Juan Soto Perdomo: “La lucha es nobleza”
Fue puntal de la lucha canaria y estuvo a punto de ser olímpico en 1992. Desde hace 38 años trabaja como agente de la Policía Local de Puerto del Rosario
Juan Soto Perdomo, puntal de la lucha canaria en Fuerteventura, llegó a competir con tres clubes distintos al mismo tiempo. Estuvo a punto de ser olímpico con el equipo español de lucha después de ser llamado para acudir al Centro de Alto Rendimiento (CAR) en Sant Cugat del Vallés con el objetivo de prepararle para competir en las Olimpiadas de 1992 en las modalidades de lucha libre olímpica o grecorromana.
Fueron Manolo Mejías y el doctor Pepín Hierro quienes le convencieron, junto a otros puntales, para participar en el proyecto preolímpico. Allí conoció a grandes figuras del deporte mundial como Carl Lewis o Mike Tyson.
Tal era su valor para el equipo español que también le sugirieron que participara con el equipo de boxeo, e incluso le ofrecieron hacerle campeón de España “sin ir a boxear” porque carecían de boxeadores de peso, pero no le acabaron de convencer esos puñetazos que se propinaban los contrincantes y los regueros de sangre. Para él eso no era un deporte. Por el contrario, dice, “la lucha es nobleza”.
Al final no pudo participar en las Olimpiadas de Barcelona pero al menos le valió la experiencia para fortalecerse personalmente conociendo a grandes deportistas. También de esta época recuerda que conoció a Luis Aragonés. Nada más llegar causó sensación entre atletas y directivos cuando en un banco de musculación levantaba 160 kilos “nada más” como si tal cosa y tuvieron que ir a buscarle más peso.
Tenían pactado los luchadores que cada jueves debían dedicarlo a la lucha canaria y para entrenarse le trajeron a un ruso campeón del mundo que medía 2,10 de altura y 180 kilos de peso. “Y le pegábamos cada leñazo”, comenta mientras gesticula para reproducir los movimientos. Luego la revancha se la tomaba el campeón ruso cuando practicaban la modalidad de lucha libre olímpica. Explica que la diferencia es que la lucha canaria es “principalmente agarre, mientras que en la libre olímpica no hay donde agarrarse y para ganar los puntos había que conseguir que el contrincante permaneciera tumbado pegando toda la espalda al tatami”.
Es de los que piensa que para que un deportista llegue a ser luchador “tiene que gustarle. La constitución la coges a través del entrenamiento y no tienes que tomar nada especial”, al contrario que otras disciplinas como el judo donde toman carbohidratos y otros componentes que potenciar la musculatura.
Asimismo, su paso por el CAR le permitió recuperarse de su primera lesión tras la rotura del ligamento lateral interno bajo la tutela del equipo médico del centro. “Otros luchadores hubieran estado un año para luchar y yo en tres meses estaba listo de nuevo”. A sus espaldas carga más de una intervención quirúrgica, hasta el punto de que bromea asegurando que parece “una ferretería andante”. Pero no se arrepiente de nada. “Todo lo que tengo se lo debo a la lucha”.
Se introdujo en la familia de la lucha con tan sólo 12 años, cuando a raíz de un campamento en Tetir le llamaron para participar en su primera luchada. Un momento épico en el que ya demostró su fortaleza. “Los tiré a todos, incluso a los que ya estaban consagrados en la lucha”.
Continuó después en el Puerto del Rosario Club de Lucha, el Tetir y Villaverde. Asegura que en sus comienzos tenía que ir caminando desde Puerto del Rosario a Tetir para poder entrenar. “Era tan malo que nadie me quería llevar”. También tenía que recibir la reprimenda de su madre que no le gustaba que luchara. Algo que se le pasó en cuanto lo vio luchar por primera vez para convertirse después en su primera fan.
Parte de su carrera como luchador la pasó en La Palma para regresar después a su Isla, donde contrajo matrimonio y se unió a los clubes de Tetir, Antigua, Maxorata, Unión Sardina y Gáldar. Tal era su fama que en la época de mayor competición llegó a estar federado en tres clubes a la vez. “Luchaba los jueves en Las Palmas, los viernes en La Palma y los sábado o domingo en Tetir” aparte de las luchas de refuerzo: “En todas las luchas de fiestas me llamaban, daba igual la Isla”.
