Pepe Dámaso: “Pienso que la esperanza del arte y la creación es lo que salvará el mundo”
“Estoy valorando publicar toda mi correspondencia, desde 1954, con Manrique”, dice el artista
El recibidor de la casa de Pepe Dámaso es un coladero de luz. Cae del techo como en estampida y se refleja en los mosaicos hidráulicos, en las láminas que florecen aquí y allá, en los libros que se agolpan por todas partes, donde el artista se sumerge a consultar y hacer anotaciones. Crecen, como si se tratara de un bosque, los catálogos de exposiciones, las antologías, las biografías, los monográficos. Ilumina la estancia su propia obra, que asoma en pequeñas maquetas de esculturas soñadas, y un ejército de lápices de colores, cuidadosamente afilados y distribuidos en vasos, se abre paso entre los libros. Esperan, pacientemente, la mano del artista y él, de rato en rato, corresponde su paciencia: con ellos atrapa las ideas que aletean por el lugar.
Sin embargo, la más acogedora, la más generosa, la más importante luz que ofrece la estancia es la que se cuela por discretas sobrepuertas hacia las habitaciones y pasillos que conectan con este salón: a modo de pequeña vidriera sobre los dinteles superiores, una familiar forma semicircular de alegres colores corona reiteradamente los accesos. “Pepe, ¿colocaste el símbolo de El Almacén sobre las puertas de tu casa?”. Él se ríe: “¡Sí, claro que sí! ¡Sí!”.
El artista acaba de inaugurar el Espacio de las Artes Pepe Dámaso de Pájara, un centro que alberga desde el pasado mes de junio una colección de más de sesenta obras del artista de forma permanente. En una esquina del luminoso salón donde nos recibe, amplios bocetos de mosaicos azules reúnen otras imágenes conocidas, en una iconografía que no pasa desapercibida: las aves, la serpiente, las figuras geométricas. Los símbolos del pórtico de la iglesia de Pájara lucen en los dibujos de lo que el artista anuncia como un gran mural diseñado para el recién inaugurado espacio cultural.
-Durante muchos años ha defendido una mirada artística, Pepe, sobre las islas orientales, dedicándoles textos, obra (alguna incluso inédita). ¿Por qué Lanzarote, por qué Fuerteventura? ¿Hay algo en el paisaje?
-Podría decir esa cercanía a África, también en el paisaje, claro. Mi amor por Fuerteventura está ligado, creo, a que es la más africana de todas. Particularmente, hablaría además del jable, también de la aulaga, con ese maravilloso concepto que le dio Unamuno, por ejemplo. Pienso que esa visión unamuniana también está cerca de mi estética y lo tengo muy presente (dentro de lo raro que era, de su genialidad, es un lujo para Fuerteventura haber tenido la visión de una personalidad tan profunda, controvertida política y religiosamente, que miró la isla de esa forma y publicó poemas tan hermosos sobre ella). De Fuerteventura siempre he dicho que es “la isla del futuro” (casi es un eslogan, ¿no?). Porque siempre la vi pura, aún con lo que se ha construido la vi con posibilidades de mantenerse única, porque no solo es grande, sino que tiene grandes extensiones libres.
-¿Lo sigue siendo?
-Sigue pura en grandes extensiones. Cuando la vi en el avión, hace unas semanas de camino a la inauguración del museo, me maravilló eso, y luego en el recorrido en coche pedí parar un momento para verla: ese panorama lleno de volcanes, montañas milenarias, sin tocar. Solo un pueblito allí pequeño perdido en el paisaje, ese misterio... En ese misterio está también mi creación artística.
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Dámaso muestra los bocetos de un mural, inspirados en la iglesia de Pájara.
-Suele hacer énfasis en el concepto del “artista total”, no solo multidisciplinar sino también en su relación con el entorno, con lo natural, lo social.
