Domingo Rodríguez Oramas ‘El Colorao’: “Mi carrera ha sido un aprendizaje constante”
Nació en 1964 en la Vega de Tetir en el seno de una humilde familia de músicos folclóricos de los que mamó la tradición y le inculcaron su pasión por la música
A Domingo Rodríguez Oramas, conocido como 'El Colorao', su primer timple se lo regaló su padre en una tómbola y le duró dos meses. Conserva el carácter afable que gusta compartir con amigos y se entrega en cada una de sus actuaciones.
-¿De dónde ha mamado la música ‘El Colorao’?
-De varias fuentes. Primero de mi familia. Mi bisabuelo, al que yo conocí, tocaba el violín, mi abuelo tocaba la guitarra y mi padre heredó de mi abuelo esta afición y tocaba la guitarra, el timple, la bandurria… todos los instrumentos. O sea, que lo mamé en casa. Más tarde, en la agrupación folclórica de Tetir, donde empecé bailando y luego tocando la bandurria y seguí con Casimiro Camacho tocando el laúd. Curiosamente, él nunca me dio clase de timple, sólo de laúd y al final me decanté por la guitarra clásica.
-¿Recuerda cuándo cogió su primer timple?
-Recuerdo que mi padre nos compró a mi hermana una guitarra y a mí un timple en una tómbola cuando éramos muy chicos, que en dos meses lo rompí porque me pasaba todo el día tocándolo. Después no lo cogí más hasta que me metí en la agrupación folclórica de Tetir y empecé a interesarme por los instrumentos. Comencé con la bandurria y al poco tiempo pasé a dirigir el grupo y aprendí a tocar de todo un poco y así fue como me inicié con el timple y los demás instrumentos. Tenía nueve años cuando empecé a bailar y con la música me inicié a la edad de trece años.
-¿Por qué eligió París precisamente para desarrollar sus estudios musicales?
-Fue casual. Todo comenzó cuando me enteré de que ofrecían un curso en Lanzarote donde conocí a Blas Sánchez y a muchos guitarristas que eran sus alumnos y me enamoré de la guitarra. Lo dejé todo y me fui a estudiar a París con el maestro Blas Sánchez, exiliado en París. Más tarde marché a Madrid, pero realmente me iba a ir a Argentina porque pensaba que Jorge Cardoso, un guitarrista que admiraba, estaba allá. Pero me enteré que estaba en Madrid y más cerca me lo pusieron. Así fue como acabé luego en Madrid.
-Y a día de hoy su música llega desde Fuerteventura al resto del mundo... ¿Podríamos considerarlo a usted embajador de la Isla?
-Musicalmente, todos los que hacemos música canaria cuando estamos fuera somos embajadores y como yo soy nacido y criado en Fuerteventura y mamé la música majorera soy embajador de la Isla, pero como lo es cualquiera de música canaria, de nuestra tierra.
-¿Pesa la fama que ha alcanzado o cree que es el justo premio a su carrera y talento?
-Nunca me lo he planteado, ni me lo quiero plantear. Simplemente toco. Quiero seguir siendo la misma persona afable, que le gusta tratar con los amigos y conservar los que tengo de la infancia y eso de la fama procuro mantenerlo al margen. Es difícil porque donde quieras que vayas la gente te conoce y saluda y eso es lo que me da de comer y es de agradecer, aunque a veces coarta un poco la intimidad.
-¿De qué escenario guarda un mejor recuerdo?
-No podría decirlo. Afortunadamente de la mayoría guardo buenos recuerdos. Cuando toco me entrego a tope y en ocasiones he tocado en lugares con 50 o 60 personas y ha sido un conciertazo. Y otras veces ha sido ante miles de personas y ha sido un conciertazo por el éxito, pero no por la satisfacción nuestra, porque el sonido no era el adecuado. Pero en la mayoría de los sitios tengo la suerte de que trabajo a gusto. Trato de darlo todo. Lo importante ante un concierto es darlo todo, estar a gusto. Vaciarme en cada una de las actuaciones. Es lo que trato de hacer.
