Solidaridad, defensa de la tierra y pasión por el campo forjaron el talante humano de un inolvidable compañero y amigo de gran sensibilidad

Semblanza de Manolo de la Hoz
Solidaridad, defensa de la tierra y pasión por el campo forjaron el talante humano de un inolvidable compañero y amigo de gran sensibilidad
Con motivo de la creación del Premio Manolo de la Hoz, con el que el grupo editorial de Diario de Lanzarote y Diario de Fuerteventura quiere rendir homenaje a uno de sus fundadores recientemente desaparecido, en el mes que cumpliría 66 años, estas páginas buscan ofrecer un reflejo del amigo, compañero y activista comprometido con las causas justas, la defensa del territorio y el amor por la tierra, en la voz de quienes compartieron con él experiencias vitales y momentos de efervescencia social. Precisamente a la amplia temática de los movimientos sociales va destinada la primera edición del certamen, que se abre este 27 de abril con hasta 4.000 euros en premios, para trabajos inéditos sobre esta materia. Las bases completas se podrán consultar en nuestros periódicos digitales.
Compromiso sindical. Entre los hitos sociales en los que participó De la Hoz se encuentra la fundación del Sindicato Obrero Canario (SOC). “En 1977 y a raíz de un mitin celebrado en Lanzarote por Pueblo Canario Unido, que se presentaba al Congreso Estatal, y en el que participaba como candidato el abogado laboralista Carlos Suárez, más conocido como Látigo Negro, mantuvimos una reunión con él un grupo de mujeres y hombres de Lanzarote y, a raíz de esa reunión, a los tres días ya estábamos buscando un local y abriendo las puertas del Sindicato Obrero Canario en Lanzarote”, recuerda Andrés Barreto.
Barreto destaca “la presencia y compromiso de un grupo de jóvenes que comenzó a participar activamente en el compromiso sindical, en el que estaban Javier Pérez, Suso Perdomo, Ana del Carmen Gutiérrez, Pepe Suárez o Manolo de la Hoz, que irrumpieron con muchas fuerzas, dando bastante contenido al sindicato”.
Andrés Barreto: “Comprometido con la clase trabajadora, que jamás olvidó”
El sindicalista señala que “Manolo siempre fue un referente con su compromiso y defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras”, en una época de “represión constante” de la Policía Nacional, “los grises”, y de la Policía Política, “la secreta”, que sufrió directamente. De aquellos años, la pérdida de Pepe Suárez “marcó” a Manolo de la Hoz, que también fue de los más afectados por el fallecimiento de Javier Pérez en accidente de tráfico.
“De Manolo de la Hoz decir mucho es quedarme corto siempre, era una persona que tenía como norma escuchar y opinar lo mínimo posible, pero cuando decidía hacerlo daba respuesta de forma contundente a lo tratado”, apunta Barreto. Además, añade, era “una persona muy comprometida con la clase trabajadora, que jamás olvidó su procedencia y que cada día estaba más convencido del poder de los trabajadores”.
De su paso por el SOC también tiene recuerdos Ana Gutiérrez: “En aquellos años de militancia en el SOC, donde estábamos convencidos de que se podía y debía hacer la revolución, Manolo era un militante destacado, no sólo por ser altamente resolutivo y por su gran capacidad de organización, también por su nivel de entrega a la causa”. “De tal manera”, destaca, “que había renunciado a un mejor futuro profesional por seguir trabajando en el sindicato y lograr un mundo más justo y mejor. Este objetivo, nunca lo abandonaría”.
Ana Gutiérrez: “Tenía un alto concepto de la igualdad y la fraternidad”
“Para las mujeres que militamos con él fue una suerte tenerlo a nuestro lado, pues siempre nos trató con respeto y camaradería, ya que tenía un alto concepto de los principios de igualdad y fraternidad”, resalta Ana. “A su amplia formación política añadió la fotografía, el cine, la poesía y la literatura. Así lo recuerdo, citando párrafos de El Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell. Extrañamente para la época, nunca ocultó que era un hombre lleno de sensibilidad, lo que lo convirtió no sólo en un excelente camarada sino también en un gran amigo”, ensalza quien fuera su compañera en el SOC.
De la Hoz, de pie a la derecha, con el grupo de teatro Regartija.
Teatro Regartija. Otra de las muchas facetas en las que se involucró Manolo de la Hoz durante sus años de juventud fue la participación en el Grupo Teatral Regartija, con el que Félix Martín Hormiga hizo renacer de nuevo la ilusión a los amantes del teatro. Este proyecto resultó un nuevo acicate para Manolo, al que no dudó en incorporarse. De esta experiencia, Martín Hormiga recuerda que Manolo “era imprescindible, de la gente que se implicaba”.
