El falso paisaje majorero
Biólogos advierten del impacto medioambiental de la moda de realizar figuras con piedras que suponen una alteración del paisaje natural sin funcionalidad alguna
Belleza frente a impacto medioambiental. Paisaje natural frente a engaño turístico. El Faro de El Tostón acoge a su alrededor un parque escultórico confeccionado por las numerosas piedras que la naturaleza ha ido situado estratégicamente a orillas del mar o en el interior y que deben permanecer en el suelo “no amontonadas”, según explica el biólogo Juan Miguel Torres. Consciente o inconscientemente, los visitantes han ido dejando su huella en la zona con el consiguiente impacto medioambiental de esta costumbre artística que supone un daño irreparable al ecosistema.
En el sendero a las cuevas de Ajuy la cartelería advierte de la prohibición de realizar estos montículos. Aún así, algunos atrevidos y espontáneos artistas han marcado el territorio. Aún permanecen círculos concéntricos y figuras de piedra simulando un corazón realizadas con estas piedras.
El biólogo Juan Miguel Torres expone que Fuerteventura es una Isla con gran cantidad de piedras en la superficie de su suelo distribuidas irregularmente en la superficie. Es lo que se conoce como pavimento desértico o territorio árido. “Y las piedras en Fuerteventura tienen que estar en el suelo, que es su disposición natural, no amontonadas de forma artificial sin un criterio funcional, puramente arbitrario y estético para la consideración de algunas personas” por lo que supone una alteración del paisaje natural de la Isla, ya sea en la costa o en el interior.
También habla del daño al ecosistema. Las piedras suelen ser refugio de diversas especies de invertebrados e incluso vertebrados y aunque no dispone de datos para afirmar la repercusión de esta alteración, “indudablemente produce, no sólo una modificación del paisaje, sino también del hábitat de los seres vivos”.
Explica que la acción humana sobre el paisaje y el uso de la piedra han tenido siempre una funcionalidad, como la de proteger los cultivos. Así, históricamente “ha tenido una función de supervivencia asociada a la producción de alimentos, ya sea para los cultivos o el ganado, y en este caso es una moda que no responde a ninguna necesidad, sino al criterio estético de unas personas que, de repente, han decidido que pueden transformar el paisaje”.
A esta tesis se suma el biólogo Domingo Concepción, quien defiende también el fuerte impacto que supone esta acción desde el punto de vista de la biodiversidad y de la cultura paisajística. “Los ecosistemas que conocemos en las zonas costeras son el resultado de procesos naturales tanto de los volcanes, como en el litoral de una acción conjunta con el mar y aunque no lo creamos hay toda una serie de biodiversidad, alguna visible como los vegetales y otras diminutas como pequeños insectos” cuyo hábitat se ve alterado si se mueven estas piedras y “esta nueva moda”, que a su juicio, “tiene pinta más de negocio que de moda altruista provoca sobre esta fauna invertebrada un perjuicio más que notable”.
En cuanto a la huella humana sobre los paisajes, Concepción recuerda la tesis del biólogo Juan Miguel Torres de que la intervención humana es exclusivamente para cubrir necesidades vitales que han redundado en paisajes de gran valor, como también pueden ser las salinas. “Pero este no es el caso, porque no hay una necesidad vital que cubrir y sí un negocio encubierto”.
Señala, al respecto, que ha podido comprobar que hay una intención de negocio a través de redes sociales. “Me consta que antes se hacía a través de Facebook, pero que han debido de ser advertidos, por lo que ahora se manifiestan a través de grupos de WhatsApp en los que se venden imágenes de estas construcciones y donde también se aprovechan del turismo para ofrecer visitas a estos lugares, es decir, venden la imagen con el engaño de que forma parte de un paisaje o de la cultura patrimonial de la Isla”.
Domingo Concepción anima a denunciar estas actuaciones ante las administraciones competentes en materia medioambiental e insta a las mismas a que tomen la iniciativa en el asunto, para que indaguen en las redes sociales para destapar esta trama fraudulenta.
Sin embargo, observa inacción por parte de estas administraciones que deberían realizar mayor vigilancia así como sancionar por la infracción cometida para ahuyentar a futuros infractores. Señala que los carteles de advertencia están bien, pero “se debe dar el siguiente paso que es vigilancia y que paguen esa infracción”.
En este sentido, se manifiesta también Juan Miguel Torres quien considera que “es absolutamente necesario que la administración asuma la responsabilidad que tiene en la gestión del territorio y por la implicación ambiental que tiene”.
Torres recuerda que en algunos sitios se realizaron campañas del Cabildo de Fuerteventura para acabar con esta práctica y que nuevamente se han reconstruido las figuras. “Quienes conocimos el Faro antes y después de esta moda vemos la diferencia, y habría que ver la importancia que se le ha dado”.
Para el biólogo, la presencia de una cartelería disuasoria como la existente en Ajuy es “esencial” y que en el caso del Faro de El Tostón no existe, dado que “cualquier visitante consciente va a identificar esta acción como una práctica ajena al respeto al medio ambiente”.
Tomar conciencia
Torres insiste en advertir de que “cuando visitamos un lugar determinado es imprescindible dejar la menor huella posible por respeto a la protección del territorio y a los que vendrán después de nosotros y lamentablemente en Fuerteventura se está produciendo una falta de respeto, no sólo con la acumulación de piedras si no también con los grabados en las paredes arenosas de algunos barrancos”. Son alteraciones de la forma natural de la Isla que califica de “inaceptables” por lo que considera menester establecer una adecuada concienciación y educación al respecto.
Para concienciar sobre el problema señala que primero “habría que identificar quiénes son los actores de esta moda para dirigir las campañas hacia ellos”. “Lo que se tiene que hacer es insistir en que nuestro paisaje es como es y respetarlo y dejar la menor huella a su paso por el mismo”, insiste el biólogo.
Imágenes
La consejera de Medio Ambiente del Cabildo señala que la acumulación de piedras, las pintadas y los “nombres” que se “dibujan” sobre el territorio “se están convirtiendo en un gran problema”. Explica que se desarrollan campañas para eliminar estos rastros de espacios de alto valor natural y se trata de “concienciar a los visitantes” de que “se están alterando ecosistemas” y de que “mantener una piedra en su sitio es más importante de lo que parece”.
Comentarios
1 anonimo Mar, 22/01/2019 - 08:30
2 Mauricio Mar, 22/01/2019 - 09:18
3 alguien Mar, 22/01/2019 - 10:27
4 Marcos Mar, 22/01/2019 - 12:31
5 Hierba Clin Mié, 13/02/2019 - 13:16
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