Los papeles que escriben la historia de Fuerteventura
El fondo Betancuria custodia los documentos más antiguos de la Isla, entre ellos un libro de cuentas de El Pósito de 1599
Gonzalo de Saavedra, señor de Fuerteventura, mandó a crear en 1599 El Pósito con la intención de dotar a la Isla de una herramienta que sirviera para acabar o, al menos, paliar el hambre y mejorar la agricultura. Unos 185 donantes se unieron a la iniciativa con un fondo inicial de 650 reales y algunas fanegas de trigo. El Pósito tenía una doble función: comprar trigo fuera de la Isla en años de hambre y prestar su grano a los agricultores para su simiente. Cinco siglos más tarde, un libro de cuentas de El Pósito luce en una vitrina del Archivo General Insular de Fuerteventura presumiendo de ser el documento más antiguo que se conserva en las dependencias y uno de los más viejos de la Isla.
El libro de cuentas de El Pósito, las actas del antiguo Cabildo desde 1729 hasta 1834, las cuentas y acuerdos del Pósito de los siglos XVII y XVIII, órdenes de autoridades suprainsulares del XVII al XIX o un expediente de pureza de sangre de 1794 son solo algunos de los documentos que, con las nuevas tecnologías como trampolín, han dado el salto al siglo XXI a través de la digitalización del fondo Betancuria, el más antiguo que se conserva en el Archivo del Cabildo.
“El fondo Betancuria es el embrión del Archivo Histórico Insular”, asegura la historiadora y durante décadas responsable del centro Rosario Cerdeña. Junto con Inmaculada de Armas fueron quienes propusieron crear el archivo del Cabildo a principios de los ochenta.
“Empezamos organizando el material del propio Cabildo. En medio de ese proceso, nos encontramos con el fondo Betancuria en la secretaría de la Institución. Estaba en un armario gris, depositado en cajas rojas y blancas. En la parte superior, ponía Archivo Histórico Insular de Fuerteventura. Para nosotros fue un descubrimiento. No sabíamos que ese trabajo se había hecho ni conocíamos la idea de que, décadas atrás, se había intentado crear un archivo insular”.
Detrás de la idea estaba Roberto Roldán Verdejo, en aquel entonces juez de la Isla. Durante un tiempo, se dedicó a transcribir los acuerdos del antiguo Cabildo. En la introducción del libro Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura, Roldán Verdejo escribe: “Depositados en el Ayuntamiento de Betancuria, bastante deteriorados por la humedad, las lluvias y varias generaciones de polillas, se encontraba un conjunto de legajos, desordenados y revueltos con documentos de la más variada especie. Realizada una labor de clasificación, aparecieron entre ellos uno del siglo XVII, varios del XVIII y otros tantos del XIX”.
En 1966 se trasladó el fondo de Betancuria a la sede del Cabildo en Puerto del Rosario. Roldán Verdejo fue su salvador, aunque la historia de este puñado de documentos tiene más salvadores. Allá por el siglo XIX Isidoro Fajardo, secretario, concejal y alcalde de Betancuria, se preocupó de tener el archivo en condiciones.
Tras tomar posesión como alcalde de la Villa en 1846, Isidoro Fajardo mostró su disconformidad con la situación en la que se encontraban los archivos públicos. Con el objetivo de unificar el archivo municipal, revisó los inventarios realizados por los alcaldes que le precedieron, quienes, a su juicio, “han mirado con indiferencia” el archivo. El Cabildo no contaba con sede en Betancuria. Los plenos tenían lugar en dependencias del Ayuntamiento, sacristías de las ermitas e, incluso, en las viviendas de los propios alcaldes. Esa itinerancia traía de la mano que los documentos estuvieran desperdigados por toda la Villa.
Isidoro recorrió los edificios públicos y llamó a la puerta de particulares en busca de los papeles que habían ido escribiendo la historia de la Isla. En casa de la vecina Rita Santandreu Vázquez, viuda del que había sido alcalde Ambrosio Bethencourt, encontró otra parte del archivo. Con los documentos recopilados, el secretario municipal, Marcial Morales, y Antonio Romero, iniciaron la confección del inventario invirtiendo “cuatro días cabales sin levantar manos”.
Hoy el fondo Betancuria custodia el archivo de Isidoro Fajardo donde se custodian escrituras, correspondencia, cuadernos de cuentas en los que aparecen notas relativas a diversas gestiones realizadas por Isidoro Fajardo y una hoja de cuentas de la fábrica de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, de Betancuria, de la que Fajardo era mayordomo en 1850.
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Javier Cabrera y Rosario Cerdeña.
Del siglo XVI al XX
El fondo Betancuria está formado por un conjunto de documentos que se produjeron en instituciones que estaban establecidas en Betancuria entre los siglos XVI y XX. Lo componen libros, expedientes, legajos y documentos sueltos.
Destaca la serie de actas del Cabildo de Fuerteventura. Una parte, los primeros acuerdos, se conservan en el Museo Canario en Gran Canaria. Los redactados a partir de 1729 y hasta 1834 se custodian en el fondo Betancuria. “Son unos documentos muy importantes porque nos hablan de la vida administrativa del Cabildo durante siglos, además de ser fundamentales para conocer la historia de Fuerteventura”, apunta Rosario Cerdeña.