-Por supuesto. Pienso, por ejemplo, que soy un poco como el jable. Porque del jable me gusta mucho esa claridad de la arena, una arena que tiene movimiento (no como la arena de determinadas playas, que también me gusta pero es diferente). En el jable la montaña no termina nunca de estar completa, va acumulando arena, el viento la lleva y la trae. Me gusta mucho este concepto y está ligado también a la cuestión de lo archipielágico en mi obra, que se ha visto en la selección del museo de Pájara: sin yo intervenir en absoluto (porque yo no he elegido la obra) está presente.
-Una gran fotografía suya junto a César Manrique, ambos jovencísimos, ocupa la entrada principal. ¿Está Manrique indefectiblemente ligado a Dámaso en relación también a Fuerteventura?
-Fueron cuarenta años de amistad y, efectivamente, él quería muchísimo a Fuerteventura también. De hecho, en uno de nuestros primeros trayectos en barco me contó que todos los veranos los pasaba de niño en Tetir (ríe). Él estaba comprometido con los que llamaba Juguetes de viento, por ejemplo, yo con trabajar en torno a la figura de los hornos de cal y con la idea de la Aulaga cósmica. Tengo, de hecho, muchas fotografías junto a él con propuestas en torno a la aulaga, por ejemplo. Creo que aunque la obra que se muestra es de Pepe Dámaso, este museo podría interesar a toda la gente que sabe de la estrecha amistad que tuve con ese genio. También me gustaría que conectara, quizás, con la Fundación Manrique, y que el museo pudiera ofrecer a Pájara, Fuerteventura, una dimensión social, cultural, turística e, incluso, económica desde mi mundo artístico.
“Mi amor por Fuerteventura está ligado, creo, a que es la más africana de todas”
-¿Imagina, visualiza, propuestas para el centro?
-Yo ahora vivo con muchísima alegría, con toda la ilusión, con felicidad, con toda la emoción por que haya abierto este espacio (porque no es un espacio creado por mí, no he sido yo quien ha creado el centro). Sí pienso en el futuro y me imagino inaugurando allí novedades de mi trabajo, como un documental sobre mi trayectoria que pronto se estrenará en festivales internacionales, luego en Madrid, y quiero que el primer lugar de Canarias en que se estrene sea el museo Pepe Dámaso. Y, por otro lado, el centro en sí mismo ya puede servir como espacio generador de ideas. Por ejemplo, con motivo de la inauguración, en medio de tanta felicidad y conversaciones, apareció la posibilidad de editar y publicar toda mi correspondencia con Manrique (más de 800 cartas de ida y vuelta, desde 1954). Ya está enviado todo el material y estamos en conversaciones, valorando para hacer realidad esta idea.
-Es interesante pensar en los dos, como artistas tan vinculados entre ustedes y con puntos en común (conectados en la vanguardia, en lo paisajístico, insular, etc.) y al tiempo tan divergentes en obra: lo figurativo de Dámaso, frente a la abstracción de Manrique.
-¡Claro! Y fíjate que ahí hay otra vez una paradoja. César no es abstracto del todo, si nos paramos además a analizarlo: aunque hace abstracción, él en realidad coge el volcán, lo lleva a un estado esencial con la materia en que lo convierte en abstracto pero es un volcán, es casi hiperrealista. Hay un matiz ahí que diferencia que es un volcán pero llevado a la abstracción y sin embargo está apegado al volcán real. Pero no, yo necesito la figuración, de eso me di cuenta. También porque a menudo los temas que toco hacen crecer en mí una necesidad y un compromiso de que la imagen sea cercana a lo real (como cuando hablo de la situación de las mujeres, con Juanita, o cuando hablo de inmigración).
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El artista, durante la entrevista con Diario de Fuerteventura y Diario de Lanzarote.
-Hay un compromiso en su figura y también en su obra (queda patente en la colección de Pájara, con la inmigración, la decolonialidad muy presente). ¿De qué manera participan los centros de arte en transformar la realidad?
-Me da la impresión de que aún con la tendencia que hay a que el arte desaparezca, en el momento tan difícil que hay en la humanidad, encima con influencia de la Inteligencia Artificial (que yo acepto, por vanguardista que seré hasta que muera, pero siempre vigilantes a ese peligro de intervención en la autoría de quien sea), en ese peligro de que vemos y sentimos de que el humanismo desaparece, de un momento grave en que las guerras están matando gente por doquier... En medio de todo eso, pienso que la esperanza del arte y la creación es lo que salvará el mundo, independientemente de dónde esté.
