La Tángana, un juego de precisión que llegó con los primeros colonizadores
Se trata de una actividad cuya gran popularidad posibilitó su práctica en todas las islas
La Tángana, una actividad lúdica de precisión, debió llegar al Archipiélago Canario con los primeros colonizadores, pues esta familia de juegos estaba ampliamente representada en Europa durante los siglos XV y XVI. La primera referencia conocida es de Glas (siglo XVIII): “Las diversiones entre la gente del pueblo además de cantar, tocar la guitarra y bailar (…), el jugar al tejo (…)”. (Glas, 1764). La tángana tuvo, en sus muy diversas variantes gran arraigo popular en las islas hasta mediados del siglo XX, como juego individual o de equipo que funcionaba básicamente en torno a la dinámica de las apuestas.
La gran popularidad de estos juegos posibilitó su práctica en todas las islas. La sencillez de los materiales y su fácil obtención posibilita que se juegue en cualquier momento del año, aunque, principalmente, en verano porque los días tienen más horas de luz natural. En algunas localidades se han incorporado a las fiestas principales.
El juego
La tángana (también denominada tángano, tejo, teje, tusa, laja, chiste, o tángara) es un juego de intermotricidad alterna que consiste en lanzar con precisión, desde una raya preestablecida, arrojando una piedra plana o laja hacia otra piedra, la tángana, en la que se ha ubicado la apuesta (monedas, chapas, cromos, pipas, fósforos, cigarros, golosinas,...).
El juego se desarrolla en una superficie de tierra plana y libre de obstáculos, para permitir un deslizamiento adecuado de la laja, en la que se señala una raya de lanzamiento que dista entre seis y 15 pasos del lugar en el que se coloca la tángana.
Los jugadores intervienen de forma sucesiva siguiendo un orden, el cual se consigue lanzando cada uno su laja desde la tángana hacia la raya, por proximidad a ésta y sin pasarse. Los lanzamientos y el orden establecido se mantienen mientras exista una apuesta en disposición de ser ganada. Es decir, cuando hayan lanzado todos los jugadores, si no se ha derribado la tángana o queda apuesta por ganar, se reinicia el turno de lanzamiento manteniendo el mismo orden y “levantando” sólo la laja del jugador al que le toque.
El jugador ganará toda apuesta que quede más cerca de su laja que de la tángana. El número de participantes es variable, normalmente entre tres y seis para permitir que exista la posibilidad de ganar parte de la apuesta y no decaiga la motivación.
La tángana normalmente es una piedra de unos 10 o15 centímetros de altura, con la base y la parte superior planas, para darle estabilidad y permitir la colocación de las apuestas, respectivamente. En ocasiones la tángana puede ser un trozo de madera e incluso un tetrabrik o una lata.
La laja (cada jugador posee la suya) es de piedra viva y lo más plana posible para poder controlar su trayectoria; tiene unos 10 o 15 centímetros de diámetro y unos dos centímetros de grosor. Los jugadores participantes tienen que autorizar su utilización. Si la tángana o la laja se rompen, se utilizarán como referencia el trozo más grande de los que haya dado lugar. Si el jugador, en el momento del lanzamiento, pisa o supera la raya, ese tiro queda anulado.
Lanzamiento
La laja se agarra de forma que el dedo índice se coloca en el lateral, el pulgar sobre una de las caras y los otros tres dedos en la otra. El lanzador adelanta la pierna de la mano hábil y agarrando la laja de la misma forma, impulsa la laja en la dirección de la tángana llevando la mano de atrás a delante.
Para el caso de lanzamientos a larga distancia, donde la tángana está bastante lejos, el brazo se lleva detrás de la espalda y delante, para darle el impulso necesario al lanzamiento, al tiempo que se acompaña del adelantamiento de la pierna contraria para obtener cierta estabilidad en la posición del cuerpo.
Normalmente se intenta que la laja contacte con la superficie del terreno de juego unos 80 o 100 centímetros antes de la laja, para luego deslizarse y conseguir derribarla. Esto no impide constatar que hay lanzadores que intentan impactar directamente sobre la tángana.
El jugador con su lanzamiento intenta que, si no consigue derribar la tángana, al menos quede su laja en una posición próxima, para que en un hipotético derribo, por parte de otro jugador, pueda ganar parte de la apuesta debido a que ésta quede más cerca de su laja que de la tángana u otras lajas, inclusive la del propio jugador que ha hecho el derribo.
Asimismo, la proximidad de su laja a la tángana permite que otro jugador, antes de realizar su lanzamiento, le solicite “ir a medias”, lo cual, si acepta, supone repartir equitativamente las ganancias que ambos obtengan tras ese lanzamiento.
Se localizan numerosas variantes del juego en Canarias, tales como la colocación en la posición original de la tángana una vez derribada con la apuesta restante, la colocación de la apuesta detrás de la tángana, la no presencia de la apuesta o que ganando aquel jugador que derribe la tángana entre otros.
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