“Si no intervenimos ya, morirán un 20% de las palmeras de Las Peñitas”
Eduardo Fránquiz, responsable del estudio sobre los palmerales de Fuerteventura
Eduardo Fránquiz, consultor medioambiental especialista en medio ambiente, agricultura y agricultura orgánica y jardinería, empezó en noviembre pasado a tener contacto con los ecosistemas majoreros, sobre todo los palmerales. Pronto se dio cuenta de su situación. Se encontraban ‘en la UCI’ y, si no se ponía pronto remedio, muchas palmeras centenarias de la Isla acabarían desapareciendo. Tras trasladar la situación al Cabildo majorero, la institución le encargó un diagnóstico inicial sobre los palmerales naturales.
-¿Qué valores ecológicos y biológicos presentan los palmerales de Fuerteventura?
-Una de las características que destaca en los palmerales naturales de Fuerteventura es su alta antropización por actividades agrícolas asociadas a los ecosistemas naturales. De esta manera, lo que perteneció en su día a un palmeral natural está hoy en un palmeral rural. En Las Peñitas, nos encontramos con el palmeral de mayor importancia del Archipiélago, sobre todo por su acervo genético. Esas palmeras son hijas de las que dieron a luz a la palmera canaria como especie. La palmera canaria nació en Fuerteventura y de ahí fue hacia Gran Canaria y Lanzarote. De Gran Canaria a La Gomera y de La Gomera a Tenerife y La Palma y desde Tenerife se extendió como planta ornamental internacionalmente. Si perdemos ese palmeral, perderemos una de las señas de identidad de reconocimiento mundial, tanto a nivel biológico como botánico.
-En los últimos meses, se ha dado la voz de alarma sobre la situación del palmeral de Las Peñitas, ¿cuál es su diagnóstico?
-En el palmeral de Las Peñitas se localizan un total de 52 palmeras dispersas, principalmente en el fondo del barranco y en el lateral poniente. En estos momentos, hay un gran problema. Por los datos tomados a través del material fotográfico histórico, consultas de trabajos realizados en el palmeral y la primera toma de datos en campo se observa una regresión sin precedentes, en su biología y ecología. Hace 70 años que no ha habido regeneración natural. El grado de deterioro es tal que observamos múltiples ejemplares centenarios muertos, no cerrando su ciclo biológico en un ecosistema que debería estar equilibrado. No existe regeneración natural, los suelos están muy alterados por lo que la planta no puede completar su proceso natural, creándole un disturbio nutricional. Hay que añadir la deshidratación del suelo por sobreexplotación de los acuíferos y la desforestación de los bosques termófilos, que son ecosistemas asociados a los oasis de palmera canaria. Además, hemos visto que no ha emitido floración en los últimos años y eso indica que el palmeral está muriendo. A eso se suma que hay amenazas de plagas y enfermedades al lado de los espacios naturales protegidos. Si no intervenimos ya, cuando pasemos la crisis del verano probablemente mueran un 20 por ciento de las palmeras de Las Peñitas.
-¿Qué ha fallado para llegar a esta situación?
-La alteración de los ecosistemas. El ecosistema de los palmerales naturales está asociado con los ecosistemas de bosques termófilos. En Fuerteventura, hubo un gran palmeral que vivía en los fondos de barrancos, valles y vegas, principalmente en el macizo de Betancuria. Todos esos fondos de barrancos se refrigeraban y se hidrataban gracias a un bosque termófilo que había en la zona. Desapareció debido al aprovechamiento maderero y a la introducción de la agricultura. Fue entonces cuando empezaron a entrar en crisis los palmerales. Los elementos verticales (palmeras) que conforman el paisaje majorero son reductos de lo que fueron grandes palmerales. Eso, unido al uso de la agricultura y el sobrepastoreo que existe actualmente, ha hecho que los ecosistemas estén altamente alterados. Eso a lo que lleva es a una compactación de suelo y falta de hidratación del suelo. La biomicrobiología del suelo está totalmente alterada y eso es lo que está produciendo que no solo no haya regeneración, sino que no se vea ninguna manifestación de emisión de flor desde hace muchos años en el palmeral de Las Peñitas.
“Este verano veremos morir muchas palmeras en el medio rural por las caídas”
-El cambio climático tampoco debe ayudar...
