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La ermita de La Capellanía, en la UCI por culpa del abandono y la desidia

Raíz del Pueblo lamenta el estado de la edificación, considerada como una de las construcciones más antiguas de La Oliva, y pide su restauración y puesta en uso

Eloy Vera 2 COMENTARIOS 27/04/2021 - 07:34

En 2017, Raíz del Pueblo plantó 50 olivos en las inmediaciones de la ermita de La Capellanía o Puerto Escondido. La intención era conmemorar el 50 aniversario de la asociación cultural y poner en valor la construcción y su entorno. En aquel momento, la amenaza de abandono planeaba ya sobre la edificación. Cuatro años después, los olivos verdean y auguran algún día aceitunas. En cambio, la desidia se ha acentuado sobre la ermita. La pérdida de parte del encalado, las grietas en las paredes, las tejas de la techumbre sueltas y la basura a su alrededor ponen en peligro su conservación.

Hacia 1500, los hermanos Hernández, residentes en Betancuria, levantaron dos casas en La Oliva para guarecerse durante la época de la sementera. Sobre ellos recae la posibilidad de que fueran los primeros habitantes del pueblo a los que, más tarde, se fueron sumando familias y nuevos apellidos, atraídos por la fertilidad de los terrenos y la prosperidad agraria.

Tiempo después debió de construirse la ermita de La Capellanía, considerada por el saber popular como la primera ermita que se construyó en La Oliva para atender las necesidades religiosas de los habitantes del pueblo. La mayoría de los historiadores coinciden en que podría ser un edificio del siglo XVI. En cambio, algunos otros dudan de que llegara a ser ermita, aunque en algún momento pudo ser utilizada para oficiar misa, y apuntan a que fue la casa de algún capellán desplazado al pueblo. Tampoco se sabe si llegó a estar bajo alguna advocación.

El historiador local Pedro Carreño asegura que siente “auténtica pasión” por esta construcción que, no duda en afirmar, “significa los orígenes del pueblo de La Oliva”. La vereda hasta llegar a la ermita es difícil de apreciar. Las hierbas y matojos alcanzan las rodillas de los que se acercan a la edificación. Al llegar a su puerta, la primera imagen que aparece es la de estar frente a un edificio muy antiguo. Pronto, la instantánea se sustituye por un retrato de desolación. El abandono campa a sus anchas por la vivienda, propiedad del Ayuntamiento de La Oliva. La edificación es una construcción sencilla, que responde a los parámetros de la arquitectura de la Fuerteventura del momento. Parece que fue construida por los vecinos.

La vivienda tiene una estructura geométrica con dos habitaciones conectadas entre sí a través de una puerta interior. Una podría haber sido la casa del párroco y la otra pudo haber cumplido la función religiosa. En el dintel de la puerta aparece una cruz tallada en piedra. Los testimonios orales recogidos en La Oliva aseguran que llegó a existir una pila para agua bendita realizada en piedra negra, posiblemente basalto, con forma de concha.

Un recorrido visual por el edificio detiene los ojos en el techo a cuatro aguas y las cubiertas mudéjares. El artesonado está realizado con madera de tea del tipo de par e hilera, reforzado con tirantes en las esquinas y en el centro. Cada una de las secciones de las techumbres tiene almizates decorados en el punto de unión de los cuatro faldones. Se trata de decoraciones con forma de estrellas, cruces diminutas o aspas y una flor.

El exterior del techo está cubierto con teja árabe. Ahora la mirada se para en los marcos de la puerta y la ventana de la habitación que debió cumplir la función de culto. Los dinteles de una de las puertas y la ventana, realizados en piedra de cantería blanca, presentan un cuidado trabajo de tallado.

El conservador de bienes culturales Lorenzo Castañeyra explica que la factura y el dibujo de la puerta recuerdan “cierta similitud con la fachada de la iglesia de Nuestra Señora de Pájara. Tanto en la iconografía de una como en la otra hay elementos vegetales y animales, vinculados con la iconografía cristiana”. El dintel y las jambas de la puerta y de la ventana demuestran, a juicio de este experto en patrimonio histórico, que “no estamos ante un ejemplo de estilo popular, sino que detrás de este diseño había una intención iconográfica proyectada por un maestro”.


Una grieta amenaza el aislamiento del edificio.

Ejemplo de destrucción

Antes de que fuera restaurada por el Cabildo de Fuerteventura, el dintel de la puerta conservaba restos de policromía. Castañeyra hace un llamamiento a la necesidad de conservar la policromía de los edificios históricos de la Isla, lo que él viene a llamar “la piel de los edificios”.

“La situación de la ermita es la tónica habitual del patrimonio majorero”

“Hay cantidad de ejemplos como la ermita de Tesejerague, la iglesia de La Oliva o el cementerio viejo de Puerto del Rosario, que son ejemplo de la destrucción que se está haciendo de la cal antigua y de las policromías. Algunas de ellas tenían color, como la de la iglesia de Pájara, que ha perdido toda su policromía debido al paso del tiempo y las pésimas condiciones en la que se encuentra”, lamenta.

