DESTACAMOS

Lara Rodríguez, de profesión ganadera

La joven afronta el relevo generacional en la explotación de Lajares como ejemplo de que la ganadería puede resultar atractiva para jóvenes trabajadores

María José Lahora 2 COMENTARIOS 30/12/2024 - 07:27

Lara Rodríguez es una joven ganadera que forma parte de la cuarta generación de ganaderos en su familia. Junto a su padre, Esteban Rodríguez, cuida una cabaña de más de 1.300 cabras majoreras en Lajares. Con 27 años de edad hace ya tres que entró a formar parte como trabajadora de la explotación familiar en Lajares, un legado que proviene de su bisabuelo y que ha formado parte de su día a día desde que tiene uso de razón.

Lara se ha criado entre cabras junto a su abuela y su padre, que decidió diversificar la empresa familiar con un rama dedicada al transporte. Con estos antecedentes, no es de extrañar que la joven se decantara por la elección en sus estudios por un ciclo superior de ganadería y otro de mecánica. Desde joven supo que el mejor futuro laboral estaba al lado de los suyos. “Para trabajar para otra persona mejor trabajo para mi padre que, en definitiva, es para mí también. La ganadería es un sector mucho más laborioso y al que hay que dedicarle muchas horas, pero al fin y al cabo se trabaja para uno mismo”.     

En la finca de Lajares, la familia Rodríguez se dedica principalmente a la producción lechera que destinan a las grandes queserías. Con una cabaña de cabras en ganadería extensiva la producción diaria puede alcanzar los 30.000 litros, para lo que cuentan con la ayuda externa de otros trabajadores. La jornada laboral comienza a las cinco de la mañana. Dependiendo de la época del año se atienden unas tareas u otras. Durante la recría, que comienza justo en noviembre, las necesidades son mayores.

Una jornada laboral en la finca no suele ser superior a las ocho horas, siempre y cuando no sea “temporada alta”, como denominan a los dos periodos anuales de recría correspondientes a los meses de noviembre y febrero. Aunque los horarios no son los más demandados. La jornada comienza cuando aún no ha salido el sol, Lara atiende el corral de preñaderas que producen menos leche y pasan cada dos días por la ordeñada y más tarde será el turno de las que aún no están preñadas.

Tras el ordeño toca limpiar las máquinas ordeñadoras, los corrales y las salas de espera. Labor que se alterna con la de alimentar a los animales para agilizar el trabajo diario. En la explotación ganadera no hay días libres ni fines de semana, aunque los trabajadores se turnan para procurar sus jornadas de descanso. “Si no es época de parideras nos turnamos mi padre y yo para hacer unas escapadas y poder disfrutar de unas vacaciones, aunque es una pena que no podamos irnos juntos”, señala la ganadera.

Entrado el mes de noviembre, comienza el trabajo más duro en la granja, tras el nacimiento de los primeros baifos. “Hay que estar pendiente prácticamente las 24 horas”. A las tareas habituales de ordeño, alimentación y limpieza de la cabaña ganadera hay que sumar el cuidado continuo de los baifos mañana y tarde. “Ahí es cuando solemos decir que no está pagado el trabajo que hacemos”, aunque Lara reconoce que es satisfactorio ver salir adelante a las crías.

La joven ganadera dice que lo que menos le gusta de su trabajo es cuidar a los baifos por el esfuerzo y la dedicación que precisa, pero al mismo tiempo “da mucha satisfacción verlos crecer”. En la explotación de Lajares, trabajan en extensivo en unos terrenos donde las cabras puedan caminar a su aire. Tienen las puertas abiertas para que salgan más allá de los límites de la granja, el paseo por las piedras contribuye a que las pezuñas se limen y se evite el sobre crecimiento. Ellas mismas regresan al final del día a sus corrales, fruto de la costumbre.

En los inicios de la ganadería, cuando la explotación no abarcaba la actual cantidad de ejemplares, Esteban Rodríguez probó suerte con la elaboración de quesos, a la que se había dedicado con anterioridad la abuela de Lara, pero comprobó que era más rentable dedicarse exclusivamente a la producción lechera. En sus orígenes, la familia también se dedicó a la venta de cabritos. El paso de una generación a otra y las necesidades del mercado obligaron al ganadero a optar exclusivamente por la producción lechera, mucho más rentable. Sin olvidar la dedicación a la otra rama empresarial, la del transporte, hasta que la finca agraria se convirtió en su prioridad.