Manolo participa de forma activa, sobre todo en la parte técnica. Tras la adquisición de una furgoneta para transportar a componentes y equipo, adquiere además el rol de chófer y viajan por Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria con actuaciones que serán muy bien valoradas por los grupos profesionales, a pesar de su carácter amateur.
Regartija supuso además la primera escuela de teatro para jóvenes actores o directores, que más tarde destacarían en el circuito profesional, según recuerda Martín Hormiga. “Un grupo que se abrió paso desde los barrios con la incorporación de gente de la calle”. Sobre la participación de un “muy activo” Manolo de la Hoz, el escritor resalta su “cercanía” con todos los participantes en este foro de encuentro, que era más que una iniciativa teatral: “Éramos un grupo de personas que convergían”.
‘Tejure’: “No dejó de ser el mismo de siempre, fiero ante cualquier injusticia”
En el grupo teatral coincide también con compañeros como Juan José Torres, Tejure: “Compartí amistad con Manolo en la misma ciudad y en la misma calle, antes Carretera de Tías, después José Antonio y hoy Manolo Millares. Ante tanto cambio, Manolo no dejó de ser el mismo de siempre. Cualquier madre diría que era un tipo serio y formal y añadiría que también un guerrero fiero ante cualquier injusticia. No se andaba con tonterías con esos asuntos”.
De su época en Regartija, Tejure también atestigua que “era más que un grupo de teatro. Creo que un oasis de felicidad en tiempos de incertidumbre constante. Manolo hacía las veces de técnico de luz y sonido. Creo que la experiencia le venía de haber reparado, una y mil veces, el Citroën dos caballos azul que tenía, hasta convertirlo en un milagro de la mecánica remendada. ¡Anda que no despachó panfletos comprometidos el dichoso fotingo!, entre otras cosas”.
“Siempre riguroso en su papel, no recuerdo que faltara un solo día a ninguna tarea. Me dijo que cuando se jubilara iba a escribir un libro para el que ya tenía título: Opérese usted mismo y divierta a sus amigos”, añade este compañero de andanzas.
Manolo de la Hoz, con su pareja Poli Perdomo. Foto: Rafael Fuentes.
Canarias dice no a Repsol. Siempre involucrado en causas sociales, comprometido contra las amenazas al medio ambiente y el territorio de las Islas, y firme defensor de la memoria y de las raíces históricas, Manolo de la Hoz fue el responsable de la creación en internet del portal Canarias dice no a Repsol, en el que se informó acerca de los riesgos de las prospecciones petrolíferas en las costas de Lanzarote y Fuerteventura.También participó activamente en todas las marchas que contra las prospecciones se organizaron en esos años.
Pedro Hernández, activista y miembro de El Guincho-Ecologistas en Acción recuerda: “Manolo de la Hoz es un grande, de los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles. Seguirá siéndolo. Su coherencia y sus principios así lo han reflejado. Desde muy joven demostró su compromiso con la defensa y organización sindical y política de las trabajadoras y trabajadores. Su compromiso con una sociedad justa le llevó a la puesta en marcha de un proyecto periodístico que hoy es realidad. La memoria de los imprescindibles lo convierte en ejemplo a seguir”.
Pedro Hernández: “La memoria de los imprescindibles lo convierte en ejemplo”
Hernández se remonta a finales de los años 70 para ubicar episodios de defensa del territorio y el medio ambiente que despertó la sensibilidad en aquella generación. Menciona, por ejemplo, la oposición al vertedero de Zonzamas en la considerada mejor zona arqueológica de Lanzarote. Una segunda batalla se remonta a la primera mitad de los años 80, cuando el Ayuntamiento de Haría pretendía poner en el mercado inmobiliario una franja de terreno cercana al millón de metros cuadrados justo en la zona de Caletón Blanco. Surge entonces la Coordinadora por la Defensa del Malpaís de la Corona, “con Manolo de la Hoz como uno de sus representantes”.
A finales de los años 90 llegaría la denominada “intifada turística”, recuerda Pedro Hernández. A partir de ahí surgen el denominado Foro Lanzarote y se producen otras acciones que convergen “en la mayor demostración pública ciudadana” hasta entonces, con la manifestación del 27 de septiembre de 2002. El activismo de Manolo se reflejaría también en la batalla “desde el minuto cero” contra la autorización del Gobierno de Aznar a la petrolera Repsol para las prospecciones frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura en diciembre de 2001. Durante años, De la Hoz recopiló toda la información en torno a las prospecciones en ‘Canarias dice no a Repsol’, con el punto álgido de las manifestaciones de 2014.
“Manolo siempre tuvo un compromiso con este y con otros problemas, como el crecimiento turístico y la defensa del patrimonio -dice Pedro Hernández- a través de una conciencia política, anticapitalista y anti colonial, más coherente con otro tipo de ecologismo, sin connivencia con el aparato institucional”.
