SOCIEDAD

Ana Rosa González, afectada con el VIH: “Hacerme visible fue quitarme un peso de encima”

Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 2 COMENTARIOS 13/12/2017 - 12:59

Ana Rosa González decidió “salir del armario” y confesar públicamente que tenía el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) hace unos cuatro años cuando intentó crear una asociación de enfermos en Fuerteventura. La idea no salió adelante, pero decidió no volver a encerrarse en casa y en el círculo más íntimo de amigos. Desde hace un año es el rostro visible del colectivo LGTB Altihay, en la lucha contra la estigmatización de los enfermos de VIH. “Soy diabética y no se me rechaza por ello. “¿Por qué por tener VIH sí?”.

El pasado 1 de diciembre se celebró el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Ese día conocimos que el número de notificados en el Registro del Sida en Canarias desde el año 2000 hasta la actualidad es de 4.482. También los datos del Boletín Epidemiológico sobre VIH/Sida de la Dirección General de Salud Pública que recogen que en 2016 se diagnosticaron y declararon 307 nuevas infecciones en el archipiélago. En el caso de Fuerteventura existen 156 casos de VIH, aunque la cifra de acumulados por el Hospital majorero se reduce a 139.

Desde el Punto de Información Sexual de la Consejería de Bienestar Social del Cabildo señalan que los datos son relativos y aclaran la diferencia, de casi 20 casos entre los dados por el Boletín Epidemiológico y el Hospital de la Isla, ya que aún hay personas que se tratan fuera porque no quieren que se les asocie a la enfermedad y tienen miedo, por ejemplo, a perder el trabajo.

Ana Rosa salió a la calle el pasado 1 de diciembre a repartir folletos y preservativos y a reclamar a la ciudadanía que no se discrimine por padecer la enfermedad. También a pedir que no se baje la guardia. Ella fue diagnosticada con VIH en 1992. Tenía 27 años y aún en España seguía en la sombra el miedo y el desconocimiento hacia una enfermedad que desde que aparecieron los primeros casos en 1981 en Estados Unidos había dejado millones de muertos en el mundo.

Ana contrajo el VIH por tener relaciones sexuales sin protección. Un día decidió hacerse las pruebas y el diagnóstico arrojó que era seropositiva. Entró en una depresión que la “dejó por los suelos”. “Me preguntaba por qué a mí, me quería morir. No se lo conté ni a mi familia, ni en el trabajo, me encerré en mí misma y sin saber cómo afrontarlo”, comenta. Tras diagnosticarle la enfermedad, quiso escapar del entorno y la gente que veía a diario y huyó a la Península. “Tenía el temor de no ser aceptada por la familia, los compañeros de trabajo, los amigos”, recuerda.

Más tarde regresó a Fuerteventura y comenzó a vivir con la enfermedad en una Isla donde aún no había médicos especialistas en enfermedades infecciosas y tenían que ser desviados a Gran Canaria. Se empezó a tratar con el AZT o zidovudina, el primer retroviral con el que se atendió a los enfermos de sida y que pasado el tiempo demostró su toxicidad y lo agresivo que resultaba ser para los enfermos. “Me pusieron esa medicación y a los tres meses entré en el Hospital con tres de hemoglobina. Más muerta que viva”, recuerda. Llegó a tomar 20 pastillas diarias. Hoy la cantidad se ha reducido a tres.

Salió del armario

Un día decidió no seguir viviendo la enfermedad en soledad y empezó a dar la noticia a sus amigos más íntimos. Tenía miedo al rechazo por lo que ideó un plan. Ella les sacaba el tema del sida en la conversación y viendo cómo reaccionaban decidía si contar o no su historia.

