Billarda, un juego con origen europeo y común en todas las Islas Canarias
En la isla de Fuerteventura y el norte de Tenerife, el juego se caracteriza por la colocación de los jugadores en un espacio de tierra, extenso y limpio de obstáculos
El juego de la billarda es una práctica de la familia de los juegos de lanzamientos de precisión que se caracteriza por la presencia de un pequeño palito o taco, en algún caso terminado en punta por ambos extremos, del que el juego toma su nombre, y de un palo o paleta con la que se golpeará la billarda. Este es un juego que surge en el ámbito rural. El juego debió llegar al Archipiélago con los colonizadores europeos, principalmente, los provenientes de la Península Ibérica, donde se localizan numerosas variantes de este juego e incluso la denominación en algunas de las modalidades portuguesas o de zonas fronterizas con ese país
El juego de la billarda, al parecer, es una modalidad lúdica común en todas las Islas Canarias, con diversas variantes del juego y también diferentes denominaciones como verdalla, birdalla, bellarda, gordalla, palitoque, cahimbumba, etc. De entre las variantes localizadas se caracterizarán dos de las más comunes e interesantes.
En la isla de Fuerteventura y el norte de Tenerife, el juego se caracteriza por la colocación de los jugadores en un espacio de tierra, extenso y limpio de obstáculos, formando un círculo amplio, provistos cada uno de ellos de un palo de unos 80 centímetros de longitud, comúnmente el pírgano de una palmera limpio de hojas, con el que defienden una parcela próxima de forma circular y de unos 35 centímetros de diámetro.
Desarrollo del juego
Uno de los participantes, el billardero, tiene en su poder la billarda (palito pequeño o taco de unos 15 centímetros de longitud), no el pírgano, y su objetivo es el de introducirla en las parcelas de los contrarios lanzándola desde su base o parcela. Si así lo consiguiera, se produciría un cambio de rol: el defensor de la parcela donde entró la billarda pasaría a ser el billardero y el anterior tendría ahora la posibilidad de defender su base.
Los jugadores no poseedores de la billarda deben golpearla con su pírgano cuando ésta les es lanzada y, si se produce el impacto, disponen de dos opciones: quedarse defendiendo su parcela o ir a la parcela del billardero, que ha ido a buscar la billarda, para excavar un hoyo en ella.
Si el billardero regresase de ir a recuperar la billarda y consiguiera depositarla en alguna parcela que no estuviese defendida con el palo dentro, se produciría un cambio de rol: el dueño de la parcela pasaría a ser el billardero. No se debe tapar el agujero, aunque ya no seas billardero, hasta que no finalice ese juego.
La partida concluye cuando alguna de las parcelas tiene un hoyo lo suficientemente grande para poder enterrar la billarda, en posición vertical. En ese momento se introduce la billarda dentro con la punta del palo de ese jugador debajo y se cubre con tierra. El billardero no puede mirar mientras los demás entierran la billarda y disimulan el lugar en el que se encuentra ya que después éste debe desenterrarla. Mientras intenta desenterrar la billarda es sometido a castigo por sus compañeros, haciéndole cosquillas o despeinándolo, mientras le dicen: “saca la billarda / perro billardero, / y si no la sacas / te sacamos el cuero”.
Por lo tanto, el objetivo de cada jugador debe ser tener la billarda el menor tiempo posible, pues cuanto más veces tire la billarda, más probabilidad hay de que le hagan el hoyo antes, con lo que perdería en el juego.
Una variante muy difundida en Gran Canaria es aquélla en la que el juego se realiza por parejas: dos contra dos. En el terreno de juego se señalan dos hoyos o porterías de alrededor de 60 centímetros de diámetro, separados entre sí unos 8-12 pasos; el perímetro de los mismos está rodeado por una fila de piedras o lajas de unos 20-30 centímetros de altura, para evitar que la billarda salga cuando sea introducida, formando una herradura abierta por delante. Una pareja posee la billarda y se colocan junto a cada uno de los hoyos; y la otra tiene los palos con los que deben defenderlos cuando la billarda es lanzada con intención de depositarla dentro.
Por tanto, dos jugadores del mismo equipo defienden a las porterías. Están protegidas cuando el palo se coloca en contacto con el suelo que alberga esa portería. Si no estuviera en contacto con el suelo, la portería sería vulnerable: una billarda que cayese dentro supondría la pérdida del papel de defensor de la misma y la posesión de la billarda.
Los otros dos jugadores están en posesión de la billarda. Tratan de perder esa función mediante sucesivos lanzamientos a las porterías de enfrente suya. Si consiguen meter la billarda en el hoyo cambian de rol: el equipo que tenía la billarda pasa a tener los palos y viceversa.
Cuando la billarda es lanzada hacia el hoyo, la pareja defensora intenta golpearla en el aire para alejarla lo máximo posible, e intercambiar sus posiciones durante el tiempo que tarda la otra pareja en ir a buscarla. Cada vez que tocan simultáneamente con sus palos en el hoyo contrario se suma un punto y las partidas se desarrollan a 12 puntos normalmente. Si se produce un cambio de rol, la cuenta se reinicia en el número de puntos que la pareja tenía acumulado de la ocasión anterior.
Otra posibilidad de intercambio de roles es acumular dos medias, situación que se produce cuando, al lanzar la billarda, el defensor de la portería no mueve el palo o si, al lanzar la billarda, se queda una porción de ella en la línea que une los extremos de la portería. Al igual que en la variante majorera, no es bueno tener la billarda, pues el equipo que la posea no tiene la oportunidad de conseguir puntos.
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