“El folclore no está siendo atendido como debiera. Hay una idea de que la música crezca porque la infraestructura es muy buena, pero falta que se invierta en música”
-¿A qué trabajo le tiene especial cariño?
-A todo lo que he hecho le tengo un especial cariño, quizás el primer trabajo ‘El timple’ que lo grabamos con 30 años y fue lo que me abrió la puerta a la profesionalidad. Y a ese le tengo especial cariño, pero no porque sea mejor o peor, sino porque se hizo en un momento de nuestras vidas en las que no teníamos ni idea de dónde nos metíamos. Nos imaginábamos un mundo de colores y después nos topamos con la realidad, pero la combatimos Juan Carlos Pérez Brito y yo. A partir de ahí mi carrera ha sido un aprendizaje constante.
-¿Con quién le gustaría tocar y aún no ha podido hacerlo?
-Con quién me gustaría y no podré hacerlo nunca: Paco de Lucía. Soy un admirador y desgraciadamente falleció. Me encantaba como sentía la música y el concepto que tenía de la música y la tradición. Me siento bastante identificado con su forma de tocar.
-¿Y en qué plaza le falta actuar?
-He tocado en muchos escenarios, auditorios y teatros y no tengo una meta. Lo mismo me da que sea en la Ópera de París como en la ermita de Tetir. Lo que quiero es seguir y ser feliz con mi música e ir paso a paso y aprender y seguir tocando.
-¿Qué amigos elegiría para una actuación?
-A los guitarristas Juan Carlos Pérez Brito y Toñín Corujo, por ejemplo, también con compañeros pianistas y saxofonistas y con corales. Cada persona te aporta algo, con Juan Carlos Pérez Brito estoy muy a gusto.
-¿Y para una parranda?
-Pues seguramente con ninguno de los anteriores. Serían Antonio Corujo, Manuel Navarro, Ciro Corujo y José Manuel Toledo.
-¿Cómo valora el panorama musical majorero?
-El folclore no está siendo atendido como debiera. Hay una idea de que la música crezca porque la infraestructura es muy buena, pero falta que se invierta en música. Y el folclore no se siente en el pueblo como antes. Y es una pena. Aunque me estoy sorprendiendo con gente joven que se está preocupando. Es un buen momento para que tomen nota, cojan el folclore y lo hagan suyo.
-Es también conocida su faceta de estudioso de la música. No en vano la wikipedia le define como “concertista de timple y creador del primer método de timple en escritura solfeística con escalas, estudios, ejercicios y obras simples”...
-Los timplistas necesitan conocer y saber música. Es una parte importante del trabajo del músico y por esto cogí varias cosas y las escribí con un bolígrafo, porque entonces no había ordenador, y fue la editorial de la Fundación Canaria Blas Sánchez quien me ayudó a llevar a cabo este proyecto.
-También ha realizado un trabajo de investigación sobre los estilos de rasgueado de los timplistas de las Islas ¿En qué fase se encuentra?
-Soy un apasionado y tengo un archivo importante, lo que me falta es tiempo y que me echen una mano para plasmarlo. Es importante que las nuevas generaciones se reflejen en el pasado para forjar el futuro. Desde la aparición de la radio se imitan los estilos que gustan. Es la idea de querer copiar los estilos de las demás islas y se nos escapa el patrimonio musical de cada zona.
-Se le conoce también por su compromiso con el patrimonio y las tradiciones de la Isla...
-Hay que tocar con raíz y hacer música de la tierra. Defender nuestra música, que a pesar de su sencillez armónica tiene una fuerza expresiva muy importante y creo en la música canaria y deberíamos quitarnos un complejo. He tocado en más de 40 países y al igual que el flamenco o la música cubana gusta porque lo han mamado sus artífices, así debe ser con todas las músicas y formas de expresión.
Comentarios
1 Gregorio Lun, 05/11/2018 - 10:29
2 Zorrocloco Majorero Mar, 06/11/2018 - 11:43
3 Tesejerague Mar, 20/11/2018 - 23:52
4 Juan Jose Dom, 26/01/2020 - 21:05
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