-Afecta. Estamos en una crisis climática. Hace ocho años que no llueve en Fuerteventura. Una de las características del género, principalmente de la Phoenix canariensis y la Phoenix dactylifera, es que tiene un sistema de adaptación a condiciones extremas, pero siempre en ciclos naturales. La palmera recibe agua dos, tres, cuatro veces al año, pero en grandes volúmenes. El agua la almacena en todos sus tejidos y eso cubre épocas de sequía. Al prolongarse esos ciclos durante muchos más años, le cuesta mucho más poder sobrevivir. La crisis climática está forzando la desaparición de la palmera. Eso se une a que el sistema respiratorio y el aparato digestivo de la planta no están funcionando por alteración de la microbiota y la rizosfera del ecosistema del suelo. Todo esto favorece mucho más la crisis que existe en los palmerales.
-Ante esta situación, ¿qué podemos hacer para salvar el palmeral de Las Peñitas?
-Dentro de las medidas urgentes, lo primero que hay que hacer es recuperar el suelo. Hace falta un suelo equilibrado con un bosque que se alimente de la biomasa que se genera. Si eliminamos la biomasa, estamos reduciendo la capacidad de alimentación que tiene la palmera. Además, hay que dar apoyos de hidratación al suelo, inicialmente, para ir equilibrando y trabajar con la microbiología nativa. Hay que capturar de los bosques de microbiología nativa del Phoenix canariense, reproducirlo, activarlo e inocularlo otra vez. Eso es lo que va a hacer la transformación necesaria para que la planta se pueda alimentar. Tenemos que trabajar el aparato digestivo de la planta y su ecosistema, el sistema respiratorio de la biota del suelo y el sistema vascular de la planta.
-A eso habrá que unir una labor de concienciación social...
-Sí. En Fuerteventura hay un déficit de concienciación ambiental bastante importante. Esa es una de las cosas que más me preocupa. Sobre todo, la sociedad civil y las organizaciones sociales. Creo que estas no son conscientes de que se están muriendo los ecosistemas naturales y no reaccionan. El antropocentrismo es tan alto que no nos damos cuenta de que formamos parte del ecosistema. Hay que trabajar mucho en educación ambiental, principalmente con las escuelas de la zona para vincular a la población, a través de un programa de educación medioambiental, para que conozcan los ecosistemas. También con un programa de reforestación a largo plazo donde los niños y niñas reproduzcan la planta y lleven a cabo la conservación. Si no trabajamos en esas claves, difícilmente tendremos un desarrollo equilibrado en Fuerteventura.
-Las instituciones también tendrán que ponerse las pilas ¿no?
-También habría que trabajar con las instituciones, tanto Cabildo, ayuntamientos como Seprona, en dos líneas: detección precoz de plagas y enfermedades que afectan a las palmeras, para que no se introduzcan dentro del medio natural. Aquí tenemos serias amenazas de plagas y enfermedades. También hay que hacer protocolos estandarizados en la evaluación de riesgo del arbolado urbano.
-Hemos hablado del palmeral de Las Peñitas, pero ¿cuál es la situación de los de Ajuy y Vega de Río Palmas?
-En el de Ajuy hay regeneración natural cero. Hay dos grandes cementerios, uno se localiza justo por debajo de donde está el corazón de Madre del Agua. Allí vemos un decaimiento de palmeras centenarias bastante importante. Hay otro cementerio llegando a Ajuy. Si observamos bien, vemos que en las zonas intermedias de esos dos cementerios se están muriendo también palmeras. Esos dos grandes cementerios se están uniendo. Hablamos de cientos de palmeras centenarias muertas. Es un palmeral muy importante, sobre todo porque en él se concentra una masa de palmeras centenarias muy importante. El de Vega de Río Palmas es también muy importante y en él se observa una regeneración natural muy baja. Allí también están decayendo palmeras centenarias.
-¿En qué situación se hallan las rurales?
-Vemos muchos ejemplares en Antigua, Ampuyenta, Rosa de los Negrines, Toto, Pájara y Tuineje. Siglos atrás, esos elementos verticales formaron parte de un gran palmeral natural. Tras la conquista, llegó la agricultura y se antropizaron. Se cambió el régimen hídrico, haciéndolos dependientes del uso agrícola. Con la llegada del turismo, se abandonó la agricultura y, con ello, se produjo una alteración del régimen hídrico. Empezó, entonces, a haber un decaimiento. La caída de palmeras que está habiendo en el medio rural es bastante alta, pero no nos hemos dado cuenta porque ha sido paulatina. Este verano veremos morir muchas palmeras en el medio rural. Hay que intentar recuperar la agricultura.
Palmeras muertas junto a Madre del Agua.
“Los palmerales urbanos son los más maltratados por el modelo de gestión”
-¿Y los palmerales de las ciudades?
