Este emprendedor ha dejado un archivo documental muy valioso para el conocimiento de la iconografía turística en nuestras Islas a lo largo de varias décadas
Rafael Silva y la época dorada de la postal en Fuerteventura y Lanzarote
Este emprendedor ha dejado un archivo documental muy valioso para el conocimiento de la iconografía turística en nuestras Islas a lo largo de varias décadas
Desde su invención en Europa en la segunda mitad del siglo XIX, las postales fueron cargándose de valor histórico con el paso del tiempo, especialmente desde que empezaron a incorporar imágenes a finales de ese mismo siglo. Ya como “tarjetas ilustradas”, las postales se hermanaron pronto con el turismo, conformando una suerte de álbum internacional del viaje.
El devenir de la postal está lleno de detalles curiosos, como que surgieron principalmente para ahorrar costes del correo o que en sus primeras décadas suscitaron acaloradas controversias por su falta de privacidad. Además de los mensajes escritos que albergan en sus reversos, las postales se han ido llenando de sentido patrimonial por sus imágenes, dejando atrás su consideración de mero suvenir para convertirse, con sus mejores ejemplos, en documentos que han servido para crear un catálogo iconográfico y turístico inmenso que ha influido poderosamente en nuestra manera de mirar paisajes y paisanajes de todo el mundo.
Esta influencia se ha hecho más poderosa en zonas turísticas, como las islas de Fuerteventura y Lanzarote, donde la industria turística ha repercutido mucho en la identidad cultural reciente. Las primeras postales de las ínsulas más orientales de Canarias llegaron a finales del siglo XIX y vivieron ya cierta etapa de esplendor en la primera mitad del siglo XX, aunque con menor auge que en Tenerife y Gran Canaria, donde el flujo de visitantes fue mayor y surgieron empresas especializadas, como la de Joaquín González Espinosa en el primer tercio de la centuria anterior.
Fuerteventura y Lanzarote no empezaron a protagonizar de forma masiva postales hasta los años sesenta y setenta del siglo XX, cuando diversas circunstancias locales e internacionales permitieron la verdadera explosión de la industria turística. Gran parte de las postales de Fuerteventura y Lanzarote han sido realizadas por compañías foráneas, desde las de Tenerife o Gran Canaria (Ediciones Gasteiz, Litografía Romero, Ediciones Goya, entre otras clásicas), a las de la Península (Ediciones Arribas, Escudo de Oro, Ediciones Lujo…) o los grandes nombres internacionales, como John Hinde Studio, una multinacional de origen irlandés que trabajó en diversos continentes. No obstante, también algunos fotógrafos locales se aventuraron a editar sus propias postales como Aquiles Heitz y Gabriel Fernández en Lanzarote.
Testigo de la industria
El archivo de postales de Rafael Silva (1939) ocupa un espacio de especial relevancia para Fuerteventura y Lanzarote, tanto por su calidad y cantidad, como por su propia naturaleza editorial. Además de las 352 postales que tiene de ambas islas, la colección de Silva comprende mucha más información documental que ayuda a entender el funcionamiento de este sector. Tanto es así, que Carmelo Vega, profesor de Historia de la Fotografía en la Universidad de La Laguna, se refería a esta colección como “uno de los conjuntos documentales más interesantes de Canarias para el estudio de las estrategias y los mecanismos de creación de productos gráficos turísticos”.
Silva conserva 662 expedientes diferentes entre los que se incluyen originales fotográficos (diapositivas), pruebas de imprenta, fotolitos, anotaciones y correcciones. Es importante destacar que Silva no actuó nunca como fotógrafo, sino como empresario. Con 16 años comenzó a trabajar durante las mañanas en el Ayuntamiento de Arrecife y el Cabildo de Lanzarote en tareas de administración y gestión de impuestos, mientras por las tardes fue cogiendo representaciones comerciales y atendiendo un pequeño negocio.
Coincidiendo con los primeros pasos del sector turístico en los años sesenta y fiel a su espíritu emprendedor, Silva se pidió una excedencia del Ayuntamiento de Arrecife para desarrollar sus propios negocios bajo el nombre de Comercial Silva, una empresa que representaba y distribuía muchos tipos de marcas (confitería, papelería, perfumería, cerámica, bronceadores), aunque tuvo especial predilección por todo lo relacionado con los recuerdos turísticos. En sus mejores momentos, la empresa llegó a tener cuatro tiendas y 15 trabajadores.
Rafael Silva. Foto: Adriel Perdomo.
Comercial Silva llegó a imprimir decenas de miles de postales cada año
Rafael Silva se define a sí mismo como un “trabajador de principios al que le gusta tratar con gente que vaya de frente” y reconoce con orgullo tener buena relación con todos sus antiguos trabajadores, al tiempo que admite que tuvo “empleados que velaban por el negocio” tanto como él. De 1967 a 2001 Comercial Silva se dedicó a las postales en el mercado de Lanzarote, primero, para pasar pronto a Fuerteventura también.
Como responsable de la empresa, Rafael Silva se encargaba de todas las tareas editoriales: financiación (imprimía en Barcelona y Bilbao, aunque también llegó a ir a Taiwan y Hong Kong para diversos productos), búsqueda de clientes (hoteles, apartamentos, supermercados o centros turísticos), logística (materiales, alquileres de aviones para postales áreas, etc.), apartado legal (contratos con fotógrafos, modelos, puntos de venta, etc.) y un punto clave para este negocio como el de la distribución, que coordinaba para ambas islas.
Rafael Silva también se encargaba de la selección de las imágenes. Cuando traía a los fotógrafos sugería temas y elegía tomas, para luego pasar la “verdadera prueba”: de cada tanda de postales que imprimía, luego eliminaba las que menos se vendían para la siguiente remesa. “Yo podía tener mis favoritas y mis sospechas de cuáles iban a funcionar, pero nunca se sabía, algunas que parecían seguras luego no rendían. Al final, eran los clientes los que decidían”.
En los años más prósperos podía imprimir entre 100.000 y 200.000 postales, pero a finales de los 90 la competencia aumentó, al tiempo que bajaron las ventas, por lo que decidió cerrar. Preguntado por si no sintió pena, su espíritu pragmático prevalece: “A mí no me ha dado pena nunca nada, porque yo compraba y vendía. Tenía que estar atento a los números ante todo”.
Como buenas imágenes históricas, las postales de Comercial Silva testimonian muchísimos aspectos, pero principalmente puntos relacionados con esa industria camaleónica y muy influyente llamada turismo: territorios y espacios urbanos hoy muy transformados, formas arquitectónicas desaparecidas, diseños y tipografías retro, costumbres culturales de cada época, modas turísticas y de ocio, formas de viajes y medios de transportes del siglo XX, etc. Para Fuerteventura y Lanzarote este archivo constituye una completa retrospectiva sobre el desarrollo turístico y visual reciente que irá ganando aún más valor con el paso del tiempo.
Imágenes
Postales de Fuerteventura distribuidas por Comercial Silva.
Gran Tarajal.
El Castillo.
Corralejo.
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