Homenaje al Rancho de Ánimas de Tiscamanita, joya de la cultura
Esta formación, con 223 años de historia, sale a la calle cada 7 de diciembre con su repertorio musical y el mayordomo repite el ritual: “¿Aquí se canta o se reza?”
El Rancho de Ánimas de Tiscamanita se ha convertido en historia viva de la Navidad en Fuerteventura. El reconocido grupo reaparece cada año la víspera de la Inmaculada Concepción, con la antigua creencia de “sacar las almas de las personas fallecidas del purgatorio”. De hecho, 11 iglesias de la Isla tienen cuadros de ánimas y de ahí nacen los altares y las antiguas cofradías. El Rancho es heredero de la Cofradía de Ánimas de Tuineje, un grupo de hombres mayores que se dedicaba a reunir dinero por las casas para entregar a los curas y celebrar misas para los difuntos.
Los ranchos son las manifestaciones más antiguas del folclore musical canario. Anteriormente, había ranchos en todos los pueblos, pero desaparecieron por la emigración y por la muerte de los viejos, que no dejaban entrar a los jóvenes. El de Tiscamanita, que se mantuvo de generación en generación, es una de las excepciones. Cantaban canciones improvisadas por las calles para pedir dinero por los difuntos y actualmente quedan sólo 12 ranchos en Canarias, todos en la provincia de Las Palmas, aunque existen documentos antiguos sobre la existencia de ranchos de ánimas en La Orotava o Los Realejos, en Tenerife. Perviven tres en Gran Canaria (Teror, La Aldea y Valsequillo), en Lanzarote hay siete, que están en Teguise, San Bartolomé, Tinajo, Tías, Mácher, Haría y Yaiza, y dos en Fuerteventura, en Tetir y Tiscamanita.
El Rancho de Ánimas de Tiscamanita tiene 223 años de historia. Comienza en el año 1800 con la Cofradía de Ánimas de Tuineje y este grupo tiene el mismo origen que las coplas de Nuestra señora de la Peña. En un documento de 1836 aparece el primer mayordomo del Rancho, Antonio Hernández Dávila, que anotaba la salida casa por casa para pedir dinero los días de Navidad, Año Nuevo y Reyes.
El profesor de Teología, especialista en la historia de los ranchos y componente de la agrupación sureña, Felipe Bermúdez Suárez, explica que los ranchos salían a cantar “por la creencia de que en Navidad se celebra el misterio de la encarnación y era la época del año en que más fácilmente salían las almas del purgatorio”.
Luego, con el tiempo, se perdió la costumbre, y salían en otras fechas. Entre las anécdotas que se recogen en documentación del siglo XIX, se encuentran recibos guardados de los curas con el dinero recaudado con las limosnas. En algunas anotaciones el cura pedía al mayordomo que se bebiera menos, porque iban de casa en casa cantando, les invitaban con comida y dulces y también bebían en exceso.
Los ranchos de cada Isla han evolucionado hasta la actualidad de manera diferente. Los de Gran Canaria, en especial el de Teror, mantiene el estilo de Ranchos de Ánimas y su función original de recaudar dinero. “Los de Lanzarote, como salían en Navidad, sustituyen, poco a poco, las canciones de los difuntos por los villancicos y se llaman Ranchos de Pascua, y el de Tiscamanita evolucionó a Rancho de Ánimas de la Purísima y por eso sale a la calle cada 7 de diciembre, víspera de la Inmaculada Concepción”, detalla Bermúdez.
“Cantamos y brindamos con lo que nos ofrecen y lo pasamos muy bien”
Sobre el año 1878, Tiscamanita se convierte en el centro de desarrollo de la zona sur de Fuerteventura, por su esplendor económico y cultural, principalmente por el comercio de la cochinilla. De modo que la Cofradía de Ánimas de Tuineje termina por denominarse Rancho de Ánimas de Tiscamanita. En 1883 se cobraba por la actuación del rancho y Francisco Peñate, mayordomo de la época, anotaba todo lo recaudado. Incluso se llegó a conseguir la suma necesaria para comprar la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción, que se venera en la actualidad en la ermita.