Aun así, son numerosas las trabas a las que se tienen que enfrentar los ganaderos en Fuerteventura. La subida del precio de los insumos, la falta de agua y la limitación energética son algunas de ellas. Lara explica que aunque el coste del alimento del ganado ha bajado en comparación con meses anteriores la ganadería puede llegar a ser más rentable si se cuenta con una numerosa cabaña, ya que con pocas cabras es difícil subsistir en estos tiempos.

Para afrontar la falta de agua debido a la emergencia hídrica que afronta la Isla, así como los continuos cortes del suministro, cuentan en la finca con un depósito con capacidad para 30.000 litros de agua que en verano debe rellenarse mucho más a menudo. Tampoco cuentan con suministro de luz eléctrica. En los primeros tiempos de la explotación subsanaron este impedimento con la disponibilidad de un motor. Más tarde se avanzó en la instalación de placas fotovoltaicas para conseguir ser autosuficientes, si bien el crecimiento de la cabaña ganadera y las necesidades de la explotación impiden que en temporada de invierno, con menos horas de luz solar, cuenten con la capacidad energética suficiente y tienen que recurrir a la ayuda de un generador con motor de gasoil. “A la maquinaria normal para la extracción de leche, en invierno se añade la relativa a la criadera de los baifos, lo que requiere mayor gasto energético. El día que consigamos contar con luz eléctrica nos daremos con un canto en los dientes”. 

Relevo generacional

Cada vez son más los jóvenes que se dedican a la ganadería, señala Lara, a pesar de que el salario, que se mantiene invariable, no siempre compensa la subida del coste de la vida.  Destaca el “entusiasmo” con el que ve a las nuevas generaciones impulsar el campo majorero, que en ocasiones supone “empezar desde cero” que, a su juicio, confiere mayor valor a esta apuesta por el sector primario entre la juventud de la Isla que busca nuevas salidas laborales.

Lara es consciente de que dependerá de ella la continuidad de la explotación

Lara se une también al gremio de jóvenes mujeres ganaderas, un camino que ya emprendieron las hijas de Felipa Valdivia, Saray y Elizabeth, en la quesería La Montañeta de Casillas del Ángel, relevo que ha pasado ya a manos de una tercera generación de mujeres, gracias al empeño de su nieta mayor. “También hay una joven en Tiscamanita que trabaja con el padre y los hermanos en la ganadería familiar. Pero pueden contarse con los dedos de una mano las mujeres que trabajamos en el sector”, comenta Lara.

Un sector no exento de sacrificio y cuya rentabilidad está sujeta al mercado de la leche. “Te pagan el producto en relación a la cantidad que produzcas y su calidad, factores que marcarán el precio final de la producción”.

Como hija única, Lara es consciente de que dependerá de ella la continuidad de la explotación familiar. Aunque cree que cuando se quede sola atendiendo la finca tendrá que reducir la cabaña ganadera para poder continuar al frente del negocio. “Si algún día me quedo sola y mi padre se echa a un lado, tendría menos cabras. Es muy sacrificado y al fin y al cabo hay que pensar en uno mismo. Mi objetivo es contar con una cantidad de animales suficiente de los que pueda vivir, pero sin dejarme la vida en ello”.

Apoyo a Feaga

No es difícil que este grupo de mujeres se reúnan en torno a actividades promocionales como la Feria Agrícola y Ganadera, Feaga, que se celebra anualmente en Pozo Negro. Lara ha participado ya en su tercer concurso de ordeño anual. “Comencé por obligación, pero ya me involucro por el deseo de contribuir a una mayor difusión y respaldo de la feria. Cada vez hay menos ganaderos que quieren participar y nuestra contribución es importante para que se fortalezca el evento que apoya al sector”, comenta.

Una de las citas de mayor expectación del certamen agrario es el concurso de ordeño, junto a la subasta de machos. Hasta el momento, Lara no ha conseguido premio alguno en el certamen, pero eso no la desalienta. Quizá porque su padre suele ser uno de los triunfadores, con lo que todo queda en casa. En la última edición de Feaga, el ganadero Juan Pedro Hernández Ramos, de Betancuria revalidó su puesto de ganador del concurso de ordeño manual con una marca de 4,9 litros en un minuto. El segundo puesto fue para Antonio Espinel con 3,8 litros y el tercero para Esteban Rodríguez con 3,4.

Comentarios

Tiene ganaderia de cabras o vacas??? Porque con 1300 cabras 30000 litros .no me cuadra .cuide bien esas cabras
Sería bueno que empezaran ustedes a decir el nombre completo de este pueblo de LOS LAJARES

Añadir nuevo comentario