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Rosi Polín, la cara amable de la actualidad

La reportera lleva tres décadas transmitiendo su simpatía en radio y televisión

María José Lahora 0 COMENTARIOS 24/09/2024 - 07:42

“En el colegio me ponían penas por hablar mucho y ahora me pagan por ello”, dice una risueña Rosi Polín. La reportera sabe transmitir como muy pocos simpatía y cercanía. Así lo demuestran sus treinta años de carrera profesional y el trato personal que prodiga. Comunicadora nata, la creatividad e imaginación que ya desplegaba desde la niñez le han llevado a realizar reportajes de lo más curiosos, algunos de riesgo. Precisamente, en la retransmisión de un especial sobre vehículos de rallye, sufrió el accidente que la mantuvo alejada de las cámaras más de siete meses, tras fracturarse la vértebra L2. Antes ya había hecho parapente y se había subido a un autogiro sin paracaídas en el programa Una hora menos, de la RTVC. 

Su trayectoria profesional ha estado íntimamente ligada a la de su marido, Daniel Suárez, de quien aprendió los entresijos del mundillo: “Ha sido mi maestro, pero también mi mayor crítico, algo que agradezco”. Los espectadores han vivido con ellos la evolución de la pareja y hasta el embarazo de su hija en el programa Tal como somos. La primera ecografía de su hija Paola se visionó en televisión antes incluso de que pudieran enseñarla a la familia. 

En la actualidad, forma un tándem perfecto con el cámara Francis Vidic en el programa Ponte al día de la RTVC, después de una década trabajando juntos en otros programas regionales como Una hora menos, Buenas tardes Canarias o Al Alimón. Ambos intercambian ideas para hacer llegar al espectador la mejor imagen de la sociedad o curiosidades de Fuerteventura y las islas orientales.

Amante de los animales, ha realizado reportajes con serpientes al cuello, acariciando iguanas y otras especies exóticas. No es de extrañar que en su casa de Antigua la acompañen numerosas mascotas, entre ellas, cuatro tortugas de tierra y dos de agua, tres perros, otros tantos canarios y dos agapornis. “Cada vez que pierdo un animal es una tragedia, lo paso fatal”, confiesa. La empatía que la caracteriza le ha llevado incluso a padecer el sufrimiento de una gallina poniendo un huevo. Siente una conexión especial con el público de mayor edad. Pacientes con alzheimer que han olvidado el nombre de sus hijos, la reconocen nada más verla en la pantalla, según le han contado los familiares.

Inicios

Comenzó en el ámbito de la comunicación audiovisual en el año 1994 en Gran Canaria, de donde es originaria. “Soy canariona, del barrio de La Isleta, a mucha honra”, señala. Su primer contacto con la comunicación fue en una emisora local, Radio Paraíso, donde conoció al que más tarde sería su marido Daniel Suárez. Poco después combinó radio y televisión en Onda Televisión Maspalomas. Hacían un magazine de verano y, en concreto, Rosi llevaba una sección de recetas de cocina, aunque asegura que “no sabe ni le gusta cocinar”, y trucos de la abuela que sacaba de la revista Pronto, todo aliñado con “la gracia y la socarronería que nos caracteriza a los canarios”. Le siguió Onda Real de Las Palmas, donde se encerraba con Lali Sánchez para leer poemas de Gustavo Adolfo Bécquer todas las tardes, para aprender técnica vocal.

“En el colegio me ponían penas por hablar mucho y ahora me pagan por ello”

Siempre de la mano de Daniel, probó suerte en otra cadena local, Televisión Islas Canarias, hasta que dijo “basta”. “Nos pagaban por debajo de la mesa y se nos dio la oportunidad de venirnos a Fuerteventura, pero a trabajar en un hotel. Me pusieron de recepcionista y no duré sino un día. No sabía inglés más allá del aprendido en el instituto. Estudié Administrativo, pero nunca llegué a ejercer, incluso las prácticas las hice en la radio, donde a pesar de desarrollar mi trabajo en antena, me las firmaron como si hubiera hecho trabajo administrativo”.

Ante el poco éxito de su paso por el sector turístico, comenzó a repartir currículums en las radios locales de la Isla, la primera, Radio Archipiélago: la sustitución para la que la contrataron duró solo un mes, que ni siquiera le pagaron. “Me vi en la calle con 650 pesetas en el bolsillo que no nos daban ni para comer”, recuerda. Hasta que llamó a la puerta de Radio Sintonía, donde Santiago Travieso, del que dice fue su “segundo padre”, le adelantó el salario de un contrato indefinido que le permitió salir adelante. Fichó también a Daniel.

