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Más de 300 familias alertan del abandono de Rosa Vila

En el barrio residen unas 800 personas y demandan un parque infantil, bancos, canchas deportivas, transporte, un centro cultural y pasarelas peatonales

Itziar Fernández 1 COMENTARIOS 23/10/2024 - 06:42

Un barrio olvidado y aislado. Así definen los vecinos el estado en el que se encuentra Rosa Vila. Un núcleo con cinco edificios con 70 viviendas en cada uno, y unos dúplex. Residen más de 300 familias y unas 800 personas. El secretario de la Asociación de Vecinos Rosa Vila, Rubén Solís (nombre ficticio porque prefiere mantener el anonimato), afirma que hace 17 años las autoridades prometieron ejecutar un parque infantil, pero nunca salió adelante esa promesa.

Este hombre compró su vivienda en 2017 y fue testigo de conflictos iniciales con okupas. “En la actualidad el barrio ha crecido mucho, se han vendido todas las viviendas en los últimos años, y con este volumen de población urge una inversión pública y contar con pasarelas peatonales que conecten con el colegio Pablo Neruda y Puerto Cabras”, propone.

Además, considera que no es tan costoso crear un puente que conecte con el polígono industrial Risco Prieto, para acceder a la zona sin peligro y “diseñar unos viales amplios y peatonales hasta el cementerio viejo, para poder llegar a la zona centro de forma segura sin pasar por barrancos, pistas de tierra y sortear piedras”, resume.

El vecindario manifiesta su cansancio y desolación porque “todo se queda en promesas incumplidas y no hay forma de crear infraestructuras públicas modernas y acordes a los nuevos tiempos”.

Estos vecinos abonan los impuestos más elevados del municipio, después del barrio de Las Granadas o de Los Pozos, que gozan de todos los servicios. “Las viviendas más grandes pagan un IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles) de más de 310 euros al año y no tenemos nada”, apuntan en el barrio, que consideran que se encuentra aislado del resto de Puerto del Rosario.

“Solicitamos poder disfrutar de jardines, que se instale un parque infantil y canchas deportivas. No hay bancos en las calles ni zonas de sombra, y sólo han plantado algunos arbolitos, pero los alrededores están pelados de vegetación”, critican desde la asociación vecinal. “También hemos pedido un pequeño local social para organizar actividades”, añaden.

Las viviendas de los nuevos bloques son de alta calidad, cuentan con piscina comunitaria y terrazas. “El último bloque, que salió a la venta hace dos años, se vendió muy rápido por su calidad, precio y por la falta de vivienda en la capital”, explican desde la asociación.

Sin embargo, el vecindario insiste en que urge la inversión pública en el barrio. “Salvar el barranco hasta el colegio Pablo Neruda sería bastante sencillo, una obra barata, y acabaría con parte de nuestro problema de aislamiento con Puerto del Rosario, pero ni los políticos lo han impulsado ni los técnicos han diseñado un proyecto en condiciones”, destacan.

A juicio del colectivo vecinal, no se les “toma en serio” y “siempre ponen excusas”, como que es un procedimiento largo “expropiar los terrenos” necesarios y solicitar los permisos para intervenir en una cuenca hidrográfica.

“Se trata del cuento de nunca acabar para no invertir en infraestructura pública que revierta en el bienestar vecinal”, denuncia públicamente el vicepresidente de la asociación, Roberto Sánchez (también nombre ficticio), propietario de una vivienda desde el año 2018.

Crear pasarelas e invertir en infraestructuras públicas es una de las asignaturas pendientes de Puerto del Rosario, que cuenta ya con un presupuesto municipal para este año de 53 millones de euros. “Los vecinos no entendemos que con esas cuentas no haya más inversión pública, y resulta lamentable que las partidas más gordas sean para fiestas, sin atender primero los problemas y necesidades vecinales”, critican los residentes de esta zona de la ciudad.

Carencias en movilidad

Otra de las demandas históricas de Rosa Vila es conseguir que la guagua urbana llegue a su barrio. En la actualidad, “sale de la estación, pasa por Majada Marcial, Fabelo, tiene una parada abajo, en el cementerio viejo (barrio de Tamogán), pasa por el Hospital, Playa Blanca, el Palacio de Congresos en Los Pozos, la Avenida Marítima y El Charco, pero no llega a Rosa Vila, y sólo algunas interurbanas llegan hasta aquí”, indican en la asociación.

