Diferentes estudios calculan en miles las especies protegidas de las Islas que todos los años son cazadas por gatos y su presencia fuera del ámbito doméstico es un quebradero de cabeza

¿Qué hacemos con los gatos? Los felinos se convierten en el gran problema ambiental y ético de Canarias
Diferentes estudios calculan en miles las especies protegidas de las Islas que todos los años son cazadas por gatos y su presencia fuera del ámbito doméstico es un quebradero de cabeza
Cuando los primeros europeos llegaron a Canarias en el siglo XV, los gatos domésticos también desembarcaron con ellos. Por entonces era habitual llevarlos a bordo de los galeones, pues protegían las provisiones del ataque de roedores y hacían compañía a las tripulaciones durante tan largas travesías. Del barco saltaron a tierra y empezaron los problemas, ambientalmente hablando. Porque fueron los primeros mamíferos carnívoros en llegar a unas islas donde la fauna había evolucionado a lo largo de millones de años sin miedo a ser cazada por un gran depredador. Su llegada está relacionada con la extinción de dos especies endémicas que desconocían las habilidades cinegéticas de estos felinos, el ratón del malpaís (Malpaisomys insularis) y la pardela del malpaís (Puffinus olsoni). A otras las pusieron contra las cuerdas y obligaron a criar en acantilados inaccesibles, como la mayoría de las aves marinas. Seis siglos después, las aves y los reptiles canarios siguen sin haber aprendido a escapar de sus garras.
Diferentes estudios calculan en miles las especies protegidas canarias que todos los años son cazadas por los gatos. Su presencia en espacios naturales se ha convertido en un gigantesco quebradero de cabeza para las administraciones, incapaces de encontrar una solución viable entre la eliminación que reclaman los científicos y la cohabitación que propugnan los animalistas.
Todos cazan
No todos los gatos son iguales. Al margen de razas, los hay asilvestrados, tan salvajes, camperos e indomables como un lince ibérico. Luego están los vagabundos o comunitarios, los de las populares colonias felinas. Y finalmente los domésticos, con propietario y buena alimentación, pero que muchas veces salen de las casas y vagan por las calles o el campo a su antojo. Incluso cuando están bien alimentados, los tres tipos cazan por instinto pequeños mamíferos, aves y reptiles, muchos de ellos especies en peligro a las que están llevando a la extinción.
En ecosistemas insulares frágiles, como los canarios, su presencia es un desastre ambiental
Todos los gatos del mundo pertenecen al mismo taxón, pero la tarabilla canaria solo existe en Fuerteventura. Si se las comen los gatos no hay recambio ni repoblación posible, las habremos perdido tan definitivamente como a los dinosaurios o al dodo. Pero esta vez el meteorito es una mascota que no hemos sabido controlar. Un estudio publicado en Nature Communications estimó que los gatos domésticos matan cada año sólo en Estados Unidos entre 1.400 y 3.700 millones de aves y entre 6.900 y 20.700 millones de mamíferos.
En ecosistemas insulares tan frágiles como los canarios, su presencia es un desastre ambiental. Sin ir más lejos, los lagartos gigantes de El Hierro, Tenerife y La Gomera han visto reducida su población debido a la acción de estos felinos, hasta el punto de que cada intento de recolonización de nuevos territorios acaba siendo un fracaso si hay gatos cerca.
Nadie ve mal que cacen ratones y ratas, pero nadie acepta que el caprichoso gato del vecino vagabundee cerca de una colonia de aves marinas de La Graciosa y mate en una noche decenas de los muy raros paíños pechialbos y petreles de Bulwer, tanto adultos como sus pequeñas crías, como ya ha ocurrido numerosas veces. O se meriende el pollito de una de las escasas hubaras que aún crían en la Isla. En las Canarias orientales las aves hacen sus nidos directamente en el suelo, convirtiéndose en presa fácil de los felinos.
Pardela aparentemente depredada por gatos.
Captura y esterilización
Hasta ahora el único método aceptado por los gestores de medio ambiente para evitar la presencia de gatos en zonas de alto valor ambiental consistía en su captura y sacrificio. Una cruel solución éticamente inaceptable en la actualidad y legalmente peligrosa, pues podía acabar con animales con dueño por la única razón de estar paseando por donde no debían. En su lugar se propone ahora capturarlos y trasladarlos a recintos cerrados de protectoras a la espera de un hogar de acogida, pero algunos ejemplares son tan salvajes como tigres y no aceptan la cautividad. Condenarlos a morir en una jaula tampoco parece ético.