También tiene un marcado carácter solidario y no se perdía ni una luchada benéfica llegando a costearse él mismo el pasaje si era necesario. Asegura que en su época los puntales de la lucha llegaban a ganar “muy poco dinero” en comparación a hoy. “Lo máximo que llegué a ganar fue cuatro millones de pesetas”. También suma lo que cogía del público que premiaba con este gesto a los buenos luchadores. Recuerda que en una buena luchada llegó a coger hasta 180.000 pesetas.
No tiene queja alguna de su época de luchador. Insiste en que lo que necesitaba lo conseguía. Coincidió con otros grandes puntales como Pedro Cano, Loreto IV, Parri II, Melquiades Rodríguez, Vicente Alonso o Emilín.
El mayor logro de su carrera fue llegar a ser campeón regional con la Unión Antigua sin perder una luchada. Recuerda de este épico momento que en Los Campitos de Tenerife tiró a once hombres con 40 de fiebre.
Entre los puntales actuales destaca a Miguel Hernández ‘El majorero’ y Eusebio Ledesma. “Los dos hombres fuertes a batir ahora mismo en Fuerteventura”. Pero también ha estado rodeado de otros personajes ilustres que pasaron por la lucha canaria como Domingo Rodríguez ‘El Colorao’ o Mario Cabrera, de los que nos muestra unas imágenes.
De su gran amigo ‘El Colorao’ cuenta la anécdota de que era su maestro cuando alcanzó a ser puntal de juveniles, pero un día el alumno quiso enfrentarse al maestro y en una luchada en La Asomada en una de sus típicas luchas con las que dejaba colgando al contricante “se me escapó y cayó de punta, con tan mala fortuna que se rompió la clavícula y ya no pudo luchar más”. Aún así mantienen una buena amistad y comparten la pasión por las tradiciones canarias.
Como buen majorero gusta de una buena parranda y de acompañarse con el timple y la guitarra. En la casa de Tetir cuenta con una muestra de estos instrumentos en un amplio salón a la espera de la celebración del siguiente tenderete para los que también cuenta con unos grandes calderos. En un recorrido por esta residencia nos muestra las imágenes de toda una carrera profesional en la lucha canaria, además de contar con trofeos, recuerdos de homenajes e instantáneas junto a personalidades relevantes como el Rey Juan Carlos o Johan Cruiff en la época que entrenaba al Barça.
Conserva en su residencia de Tetir la cama donde nació. También recuerda el día y la hora que se incorporó a la Policía Local de Puerto del Rosario, el 20 agosto de 1980 a las 14.00 horas. Son ya 38 años de servicio. Con cuatro hijos varones, es comprensible que la afición siga en la familia. Sus hijos han luchado todos, uno convertido en puntal C de Puerto del Rosario y Rayco, seleccionador insular de juveniles. Los demás se decantaron por el fútbol.
Sobre la situación actual de la lucha comenta la necesidad de que siga transmitiéndose entre los más pequeños y de que en el sistema educativo se reincorpore este deporte. No en vano, fueron muchos luchadores los que salieron en su momento de las escuelas deportivas como los puntales Rafael ‘Pollo de las Pardelas’, Santiago Rodríguez ‘El majorero’, Miguel Ángel Marichal o Valen Torres.
“Todos ellos salieron de una echadura y no entiendo por qué no hay esas escuelas cuando me he ofrecido a impartir clases de forma gratuita en los colegios, donde deberían instaurar una asignatura de cultura y tradiciones canarias porque nuestra identidad se está perdiendo y eso se impone desde la base”.
Comentarios
1 Gregorio Dom, 04/11/2018 - 11:15
2 Anónimo Dom, 04/11/2018 - 13:28
3 Maxorata Dom, 04/11/2018 - 13:51
4 DAVID GARCIA Dom, 04/11/2018 - 15:53
5 Juan.pedro Lun, 05/11/2018 - 00:57
6 Juan.pedro Lun, 05/11/2018 - 00:57
7 Garabato Lun, 05/11/2018 - 09:22
8 Garabato Lun, 05/11/2018 - 09:23
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