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La falta de turistas y ferias colocan a la artesanía en la cuerda floja

Los artesanos calculan un 70 por ciento menos de ventas desde que empezó la pandemia. Algunas tiendas de productos artesanales no han podido resistir la falta de visitantes y han echado el cierre

Eloy Vera 0 COMENTARIOS 25/05/2021 - 07:14

Sin turistas ni ferias los artesanos majoreros viven en el alambre. Aseguran sufrir pérdidas de hasta un 70 por ciento y se agarran a la venta online o a la posibilidad de impartir talleres como alternativas para continuar adelante con un sector ya de por sí débil. A otros no les ha quedado más remedio que cerrar el negocio y esperar tiempos mejores.

“Fue bastante duro. Emocionalmente, fue un palo muy gordo”, asegura Lidia Núñez. Ella, junto a un compañero artesano, abrieron en 2010 Cabracadabra, una tienda de artesanía ubicada en el pueblo de Lajares. El local era un taller de creación de joyas y diseños de seda pintada a mano, donde los visitantes podían ver sobre el terreno a los dos artesanos trabajando.

Durante todos estos años, la suerte se puso de su lado y lograron vender sus creaciones con cierta facilidad y crear una cartera de clientes. Con la llegada de la pandemia, en marzo del año pasado, las calles de Lajares se quedaron vacías de turistas. La misma imagen se repitió sin freno en el resto de la Isla. Un mes después, decidieron cerrar Cabracadabra, al ver que la luz del final del túnel estaba aún muy lejos.

“Vimos que no iba a ser cosa de 15 días ni de tres meses. Teníamos muy claro que esto iba para largo. No podíamos pagar el autónomo ni el alquiler del local. Era imposible asumir esos gastos si no entraba dinero”, cuenta su propietaria.

En aquel momento, Lidia echó en falta ayudas urgentes que hubieran evitado bajar las persianas de las tiendas de artesanía. Un año después del cierre, sigue mirando hacia delante y no descarta volver a abrir el negocio. Será cuando “salgamos del hoyo”, asegura.

La Asociación de Artesanos Creativos de Fuerteventura aglutina a 20 artesanos de la Isla. Son conocedores del cierre de, al menos, cinco tiendas de artesanía desde que comenzó la pandemia. Su presidenta, Paula da Cruz, tiene un negocio en el Centro Comercial Atlántico, en Caleta de Fuste, donde vende marroquinería, además de piezas de otros artesanos. Ha conseguido torear el virus y sigue con la puerta abierta, aunque las ventas se han reducido un 70 por ciento.

“Algunos artesanos han perdido sus tiendas por la poca afluencia de público turístico”, cuenta la presidenta de asociación de artesanos. También explica que había profesionales que “hacían temporada en los hoteles. Allí, exponían sus productos, pero al estar cerrados ya no hay exposiciones”. Y añade: “Los que tenemos tienda nos hemos visto con dificultades para pagar los gastos a final de mes”.

Faustina Sánchez hacía serones, escobas, empleitas para el queso, cestos... luego los cargaba en el burro y los iba vendiendo por los pueblos. A veces los vendía y otras hacía trueque a cambio de comida. Su hijo y su nieta siguieron con la tradición cestera, aunque ellos ya no iban en burro. Su nieta María Hernández aprendió el oficio en la adolescencia. Hoy es una de las artesanas más conocidas de la palma en Fuerteventura. Su reconocimiento tampoco ha logrado que se libre de las consecuencias de la COVID-19. Entre ellas, la falta de aviones con turistas.

“La falta de turistas ha sido fatal. Las piezas que hacía para los visitantes, sobre todo las pequeñitas, que eran las que se venden en las tiendas, las tengo en casa porque ya no se consigue dar salida”, explica. Antes de la llegada de la COVID-19, vendía en los puntos de venta de los museos del Cabildo, en tiendas y también atendía en casa. En su caso, las ventas han bajado un 70 por ciento en el último año.

“Si antes ya no se vendía mucho, ahora prácticamente nada”, lamenta la artesana. Hay meses -continúa explicando- en los que no se ha vendido nada en los puntos de venta e, incluso, tiendas que han cerrado sus puertas. Al final, ves que te quedas con el producto en casa”.

Relevo generacional

María suma a sus preocupaciones la situación que vive la artesanía tradicional. Las personas mayores se han ido jubilando y el relevo generacional apenas coge impulso. “No hay artesanos tradicionales jóvenes. Algo hay que hacer, aunque también es cierto que la artesanía no da para vivir cien por cien. Hay que hacer muchos números hoy día para que dé”, lamenta. Y a eso se suman multitud de obstáculos como, por ejemplo, conseguir la materia prima. “Yo, por ejemplo, trabajo la palma y para cortar una palmera me encuentro con multitud de requisitos”.


Xavi Ferrando, dedicado a la cerámica creativa.

