Hace dos años que el Grupo Chacón creó su departamento de sostenibilidad y fijó como uno de sus principales objetivos el de generar proyectos de circularidad con residuos. A todas las empresas les sobra algo en grandes cantidades: residuos que se desechan y que, en la mayoría de las ocasiones, o no se reciclan o no vuelven a formar parte de la cadena productiva. 

Uno de los residuos de los que se tienen que hacer cargo son los palés. Se les ocurrió que quizá se podría conectar con alguna iniciativa de tipo social para gestionarlos y crear algo distinto. Contactaron con la Asociación Derecho y Justicia, que lleva años trabajando en el centro penitenciario de Tahíche, donde el 40 por ciento de los internos procede de Fuerteventura, se creó un proyecto y se propuso a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, que lo acabó aprobando.

Dice Carlos Armas, responsable de ese departamento del Grupo Chacón, que el objetivo es crear un modelo para que se puedan fijar otras empresas y que el proyecto no está cerrado, sino que consiste en que pueda seguir creciendo y se puedan sumar otras instituciones u otras empresas. Menciona también como una de las impulsoras del proyecto a Paula Gomes, trabajadora de ese mismo departamento y asegura que el objetivo siempre fue el de generar proyectos de circularidad dentro de Lanzarote: empresas que tienen residuos, se los llevan a otras personas y los transforman en algo útil.

El objetivo de ese departamento empresarial, señala, no solo es el de reducir emisiones y residuos dentro de su propia empresa, sino también el de crear una conciencia medioambiental. “Esa es la visión, que el niño se haga grande y que sea un ejemplo para otras empresas”, asegura.

Faltaba un monitor que desarrollara el proyecto y ahí es donde aparece José Goñi, que combina desde hace años el reciclaje con el arte y la concienciación. Es capaz de convertir casi cualquier residuo en un objeto útil. De momento, van a empezar por los palés, pero también por cartones, corchos u otros plásticos. Entre las opciones iniciales estaba la de hacer cajas para vino, para las bodegas.

El proyecto ya se lleva a cabo en el Centro de Inserción Social (CIS) Ángel Guerra, donde se cumple condena en tercer grado, en régimen de semi libertad. Hay cuatro internos a los que se les ha pasado ya de segundo a tercer grado para que puedan asistir a esta experiencia piloto. El curso dura tres meses y ya hay veinte alumnos implicados. En el centro había una sala, un taller, que estaba en desuso y que es ideal como espacio para el curso.

Tharais Armas, coordinadora de Derecho y Justicia, señala que se trata de un proyecto piloto y que aún es pronto para saber qué repercusión tendrá. Dice que tiene más sentido que se imparta en el CIS porque son personas que ya se están reintegrando en la sociedad y uno de sus objetivos es el de encontrar trabajo. También dice que es importante que busquen esa salida laboral en otro sector distinto al de la hostelería, que complica en ocasiones mantener hábitos de vida más saludables, un elemento esencial para la reinserción.

Fases

Los internos pasan por varias fases, es un trabajo en cadena. Primero está la etapa de concienciación, después la formación y, por último, la ejecución. “Se trata de generar posibles puestos de trabajo a través de los residuos”, señala Armas. De momento, Derecho y Justicia ha buscado los fondos para impartir este, pero su intención es solicitar ayuda económica a entidades públicas de diferentes áreas para garantizar que se alargue su duración. “Uno de los objetivos es que acabe siendo autosuficiente, o casi, al menos las fases que se desarrollen en el centro penitenciario”.

La primera fase consiste en familiarizar a los internos con los cinco elementos de los residuos domésticos, que serían el plástico, los metales, el vidrio, papel y cartón y la basura orgánica.  Después vendría el trabajo en cadena y la tercera fase sería la de poner los productos a la venta. Y van enseñando el trabajo en cadena a los internos. En cada fase se ejecuta una parte del trabajo. Los diseños son del monitor, pero la idea es que todos sepan hacer todas las partes y después que tengan un precio determinado.

“No sólo se reciclan las cosas, sino que nosotros también nos reciclamos”

Goñi también ha contactado con la empresa MJC Ambiental, que trabaja con el festival Sonidos Líquidos, para intentar crear vasos de cartón para las fiestas populares. Otra opción es crear todo tipo de material de merchandising, como carpetas, maletines  o agendas para congresos, como podría ser para el Congreso Internacional de Microplásticos que se celebrará en Lanzarote este año.

Con los palés se podrían hacer las cajas para las botellas de vino que se puedan llevar al extranjero, pero también para tiendas de artesanía o de muebles, e incluso cajas de gran tamaño que no se encuentran fácilmente en el mercado. Harán “marcas blancas” a las que se pueda añadir el logo de cada una de las tiendas que participen.

“El objetivo final es la reinserción, no sólo una cuestión medioambiental, e incluso enseñarles la posibilidad de que creen una cooperativa que pueda ser gestionada por ellos mismos y que tenga una continuidad”, dice Goñi, que se muestra “muy ilusionado”. “No sólo se reciclan las cosas, sino que nosotros también nos reciclamos. Hay que aprovechar esta oportunidad y que el tiempo que estén allí sirva para poder reciclarse”, asegura.

El proyecto se llama De residuos a recursos. Tharais Armas señala que cada parte del proyecto tiene sus objetivos. Por una parte empresariales, por otra ambientales, y que por parte de Derecho y Justicia, “el objetivo es el mismo que el de todos los proyectos que hacemos, que es la reinserción, e intentar mejorar la calidad de vida de los internos”. También señala que se está estudiando la posibilidad de incluir en una segunda fase a población extranjera que no tiene ninguna otra manera de comenzar el camino de la integración en la sociedad después de cumplir condena.

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