“Los gatos, estén o no estén esterilizados, continúan cazando”
La nueva Ley de Bienestar Animal que entró en vigor en 2023 ha venido a complicar aún más la situación, pues establece un marco legal para la gestión de las poblaciones de gatos callejeros, también conocidos como “gatos comunitarios”, basada en el método CER (Captura, Esterilización y Retorno). El objetivo es controlar y reducir progresivamente estas poblaciones mediante métodos éticos y no letales, promoviendo su bienestar y la convivencia armoniosa con la comunidad.
Pero hay un dato que parecen haber pasado por alto los legisladores. “Los gatos, esterilizados o no, continúan cazando y afectando negativamente a la biodiversidad”, denuncia Yarci Acosta, delegado de SEO/BirdLife en Canarias. De hecho, cada vez que se capturan, esterilizan y vuelven a soltar gatos en espacios protegidos como La Graciosa, los ecologistas lo denuncian ante el Seprona al considerar que se están liberando intencionadamente animales muy dañinos para la fauna protegida que allí vive. La captura y suelta de gatos en un área tan sensible y protegida contradice, en su opinión, los objetivos de conservación de la Red Natura 2000 y del parque natural, “además de a toda la normativa existente en materia de conservación de la biodiversidad, incluida la reciente Ley de Bienestar Animal, que no contempla la presencia de estos animales donde supongan una amenaza para la biodiversidad”, razonan los ambientalistas. Apoyan la captura y esterilización, pero rechazan de plano el retorno al medio natural, donde están convencidos de que seguirán cazando animales protegidos.
En este sentido, la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria clasificó el año pasado a los gatos comunitarios como una especie exótica invasora, limitando la presencia de colonias felinas en Espacios Naturales Protegidos. En una normativa de obligado cumplimiento, indica a los ayuntamientos grancanarios que los gatos deben ser siempre retirados de estos lugares y reubicados en zonas urbanas o confinados en recintos cerrados.
Frente a ello, la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA) rechaza de plano la medida, pues considera que va en contra de lo dispuesto en la legislación actual, que establece que el desplazamiento de gatos comunitarios “sólo puede realizarse bajo situaciones excepcionales y supervisión veterinaria”. Por ello mismo, ha anunciado que tomarán “todas las acciones legales necesarias para detener la eliminación de los gatos comunitarios de las zonas protegidas y garantizar el cumplimiento de la ley”.
Animalistas y miembros de las protectoras de animales se apoyan en la misma normativa legal que enarbolan los conservacionistas para defender exactamente lo contrario. Critican que se criminalice a los gatos, a quienes ven más como víctimas que como verdugos, pues muchos ejemplares han sido abandonados por dueños irresponsables y si no fuera por los voluntarios que cuidan de las colonias felinas acabarían muriendo. En lo único en que coinciden ambas posiciones tan antagónicas es en que consideran fundamental reforzar la educación ciudadana para atajar la lacra del abandono animal.
Aves marinas atacadas por gatos. Fotos: SEO Birdlife.
Teguise mueve ficha
El año pasado, el Ayuntamiento de Teguise, municipio al que pertenece La Graciosa y a donde también se extendió la campaña, capturó, esterilizó y soltó de nuevo a 240 gatos, algo que el concejal de Bienestar Animal Ginés González considera “clave para mantenerlos controlados”. Cumplían así con la Ley de Bienestar Animal, que no permite capturar a los gatos callejeros y trasladarlos de sus colonias para ser encerrados, salvo que se haga con el fin de adoptarlos.
Las colonias felinas no son algo natural, son animales independientes
Paralelamente, veterinarios de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria han desarrollado un trabajo de campo para conocer el alcance y la efectividad del método CER como estrategia para el manejo de gatos comunitarios en un área tan de especial sensibilidad como es La Graciosa. Los investigadores han calificado los resultados como “altamente relevantes para la gestión de fauna en otras islas de Canarias y en archipiélagos con ecosistemas insulares similares, donde la coexistencia de gatos comunitarios y especies vulnerables plantea retos de conservación que deben ser resueltos de una manera eficaz pero también respetuosa”. La intervención llevada a cabo por los veterinarios logró esterilizar al 81,4 por ciento de los felinos presentes en áreas urbanas en apenas tres días, lo que redujo de forma significativa su capacidad de reproducirse y la presión que esta especie ejerce como depredadora sobre otras más vulnerables.