En los años sesenta del pasado siglo, el escritor Claudio de la Torre escribía: “Cerca de la residencia militar hay una pequeña casa, que ofrece la novedad de la piedra de su frontis, con motivos aztecas. Son estos de análoga factura a los que veremos más tarde en la iglesia de Pájara. Enigma sin descifrar aún en estas latitudes”. Hay autores que consideran que podría ser influencia de América, lo que se ha llamado arte americano de retorno. Es decir, realizado por algún emigrante que, tras estar en América y conocer la forma de tallar en el otro lado, intenta plasmarlo.

Los dinteles de la puerta y la ventana resisten al paso del tiempo. Peor suerte ha corrido la puerta de madera de una de las habitaciones. Alguien la rompió en su día y rota permaneció durante años. Hace un tiempo, tapiaron el agujero con un trozo de madera.


La puerta rota se ha parcheado con una pieza de madera.

Grietas y matos

Sobre el encalado antiguo, alguien dejó su firma y cerca de la firma aparece una de las grietas que el paso del tiempo ha dejado en el edificio. “De no arreglarse, la ermita terminará mojándose cuando llueva”, advierte Carreño, mientras no para de recordar la importancia histórica y la necesidad de que el edificio sea restaurado de forma urgente. “Es una pena que, con todo lo que significa para la Isla y para el pueblo de La Oliva, esté así. Debería estar muy mimada, aunque la situación de la ermita es la tónica habitual del patrimonio de Fuerteventura”, añade.

Los dinteles de la puerta y ventana están tallados y decorados con motivos vegetales

La vivienda estuvo en manos de varios propietarios hasta que pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de La Oliva hace unas décadas. El Cabildo majorero la restauró en 1996. Más tarde, fue centro de artesanía hasta que cerró sus puertas y el fantasma del abandono y la desidia volvió a planear sobre ella. “La administración tiene la obligación de velar por el patrimonio histórico de forma especial”, insiste Carreño.

La presidenta de Raíz del Pueblo, Concha Fleitas, lleva un rato apoyada en la pared de piedra, frente a la ermita, mirando para el edificio sin decir nada hasta que se anima a hablar. Lo hace para comentar que “es una pena” que el edificio se encuentre con basura, deteriorado y con matos y hierbajos por todas partes.

“Es un edificio pequeño y se podría conservar y adecuar de forma sencilla y darle un uso para que sirva para transmitir el conocimiento de nuestra historiay, al mismo tiempo, se cree algún vínculo con el pueblo. Creo que esa es la mejor manera para que se conserven las cosas. Para que se aprenda a valorar es mejor siempre que las cosas estén cuidadas, restauradas y limpias”, señala.

La presidenta de Raíz del Pueblo, una asociación que siempre ha dejado clara su preocupación por el patrimonio histórico, ha vuelto a tender la mano a las instituciones. “Nosotros colaboraríamos con el Ayuntamiento para que se restaure cuanto antes y se le dé un uso”, asegura.

Además, aboga por mantener en condiciones el entorno y evitar que se sigan cayendo al suelo las paredes de los cercados aledaños. “Las paredes podrían arreglarse con la intervención, por ejemplo, de un pedrero durante 15 días”, apunta.

Concha plantea la posibilidad de restaurar el edificio y, una vez acondicionado, abrir una consulta para que sean los propios vecinos quienes decidan qué uso dar a la vivienda. También se le ocurre la posibilidad de celebrar unas jornadas en las que intervengan especialistas en historia que puedan aclarar y aportar nueva documentación sobre esta construcción. El sueño del Raíz Pueblo es celebrar en 2022 el 55 aniversario viendo cómo los olivos siguen creciendo y con la ermita restaurada y al servicio de la comunidad. Habrá que esperar al próximo año para ver si la asociación puede cumplir su deseo.

Patrimonio en el olvido

El investigador Pedro Carreño tiene claro que “cualquier pueblo estaría orgullosísimo del patrimonio que tiene el pueblo de La Oliva”. Sin embargo, lamenta que la imagen del patrimonio municipal sea el de las ruinas y el abandono.

Carreño siempre ha sido crítico con la intervención que el Gobierno de Canarias realizó en la Casa de Los Coroneles “ejemplo de lo que jamás deberían ser las intervenciones patrimoniales”, asegura. También lamenta que las instituciones aún no hayan adquirido y restaurado las viviendas aledañas a la edificación de los Coroneles o que la Casa del Inglés, del siglo XVIII, esté en riesgo de acabar en el suelo. “No he visto acciones que se hayan hecho por recuperar el patrimonio ni desde el municipio, ni Cabildo y tampoco desde el Gobierno de Canarias, que tiene mucha de la responsabilidad de que esté desapareciendo el patrimonio de la Isla sin importarles”, subraya.

Comentarios

Puesta en uso está porque he visto gente y hasta un perro durmiendo dentro...en un BIC que esta a 100 m. del ayuntamiento de la Oliva ¿Raiz del Pueblo no tenía constancia del deterioro hasta hoy? y del otro BIC? me refiero a la Casa del Inglés aunque este creo que es un experimento a ver cuanto tiempo tarda en desaparecer. Cuanta hipocresia.
No sé si es para uno ponerse a llorar de rabia o de impotencia darse cuenta cómo está de descuidado o de abandonado el patrimonio histórico de Fuerteventura.

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