OTRA HISTORIA DE CANARIAS

La arquitectura de piedra seca: una joya poco reconocida

En Fuerteventura y Lanzarote hay multitud de ejemplos de una técnica declarada en el año 2018 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco

Mario Ferrer 0 COMENTARIOS 16/03/2025 - 07:07

La arquitectura de piedra seca es aquella que no lleva mortero, cemento o cualquier tipo de aglutinante. Se trata de una técnica ancestral que permite crear muchas tipologías distintas de construcciones, pero todas coinciden en que tienen a la piedra como única protagonista, sin argamasa alguna, simplemente superponiendo unas piezas sobre otras. La estabilidad de las estructuras se garantiza mediante la cuidadosa selección y colocación de las piedras.

Por sus propios condicionantes geográficos, las islas de Lanzarote y Fuerteventura tienen una larga tradición y un amplio muestrario de arquitectura de piedra seca. En 2018 esta técnica fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco en una candidatura presentada por España y otros países cercanos como Italia, Grecia, Chipre, Francia, Croacia, Eslovenia y Suiza. En esta convocatoria de 2018 se apuntaron las comunidades autónomas de Andalucía, Aragón, Asturias, Islas Baleares, Cataluña, Extremadura, Galicia y Valencia. Canarias presentó su expediente en 2024, uniéndose al expediente de la Unesco junto a Madrid y Murcia.

La arquitectura de piedra seca está altamente considerada por su valores ecológicos, sociales e históricos. Con un origen que se pierde en el tiempo y una extensión casi universal, esta técnica está considerada como una de las primeras aproximaciones de la humanidad a la construcción. Sin embargo, todavía hay mucho por estudiar para poner en valor una arquitectura milenaria que, en nuestras islas, apenas ha sido analizada, a pesar de que existen multitud de ejemplos.

Las primeras poblaciones majas de Lanzarote y Fuerteventuraeran maestras en el arte de la piedra en seco. Provenientes del norte de África, a esta gente no le quedó más remedio que apañárselas para construir con los pocos recursos naturales que tenían las islas.

Un ejemplo de su ingenio son las llamadas “casas hondas”, unos recintos habitacionales hechos de piedra seca con forma circular u ovalada y de pequeño tamaño, que eran bastante habituales. Los techos eran semi abovedados porque se lograban mediante sucesivas hiladas de piedra que se iban aproximando hasta converger en lo más alto del espacio. Se conocen con el término de “casas hondas” porque estaban semienterradas, es decir, para su construcción se excavaba el suelo con la intención de darle más altura a la vivienda.

También han aparecido estructuras más desarrolladas, como el Palacio de Zonzamas, pieza central de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Lanzarote y residencia de la jefatura maja que llevaba ese nombre.

Otro ejemplo arqueológico sobresaliente es La Pared de Jandía, un gran muro de seis kilómetros que separaba esta península del resto de Fuerteventura y que fue declarado Bien de Interés Cultural en 2014. Antiguamente, se creía que esta pared dividía la Isla entre los dos jefes de los clanes locales, Guise y Ayose, aunque hoy se cree que servía sobre todo para marcar los pastos reservados para momentos de escasez.

Este “muro de Adriano” majo llegó a tener una altura bastante mayor que la de los vestigios actuales y está rodeado de otras muchas construcciones puntuales en piedra seca: corrales, gateras, tegalas, socos... A pesar de su relevancia y singularidad, el yacimiento de La Pared está lejos de estar bien conservado y divulgado, además de que en las últimas décadas se ha visto muy afectado por carreteras y proyectos urbanísticos. Desafortunadamente, esta es una prueba muy contundente de la poca valoración que se le ha dado a las construcciones de piedra seca en estas islas.

Ganadería

Una parte muy importante de la arquitectura vernácula en piedra seca tiene que ver con alguna funcionalidad ganadera. Hablamos de corrales, gambuesas, majadas, muros o simplemente paredes de costas ganaderas destinadas a controlar las reses, las cuales tradicionalmente se llaman sises. Estas grandes paredes de piedra seca servían para evitar que el ganado guanil no pasara a determinadas zonas, cuidando así los cultivos. Algunos ejemplos han llegado hasta nuestros días todavía con una extensión kilométrica y monumental, a pesar del paso del tiempo y de su nula conservación, testimoniando la eficacia de su construcción.

Dibujos del pintor e ilustrador Santiago Alemán Valls de La Pared, en Jandía. Esta imagen corresponde a una lámina del libro ‘Arquitectura tradicional de Canarias. Un recorrido a través del dibujo’.