-¿Algo así como la esperanza de inaugurar un centro de arte en tiempos oscuros?
-Eso pienso, que aunque el centro de Pájara sea algo ínfimo, pequeñísimo, comparado con los grandes centros que hay en el mundo (me refiero a lo que pueden hacer el Louvre, el Reina Sofía, el Prado) en los que se está tratando estos temas de la decolonialidad, también el turismo agobiador que impide visitar correctamente las obras, etc. El ejemplo que ha lanzado Fuerteventura inaugurando en estos momentos un museo, ¡un espacio cultural!, no deja de ser un mensaje que se lanza de esperanza. Abrir un museo se las trae, ahora lo importante es cómo se va a cuidar (y no porque tenga obra mía, sino por respeto, amor a la cultura). Me gustaría que fuera espacio para que intervinieran jóvenes artistas locales, para el intercambio, para enriquecerlo... Es muy importante que se piense en que yo estoy vivo, soy un artista comprometido y total, y que sería bueno que mantuviéramos la comunicación para ver obra que puedo legar, por ejemplo, o aspectos que puedo aún ofrecer para continuar aportando a la cultura.
-Habla, además, del arte universal, capaz de llegar a cualquier lugar desde cualquier lugar. Y Pájara, por tanto, como centro que se abre a la experiencia global.
-Sí y además siento que mi arte podría ser ejemplo de eso. Mi trabajo tiene un compromiso en haberme quedado en Canarias, en demostrar que ese sentido que tienen fuera de nosotros no es real (que siempre nos ven turísticamente, o nos ven de muchas otras maneras que no me gustan), demostrar que desde Canarias se puede ser universal, que yo no tenía que vivir en Madrid o Nueva York para crear vinculado a la vanguardia, sino que podía hacerse desde el contexto paradisíaco en el que vivo. Yo me quedé aquí, no fue fácil pero me quede aquí. Chirino lo dijo una vez en un documental (y yo lo agradezco): “Nosotros nos fuimos, pero Dámaso se quedó aquí. Debió ser muy duro en época franquista, pero lo hizo”. Y sí fue muy duro, por ejemplo mi homosexualidad en medio del franquismo (a veces se olvidan de que tengo 92 años). Pero, en cambio, el arte, ser artista, me defendió. Era como un privilegio.
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“Mi arte tiene el compromiso de haberme quedado aquí. Demostrar que desde Canarias se puede ser universal”
-Se quedó, pero también hubo en usted una conexión internacional que se refleja en esta colección. Fue el único español en el primer Festival de las Artes Negras de Dakar, por ejemplo.
-Sí, de hecho en esa correspondencia que mencionaba está una carta de César [Manrique] sobre esto, porque trascendió (salí en la portada de ABC). César estaba en Nueva York en ese momento y me mandó carta diciéndome: “¡Qué pena no haber ido contigo!”. Mi exposición en la embajada de España, dormir en barcos preparados para eso porque no había hoteles para alojarnos (yo, tan novelero, ¡durmiendo en un barco!) la gente estupenda que conocí... Fue trascendente. Posteriormente vendría la semana africana en El Almacén y, por supuesto, en mi obra se mantendría mi amor por África, claro. No entiendo que los canarios, estando tan cerca de África, no la llevemos en el corazón. Sería de tontos.
-Y en esa apertura, reivindicar lo insular como apertura a lo global.
-Y algo más allá. Yo digo siempre que el arte, si se es fiel, si se tiene voluntad y entrega, siempre paga al final. Creo en trabajar sin pensar en que va o que viene, trabajar solo con el compromiso de crear. Ese es mi legado también para los artistas que viven y que son (y no son) de Fuerteventura, de Canarias, de esta tierra.













Comentarios
1 Iluso Dom, 13/07/2025 - 14:10
2 José Manuel Vil... Dom, 13/07/2025 - 16:19
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