Sobre el “Cabildo de Fuerteventura: el vodevil I y II”
Las intervenciones publicadas por la articulista Mariluz Fajardo en las que analiza la gestión de Dolores García al frente del Cabildo de Fuerteventura han generado una notable polémica, la cual viene motivada, no tanto por el propio análisis, que nadie cuestiona, sino por hacerlo público. He aquí el mérito de la autora y del medio que decide publicarlo.
Los artículos firmados por Mariluz Fajardo a los que he tenido acceso a lo largo del tiempo siempre han incomodado en los ámbitos cercanos al poder. Ejercer la libertad de criticarlo forma parte de la democracia. Si una persona no puede manifestar sus opiniones sobre la gestión de sus representantes públicos, y si un medio de comunicación no puede publicarlas sin temor a represalias, es que tenemos un grave problema que afecta a los cimientos del sistema democrático. Ejercer el periodismo no es solo publicar notas de prensa con imágenes dulces de los representantes políticos colocando la primera piedra en cada una de las obras que promueve. El periodismo también es informar a los lectores sobre la labor de los representantes públicos y ofrecer la posibilidad de que cualquier persona pueda dar a conocer su opinión, por tanto, se debe saber que se está tan expuesto a la crítica como a la gripe, y si no lo asumen tienen un problema.
La llegada de Dolores García a la presidencia del Cabildo de Fuerteventura tras los vaivenes políticos de las últimas décadas pareció la culminación del largo camino de la mujer majorera para alcanzar la igualdad frente a un ámbito dominado exclusivamente por hombres. Sin embargo, ese logro no puede ocultar la decepción ante una gestión pobre en ideas y proyectos, sobre todo si tenemos en cuenta las ilusiones y esperanzas generadas por la trayectoria de García desde su etapa como diputada y como consejera en la oposición.
La conclusión después de poco más de un año al frente del Cabildo es que García y su equipo no saben a dónde quieren conducir la Isla; no se perciben proyectos de futuro, ni siquiera en el más inmediato, y no están sabiendo dotar al Cabildo de personal cualificado para aportar ideas e impulsar proyectos. La herramienta que la Ley de Cabildos puso en manos del poder político para crear una Administración Insular potente se encuentra completamente desaprovechada.
Que la gestión desarrollada por el equipo de gobierno insular no satisface a la población majorera no debe extrañar a nadie. Las quejas de los vecinos de la isla se pueden escuchar desde Corralejo a Morro Jable, prueba de ello es que sólo hay que sentarse en una terraza y tener el oído limpio de prejuicios. La población tiene ahora más acceso a la información y al conocimiento de la gestión de las administraciones públicas. Se ha perdido el miedo a hablar y a comentar la gestión de los representantes políticos al frente de ayuntamientos y cabildos. Distinguen, por encima de siglas políticas, quién es buen gestor y quién no. Un ejemplo de ello es la percepción que tiene la población de la isla sobre el suministro de agua potable. Mientras que la presidenta del Cabildo presume del esfuerzo realizado en la ejecución de las obras hidráulicas, la población ni siquiera valora como un éxito que los hogares dispongan de agua potable todos los días. Tratar de presentar en pleno siglo XXI esas obras como un logro es una falta de respeto a los habitantes de la isla.