Manolo y Alexis de la Hoz en un acto contra las prospecciones. Foto: De la Cruz.
Siroco y Diario. Manolo de la Hoz fue miembro del grupo fundador de Diario de Lanzarote en 2005 y de Diario de Fuerteventura en 2016, junto a Rafael Fuentes y Manuel Riveiro, y pilar fundamental en el nacimiento y consolidación de la empresa que edita ambos periódicos, Siroco Información, que cumple dos décadas.
Con anterioridad, participó de forma activa en la creación de la asociación Latitud 28, conciencia cívica, que editó la publicación quincenal Siroco, en la que Manolo escribía bajo el seudónimo Agustín Felipe, en recuerdo de uno de sus hermanos.
Ya en sus artículos de entonces se puede apreciar la voz de alerta que lanzaba sobre el modelo de desarrollo turístico, sus críticas al nuevo colonialismo en África, al olvido institucional hacia el pueblo saharaui o respecto al abandono del patrimonio histórico.
Durante una etapa también trabajó de forma continua en los periódicos Diario de Lanzarote y Diario de Fuerteventura, aportando su extraordinaria calidad humana a la Redacción. Manolo de la Hoz se sentía especialmente orgulloso de haber formado parte de la gestación y puesta en marcha de estos medios de comunicación, de los que, siempre que podía, presumía de su independencia y principios editoriales, y que están en deuda con él y su personalidad altruista.
“Todo se dio de forma natural. Lo que empezó casi como un juego, elaborando y repartiendo de noche los dos pliegos de páginas del Siroco derivó en la idea de crear un periódico digital, en una época en la que, al menos en la prensa local, no eran habituales las actualizaciones informativas durante el mismo día”, señala Riveiro.
El director de Diario destaca la “enorme generosidad, siempre, de Manolo de la Hoz”. “En ocasiones, la vorágine de la última hora y cubrir la agenda diaria hace que se pueda desenfocar la perspectiva de los valores editoriales que hemos querido imprimir a los periódicos. En esos momentos hay que pararse y reflexionar, y recuperar la visión crítica que defendía Manolo”, añade.
Manolo, con compañeras y compañeros del Hospital.
Hospital. “Serio, responsable y muy recto”. Trabajador del Hospital Doctor José Molina Orosa, donde se jubiló, Manolo de la Hoz defendió la calidad, honestidad y transparencia en la prestación de los servicios públicos a la ciudadanía.
Alfonso Macías, Emilio Cabrera y Mariano Rodríguez fueron algunos de los directores de Gestión y Servicios Generales durante la época en que Manolo prestó sus servicios para la Gerencia de Servicios Sanitarios de Lanzarote como responsable del departamento de Logística y Suministros. Todos mantuvieron una buena relación con él y con algunos, como Emilio Cabrera, coincidió fuera del trabajo en los torneos de envite que se solían organizar.
Marcial Morera: “Persona íntegra, contribuyó a mejorar la sanidad en la Isla”
Emilio recuerda especialmente de esa etapa que De la Hoz era un “trabajador serio, responsable y muy recto, en el que destacaba especialmente su honradez. No se casaba con nadie. A la hora de buscar los contratos de suministros no se dejaba influenciar por intereses externos”.
“Conocí a Manolo de la Hoz en el año 1984, cuando yo era administrador de la Residencia Sanitaria Virgen de los Volcanes y él estaba adscrito en la Inspección Médica como auxiliar administrativo”, evoca Alfonso Macías. El 14 de abril de 1989, coincidiendo con el traslado al nuevo Hospital General de Lanzarote, Manolo se incorporó al Departamento de Suministros.
Con Alfonso Macías en el cargo de director de Gestión, Manolo fue nombrado jefe de Sección del Departamento de Suministros, “realizando una gran labor en el desempeño del puesto que tenía encomendado”. Los recuerdos son de afinidad y compañerismo. “Todo el personal administrativo teníamos una excelente relación, tanto en el trabajo como fuera del mismo, como demuestran las reuniones que realizamos para celebraciones, comidas o fiestas”, destaca Macías.
Sus compañeros y amigos Marcial Morera y Mariano Rodríguez se remontan también a la época en la que trabajó en la Residencia Virgen de los Volcanes, “donde los recursos humanos y materiales eran muy justos”. “Manolo, desde su labor en la inspección médica, aportaba todo su conocimiento, así como todo su esfuerzo para que los usuarios no notaran tales necesidades, implicándose y ayudando en lo que podía a las personas demandantes de servicio y prestaciones”, recuerdan.
De su etapa en el equipo de Logística y Suministros, ya en las dependencias del actual Hospital, destacan que “continuó con su labor de conseguir los objetivos de la gerencia así como de la población de Lanzarote en la dotación y modernización de los servicios, gestionando la adquisición de materiales y dispositivos”. “Si tuviera que definirlo diría que era una persona íntegra, comprometida y capacitada, que contribuyó a mejorar la sanidad en la Isla desde su ámbito de actuación”, ensalza Marcial Morera.
