La venta de pesca fresca capturada en Fuerteventura alcanzó en el último año 940.802 kilogramos, con un volumen de facturación cercano a los 2,5 millones de euros, según los datos de la Consejería de Agricultura y Pesca del Gobierno de Canarias. Alcanzar esas cifras en 2019 está siendo más complicado de lo esperado. La escasez de sardina, tanto para comercializarla como para cebo, está mermando las posibilidades de la flota del norte para alcanzar los cupos. Se trata de un sector que no está a salvo de los efectos del cambio climático, que provoca el retraso de la aparición de las especies habituales, como la citada sardina, vital para mantener el volumen de capturas. Mientras que en el sur, dedicado a la pesquería de túnidos, se enfrentan además con la limitación de las cuotas y la competencia de la flota industrial.

En El Cotillo, con la mayor parte de la flota del norte, compuesta por una veintena de barcos y una tripulación mínima que no supera los dos pescadores por embarcación, se lamentan de que este año no haya habido sardina, que para atraer a otro pescado es “como pata negra”, comentan los pescadores. La falta de esta especie les ha obligado a usar la gamba como cebo, lo que supone una “limpieza” no deseada del caladero. Para compensar, la vieja parece que está salvando la temporada.

De este modo, el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Corralejo, Juan Francisco González Chitito, comenta que “la zafra está siendo complicada”, con menos capturas. Recuerda que el sector de la zona se dedica a la captura de los recursos pesqueros locales y que, como consecuencia del cambio climático, las especies están llegando mucho más tarde. Así, aunque no hayan contado con sardina, hasta el momento, no descartan que puedan contar con esta pesca durante este mes y el siguiente. En cuanto a la pesquería de la vieja, señala que se ha conseguido un incremento durante esta temporada. Entre el 50 y el 60 por ciento de las embarcaciones de la Cofradía se dedican a la pesca de esta especie, así como a la cabrilla o bocinegro, y pescado blanco en general. En junio se alcanzaron las 12 toneladas de vieja, siendo una de las cofradías de Canarias que más capturas aporta al cómputo general en lo que a esta especie se refiere. Pero insiste en que sin sardina no se pueden dedicar a otras especies. “El cebo muerto es necesario para las capturas de los recursos pesqueros locales”, dice.

El sector está intentando potenciar una escuela de pesca itinerante que posibilite el establecimiento de cursos en la Isla, al menos, una vez al año

Pedro Cabrera, pescador de El Cotillo, comenta, recién desembarcado del San Antonio dos, que la pesca en Fuerteventura “no tiene futuro”, ante una situación que tilda de “muy mala”. La principal queja es la ausencia de medidas para atajar el furtivismo al que se viene enfrentando el sector. “No hay vigilancia y para cuando quieran ponerle remedio ya será tarde”. En su opinión, es difícil que se pueda aplicar una normativa reguladora cuando no existe un control al respecto. Por el contrario, considera que debería establecerse un reglamento de pesca con “fundamento, porque hay especies que habría que prohibir y otras no, como el cangrejo, del que dice que “hay bastante”. También se deberían establecer las vedas con criterios que permitieran dedicarse una temporada a una especie mientras se regenera el caladero. Culpa a las nasas del daño ocasionado a los recursos pesqueros, porque aunque “la nasa en sí no es perjudicial, sí se hace mucho daño cuando se le echa carnaza”. Es mediodía y Pedro se lamenta de la escasa pesca con la que ha regresado a puerto. “Por cinco kilos no merece la pena echarse a la mar”, comenta desilusionado. Asegura que no le gustaría que ninguno de sus hijos se dedicara al oficio y confía en poder vender su embarcación cuando se retire.

La Cofradía de Pescadores de Corralejo cuenta con una flota de 40 barcos entre los tres puertos (Corralejo, El Cotillo y Puerto del Rosario). Y su patrón mayor destaca que este año han podido contar con un incremento de tres barcos, aunque se mantienen las dificultades para el relevo generacional en el sector. Al futuro desesperanzador por la situación del caladero y la falta de vigilancia, se suma la ausencia de una escuela de pesca en la Isla. “Estamos condicionados, porque los jóvenes que desean sacarse el título de patrón se ven obligados a acudir a Lanzarote para obtener la titulación”, dice el patrón mayor. Se trata de estar ausente durante, al menos, cuatro meses del lugar de residencia, a lo que se suman los 18 meses de rol en un barco pesquero, en concepto de práctica, explica Chitito.

Para subsanar esta situación, los representantes del sector están intentando potenciar una escuela de pesca itinerante, que posibilite el establecimiento de los cursos en la Isla, al menos una vez al año. “Si de veinte jóvenes que se saquen el título de patrón, seis o siete se dedican a la pesca, sería una ventaja. Sería una esperanza para que el sector se mantuviese”, añade.

En Morro Jable, el grueso de las capturas corresponde a la pesca de túnidos. Foto: Rafael Fuentes.

Túnidos

También se lamenta de la inexistencia de un relevo generacional el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Morro Jable, Juan Placeres. “Hacen falta cursos de formación e incentivar a la gente joven. Aquí se vive bien del mar, porque tenemos las condiciones propicias y es un trabajo gratificante porque estamos en contacto con el medio”, comenta.

En el sur de la Isla, una veintena de barcos artesanales de mano, junto al atunero Charly Diez, componen la flota de la Cofradía de Morro Jable, cuyo grueso de capturas corresponde a la pesca de túnidos, y donde no suman más de 35 los marineros dedicados a la pesca artesanal en la zona. En la actualidad, las embarcaciones del sur están en plena zafra del atún, también afectada por el retraso en la llegada de las especies. Según explica el patrón mayor, desde que empezó el verano tan sólo habían salido a la mar en una decena de ocasiones a causa del alisio. El viento y el retraso en la llegada de ejemplares, son los principales problemas a los que se enfrenta el sector, sin olvidar que, mientras tanto, la cuota establecida para esta pesquería está a punto de acabarse. “Cuando podamos nosotros ganar algo y pescar ya no vamos a poder hacerlo, tanto en lo que se refiere a la tuna como al barrilote. Lo tenemos todo en contra”, lamenta. Su última esperanza es el atún listado, del que no existe cuota alguna establecida, por el momento.

Placeres explica las bondades de la pesca artesanal. “No tenemos artes pasivos que estén pescando en la plataforma, lo que contribuye a que se regeneren los recursos. Todo el tiempo que estamos pescando el atún, las especies se están reproduciendo. En ocasiones podemos pasar hasta siete meses en esta pesquería sin que se eche un anzuelo al fondo. Es un impacto que no se hace sobre el recurso, sin embargo, la administración no valora esta pesca sostenible y responsable y, por el contrario, fomenta las flotas industriales que acaban con los recursos del mar”. Augura que el día que los pescadores profesionales de Fuerteventura desaparezcan, la pesca se acaba, porque son “garantía de la conservación del mar”.

Mientras tanto, la flota industrial se asienta en aguas de Mauritania y el sur de África. Emplea lo que se conoce como “objetos” para atraer los bancos de peces, esquilmando el caladero e impidiendo que las especies prosigan su ruta natural de migración que les llevaría hasta las aguas de Fuerteventura.