Alex Salebe

La misma vaina

Pasaron las celebraciones de fin de año y en breve llegan los Carnavales.  La legendaria canción titulada ‘Las cuatro fiestas’, escrita por el maestro barranquillero Adolfo Echeverría, ya fallecido, recapitula de forma magistral el periodo de jolgorio desenfrenado que vive el Caribe colombiano entre principios de diciembre y los cuatro días de Carnaval.

Inspirada en la primera fiesta de las cuatro, la del 8 de diciembre, de homenaje a la Inmaculada Concepción, la letra hace un recorrido por la Noche de Velitas (7 para amanecer 8), Navidad, Año Nuevo y Carnavales, saltándose el día de Reyes Magos, que en el Caribe no es una fiesta de tanto reclamo como en España.

En cualquier caso, sean las fiestas que sean, ya pasó la temporada navideña, la época fuerte de consumo, que desde hace algunos años se anticipa a la última semana de noviembre, con el black friday, otro hito copiado de gringolandia.

Pasó la época de mensajes de felicitaciones en serie por whatsApp, otros más personales, que aunque sin adornos o animaciones, muy sentidos y quizá de mayor recordación. Inevitable que algunos de ellos apaguen por un instante la música para darnos un necesario toque de realidad.

Mafalda es un personaje recurrente en los mensajes de quienes tenemos cuarenta y más años pa’ arriba. La niña del genio y valiente Quino acaba de cumplir  60 años en septiembre y no envejece, y no puede envejecer porque la ruindad humana rejuvenece: “en el mundo hay cada vez más gente y menos personas”, apunta una de sus reflexiones más citadas.

Y como el cerebro privilegiado de Mafalda tiene para criticar, dar y repartir, imposible obviar, con toda la miseria que tenemos por delante, su histórica consideración de 1 de enero, cuando se levanta y su padre dubitativo termina por confirmarle, ante su pregunta capciosa, que en el mundo todavía no se ha acabado ni el hambre ni la pobreza, y tampoco destruido las armas nucleares: “¿Y entonces para qué cuernos cambiamos de año?”.

Pero es que hoy también sigue el genocidio en Gaza ante el silencio del mundo, la corrupción política, la desinformación, el desinterés por mejorar el sistema educativo y sanitario, el menosprecio a la ciencia y la cultura, los atentados al medio ambiente, las guerras, incluida la cognitiva, los ataques a la soberanía de países por naciones más poderosas y un montón de problemas globales que restan a la esperanza de cambio y que nos llevan a pensar que la ingenua reflexión de Mafalda tendrá vigencia el 1 de enero de 2026, el del 27 y sucesivos.

Por preocuparnos, pues ahora resulta que a un sector de la sociedad española preocupa más que una pareja de cómicos haya enseñado en el show de medianoche del 31 de diciembre en la televisión pública, una estampita que combina la  cabeza de una vaca con la figura del Sagrado Corazón, que problemas tan serios y cercanos como la especulación urbanística, la falta de vivienda, la escasez de agua, el crecimiento del número de familias en situación de vulnerabilidad, el desempleo juvenil o el aumento de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas.

Estos colectivos ultracatólicos tan impolutos vinculados a la extrema derecha sin embargo no dicen nada sobre los abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia católica denunciados recientemente por el Defensor del Pueblo, que en un informe cifra las víctimas en 674 personas, o la masacre al pueblo palestino por parte de Israel que suma ya más de 45.000 muertos con bombardeos los últimos días a hospitales y centros sanitarios.

¿Feliz año?, podríamos decir que es suficiente con uno usado, de aquellos en los que se vivía mejor, como contestó uno de los personajes de Carlitos y Snoopy cuando su interlocutor tuvo a bien felicitarlo por el año nuevo.

No obstante, a través de la música, siempre reivindicativa y esperanzadora, me llega en contraposición a la vulgaridad ‘+57’, cantada por los reguetoneros Karol G, J Balvin y Maluma, entre otros colaboradores, la bella letra de ‘Verdadero +57’ (desconozco su autor), esta sí de verdadero homenaje a la cultura colombiana, que nos anima diciéndonos que hay razones para gritar y luchar “por los niños que son nuestra fuerza” y “por lo sueños que son nuestra esencia”.

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