CULTURA

El ojo de la fotografía, territorio adentro

‘Living Spaces’, de Angelika Berndt, investiga sobre la pertenencia cultural, evolución y arraigo en una exposición con estilo documental que conecta China, Londres y Fuerteventura en Casa Naturaleza

María Valerón 0 COMENTARIOS 14/08/2022 - 09:18

La palabra ‘habitare’, de la que deriva “habitar”, significa pertenencia reiterada, tener de forma continuada. Habitamos, por tanto, por pertenencia reiterada del territorio y en este habitar, así entendido, no hablamos solo de una vivienda sobre una superficie: hablamos de cultura, formas de vida, relación con el espacio, interacción con el entorno.

Esta es la reflexión de partida de la exposición Living Spaces, de Angelika Berndt, un trabajo fotográfico que transita entre lo que la fotógrafa denomina “tres estilos de vida separados por miles de kilómetros de distancia en lo que parecen universos paralelos”, pero no lo son: China, Londres y Fuerteventura, recorridos con ojo humano, con estilo documental, conectan brevemente en estos días en la galería negra de Casa Naturaleza.

La perspectiva del objetivo de Berndt va más allá de conectar los espacios o recorrer territorios cultural y socialmente diversos. Para la fotógrafa internarse de forma auténtica, profunda, en los entresijos de los entornos supone conectar culturalmente con sus habitantes, comprender socialmente la transformación del espacio y aportar desde la imagen una reflexión universal sobre el cambio hacia un mundo globalizado y territorios de masificación demográfica.

“Cultura es una palabra muy grande: afecta a todo lo que hacemos. Desde que nos levantamos por la mañana, todo es cultural: cómo cuidamos el cuerpo, qué comemos, cómo nos relacionamos con otras personas, cómo nos relacionamos con el medio ambiente. Si globalizamos la cultura y aplicamos mismos parámetros a territorios distintos surgen muchos problemas: venimos de culturas muy antiguas, de las que hemos aprendido durante miles de años cómo alimentarnos, cuidarnos y relacionarnos entre nosotros y con el medio para sobrevivir. Si aplicamos de forma global las fórmulas de otro territorio: ¿No es eso un problema?”, señala la autora, que indica que éste es el punto de partida y reflexión de los trabajos desarrollados.

Combinando color, para las imágenes de Fuerteventura, y blanco y negro, para las imágenes de Londres y de distintas ciudades de China, el recorrido de Berndt se fundamenta en dos pilares: cultura de arraigo, en cada territorio, y transformación global. Una Fuerteventura virgen, de naturaleza salvaje y femenina en sus formas, se contrapone en su imagen silenciosa al ruido de las grandes ciudades fotografiadas. Frente al ganado cautivo de Londres, las cabras de costa parecen posar sobre los riscos y los mercados masificados de China, repletos de productos apilados para atender la larga demanda, se contraponen a un extenso y geométrico cultivo de aloe vera. Rascacielos, bullicio de calles, carretas, fábricas, una librería rebosando libros, en desorden y sin clasificar, y a la entrada del metro, las máquinas para control de pasajes parecieran enormes ataúdes al ojo de la fotógrafa. En contraposición, además de una Fuerteventura desnuda, destacan en los rincones imágenes de resistencia a la metrópolis: ancianos jugando al dominó, un solitario pescador en el río a la sombra de edificios o la figura escondida de una señora, que recoge cultivos entre la maleza de un huerto escondido entre escombros y con vista a grandes superficies de edificios de viviendas.

“Viajar siempre es una investigación”, asegura Berndt. La autora, que ha desarrollado su carrera profesional entre continentes, y siempre ligada a los Derechos Humanos y al trabajo en ONG, defiende la importancia de poner la mirada en “el estilo de vida real, en la cultura”. “La idea central es siempre la cultura, conocer la cultura y no encorsetarla. En mis exposiciones no quiero reflejar mi pensamiento, quiero que el propio público reflexione sobre el cambio, generar pensamiento a través de esta investigación en imágenes”, señala.

El conjunto de Living Spaces parte de tres proyectos singulares de la fotógrafa, que inciden, en cada territorio explorado, en recuperar elementos etnográficos, resistentes a los cambios de la economía global. Así, la muestra de Casa Naturaleza pone en diálogo las reflexiones de sus trabajos individuales London Today, que la artista define como el reflejo de una ciudad “atrapada entre tradición, en supervivencia, frente a crecimiento para competir en el estatus mundial”, China Today, que describe como “el reflejo caleidoscópico de un país en transición”, y Fuerteventura Behind the Scenes, su último proyecto de fotografía documental que ha culminado con la publicación de un libro de la Isla al desnudo.

Fuerteventura

“Conocí Fuerteventura durante el confinamiento global. Iba a ser un viaje de paso, antes de regresar a Brasil, pero el cierre de fronteras y la cuarentena me obligaron a quedarme. Decidí pasar unos meses aquí y ocurrió algo interesante: conocí la Isla sin turismo, sin turistas, solo Fuerteventura”, cuenta Berndt.

La fotógrafa documental, amante de la etnografía y la cultura popular, entendió entonces que estaba ante una oportunidad: pasó tres meses en la Isla, dejando a un lado el imaginario y profundizando, a partir del apoyo de diferentes residentes, en los elementos de arraigo al territorio.

Berndt investiga elementos etnográficos de grandes ciudades y de Fuerteventura

“Lo primero que vi, cuando empecé a conocer el paisaje, es que aquí, en un tiempo, hubo una agricultura muy fuerte: la Isla tiene una arqueología que dice “aquí hubo agricultura”. Y el clima es desértico, así que entendí que había elementos muy interesantes. Tuve un buen compañero majorero para poder acercarme a esto, y él, que es de familia agricultora de Fuerteventura, me consiguió contactos: visité la arquitectura de la agricultura, también la ganadería, la elaboración tradicional del queso, la leche”, cuenta.

El resultado es un pequeño libro, en formato cuadrado, de fotografía documental de la Isla: en ochenta páginas. Angelika Brendt no espera descifrarlo todo, pero sí, como en el resto de sus trabajos internacionales relacionados con la profundización en territorio y etnografía “hacer pensar, abrir una reflexión y aportar un punto más de pensamiento en quien lo vea”. Cuenta que aún mantiene abierta la ilusión por conocer y para futuros viajes a la Isla espera tener la oportunidad de aproximarse a las labores tradicionales de la pesca, entre otras.

Y es que la autora, que ha expuesto sus fotografías en diversas galerías de Inglaterra, Alemania, China o Japón, y que ha fotografiado ciudades y culturas de diferentes países de África, Asia, América y Europa, asegura que el fin último de su actividad es “aprender en el camino”. “En la fotografía, no estar demasiado preocupada con la teoría, sino preocuparme de aprender a apreciar y de entender lo que veo”.

Para la fotógrafa Angelika Berndt, habitar es, definitivamente, pertenecer.

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