Cabe preguntarse qué es lo que ha aportado el equipo de gobierno durante el tiempo que llevan al frente del Cabildo. Podríamos decir que la ejecución de las mencionadas obras hidráulicas y mucha música, en sentido literal. Sin embargo, esas obras no pueden considerarse como un éxito exclusivo de la actual presidenta; más aún, toda la planificación de esas obras viene de la esperpéntica legislatura anterior y, por tanto, el mérito es de otros. Así que habría que concluir, no sin tristeza, que la principal aportación de Dolores García y su equipo es una agenda cultural rellena de actuaciones musicales que no sirve para ocultar la falta de propuestas para resolver a medio y largo plazo los déficit de los servicios públicos insulares que ya está sufriendo la población. Es por ello por lo que algunos dirigentes de Asamblea Majorera y de Coalición Canaria se muestren sorprendidos de que el dúo formado por Lola García y Nuria Cabrera transmita tan elevado nivel de complacencia con su gestión que les lleva a tratar con cierto desdén al resto de consejeros del equipo de gobierno, incluidos los de su propio partido. Lo achacan tanto a una cierta indigestión por verse con tanto poder como a los halagos del grupo de colaboradores-aduladores que les rodea. No parece que un líder lo sea tanto por la ostentación de poder como por su capacidad para desdeñar los halagos y escuchar a quienes le advierten de sus errores. Casi nunca el mejor amigo es el mejor colaborador, y Dolores García no va a aceptar que una parte de sus problemas están generados por algunas de sus personas de confianza. He ahí su dilema: prescindir de quien no solo no le aporta nada en la gestión, sino que le resta, tal es así que su sola presencia genera problemas, pero está avalado bien por AM, o bien cuenta con su aprecio personal. Para satisfacer a todos y no dejar mal a nadie, la presidenta logra la cuadratura del círculo, esto es, pretende resolver los problemas con las mismas personas que los crean.
La isla no puede permitirse una legislatura para que la presidenta aprenda a elegir a sus colaboradores más cercanos que deben asistirle en las soluciones a los frentes abiertos, pues los hechos muestran que el panorama actual contribuye a arruinar la imagen del Cabildo.
La segunda parte del artículo de Fajardo, centrado en la gestión de los recursos humanos, ha irritado considerablemente en el seno de Asamblea Majorera y en eso que llaman la “zona noble” del Cabildo. Si los hechos desmintieran a Mariluz ya habrían salido los monaguillos de turno de AM o del sindicato SEPCA a corregirla. La realidad evidencia una absoluta falta de rigor en los procesos de selección de personal y un comportamiento absolutamente caciquil. Con esto no digo nada que la ciudadanía majorera no sepa. Lamentablemente, la presidenta del Cabildo ha caído en el mismo error que su organización política lleva padeciendo desde su origen, que es el de convertir la gestión de los recursos humanos de las administraciones en las que gobierna en un instrumento de captación de votos de estómagos agradecidos.
Uno de los principios básicos del nacionalismo majorero es que los puestos de trabajo de las administraciones públicas insulares deben ser para los hijos de Fuerteventura, majoreros de pura cepa; y un majorero de pura cepa solo puede militar en el nacionalismo majorero; fuera de ese ámbito creen que solo hay socialistas, peperos y “godos”.
Esta forma de gestionar los recursos humanos ha ido perdiendo valor en la medida en que la sociedad de la información ha avanzado. Si antes se percibía cierta condescendencia con el nepotismo, ahora constituye un descrédito social. Esta nueva realidad no ha sido asumida por Asamblea Majorera ni por la presidenta Lola García.
Se percibe que García aprovecha cualquier ocasión para presumir de su honradez, y tanto alardeo moral se convierte en postureo ético cuando viene consintiendo, con pleno conocimiento de la realidad, la muy poco decente gestión de los recursos humanos.
El gobernante es poco dado a aceptar las críticas a su gestión y más si los hechos confirman totalmente la razón de la crítica. En ese caso, la reacción del gobernante es matar al mensajero y presentarlo como culpable. En realidad, el único culpable es el autor de los hechos, o sea, el gobernante. Para quien no quiera entenderlo, Dolores García, la presidenta.
Comentarios
1 Pepero Jue, 10/10/2024 - 09:03
2 Palomo Jue, 10/10/2024 - 15:55
3 Torete Vie, 11/10/2024 - 16:01
4 Josefo Vie, 11/10/2024 - 17:45
5 casi miro Dom, 13/10/2024 - 22:02
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