La Pared de Jandía es un ejemplo de esta arquitectura de enorme valor

Para comprender su importancia hay que tener en cuenta la relevancia histórica del llamado ganado guanil o ganado de costa, que era aquel que se dejaba en estado de semi libertad durante gran parte del año, para luego ser cogido en las apañadas o en periodos muy concretos.

La estrategia de dejar muchas reses guaniles se debía a que ambas islas no tenían suficiente sustento para seguir una ganadería permanente de corral y, al mismo tiempo, las cabras son animales con una extraordinaria capacidad de supervivencia que se han adaptado perfectamente a la aridez de Lanzarote y Fuerteventura. Además proveían de recursos claves para la supervivencia familiar: leche, queso, carne, pieles...

Esta cultura ganadera es milenaria, proviene de la población aborigen. En el siglo XV, la crónica de la conquista de Le Canarien hablaba de 60.000 cabras y en XVI Torriani comentaba lo siguiente del ganado guanil de Fuerteventura: “... de una relación hecha por gente principal de la isla resulta que tiene 60.000 cabras y ovejas juntas, 4.000 camellos, 4.000 burros, 1.500 vacas y 150 caballos de monta, además de otros infinitos caballos que son casi tan buenos como los de Lanzarote; de modo que esta tiene más de 70.000 cabezas de ganado salvaje”.

En el mundo ganadero también son claves los corrales, que son las estructuras de piedra seca destinadas a albergar a las cabras y otros tipos de ganado. Cuando su tamaño es más grande de lo habitual, sobre todo para su uso en apañadas, se las denomina gambuesas, mientras que cuando el corral tiene un tamaño más pequeño se emplean los términos toril, goire o gatera. También existían construcciones para guarecerse o para almacenar algún apero o vianda, como taros, tegalas, socos y abrigos. Estos elementos eran usados por los pastores, pero también por agricultores, aunque muchas veces la población ejercía ambas actividades de forma paralela.

Agricultura

Para la agricultura tradicional, las construcciones en piedra seca fueron igualmente fundamentales en muchos aspectos. Las grandes paredes o sises de las que hablábamos antes también servían para despedregar, es decir, para limpiar de piedras el terreno de cultivo, mientras que para zonas escarpadas, las terrazas o nateros se utilizaban sobre todo grandes piedras. Estas estructuras escalonadas podían tener un destacado grosor y requerían un conocimiento experto y una paciencia especial para su construcción, además de un gran control del comportamiento hídrico del terreno.

Socos de piedra en La Geria. Foto: Adriel Perdomo.

Gambuesas, socos, sises o taros son ejemplos de esta milenaria técnica

En su reconocimiento oficial como Patrimonio Mundial Inmaterial, la UNESCO defendió que muchos de los muros de piedra seca “juegan un papel vital en la prevención de deslizamientos, inundaciones y avalanchas, y en la lucha contra la erosión y la desertificación de la tierra, mejorando la biodiversidad y creando condiciones microclimáticas adecuadas para la agricultura.” Efectivamente, las terrazas o nateros no solo evitan la erosión sino que permiten un aprovechamiento del agua en estas islas tan áridas.

Otro uso de la piedra seca en la agricultura de estas islas es el de los socos de parra, una fórmula emblemática de La Geria y otras áreas de viñedos. Las parras de Lanzarote llevan una técnica agrícola muy peculiar que se extendió tras las erupciones que dieron lugar al Parque Nacional de Timanfaya en el siglo XVIII. La población agrícola usó la ceniza volcánica para aprovechar al máximo la humedad y las pocas lluvias con un sistema de cultivos en hoyos, donde la parra es protegida de los fuertes vientos alisios mediante un pequeño muro semi circular de piedra seca.

Los socos de piedra seca también se emplean para otros cultivos o frutales, incluso para guarecer partes de los chavocos. José de León, en el reciente libro La cultural del volcán, destaca los grandes socos de las higueras de la zona del parque nacional de Timanfaya. También existen numerosos paseros o secaderos para fruta que son de piedra seca.

Construcciones en el poblado majo de La Atalayita. 

Las construcciones de piedra seca tienen enormes valores históricos y culturales en Lanzarote y Fuerteventura, desde hitos ancestrales como las casas hondas o La Pared de Jandía, a multitud de edificaciones muy características de la ganadería, la agricultura y el paisaje tradicional. Hasta ahora este tipo de arquitectura se ha estudiado dentro de otros subtipos, como la aborigen o la propia del mundo rural, pero merece un estudio específico, así como una puesta en valor social y un mayor esfuerzo por su difusión y conservación.

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