Papá se queda sin entrar al parto
El Hospital de Fuerteventura carece de un protocolo de acompañamiento que permita la entrada del padre a una cesárea
“Mi marido, Carlos, no pudo entrar a la cesárea. Haber estado a mi lado sujetándome la manita me hubiera dado mucha tranquilidad”, asegura Gema Ojeda cinco meses después de habérsele practicado una cesárea en el Hospital General de Fuerteventura. El centro sanitario cierra la puerta del quirófano al padre por la falta de un protocolo de acompañamiento que apueste por fortalecer el vínculo afectivo de los progenitores.
El Hospital 12 de Octubre de Madrid fue el primero en España en permitir a un padre acompañar a su mujer durante el parto en 2010. A lo largo de estos años, se han ido sumando centros sanitarios de toda España. Uno de los últimos ha sido el Hospital Universitario Doctor José Molina Orosa, en Lanzarote, el pasado mes de enero.
Desde la Consejería canaria de Sanidad aseguraron que el nuevo protocolo, aplicado en el centro lanzaroteño, permite “profundizar en las prácticas de humanización y trata de acercar, en la medida de los posible, la experiencia de la cesárea a un parto natural, garantizando en todo momento la seguridad clínica de la madre y el recién nacido”.
Mientras tanto, el Hospital de Fuerteventura sigue a la espera de contar con un protocolo de acompañamiento. Y esperando estuvo Gema, casi dos días, hasta que pudo conocer la cara de su bebé. Se puso de parto el 4 de octubre a las cinco y media de la mañana. No conseguía dilatar lo suficiente y el alumbramiento se fue alargando. A las tres de la mañana, se le rompió la bolsa. El agua salía sucia porque la criatura se había hecho caca. En un momento determinado, le comunicaron que se acababa el parto natural y que le iban a poner oxitocina para adelantar las contracciones. Al final, el nacimiento se produjo a las nueve de la noche del día 6. “Me pusieron la anestesia por el pasillo. Entré llorando al quirófano”, confiesa.
“Pedí que estuviera mi marido, pero me dijeron que no podía entrar ningún acompañante. Si hubiera estado dentro, me hubiera ayudado mucho. En el quirófano, había un silencio absoluto. Era todo muy frío. Fue una sensación desagradable”, reconoce la mujer.
Gema habla con Diario de Fuerteventura ya recuperada del parto y con su hijo en brazos. Ella y su pareja aún tienen la espinita clavada por no haber podido compartir juntos el momento más especial de sus vidas. “Nos centramos siempre en la madre y en el bebé, pero también es muy difícil el papel del padre que se queda fuera esperando”, insiste.
La presencia del padre no provoca riesgos y reduce el estrés de la mamá en la cesárea
Gema y Carlos se toparon con un equipo de matrones “maravilloso”. “Vieron a mi pareja tan afectada, con nervios y emoción, que le permitieron acercarse a la puerta del quirófano para que escuchara llorar al bebé cuando lo sacaran”, cuenta. Con la puerta cerrada del quirófano y con la oreja pegada a ella, Carlos oyó los primeros llantos de su bebé.
“Fuerteventura va siempre tres pasos por detrás en sanidad y educación”, lamenta, y añade que los protocolos son ambiguos. “Seremos pioneros con el tema de la lactancia materna y en partos naturales, pero en el acompañamiento y la humanidad no”.
Cuatro meses antes, Diana Hernández y Gabriel Colombo se convertían en padres de una niña. El papá no pudo darle la bienvenida a su hija, al lado de la mamá, porque a él tampoco se le permitió la entrada al quirófano.
Diana llegó al parto con 42 semanas de embarazo. Tuvieron que inducírselo. Al principio, todo iba saliendo tal y como estaba programado hasta que empezaron a surgir los imprevistos. Explica que, tras rompérsele la bolsa, permaneció toda la noche con ella rota porque “aún no había empezado a dilatar”. Al día siguiente, le pusieron oxitocina en vena para empezar la inducción y la llevaron a paritorio.
“En el paritorio todo iba bien”, recuerda Gabriel. “Me fui a duchar y, a la vuelta, había otro panorama diferente. La niña se había hecho caca dentro de la bolsa”, cuenta. Al final, Diana tuvo que entrar a quirófano para practicarle una cesárea. “Entré convulsionando y con 40 de fiebre debido a la infección”, recuerda. Al final, estuvo 42 horas de espera hasta que se produjo el nacimiento.
Diana tuvo la sensación de vivir un parto “deshumanizante” después de nueve meses ilusionados esperando la llegada de lo que habían previsto como “el mejor momento” de sus vidas.
“Me pincharon la infraepidural. Aún, tengo secuelas de ese pinchazo. La anestesia no me cogió correctamente y recibí violencia obstétrica. Sentí todo lo que me estaban haciendo; me dolía muchísimo. Sentí cómo me abrieron y tiraban de la pierna. Ese momento, lo tuve bloqueado durante meses hasta que lo he podido desbloquear recientemente. Si mi pareja hubiera estado en el quirófano, me hubiera ayudado a calmarme”. Además, en ese momento, insiste “se necesita una cara amiga, un apoyo, a la persona que has elegido para acompañarte durante el parto”.
