Con la vuelta de las clases recordamos los grandes problemas que la educación primaria y secundaria tuvieron que afrontar para su implantación en ambas islas
Los difíciles orígenes de la educación en Fuerteventura y Lanzarote
Con la vuelta de las clases recordamos los grandes problemas que la educación primaria y secundaria tuvieron que afrontar para su implantación en ambas islas
Como muchos otros aspectos similares, la historia de la educación en Lanzarote y Fuerteventura está marcada por la división trascendental que hubo entre islas de realengo e islas de señorío. Durante la conquista europea, una parte de Canarias se quedó bajo dominio señorial, mientras las otras islas, las más pobladas y con más recursos naturales (Tenerife, Gran Canaria y La Palma), pasaron directamente a las manos de los monarcas españoles. Fue una división que duró siglos.
Por la mayor carga de impuestos y la arbitrariedad de los señores locales, las condiciones socioeconómicas eran más dificultosas en las islas de señorío. Si en la España del siglo XVIII, Jovellanos y otros ilustrados empujaron a los borbones a ciertas reformas educativas, en territorios como Fuerteventura y Lanzarote y las otras islas señoriales (El Hierro y La Gomera), no hubo una enseñanza organizada durante el Antiguo Régimen. Solo una pequeña minoría ligada a la oligarquía local pudo formarse y siempre en una educación profundamente religiosa. La iglesia monopolizaba la instrucción.
Todo ello, dejando a un lado el sentido de la educación que debieron tener los majos, la población de origen norteafricana establecida en la isla durante, al menos, más de un milenio antes de la llegada definitiva de los europeos en 1402. De los majos sabemos detalles de sus modos de supervivencia (alimentación, útiles, hábitats, relación con el medio, etc.), pero conocemos menos de su mentalidad, salvo que era una sociedad jerarquizada y con un fuerte componente religioso, características que se debían de transmitir en sus procesos de enseñanza.
Siglo XIX
A mediados del siglo XIX, la inmensa mayoría de la población de Fuerteventura y Lanzarote no manejaba el uso de la escritura y la lectura y la situación de la educación pública era un ejemplo especialmente significativo del retraso secular en el que ambas islas estaban insertas. Según las estadísticas de Pascual Madoz, en 1843 Lanzarote tenía 13 escuelas y Fuerteventura 9. En su ejemplar obra recopilatoria, Pedro Olive señalaba que en 1865 el analfabetismo afectaba a un 84'7% y a un 90'6% de los hombres y mujeres de Lanzarote. La situación en Fuerteventura no era mejor. Esta isla sólo tenía 7 escuelas primarias a mediados del s. XIX y apenas acudían 148 niños y 35 niñas de los 650 varones y 635 mujeres en edad escolar que residían en Fuerteventura.
No hubo una enseñanza organizada durante el Antiguo Régimen en Lanzarote y Fuerteventura
El atraso de la educación pública correspondía también a una estructura de poder clasista, como ya señalaron hace tiempo autores clásicos como Juan Francisco Martín Ruiz: “El analfabetismo [...] constituye una característica estructural y secular de la región canaria, y de Canarias orientales en particular. Es algo a la vez intrínseco a la formación social, plagada de relaciones sociales precapitalistas, en las que la clase social dominante ejercía su poder de clase, impidiendo, entre otras cosas, para su mejor dominación que las clases populares y proletarias tuvieran acceso a la enseñanza.”
A mediados del siglo XIX empezaron a fortalecerse en ambas islas nuevas ideas liberales y democráticas que apostaban por la educación como herramienta clave: la aparición de la prensa y otros medios culturales, la creación de sociedades y asociaciones, el desarrollo de pequeños núcleos urbanos y, sobre todo, la consolidación de una nueva mentalidad progresista y laica fueron signos de cambios.
Además de la educación primaria, las familias pudientes enviaban sus hijos a estudiar fuera o con maestros particulares para niveles superiores. En el siglo XIX, la Iglesia y la iniciativa privada también destacaron en este ámbito, e incluso entre 1888 y 1904 funcionó un pionero centro privado de enseñanza secundaria en Arrecife.
Retrato escolar del niño Miguel Á. Ferrer Bermúdez en 1951.
Siglo XX
En el siglo XX, la situación educativa comenzó a mejorar de forma paulatina, de nuevo siguiendo las dinámicas regionales y nacionales pero con un retraso muy apreciable en nuestras islas. En 1920, en comunidades como las Vascongadas y Navarra o Castilla la Vieja la tasa era de un 33,99 y 34,88% frente al 69,40 de Canarias, que se situaba a la cola del país. Además, Fuerteventura y Lanzarote estaban, a su vez, por debajo de la media canaria.
En todo caso, los presupuestos de las administraciones locales destinadas a las infraestructuras educativas aumentaron y no sólo en las capitales insulares creció el número de escuelas sino también en los pueblos del interior de las islas. En octubre de 1913 se dio un paso importante con la apertura de la Escuela de Artes y Oficios de Lanzarote y en octubre de 1928 comenzó la andadura —durante 10 años— del primer instituto público de “2ª Enseñanza Elemental de Arrecife”.
La II República impulsó nuevas escuelas y la lucha contra el analfabetismo
Desde los años veinte y más aún con la llegada de la II República, la lucha contra la alfabetización y la creación de nuevas escuelas cobraron un impulso mayor. En Lanzarote la tasa de escolarización entre niños de 5 y 15 años pasó del 31% en 1924 al 73,2% en 1935. Aún así, la petición al Ministerio de Instrucción Pública del Ayuntamiento de Arrecife en 1932 de la urgente necesidad de dotar a la isla de la primera biblioteca pública, revela las graves limitaciones del contexto.
La Guerra Civil y la dureza de los años de posguerra echaron por tierra gran parte de los últimos logros, por humildes que fueran, algo que se puso de manifiesto que el cierre del único instituto de Lanzarote en 1939. No obstante, tres años más tarde se reabrió este instituto y también se inauguró la Escuela de Pesca de Arrecife, un centro formativo masculino con una personalidad propia dada la importancia tradicional de pesca.
La posguerra también trajo procesos de depuración para docentes locales, al mismo tiempo que ambas islas recibían profesores depurados de otras zonas del país que eran enviados a Lanzarote y Fuerteventura a modo de semidestierro.
En Fuerteventura, las enseñanzas medias comenzaron en los años cuarenta a través de una iniciativa privada, hasta que finales de los cincuenta pasó a manos de las instituciones locales.
A partir de los años sesenta del siglo XX se consolidó poco a poco un panorama más positivo, con más escuelas, centros formativos y descenso de los niveles de analfabetismo, aunque fue verdaderamente en la vuelta de la democracia y el desarrollo del turismo cuando se dio un gran salto cualitativo y cuantitativo en la lucha contra las lagunas educativas seculares de ambas islas. No obstante, el panorama, siendo mucho mejor, tampoco fue idílico: el colosal crecimiento demográfico que acompañó al bum del binomio turismo/construcción en Fuerteventura y Lanzarote trajo problemas a los servicios públicos, incluyendo la educación, que se vio sobrepasada en muchos momentos a partir de los años ochenta.
Comentarios
1 Juan Dom, 01/10/2023 - 13:42
2 Origenes? Dom, 01/10/2023 - 17:44
3 fefa gonzález Vie, 06/10/2023 - 14:18
4 Era Lun, 09/10/2023 - 15:32
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