Más tarde se puso en contacto con la asociación Amigos Contra el Sida de Las Palmas. Ana tenía la necesidad de contactar con personas que estuvieran pasando por lo mismo que ella. Allí le pusieron en contacto con Faro +, una asociación que ayudaba a personas VIH y familiares en Lanzarote. En el momento de acudir a la primera cita pensó en echarse atrás. Al final acudió. “Fue una experiencia enriquecedora”, recuerda. Dos años después de ser diagnosticada, en 1994, comunicó su enfermedad a sus padres. Jamás escuchó un reproche. Pasados los años les preguntó cómo habían recibido la noticia. “Eres nuestra hija y te íbamos a querer con lo que tuvieras”, le respondieron.

Mucho más tarde decidió comunicarlo en el trabajo. Cada vez que contaba a alguien su historia iba recuperando una parcela de libertad. Desde hace un año lucha de la mano de Altihay para dejar claro que las personas con VIH tienen una enfermedad crónica, pero pueden hacer cualquier tipo de trabajo, ser padres y formar parte plena de la sociedad. “El problema es que aún hay una parte de la sociedad que no lo acepta”, asegura.

Fin a la estigmatización

Jimmy Hernández es técnico de salud de Altihay. Explica que una de las principales batallas que llevan a cabo desde el colectivo es la lucha contra la estigmatización de las personas con VIH. También trabajan para acabar con la imagen de asociar la enfermedad con muerte. Para ello han ideado tres programas centrados en: la detección precoz a través de las pruebas rápidas; el “camina conmigo” enfocado a aquellas personas que son diagnosticadas con el VIH para que puedan acudir al local y preguntar dudas y el “chester”, un programa de difusión en eventos como los realizados el 1 de diciembre.

Altihay es el único colectivo que las realiza en Fuerteventura. En Canarias un 44 por ciento de los casos detectados son diagnósticos tardíos. Se esfuerza en evitar que “las personas lleguen con un diagnóstico tardío al hospital”. “Lo preocupante sigue siendo el diagnóstico tardío porque hablamos de personas que al tener las defensas bajas tienen muchas copias del virus de VIH con lo cual mucha más probabilidad de trasmisión a otras personas”, sostiene este trabajador social.

Jimmy señala que una de las líneas de trabajo es la no estigmatización ni criminalización de las personas con VIH. “Es importante que se creen diálogos de comunicación entre las personas que son diagnosticadas con VIH porque se empoderan y tienen una buena autoestima. Incluso, ·tengo casos en los que después de haber sido diagnosticados con VIH han empezado a cuidarse mucho más”, comenta. Altihay comparte esfuerzos en la lucha contra el sida con el Punto de Información Sexual (PIS) de la Consejería insular de Bienestar Social.

El PIS echó a andar en 1998. Su técnico, Katy Batista, explica que desde la Consejería se “trabaja en concienciar que el sida está presente todo el año y se puede trabajar en cualquier momento dando talleres de prevención y sensibilización con el objetivo de que se conozca cuáles son las prácticas de riesgo y que estas las comete cualquier persona”.

También quieren poner fin a la asociación de la enfermedad con determinados colectivos de riesgo. “Cometemos el error de seguir creando guetos. Cualquier infección va realmente a la persona. Lo importante no es decir si tienen más riesgo las prostitutas, homosexuales, heterosexuales o bisexuales sino que si se realizan prácticas de riesgo se tiene la posibilidad de que se le trasmita el VIH o cualquier otra infección de trasmisión sexual”, sostiene Batista.

Según esta profesional, en todo este tiempo se ha ido mejorando la percepción de la sociedad majorera respecto al sida. Recuerda, incluso, como antes para dar un taller en los institutos se tenía que pedir permiso a los padres. “Se ha mejorado, pero aún hay que seguir mejorando”, subraya.

Comentarios

Me ha parecido admirable la visibilización de Ana Rosa. Es un referente
Mil gracias a Katy, Ana Rosa al Colectivo Altihay y por supuesto al Diario de Fuerteventura... Ana Rosa en particular es una persona excepcional, me siento muy afortunada por haber podido conocerla, por visibilizarse en Fuerteventura, muy valiente y seguro un referente a seguir. Saludos cordiales desde Lanzarote

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