Dos años y un intento de regresar a Gran Canaria más tarde, ambos probaron suerte en Fuerteventura Televisión, donde se convirtieron en la pareja televisiva del momento, con un programa diario nocturno de diez a once de la noche. En Tal como somos, Rosi y Daniel representaban a la típica pareja, incluso discutían en directo. “Muchas otras parejas se sentían identificadas con nosotros”, cuenta la reportera.

Durante ese periplo se quedó embarazada de su hija Paola, que se convirtió en “la hija de mucha gente”. Cuenta la anécdota: “Los televidentes vieron la ecografía de mi embarazo antes que mi suegro, que estaba de vacaciones en la Isla, porque un compañero me la quitó de la agenda y se la pasó al realizador. Mi suegro se mosqueó por aquello”. Estuvo trabajando hasta una semana antes de dar a luz, corría el año 2000. Esa niña tiene ya 24 años y ha seguido los pasos de sus progenitores como productora audiovisual, aunque ninguno de sus padres se lo recomendaba, antes de saber en la gran profesional que se ha convertido, explica orgullosa su madre.

“Comunicar malas noticias no se me da bien, yo soy más de dar alegría”

Los comunicadores continuaron su trayectoria profesional en Canal 9 Las Arenas, donde trabajaron con los hermanos Domínguez, al tiempo que Rosi se convertía en la delegada de Onda Cero en Fuerteventura, donde estuvo ejerciendo más de una década. Más tarde, la pareja seguiría su periplo televisivo en Tindaya TV durante seis años, proyecto que la reportera compaginó con su participación en el programa Buenas tardes Canarias de RTVC y en Biosfera Televisión los sábados por la mañana. Bagaje profesional que autoriza a la comunicadora para reivindicar mejoras laborales para los reporteros. “Deberían cobrar más que los presentadores. Mientras ellos están en un plató con aire acondicionado, bien peinados y maquillados, nosotros estamos en la calle, expuestos a las inclemencias meteorológicas”. Para justificar su petición, recuerda que ha recorrido casi todas las granjas de Fuerteventura con su particular olor a estiércol.

Posteriormente llegarían otros programas de la RTVC, como Al Alimón, donde regresaba su relación con los fogones, aunque en esta ocasión visitando las cocinas de otros, y Una hora menos, hasta que tuvo el trágico accidente automovilístico que dio al traste con su faceta más intrépida. “Tras la rotura de la vértebra L2, el neurocirujano me dijo que ya no podía andar por barrancos ni correr... mi vida dio un vuelco profesional al que me tuve que adaptar y ya no podía dar el cien por ciento en el trabajo. Yo lo doy todo o nada hasta las últimas consecuencias”, explica Rosi. La comunicadora recuerda esa época como una de las más difíciles. “Fueron siete meses y medio de baja, después de haber estado toda la vida trabajando, a lo que se sumaba el dolor de la fractura”.

Rosi Polín con su cámara, Francis Vidic. Foto: Cedida.

“Los televidentes vieron la ecografía de mi embarazo antes que mi suegro”

De su paso por Una hora menos se lleva un magnífico recuerdo y numerosas magulladuras, aunque mantiene que nadie la ha obligado a hacer nada que no quisiera. También le permitió desplegar toda su imaginación y creatividad. Tras su regreso a la pantalla, los espectadores pueden verla en el magazine matutino de la televisión Ponte al día, donde dice que toca todos los palos, aunque centrado en la actualidad. “Comunicar malas noticias no se me da bien, yo soy más de dar alegría”, reconoce.

Doña Mela

Durante su paso por Radio Sintonía creó el personaje de doña Mela, una viejita muy querida entre los oyentes, que ni cortos ni perezosos se presentaban en la emisora para conocerla. No duda en incorporarla a la entrevista con Diario de Fuerteventura. A doña Mela le gusta el bingo, tiene una amiga que se llama Mensa y quiere llegar a la RTVC, pero no le han dado la oportunidad. “Ya ha entrado por voz”. En ocasiones, le piden que la recupere ante las cámaras, pero curiosamente dice que le da “una vergüenza horrible”, no en vano se creó para mantenerse en el anonimato tras el micrófono.

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