“Pagamos impuestos pero no tenemos los mismos servicios que el resto”

En un futuro, esta guagua roja incluirá el barrio de La Hondura, pero no se baraja conectar con Rosa Vila, algo que califican de “vergonzoso”, ya que tan sólo tendría que subir desde la glorieta del centro comercial Las Rotondas hasta el barrio y volver a bajar, para que los residentes puedan tener un servicio de transporte público hasta el Hospital General, las playas o la Avenida Marítima.

En la actualidad, con las obras del Eje Norte Sur de carreteras, que se están desarrollando desde Caldereta hasta el Aeropuerto, con especial incidencia en el entorno de la Circunvalación de Puerto del Rosario, también han tapado el carril bici que transcurría por la zona alta de la ciudad y les permitía acceder al colegio e instituto Puerto Cabras.

Una vecina, que ha comprado recientemente una vivienda en el barrio, se queja de que ya no puede acudir en patines, a pie o en bici con su hijo hasta dicho centro educativo, porque se ha tapado con montañas de arena. “Necesitamos que habiliten de forma provisional el carril bici por la zona alta para llegar al colegio y al IES Puerto Cabras, porque está muy cerca de este barrio y lo utiliza mucha gente. De lo contrario, los escolares cruzan por los terrenos campo a través, entre piedras”, denuncia.

Conflictos con okupas

Hace varios meses los vecinos se reunieron con la nueva Corporación municipal y les transmitieron sus demandas. “Nos escucharon y se comprometieron a trabajar para mejorar la calidad de vida en el barrio, pero acabará el año y seguiremos esperando”, lamentan.

La percepción general del vecindario es que el edificio de okupas no supone una gran amenaza, y la vida en este barrio es bastante tranquila, pero solicitan que “se resuelva este problema y se acelere el desalojo porque cada vez se mete más gente”.

Según el vecindario, el problema es que hay que pasar por esta zona para bajar al centro comercial y al centro de Puerto del Rosario y “en ocasiones hay peleas, se escuchan amenazas, hay algunos incendios y las familias no dejan que sus hijos crucen solos por allí de noche”. “Hay que poner más iluminación y elevar la seguridad”, demandan los residentes en Rosa Vila.

Los residentes piden que se acabe con el aislamiento con guaguas y pasarelas

Los dos primeros edificios, que se ejecutaron hace 17 años, soportaron ruidos, peleas, robos y conflictos con los okupas, y se vieron obligados a poner denuncias e incluso recibieron amenazas de mafias, que se metieron en un edificio que quedó a medio construir con la crisis de la burbuja inmobiliaria que estalló en 2008. En aquella época, algunos residentes pusieron a la venta y en alquiler las casas y se marcharon atemorizados. Sin embargo, en la actualidad se trata de un edificio apartado.

No obstante, por ciertos problemas que se siguen produciendo, muchos vecinos prefieren no pronunciarse públicamente o no enseñar su rostro para este reportaje, debido a amenazas recibidas y la existencia de mafias, que vendían llaves tras meterse en las casas. Para acabar con esta situación, los nuevos promotores pusieron un servicio de seguridad privada y muchos residentes han instalado alarmas en las viviendas.

“Este edificio ofrece una imagen bastante mala del barrio, todo está roto, hay peleas, incendios y se conectan a la luz pública”, alerta el vecindario, por lo que piden a las autoridades competentes que adecenten los espacios públicos, pongan orden y garanticen la seguridad.

“Si conseguimos que desaparezca ese edificio marginal, Rosa Vila puede ser uno de los lugares más atractivos para vivir en la capital por su tranquilidad, porque todo es nuevo y podemos ser un ejemplo de buena convivencia y modernas infraestructuras”, añaden. De momento, han conseguido que se asfalten las calles, se arreglen aceras, algunas farolas y contar con un pequeño servicio de limpieza pública.

“Creemos que la mala imagen que persiguió a Rosa Vila se ha disipado en la actualidad, y se ha logrado consolidar un núcleo moderno, habitado por familias jóvenes, con gran proyección de futuro en Puerto del Rosario”, concluyen los representantes vecinales.

Comentarios

Suerte con eso. Pero váyanse acostumbrando a la sordera institucional. Es lo que hay, para todos en esta isla.

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