Sucedió el pasado 22 de noviembre pero se llevaba esperando desde hace más de cinco años, cuando se interpuso la primera denuncia. Las mesas, sillas y sombrillas de bares han invadido durante años el dominio público marítimo terrestre en la playa de La Goleta en Corralejo, una de las más concurridas de la localidad turística.

Con los expedientes en la mano, a los que ha tenido acceso Diario de Fuerteventura, cinco locales ocupaban 862 metros cuadrados de Costas, y cuatro de ellos tenían instaladas, según el recuento, 334 sillas, 94 mesas y 50 sombrillas. Hasta ahora, las sanciones económicas les han salido a cuenta a los infractores. Estos son los cinco casos de terrazas retiradas por Costas:

Galera Beach, sin licencia. El bar Galera Beach, propiedad del empresario Antonio Hormiga, que lo explotó durante años, funciona sin licencia desde 2008. No ha sido hasta el pleno del Ayuntamiento de La Oliva del pasado 27 de octubre cuando se le ha impuesto una multa de 15.001 euros por carecer de título habilitante y se ha ordenado el cierre del establecimiento.

Durante nueve años, el negocio del bar y la terraza en la arena se explotó sin consecuencias. En marzo de 2017, la Policía Local denunció la ocupación de la playa y en abril la Demarcación de Costas inició el expediente sancionador. En un informe económico, se estimó que la terraza podía generar, en aquel momento, unos 468.000 euros de facturación al año, con unos beneficios de 91.500 euros.

Costas precintó la terraza en noviembre de 2017, pero Hormiga, presidente de la asociación turística Asofuer y firme defensor del traspaso de las competencias sobre el litoral a la comunidad autónoma, levantó el precinto. La Fiscalía pidió un año de prisión por desobediencia grave para Hormiga, que admitió el delito y aceptó una sentencia de conformidad, sin pena de cárcel y con una multa de 4.500 euros.

Tras la sentencia, el Galera Beach y su terraza en la playa seguían abiertos. Ecologistas en Acción pidió hace algo más de un mes a Costas y a la Fiscalía que intervinieran. Antes del precinto definitivo, la terraza fue retirada en varias ocasiones por los agentes de Costas, según las fuentes consultadas. Al irse, se volvía a colocar sobre la arena.

La superficie pública ocupada asciende a unos 230 metros cuadrados, con 100 sillas, 35 mesas y 24 sombrillas. Antonio Hormiga ya no es quien explota el negocio. De hecho la orden municipal de cierre se le ha notificado a Alexander Lemes Baxter en representación de la empresa Isabella JCLB SL.

Otro local de Hormiga. Costas también ha precintado la terraza sobre la playa de otro local vinculado a Antonio Hormiga, el Sand Beach. En la denuncia, de junio del año pasado, se constata que ocupa 175 metros cuadrados de dominio público con 12 mesas, cinco sombrillas y 48 sillas, así como 80 metros cuadrados de la servidumbre de tránsito con seis mesas, 22 sillas y un banco. También instalaron una barandilla de cristal y una escalera de madera.

La empresa a la que se le ha impuesto la sanción es Galera Vieja SL. Hasta julio de 2021, el administrador único era Hormiga y, coincidiendo con la denuncia, pasa a serlo Karim El Kaddouri El Khattabi.

Las fuentes consultadas apuntan a que el bar se abrió al público donde había un apartamento, en una situación que comparan con la del Galera Beach. Usuarios habituales de la playa, además de la ocupación de mesas y sillas, se han quejado del volumen de la música. En febrero de este año, una rotura provocó un vertido de aguas fecales en la playa más concurrida de la localidad de Corralejo.

Patai Beach. Junto al Sand Beach se encuentra el bar Patai Beach, en un inmueble que también era un apartamento, transformado en local de hostelería. En enero de 2021, Costas le abrió expediente por invasión del dominio público, con 10 mesas, 40 sillas y siete sombrillas en 50 metros cuadrados de dominio público.

Su propietario, Ariel Alpizar Martínez, alegó que desconocía que estuviera prohibido poner una terraza sobre la arena. Hasta el precinto del 22 de noviembre, el bar Patai había hecho oídos sordos a los requerimientos para retirar su mobiliario del dominio público.

El Chiringuito. En junio del año pasado, el personal de Costas comprobó que se había reiniciado la actividad del restaurante El Chiringuito, “volviendo a colocar las mesas, parasoles, sillas y banquetas en zonas de dominio público marítimo terrestre sin título habilitante, todo ello ocupando una superficie aproximada de 154 metros cuadrados”. En el precinto se constató que eran en realidad 200 metros.

La empresa responsable es Carvigón SL y sus administradores tienen vínculos con otras empresas conocidas, como Isagon SL y, en uno de los casos, con Waikiki Canarias SL. En Corralejo son conocidos sus vínculos familiares con la actual alcaldesa, Pilar González.

En sus rechazadas alegaciones, la empresa sostenía que el Ayuntamiento de La Oliva “desde siempre” tenía el “uso de las playas de Corralejo” y había permitido las terrazas, y que había que hacer una “medición exacta del deslinde” en el lugar o que el Ministerio de Transición Ecológica no era el competente para sancionar, sino la comunidad autónoma.

Toro Beach. Unos metros más allá se encuentra el bar restaurante Toro Beach, enmarcado en el edificio de los Apartamentos Beletén. En febrero de 2018, la Demarcación de Costas dictó resolución en el expediente sancionador abierto por la ocupación de unos 127 metros cuadrados con 124 sillas, 31 mesas y 14 sombrillas, siete de ellas “fijas”, en el dominio público.

Considerado un local de hostelería de cierto prestigio en Corralejo, en los últimos tiempos también había ido desplegando mesas y sillas por la playa, que fueron retiradas también por los agentes de Costas en noviembre.

A este local se le han impuesto hasta 10 multas de 1.016 euros cada una por invadir la playa y continuar ocupando el dominio público: una en enero de este año, otra en febrero, una más en abril, cinco en junio, otra en julio y una más en octubre. En total, más de 10.000 euros en sanciones económicas, lo que evidencia que este tipo de multas llegan a ser rentables por el rendimiento que dan para los locales las terrazas en la playa, aunque no tengan ningún permiso para instalarse.