Pedro Gordillo: Jefe de Policía, letrado, trabajador social y héroe
El inspector jefe de Puerto del Rosario desde 1990 ha acumulado reconocimientos de todo tipo a lo largo de su carrera, de la Cruz Roja, del Gobierno canario o de la Policía Nacional
Iba destinado a trabajador social, pero el azar lo convirtió en policía local de Puerto del Rosario hace 33 años. “Había sacado una plaza de celador de hospital, pero me iban a destinar a Lanzarote y yo no quería irme de la Isla, así que me presenté a las oposiciones de la Policía y me convertí en funcionario del Cuerpo el 2 de enero de 1985. Pertenezco a la primera promoción que tuvo que superar tres exámenes psicotécnicos en las pruebas de selección, en vez de uno”, recuerda Pedro Gordillo, a quien le gusta decir que policía “dicen que se nace, pero yo me hice”.
El inspector jefe del cuerpo municipal de Puerto del Rosario desde 1990 ha acumulado reconocimientos de todo tipo a lo largo de su carrera, como la medalla de Cruz Roja Española, la del Mérito a la labor policial del Gobierno de Canarias o la Cruz del Mérito con distintivo blanco que otorga la Policía Nacional. El pasado mes de enero recibió en Madrid la medalla de la Unión Nacional de Jefes de Policía por su participación en estudios y trabajos sobre la labor policial, un aspecto de su trabajo que le interesa vivamente por su vocación social. “En el Congreso, escuchamos casos de compañeros y compañeras que narraron su experiencia haciendo frente a los cambios sociales por los que pasamos actualmente, en materia de igualdad o de diversidad. Llamó la atención una agente transexual de los Mossos d’Esquadra, o el caso de Li, el primer guardia civil de origen chino”, cuenta Gordillo, que asegura que en la jefatura de Puerto del Rosario existe una total naturalidad en la convivencia con la diversidad.
Para Pedro Gordillo, lo más gratificante de su trabajo es poder ayudar a los demás. “El servicio público es lo más importante”, subraya, aunque recuerda dolorosos momentos que se le han quedado grabados, como el fallecimiento de un bebé en sus brazos, víctima de un accidente de tráfico. “La madre murió en el acto y, cuando atendíamos el siniestro, oímos, detrás del asiento, lo que pensamos que era la respiración del pequeño, pero por desgracia ya estaba muerto. Intentamos reanimarlo en el sitio y luego, cuando llegaron los sanitarios, durante 40 minutos sin éxito”, dice. Y es que la falta de medios en otros tiempos hacía de los agentes locales auténticos ‘héroes a la fuerza’. En otra ocasión, la Policía logró salvar la vida de una niña tras un incendio en una vivienda del barrio de El Charco. “La sacamos por la azotea”, recuerda Pedro, que cuenta que ahora esa pequeña es una madre de familia, que probablemente guarda un cariño especial a los agentes de policía.
La implicación era a veces continua, hasta el punto de que Gordillo recuerda “haber llevado detenidos en mi coche, con mi mujer dentro”. Estas anécdotas ocurrían con personas conocidas, en riñas de verbena, en las que el agente se encontraba en su tiempo libre con su entonces novia. “Mi mujer y, en general, la familia son el mejor apoyo en este tipo de trabajos”.
Aunque las condiciones han cambiado y existen más recursos que entonces, Gordillo dice que la labor de las fuerzas locales sigue siendo “muy colaborativa con los servicios sociales, muy cercana a la población porque se trata de tus propios vecinos”. Así, los agentes de Puerto del Rosario suelen ser conocedores de los casos de desarraigo, drogodependencia o exclusión. “Es muy gratificante pensar, por ejemplo, que has contribuido a ayudar a personas consumidoras a dejar los estupefacientes”, explica.
El jefe Gordillo es, además de trabajador social, licenciado en Derecho, una carrera que estudió “de adulto y trabajando ya en el Cuerpo”, lo que supuso una auténtica odisea que pudo superar con apoyo familiar. Reconoce que su formación ha sido una ayuda inestimable en el desempeño de su labor, sobre todo en épocas “críticas”, como durante la llegada masiva de inmigración a las costas de Fuerteventura a mediados de la década pasada. De nuevo la falta de recursos hacía aflorar la profesionalidad de los trabajadores sociales, cuerpos de seguridad y sanitarios. “Recuerdo las necesidades que había cuando el centro de internamiento de extranjeros de El Matorral no daba abasto para albergar a todas las personas que llegaban”, dice. Las cosas han cambiado mucho, tanto, que el propio ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, reconoció recientemente que el Gobierno ha pagado desde 2014 más de 670.000 euros a una empresa privada por los servicios de alimentación en el CIE, “en previsión de un repunte de la inmigración”. Gordillo dice haberse sorprendido mucho con esta noticia. “El CIE está vacío hace seis años”, comenta escuetamente.
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1 Carmen rosa Lun, 26/03/2018 - 10:22
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