Fuera, Gabriel permanecía solo. El resto de acompañantes tuvo que irse del hospital al no permitírsele permanecer en la sala de espera por ser ya de noche. “Me sentí muy solo y sin información. La cesárea duró alrededor de 40 minutos. Esos 40 minutos se me hicieron eternos”, confiesa.
“Durante estos meses, me estuve preparando e ilusionando ante la llegada del bebé”, explica. No haber estado en el parto, “me marcó un montón porque, al final, con lo que te quedas es con el sufrimiento de la madre y no con lo lindo del momento”.
Cesáreas humanizadas
En los últimos años, hospitales de toda España se han sumado a la cesárea humanizada en la que, además del piel con piel, el padre acompaña a la madre en el quirófano y ambos participan activamente en el nacimiento del bebé.
La experiencia y estudios en centros hospitalarios de todo el mundo coinciden en que la práctica aporta multitud de beneficios y no aumenta los riesgos. Entre ellos, reduce el estrés y la ansiedad de la madre y facilita la adaptación del bebé a la vida extrauterina.
Gabriel: “La espera fue horrible. Fuera del quirófano me sentí muy solo”
Antes no se dejaba estar presente al padre en la cesárea porque, a ser una intervención quirúrgica, se entendía que podía incrementar el riesgo de infección. Sin embargo, está demostrado que esta modalidad no aumenta el riesgo de infección ni tampoco de hemorragia posparto.
“La mujer pasa por un proceso con muchísima vulnerabilidad. Puedes estar psicológicamente preparada, pero al final tienes que gestionar muchas emociones y hay mucho dolor. Hay muchas cosas sucediendo y qué menos que esté la otra parte, un compañero con el que compartir ese momento importante, apoyándote y dándote fuerza”, señala Karishma Wadhwani.
Karishma y Juan, su pareja, tenían una idea en la cabeza de cómo iba a ser la llegada de su primer hijo muy diferente a la que terminó siendo. El niño nació el 27 de agosto por cesárea después de que su madre estuviera 16 horas de parto. “Intentaron sacarlo con ventosas, pero al final tuvo que hacerse una cesárea”, cuenta la mujer.
La madre recuerda cómo en el quirófano “fue todo muy duro y brusco”. “Estaba asustada y empecé a llorar. Solo veía gente con mascarillas con ojos diferentes. Me intentaban tranquilizar, pero era complicado. En ese momento, eché mucho de menos a mi pareja. Durante el intento de parto, él me ayudó mucho. Su apoyo y tenerlo cerca era fundamental en una situación tan vulnerable como esa”, reconoce.
Karishma: “Estaba asustada. Veía gente con mascarillas con ojos diferentes”
Para Juan la espera fue horrible. “Mi pareja se asustó bastante. Estaba preocupado por mí. No fue nada de lo que habíamos imaginado en nuestra cabeza. Por las complicaciones no se pudo hacer el piel con piel. Yo conocí al bebé al día siguiente y él yendo a la zona de neonatos. No lo conocimos juntos como familia”, lamenta Karishma.
“El proceso puede ser traumatizante, pero el hecho de que esté una persona de confianza puede disminuir ese trauma y esa experiencia dolorosa”, explica y agrega que “es una pena” que no estén permitiendo la entrada al padre.
Protocolo en breve
Desde el Hospital de Fuerteventura calman a los futuros papás y avanzan que ya están trabajando en el protocolo que permitirá la presencia del progenitor en aquellas cesáreas que estén programadas.
Gema: “Es muy difícil el papel del padre que se queda fuera esperando”
La directora de Enfermería Especializada del centro majorero, Marisol Iglesias, explica que, recientemente, se han reunido todas las partes involucradas: jefe de anestesiología, matronas, jefe de ginecología y personal de quirófano para crear un protocolo “bien organizado donde no haya la más mínima fricción”.
“Tenemos ya un borrador y lo valoraremos. Creo que pronto lo podremos tener y dar a la población de Fuerteventura un circuito preparado para poder entrar a quirófano a una cesárea”, señala la enfermera.
Sobre por qué Fuerteventura no ha aplicado aún el protocolo. Iglesias responde que “era cuestión de ponerse de acuerdo. Hay personas que lo defienden, pero puede haber sanitarios que no acaban de creerse que esto es un bien para la mujer. Hemos visto que la población, realmente, lo está solicitando y está claro que tenemos que ponernos las pilas y dar una respuesta lo más rápido posible”.
Comentarios
1 Maria Mié, 05/03/2025 - 13:41
2 Majorero Mié, 05/03/2025 - 15:30
3 Teresa García M... Jue, 06/03/2025 - 12:07
4 Marina Hernández Jue, 06/03/2025 - 12:17
5 Anónimo Vie, 07/03/2025 - 08:32
6 Sandra Lun, 10/03/2025 - 08:13
7 Rosi Rodríguez Lun, 10/03/2025 - 08:32
8 Anonimo Lun, 10/03/2025 - 12:48
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