“Pero siguen cazando”, se escandaliza Félix Manuel Medina, biólogo del Cabildo de La Palma y uno de los grandes expertos mundiales en estudiar el impacto ambiental de los felinos en espacios insulares. “El gato doméstico es una de las especies invasoras en islas más dañinas, amenazando y provocando la extinción de numerosas especies”, zanja el científico. Los propios veterinarios de la ULPGC que han realizado el estudio en La Graciosa recogen entre sus conclusiones respecto al uso del CER que “este método debe combinarse con otras estrategias complementarias, como pueden ser la adopción o la reubicación selectiva, de manera que se consigan implementar políticas de manejo de estas colonias que sean adaptativas e integradas”.
Un estudio de la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Canaria ha confirmado que las colonias de gatos a través del método CES (captura, esterilización y suelta) “no es una solución adecuada para tratar de reducir las densidades de gatos en el Archipiélago”. Por el contrario, esta práctica “supone un riesgo tanto para la fauna autóctona de las Islas, puesto que los gatos no pierden su comportamiento innato de depredador y continúan cazando, como para la salud pública, debido a las zoonosis que pueden transmitir tanto a otras especies como a los seres humanos”.
Así lo ratifica el investigador mexicano Isac Mella-Méndez, autor de un reciente estudio donde demuestra que “cuanto más tiempo pasan los gatos fuera de casa más probabilidades tienen de cazar. Además, no importa la cantidad de alimento que se les suministra o si están esterilizados, “ya que su conducta depredatoria es innata y cazan independientemente de su hambre”. Curiosamente, este trabajo ha descubierto que los ejemplares atigrados y de coloración parda cazan más y mejor, posiblemente porque esta coloración mejora su camuflaje.
Mejor en casa
Las colonias felinas no son algo natural, propio de la especie, recuerdan los veterinarios. Estos animales son profundamente independientes y solo aceptan vivir en comunidad cuando se les garantiza una fuente segura y abundante de alimentos. Los ejemplares ferales defienden su territorio igual que un tigre o un lince. Mantener a los gatos dentro de las casas, sin dejarlos salir a vagabundear por las calles, no solo protege la fauna silvestre, sino también a ellos mismos.
Los gatos que deambulan por el exterior viven menos y peor que los caseros
Otros estudios veterinarios han demostrado que los gatos que deambulan por el exterior viven menos y peor que los caseros. En la calle están expuestos a múltiples peligros, desde atropellamientos, ataques de otros animales, envenenamientos y enfermedades como el virus de la leucemia felina (FeLV) o el de la inmunodeficiencia felina (FIV). Un animal exclusivamente casero puede vivir de 10 a 15 años o más, mientras que los que tienen acceso al peligroso mundo exterior tienen una esperanza de vida muy corta, entre dos y cinco años.
Por eso el principal argumento para controlar a los gatos es el de la responsabilidad ciudadana. Proteger a las mascotas es el deber de todo dueño responsable. Dejarlas deambular por la calle puede matarlas o poner en peligro a la naturaleza. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Comentarios
1 Javi Sáb, 19/04/2025 - 12:58
2 Anónimo Sáb, 19/04/2025 - 13:34
3 Anónimo Sáb, 19/04/2025 - 16:45
4 Santos Sáb, 19/04/2025 - 17:32
5 Santos: Sáb, 19/04/2025 - 21:23
6 Roberto Sáb, 19/04/2025 - 22:25
7 Majanicho Sáb, 19/04/2025 - 23:03
8 Camilo Dom, 20/04/2025 - 00:54
9 Anónimo Dom, 20/04/2025 - 00:59
10 Anónimo Dom, 20/04/2025 - 10:16
11 Cabeza de turco Dom, 20/04/2025 - 11:04
12 Anónimo Dom, 20/04/2025 - 12:08
13 Anónimo Dom, 20/04/2025 - 12:24
14 Anónimo Lun, 21/04/2025 - 11:14
15 Carlos Lun, 21/04/2025 - 14:35
16 Anónimo Lun, 21/04/2025 - 15:13
17 Terencio Lun, 21/04/2025 - 16:48
18 Thor Lun, 21/04/2025 - 21:35
19 Adensva Lun, 21/04/2025 - 21:52
20 Adensva Lun, 21/04/2025 - 21:53
21 Lu Mar, 22/04/2025 - 07:17
22 Lu Mar, 22/04/2025 - 07:21
23 Angel Mar, 22/04/2025 - 07:58
24 Angel Mar, 22/04/2025 - 08:00
25 CSIC Mar, 22/04/2025 - 08:03
26 Anonimo Mar, 22/04/2025 - 13:53
27 Majorero Mié, 23/04/2025 - 09:30
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