Manolo tenía en el campo su particular refugio. Foto: Rafael Fuentes.
Pasión por la tierra. De gustos sencillos, enamorado del campo, de sus parras y de los vinos que elaboraba, en los últimos tiempos planificaba la creación de una pequeña bodega. La pasión por el vino y el amor a la tierra se reflejaba en la producción artesanal en su finca de La Vegueta, con la colaboración de Ricardo Cabrera, primo político y amigo, o de su hermano Alexis de la Hoz.
Ricardo Cabrera lo recuerda así: “A Manolo lo conocí en un momento de mi vida en el que todavía era muy joven para apreciar y disfrutar del vino. Fue a mediados de la década de los 90 del pasado siglo cuando nuestras vidas se cruzaron. Hacía poco tiempo que mi abuelo, con el que me había criado y figura referente en mi vida por sus valores de honestidad y justicia, nos había dejado”.
Ricardo Cabrera: “Tenía un gran sentido del honor y del respeto por lo nuestro”
“Desde pequeñito el día de la vendimia era un día de fiesta en mi casa. Veía a mi abuelo cultivar con pasión sus cuatro parritas y disfrutar compartiendo su vino con los vecinos y amigos al ritmo de isas y timples. Sin embargo, desde la muerte de mi abuelo, la vendimia ya no era igual. Se seguía vendimiando por su memoria, pero ya no había alegría ese día”, añade Ricardo.
“Manolo era un hombre que tenía un gran sentido del honor y del respeto por lo nuestro. Yo había perdido a mi abuelo, andaba huérfano de referentes y buscaba valores que me sirvieran de guía; y en ese momento apareció Manolo”, evoca Ricardo sobre lo que supuso el encuentro con quien supondría un nuevo referente en su vida y quien pasaría a hacerse cargo de las viñas familiares.
“Sin saber mucho más de lo que era un racimo de uva, se responsabilizó del cuidado de las cuatro parritas. En ese trabajo yo le acompañaba y le enseñaba lo que había aprendido de mi abuelo sobre el cultivo. Al mismo tiempo, él también me acompañaba y me enseñaba... me enseñaba sobre la importancia del respeto al trabajo y a la memoria de los nuestros, a la honestidad y a la justicia”.
“Los años pasaban y bajo la mirada y compañía de Manolo yo iba creciendo, hasta que empecé a apreciar y disfrutar del vino; entonces casi sin darme cuenta la alegría había vuelto en los días de vendimia; nos entusiasmamos con nuestras fantasías que retroalimentamos y volví a recordar lo bonito que es compartir el tiempo con personas que le dan sentido a la vida, teniendo por excusa un vaso de vino hecho con toda el alma. Muchas gracias, Manolo, por todo lo enseñado”, concluye Ricardo.
“Manolo era un enamorado de nuestra cultura, tradiciones y costumbres, respetando siempre la forma de cultivo en esta tierra con arenados cubiertos de rofe, lo que entraña una mayor dificultad para plantar y abonar”, explica su hermano Alexis de la Hoz, con el compartió la pasión por la viticultura entre otras aficiones. Recuerda Alexis que su hermano se hizo cargo de la finca de su suegro con parras de unos 50 años de antigüedad. “Una viña, que con mimo y cariño, cada año daba sus frutos”.
Tras compartir innumerables vendimias, la familia contaba con unos caldos de buena calidad, “con personalidad”. “A base de prueba y error, fuimos perfeccionando la elaboración de estos vinos con la colaboración de Ricardo Cabrera y su conocimiento en esta materia”, señala Alexis.
Chalo, Alexis, Manolo y Poli, compartiendo unos momentos en la finca familiar. Foto: Rafael Fuentes.
Alexis de la Hoz: “Transmitía el cariño por el campo a quien fuera a la finca”
Manolo acudía a la finca familiar siempre que podía, era su vía de escape, su refugio. Allí cuidaba de las parras, plantadas bordeando el arenado, típico en Lanzarote. El interior lo aprovechaba para sembrar pequeños rectángulos de verduras, legumbres y granos: pimientos, calabazas, zanahorias, tomates, arvejas, chícharos o millo y, como no, algunos fresales que los chinijos y chinijas devoraban.
“Manolo transmitía el cariño por el campo y la agricultura a todo aquel que pasara por la finca: familia, amigos, conocidos o caminantes. Le gustaba entablar conversación y explicar las costumbres de nuestra gente. El campo era la pasión de Manolo, un duro trabajo que compensaba con los frutos que le ofrecía la tierra o los enyesques inolvidables después de una jornada de trabajo”, resume su hermano.
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