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La realidad que vivimos actualmente es difícil de entender. Me pasa muy a menudo, y me consta que no soy la única que no llego a creer lo que está pasando. Me parece surrealista que se tomen determinadas decisiones que conllevan tales consecuencias, como si me hubieran educado con una lógica fundada sobre ética y raciocinio que no me deja aceptar que las cosas sean como son. Por ejemplo, cuando alguien se postula en unas elecciones para el cargo más alto, yo, tonta de mí, espero que esa persona sea capaz tanto ética como intelectualmente. No solo espero de un líder que tenga carisma, sino que no sea un ladrón y que no sea tonto. Lo mínimo. Pero los hechos están haciendo que se me caiga la venda del mundo feliz, y cada vez tengo más miedo.
Siendo majorera, siempre me he imaginado la isla yendo a mejor. Ingenua yo, daba por hecho que en esta tierra, en la que todo está por hacer, se tomarían decisiones para que la gente de aquí cada vez vivamos mejor. Claro que la década de los 90 y los 2000 me hizo tener un optimismo que caería en picado en 2008, aunque toda esa crisis que superé —superamos— me hizo más resistente y más perspicaz. En ese tiempo me di cuenta de que pendemos de un hilo. España, mal. Canarias, chungo. Fuerteventura, el último rincón. Sentí que no importamos a nadie y que lo que nos pase a nosotros tampoco tiene mucha trascendencia.
Poco a poco, me fui fijando en detalles y me di cuenta de que esta isla es tierra de especulación, y que los majoreros somos un mal menor, como pasa en el Amazonas, en Hawaii o en el Congo. Suena crudo decirlo así, pero es una realidad latente que podemos saborear en los momentos más agrios, en los momentos de crisis. Una y otra vez, repiten que vivimos del turismo, y el turismo resulta que es un cultivo de explotación colonial más, como el plátano, el tomate, la cochinilla o el azúcar. Se va a acabar. Y aún peor: el turismo no se come, es solo un privilegio para las clases medias europeas. En momentos de crisis, es lo que primero desaparece. Despierten: cultivar turismo es tirar dinero público. La necesidad de invertir fondos públicos en promoción turística ya pasó. Sin embargo, ahora mismo están gastando nuestro dinero en la World Travel Market, para seguir jugando al monopoly con la tierra que nos da de comer.
Muy bonitos los eslóganes turísticos que piden visitantes respetuosos, pero la realidad es que luego ni hay sanciones ni hay forma de echar a la gente que viene a destrozar esto. Si sacamos la lupa, por un lado, quieren cuidar la vida marina, y por otro, pretenden fomentar el turismo de navegación, ampliando los puertos deportivos para tener cada vez más barcos entre las islas. Quién sabe si algunos de esos patrones acabarán siendo piratas borrachos, como ya pasa en Baleares.
El surrealismo capitalista actual nos lleva siempre al más y más ¿Crecer y crecer hasta que venga otra crisis y nos deje muertos de hambre porque hemos puesto todos los huevos en la misma cesta? Y tenemos fondos que podemos invertir para mejorar nuestro bienestar, pero resulta que es más fácil inventarnos otro eslogan y seguir vacilando.
Yo no digo 'No al turismo'. Lo que digo es que nuestro dinero no debe ir para promocionar una industria que nos consume. Lo que digo es que en el pasado sacrificamos parte de nuestro territorio —véase Caleta de Fuste o Costa Calma— para vivir bien. Pero ahora está todo el territorio sacrificado, con el malestar social y mental que conlleva. Nuestra isla era todo paz y armonía hasta hace muy poco, y nuestros "líderes" siguen cogiendo grillos.
Pero todo se entiende cuando analizamos con lupa. Por ejemplo, el líder del municipio de La Oliva es agente inmobiliario. Y no voy a hablar de Corralejo, porque ya hace tiempo que lo perdimos. Voy a hablar de El Cotillo. Muchísimas más plazas turísticas que población censada y se siguen construyendo más y más edificios que albergarán más plazas turísticas. ¿Quién ha decidido que la gente de repente viva en un núcleo turístico? Si hasta hace nada era un pueblo de visita: venían, comían y se iban. Pero ahora parece que estás en el extranjero cuando caminas por la calle. ¿Por qué se pasó de fabricar solares de 200 metros cuadrados cedidos a los naturales del pueblo en los 80, y cuarenta años después lo que se construyen son edificios que ocupan manzanas completas que se convertirán en apartamentos turísticos o viviendas a precios inalcanzables para nuestros sueldos? ¡Pasen y vean! No hay policía, ni centro de salud, ni farmacia, pero entre locales, turistas y visitantes, el pueblo se puede poner en 5.000 personas fácilmente. Eso cuando no hay fiesta.
Además, gran parte de esos nuevos edificios están siendo construidos en zonas altamente inundables, y hasta hace poco podíamos ver cómo llegaba el agua marina al sótano del primero que construyeron, que fue el otro día. Todavía recuerdo yo misma cuando ahí no había nada y en verano íbamos a la playa caminando a través de esas marismas. Y lo mismo pasa con las casas en medio de gavias que están construyendo en otras partes de Fuerteventura. Con que llueva una vez es suficiente para la catástrofe. Somos pocos los majoreros, pero aún vive el recuerdo de cuando se inundó Lajares. Y fue en 2012 cuando cayó una tromba de agua que desembocó en el muellito de El Cotillo, que barrió todas las terrazas y echó a navegar el único barquillo que queda: una escultura metálica que ha perdido hasta la placa.
Necesitamos urgentemente una planificación consciente y consecuente, pero se ve que no es fácil de alcanzar. Hace un mes se votó en el pleno del Cabildo una modificación sustancial del PIOF, que básicamente es hacerlo de nuevo. Una vez más. Supongo que les cuesta tanto ponerse de acuerdo porque hay demasiados intereses encontrados. ¿Quién es dueño de qué terreno? ¿Quién es agente de qué empresario? ¿Qué favores se deben? ¿Quién es amigo de quién? Y no solo está por hacer el plan insular, sino también la planificación para instalar renovables, para acampar, los diferentes planes municipales... Mientras, se solicita dinero para construir dos centros sanitarios y el Gobierno de Canarias no los incluye en la previsión presupuestaria de 2025. Como dicen los jóvenes: ¡de locos!
Y la culpa, como no, es nuestra. Cuando decimos que todos los políticos son iguales, que eso es cosa de ellos, como si fueran puestos heredados, sacudiéndonos nuestra responsabilidad social con un enfado y ya. Pero la responsabilidad es nuestra, de cada uno de los miembros de esta sociedad, mayores de edad, que no asume su deber. Si no hay alternativa, nos organizamos y la proponemos nosotros. El político eres tú, y no basta con votar cada cuatro años, porque ya ves lo que puede pasar: pandemia, crisis, DANA o guerra. A Canarias, todo influye, porque "vivimos del turismo". Aunque los científicos llevan años avisando de que estamos al borde del colapso, que hay que despertar y dejar el capitalismo atrás porque es como una droga que nos consume lentamente y que va intoxicándolo todo. Nuestros líderes, están cogiendo grillos.
* Portavoz de Drago Canarias en Fuerteventura
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