El rancho evoluciona y se conservan documentos gráficos de su salida hasta 1977, con la participación de una persona relevante, el antiguo mayordomo Emiliano Cabrera, que abandonó por cansancio. Durante diez años, el rancho deja de salir. Pero, en 1987, un antiguo componente, Ramón Rodríguez, se reúne con Emiliano para rescatar esta formación. Reaparece con un nuevo uniforme y con Ramón, que toca el pandero, como mayordomo. Desde entonces, lleva ya 35 años con esa función, una trayectoria dilatada, como marca la tradición para esa responsabilidad. En esta nueva etapa se recopilan las coplas y las herramientas que llevaba el rancho antiguo, y se acuerda la entrada de mujeres y jóvenes.
Cada 7 de diciembre el Rancho de Ánimas sale a la calle.
El rancho sale cada 7 de diciembre, de puerta en puerta, un año por la banda de arriba y otro por la de abajo, y el mayordomo repite el ritual: “¿Aquí se canta o se reza?”. Si la casera dice que se reza, porque velan a un difunto, rezan una oración, pero si se canta suenan sus coplas y llenan el hogar de alegría. Acompañan a esta comitiva numerosos vecinos para animar el recorrido. “Cantamos y brindamos con lo que nos ofrecen: dulces, bebidas... y lo pasamos muy bien”, resume Felipe Bermúdez. En la actualidad ya no se pide dinero y se ha convertido en una salida festiva. “El rancho es una joya de nuestra cultura tradicional”, destaca.
Al día siguiente, el rancho actúa en la función y procesión religiosa en honor a la Inmaculada Concepción y cada dos años celebran en la ermita el Encuentro de Ranchos de Canarias. Otra salida novedosa tiene lugar en agosto, el Día de San Marcos, patrón de Tiscamanita.
Las canciones más antiguas del repertorio son El corrido, dedicado a las coplas de la Virgen de la Peña, La desecha a los difuntos, que han actualizado con cantares a San Marcos y a la Inmaculada, junto a las Coplas, dedicadas a la Virgen. Su música y sus ritmos son diferentes a cualquier otra melodía del folclore canario o a los villancicos, pero “no son inventados, sino que se han rescatado del repertorio antiguo”. Bajo la dirección musical de Siro Peña, todo el catálogo tiene un componente más alegre, diferente al resto de ranchos canarios, y tocan guitarras, timple, laúd, espada y panderos. En 2002 grabaron un disco con todas las canciones del repertorio musical del rancho.
Tras un parón de 10 años, en 1987 el Rancho retoma su actividad, hasta hoy
Un descubrimiento reciente es que entre las herramientas que lleva el rancho se encuentra una espada, con la inscripción de Solingen, cuyo significado era desconocido. Varias investigaciones han explicado que pertenece a la ciudad alemana que fue famosa por sus armerías, donde compraban los ejércitos de toda Europa. “Según diversas investigaciones nuestra espada perteneció al ejército inglés, que la dejó en la Isla en 1740 durante las batallas de Tamasite y El Cuchillete. De hecho, existen varias armas que se quedaron los majoreros como botín tras derrotar a los corsarios”, apunta Bermúdez. Curiosamente, una espada que se utilizó para matar, en la actualidad se usa para cantar, relata Bermúdez. El Rancho ha llegado al cine, al participar en la película Rendir los Machos.
Encuentro de Ranchos
Cada dos años se celebra el Encuentro de Ranchos, que en 2024 cumplirá 15 ediciones. Bermúdez resalta que en 2003 se celebró un hermanamiento con un grupo llamado Los Auroros, de Murcia, que repiten esta tradición en esta fecha y cantan coplas. Esta formación vino a actuar a la Maxorata y al año siguiente los majoreros fueron a su encuentro en el pueblo murciano de Bullas. “Además, somos el único grupo de Canarias que conoce bien a los doce ranchos, que han pasado por Tiscamanita en los últimos años”, asegura el profesor.
En la última etapa, el Rancho ha perdido a algunos componentes, como Juan Ramón, Juanito Peñate, Roque Peña, Pepe Aguiar o Marcelino. “Se ha muerto gente pero el rancho sigue y entran jóvenes con la ilusión de continuar en un futuro”, concluye Bermúdez.
Los ranchos recibieron en el año 2006 la Medalla de Oro de Canarias y este año el Cabildo de Fuerteventura ha realizado un homenaje al Rancho de Ánimas de Tiscamanita por su labor histórica. El 2 de diciembre se ha inaugurado una escultura del artista Amancio González, que se ha instalado en el pueblo dedicada al Rancho, patrimonio cultural inmaterial de la Isla.
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