El fondo Betancuria es el embrión del Archivo Histórico Insular
Forman parte de este fondo también los acuerdos del Ayuntamiento de Betancuria, las ordenes de autoridades que llegaban al Cabildo desde la Audiencia, el documento de toma de posesión del Mayorazgo por parte del señor de la Isla, Fernando Matías Arias y Saavedra, en 1675, expedientes de gestión económica del Ayuntamiento, documentos judiciales...
Los papeles más antiguos corresponden al Pósito, una institución perteneciente a la corona castellana que se creó en 1599 en Betancuria con representantes del Cabildo y autoridades religiosas, civiles y militares además de 185 vecinos que aportaron dinero y grano para tener una reserva en épocas de hambruna o en las que no había sementera.
Se conservan documentos de acuerdos y cuentas del Pósito, que tenía administradores en los distintos pueblos de la Isla nombrados por el Cabildo. “Eran ellos quienes se encargaban de llevar la contabilidad y de los acuerdos que se adoptaban. Decidían cuándo había que sacar fondos para comprar granos fuera de la Isla o cuándo se entregaba grano a los labradores para que sembraran. Luego, recogida la cosecha, devolvían la cantidad prestada más la almud de creces”, explica la historiadora.
La digitalización
Javier Cabrera es historiador, especializado en archivos y, desde hace unos años, uno de los responsables del Archivo General Insular. Asegura que el fondo Betancuria es “bastante trascendental, sobre todo, para conocer la historia moderna de la isla de Fuerteventura. Hay documentos eclesiásticos, jurídicos, ligados a la propiedad... En definitiva, un conglomerado de papeles que ofrecen el legado histórico y cultural que desde el archivo pretendemos dar a conocer con la digitalización de sus fondos”.
Javier ha seguido de cerca el proceso de digitalización del fondo, un trabajo en manos de la empresa Tibicena que ahora ve la luz. Estrella Morales y Ana Hernández han sido, junto con Rosario Cerdeña, las personas encargadas del archivo durante décadas. “Las tres me han transmitido la importancia de la conservación. La digitalización realza su interés porque nos permite conservar el fondo documental y colgarlo en la web para que cada investigador pueda consultarlo desde su casa”, explica.
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Divulgar
El consejero de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo, Rayco de León, coincide con Javier en la importancia del fondo y de su digitalización “para que puedan estar al alcance de la población y de los investigadores. De esta manera, pueden ir desarrollando investigaciones que nos permitan conocer y divulgar la realidad de Fuerteventura en esa época”.
En el XIX, el alcalde Isidoro Fajardo se preocupó de su inventario
El fondo Betancuria ha tenido que bregar con el paso del tiempo, el expolio, la humedad, legiones de insectos y las propias tintas con las que fueron redactados, las conocidas como ferrogálicas con gran cantidad de hierro que, a la larga, acaban dañando al documento. Aun así, el historiador asegura que el fondo goza de una buena conservación.
Los documentos de Betancuria pueden presumir de ser, junto al archivo de la Sección Femenina, los fondos históricos más consultados por investigadores canarios y de Península. Como anécdota, Javier recuerda el interés que despertó el fondo en una catedrática de Historia de una universidad alemana que buscaba información relativa a propiedades.
“El de Betancuria es uno de los pocos fondos antiguos que ha llegado hasta nosotros. Ha permitido conocer una parte importante de la historia de Fuerteventura desde el siglo XVI hasta el XIX. Nos da una visión general del devenir de la Isla durante todo ese tiempo”, apostilla la historiadora.
El patrimonio documental de Fuerteventura ha tenido mala suerte. En 1593 la Isla sufrió el ataque pirático de Xabán Arráez. A su paso por Betancuria, quemó y saqueó los edificios públicos y todos los documentos que se topó por el camino. Se perdió la mayor parte de la documentación que existía. Los documentos, que se redactaron después, se custodiaban, en ocasiones, en locales inadecuados expuestos a la humedad y las polillas. Parte de los papeles que han ido escribiendo la historia de Fuerteventura han tenido destino hacia otras islas y algunos siguen ahí.
En 1982 se decidió crear un Archivo Histórico Insular en las dependencias de la que hoy es Casa Museo Miguel de Unamuno. No fue hasta 1990, tras la aprobación de la Ley de Archivos, cuando se fundó formalmente. Tras pasar por las dependencias de la Institución insular en la calle San Roque, en 2014 se inauguró la sede actual.
Rosario Cerdeña ha sido la responsable del archivo hasta su jubilación. Para esta historiadora e investigadora, la iniciativa de crear el Archivo General Insular ha sido “positiva” porque ha permitido “rescatar mucha documentación que estaba abandonada, organizarla y limpiarla”. Esta labor ha ido a la par que la publicación de los inventarios lo que ha permitido “dar a conocer todo el material a los investigadores”.

















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