La asociación de artesanos trabaja en una página web donde poder vender las piezas

Xavi Ferrando lleva 20 años dedicado a la cerámica creativa en Fuerteventura. Aprendió el oficio de Pau Valverde, un conocido ceramista de la Isla. Más tarde, abrió su propio taller en Lajares. En la época pre-coronavirus, Xavi tenía como principal ingreso económico la venta de sus creaciones. Vendía en los puntos de venta del Cabildo y también solía tener vasijas y el resto de sus trabajos en las estanterías de algunas tiendas privadas.

Durante los meses de confinamiento, empezaron a caer los encargos hasta reducirse los ingresos a cero. Algo consiguió vender por internet, pero “la venta fue simbólica. No daba para vivir”, asegura.

Con la COVID potenció la venta en Instagram, pero los resultados no dejaron de ser simbólicos. Los ingresos, a veces, no llegaban a los cien euros. Al final, se ha visto obligado a dejar de vivir de la artesanía y ha optado por el reciclaje impartiendo cursos. “Mucha gente me preguntaba por cursos y me planteé el tema de empezar a impartirlos. Se ha constatado que es una buena opción porque la gente tiene falta de socialización y una de las maneras es el contacto con otras personas y, de paso, tener el tiempo ocupado. Creo que dar cursos es el camino porque puede tener un presente y un futuro para seguir ganando dinero”, opina.

El artesano, conocido también por su faceta de dj, sigue esperando que la artesanía se convierta en una pieza más de la oferta turística. “Es un sector para explotar, potenciar y promocionar y un valor añadido a la visita a Fuerteventura”, subraya.

A su juicio, la artesanía majorera ha carecido de protección. “Creo que es un error porque es parte de la cultura del lugar. Se llenan la boca de decir que cuidan lo nuestro, pero a la artesanía la tienen abandonada. El Cabildo invirtió en una web de promoción de la artesanía, pero ha quedado en agua de borrajas”, lamenta. Además, se queja de que en los últimos años la Institución insular haya ido cerrando puntos de venta. Entre ellos, la tienda que estaba ubicada en la calle Primero de Mayo.

Sin la feria de Antigua

El anuncio del Ayuntamiento de Antigua y la Fundación Colectivo Mafasca de cancelar otro año más la Feria Insular de Artesanía, debido a la situación de crisis sanitaria, ha supuesto un jarro de agua fría para las decenas de artesanos que acudían cada año al evento.

“Cualquier artesano tiene en la feria un escaparate. Es donde la gente va y ve el producto. No es que se vaya y se haga el agosto, pero sí permite que la gente te conozca y salgan encargos y otro tipo de trabajos”, cuenta María, con muchas ferias de Antigua a sus espaldas.


María Hernández, artesana de la palma.

La feria suponía el principal escaparate de la Isla para mostrar los trabajos

El Ayuntamiento de Antigua y la Fundación Colectivo Mafasca han propuesto sustituir este año la feria por un encuentro de venta de artesanía. Paula da Costa tiene algunas dudas sobre el tema. Opina que puede ser “un evento que sirva para promocionar, pero las ventas no van a ser las mismas. En el tema económico no sé si será bueno”. Además, sigue con su argumento: “La gente no va a ser la misma. Antes venían de fuera a visitar la feria, de islas como Gran Canaria o Lanzarote y también artesanos de otros lugares”.

Mientras esperan el día que el virus dé una tregua y pueda volver a hacerse la Feria Insular de Artesanía y se les abra a los turistas la puerta en sus países de origen, la Asociación de Artesanos Creativos de Fuerteventura cree que una solución sería que los profesionales se abrieran en el campo de lo digital. Por parte de la asociación, están en ello. En estos momentos, trabajan para poner en marcha una web para la venta online.

En pleno confinamiento, el Cabildo de Fuerteventura lanzó el proyecto EnRedArte para la difusión, promoción y fomento de los oficios artesanos de la Isla. Una de las primeras acciones fue que los artesanos impartieran talleres online. La medida supuso un alivio económico para los profesionales del oficio. El proyecto ha continuado con talleres presenciales en los colegios y espera poder impartirse en centros culturales y en los talleres de los propios artesanos.

Por otro lado, el Cabildo majorero ha firmado un convenio con la Asociación de Artesanos Creativos de Fuerteventura para el uso de un inmueble en el pueblo de Betancuria, cercano a las instalaciones del Museo Arqueológico. La intención es que los profesionales puedan vender allí sus productos.

Poco a poco se ha ido inyectando aire desde la Institución a un oficio siempre en el alambre, pero aún faltan muchas bombonas de oxígeno que insuflar. Continúan a la espera de que el Cabildo saque adelante la página web que anunció en su día, una herramienta que serviría de escaparate donde mostrar los trabajos artesanales. La intención era que la página tuviera enlaces direccionados a las webs de aquellos artesanos que contaran con página propia.

También hay a quien le gustaría poder disponer de una ayuda que le permitiera abrir un punto de venta para turistas en su propio taller. Antes habrá que esperar a que empiecen a aparecer los aviones de nuevo. Las cestas, vasijas, los bolsos y los colgantes siguen esperando en las estanterías a que llegue ese día.

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