino hasta llegar a esos exámenes lo define como estresante. “Me estresaba y precipitaba por cosas que no habían llegado. Ahora me he dado cuenta de que no es para tanto”, asegura.

A los estudiantes que les espera la misma prueba en los próximos años, Carlos les lanza un mensaje de tranquilidad. “No es nada del otro mundo. Es un examen más, como los que han practicado en el instituto. Les aconsejo ir con calma y empezar a estudiar desde que acaban las clases”.

La ciencia, su pasión

En septiembre se irá a Madrid. Se ha matriculado en la carrera de Física. “Desde pequeño me ha llamado la atención la ciencia y el tema de la exploración espacial”, cuenta el joven, mientras recuerda sus viajes, de niño, al Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología cada vez que iba a Gran Canaria. “Creo que he ido más de 20 veces”, dice.

A la pregunta de por qué se decanta por estudiar Física, Carlos responde que esta disciplina puede dar, a la sociedad del siglo XXI, “soluciones a muchos temas como el sanitario o, incluso, al problema que tenemos con el cambio climático. Creo que puede aportar mecanismos para obtener renovables y ofrecer avances tecnológicos que harán que seamos más sostenibles. En ese sentido, opino que la Física puede tener un papel importante”.

De cara al futuro, considera que la Física le puede abrir bastantes puertas. “Es un área que me permitiría enfocarme a las nuevas tecnologías y a la inteligencia artificial. Me gustaría estudiar algo de esto porque creo que puede tener bastante salidas laborales”.

El éxito de los resultados radica en el “trabajo y la constancia”, asegura

Y la siguiente pregunta de la conversación es ¿qué te parece todo el revuelo que se ha montado con el tema de la inteligencia artificial? Carlos responde asegurando que es un campo de la ciencia que “aún hay que madurar, tiene su parte positiva y negativa y es inevitable que acabe teniendo un gran impacto en la sociedad e integrándose en diferentes situaciones de nuestra vida”.

Para el futuro físico, la inteligencia artificial supone una herramienta que  ayudará a “mejorar la productividad y a eliminar tareas repetitivas y eso permitirá centrarse en innovar”. Lo negativo, a su juicio , “es que puede abrir el abanico a la pérdida de muchos puestos de trabajo y acarrear un impacto bastante dramático en el mundo laboral”.

A Carlos le gustaría verse, dentro de 15 años, con la carrera terminada; un máster y, “con un poco de suerte, trabajando”. Una vez convertido en físico, se imagina sus primeros años de vida laboral fuera. “En Fuerteventura no hay muchos empleos para este tipo de formación. Es cierto que, en un momento dado, me gustaría poder regresar, aunque lo veo bastante complicado”, asegura.

El Parque Tecnológico de Fuerteventura se prepara para acoger el primer estratopuerto de Europa, una plataforma para aeronaves no tripuladas que situaría a la Isla en el epicentro de este tipo de tecnologías además de generar un importante nicho de empleo. A Carlos le gustaría en el futuro verse trabajando ahí. “Podría ser una opción. Ahí podrían tener cabida proyectos vinculados con la meteorología y la física”, explica. Antes de que todo esto llegue y empiece a saborear los éxitos de años de trabajo y esfuerzo, a Carlos le espera un verano tranquilo en Pájara, unas semanas en Dublín perfeccionando el inglés y algunas horas en la autoescuela sacándose el carnet de conducir.

Antes de despedir la conversación, Carlos quiere hacer un guiño al profesorado que le ha acompañado durante todos estos años. “Estoy muy agradecido a ellos. Han sido unos profesores excelentes que han acabado marcándome. Me han sabido transmitir la pasión por las asignaturas. Sobre todo, los de Física y Química, que han hecho que conduzca mi formación hacia la Física”. El joven se despide. En el Cabildo le esperan para darle la mano y felicitarlo. Por delante le aguarda Madrid, años de estudio en la universidad y una carrera prometedora.