-Son los palmerales más maltratados. Hay un modelo de gestión patético y caótico. Están completamente infectados en las ciudades por la Diocalandra frumenti, que es una plaga letal para la palmera. Todo indica que son vectores de transmisión de dos hongos Thielaviopsis paradoxa y también hay una Fusarium oxiosporum generalizada en todo el medio urbano de la Isla. Costa Calma, por ejemplo, es un foco de infección tremendo. También lo son Morro Jable, Corralejo, Antigua o Puerto del Rosario, donde vemos cómo la plaga está completamente extendida y eso obedece a malas prácticas culturales. Los gestores están usando una serie de técnicas que están prohibidas por la orden de 29 de octubre de 2007, por la que se declara la existencia de las plagas y se regula el control de estas amenazas. Entre otras cosas, se prohíbe el corte de hojas verdes y el uso de motosierra para el corte de hojas verdes. El ecosistema urbano está muy dañado. Cada vez veremos caer más palmeras.
-¿Qué plagas les azotan?
-Hasta ahora no he detectado palmeras infectadas en Las Peñitas. En cambio, en Vega de Río Palmas sí. Hay Diocalandra y se han realizado prácticas prohibidas como el cepillado de estípites y el corte de hojas verdes en un espacio natural protegido. Con esto, exponemos a la planta a la contaminación de patógenos. En Ajuy también están infectadas y en la avenida de Gran Tarajal vemos cómo hay un gran foco de plagas. Si se conociera el funcionamiento biológico y ecológico de la planta, no se harían las cosas que se están haciendo. El problema es que se recurre a un criterio estético y de esa forma ponemos en riesgo la planta. Hay que dar formación al personal de Seprona, ayuntamientos y Cabildo para que conozcan qué se puede hacer y que no. Tienen que saber, de forma precoz, detectar cualquier plaga que se pueda introducir dentro del medio natural.
-¿Qué conocimientos deben tener las personas que trabajan en los palmerales?
-Las personas que trabajan en un espacio natural protegido o cerca de él deben tener unos conocimientos profundos sobre cómo funciona la palmera tanto desde el punto de vista ecológico como biológico. No puede ocurrir que una persona que esté trabajando con las palmeras de un complejo hotelero vaya luego a un palmeral rural o natural y siga trabajando ahí porque, de esa forma, se están trasladando los patógenos. Ellos son los principales vectores de trasmisión. El insecto no vuela. Son trasladados por ellos.
“Me preocupa ver morir los ecosistemas y que las asociaciones no se muevan”
-¿Existe un censo de palmeras en la Isla?
-La Dirección General de Medio Ambiente hizo un censo en 2017 que hay que actualizar y revisar. En el medio urbano, el Ayuntamiento de Puerto del Rosario tiene un censo, pero normalmente es una labor que no se suele hacer. En el medio urbano no sabemos el número de palmeras. En el natural y rural están en torno a las 30.000.
-En 2012, la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno canario creó un proyecto para salvar Las Peñitas. Diez años después, parece que no ha dado resultados...
-Los proyectos que se traen de fuera a Fuerteventura son un fracaso. Son proyectos que se ejecutan y se van. Se tienen que desarrollar en la Isla, por gente de aquí y, sobre todo, vincular a la sociedad civil para que tengan éxito. El proyecto en Las Peñitas lo he estudiado y creo que fue un dinero que no tuvo resultados. Hay que trabajar desde la base, a través de la cubrición de suelos, pero vinculando a la sociedad civil: escuelas y organizaciones sociales y empresariales.
-¿Cuántas palmeras han podido nacer en los últimos años en los espacios naturales y rurales?
-Aún no tenemos esos datos, pero la regeneración natural es prácticamente nula en los tres palmerales principales: Las Peñitas, Ajuy y Vega de Río Palmas. En las Peñitas ha muerto el 35 por ciento de las palmeras en los últimos 10 años.
-Tras dibujar esta situación, parece claro que ha faltado voluntad...
-La sociedad civil y organizada tienen una responsabilidad y están teniendo una pasividad tremenda. Es ahí donde hay que hacer incidencia. Si la sociedad se mueve, las instituciones se mueven. Me preocupa ver que los ecosistemas se mueren y las asociaciones que defienden el patrimonio no se muevan.
Comentarios
1 Anónimo Sáb, 18/06/2022 - 09:38
2 Anónimo Sáb, 18/06/2022 - 09:51
3 Uno más Dom, 19/06/2022 - 05:29
4 Martin Lun, 20/06/2022 - 07:18
5 Anónimo Lun, 20/06/2022 - 18:58
6 Majjorero Mié, 22/06/2022 - 20:42
7 Majorero Jue, 23/06/2022 - 16:38
8 Majjorero Lun, 27/06/2022 - 20:02
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