Alí Ouattara, padre de Adou el 'niño de la maleta': “Ahora que hay sentencia empezaremos a hacer nuestra vida”
El 20 de febrero Alí Ouattara se prometió empezar una nueva vida. La Justicia se ponía de su lado y un juez de la Audiencia Provincial de Cádiz lo condenaba a solo una multa económica de 92 euros. Se cerraba un duro capítulo en la vida de este marfileño que fue acusado de un delito de trafico de personas en 2015 después de que su hijo Adou fuera detectado por el escáner de la Guardia Civil en la frontera entre Ceuta y Marruecos escondido dentro de una maleta.
El testimonio de Adou, de 11 años, convenció a los jueces. El menor, conocido como el niño de la maleta, declaró ante el juez que ni su padre ni él sabían que le iban a meter en una maleta. Finalmente, Alí fue condenado a una multa de tres meses y 22 días, a dos euros diarios, es decir, 224 euros. La multa se ha reducido a 92 euros al descontarse los 33 días que estuvo en prisión.
Alí contesta a la llamada de Diario de Fuerteventura desde Bilbao. Sus primeras palabras muestran la felicidad que viven los Ouattara: “Ahora estamos muy felices”. Este mar leño, que llegó en patera a Fuerteventura en septiembre de 2006, traza los planes de futuro que desde hace años retiene en su cabeza. Lo primero es buscar un trabajo fijo y un piso de alquiler, ahora comparte casa con otros amigos. A partir de ahí, traer a su esposa Lucie y a sus hijos, Adou y Mariam, a Bilbao para “empezar una nueva vida todos juntos”.
La familia de Alí se juntó casi al completo en junio de 2015. El hombre fue puesto en libertad, después de un mes en prisión y pudo regresar a Fuerteventura, donde trabajaba en una lavandería. Ahora intentaría empezar una nueva vida en la Isla junto a su mujer y dos de sus hijos. El mayor, Michel, continúa en Costa de Marfil.
La unión familiar duró poco tiempo. Adou no se acostumbraba a vivir en Fuerteventura y a ser señalado como el niño de la maleta. “En Puerto del Rosario lo conocían todos como el niño de la maleta. Estaba muy angustiado y pensamos en salir de Fuerteventura para que no sufriera”, recuerda.
La Audiencia Provincial de Cádiz cerró el capítulo que tuvo que vivir este marfileño, acusado en 2015 de un delito de trafico de personas después de que su hijo fuera detectado por el escáner de la Guardia Civil en la frontera entre Ceuta y Marruecos
Tampoco el idioma jugaba a favor de los Ouattara. El español se le resistía a Lucie y decidió, tras permanecer un tiempo en Madrid, viajar junto a sus hijos a París, donde un pariente lejano le había ofrecido como alternativa la capital francesa. Alí se quedó un tiempo más en Fuerteventura hasta que se fue a la Península en busca de trabajo.
La amenaza de que el cabeza de familia entrara en prisión tres años, tal y como pedía el fiscal, convenció a Lucie de que lo mejor sería quedarse un tiempo en París junto a sus hijos.
“Si yo iba a ir a la cárcel tres años, ella no sabría cómo llevar la familia. No habla español y decidió seguir allí”, señala Alí.
Finalmente, Alí abandonó Fuerteventura. Tras unos días visitando a unos amigos en Zaragoza viajó a Bilbao, donde vivía un amigo suyo. En la ciudad bilbaína intenta ganarse la vida con trabajos esporádicos. Aún no ha podido conseguir una nómina fija en todo este tiempo.
Años difíciles
Este profesor de Francés y Filosofía en Costa de Marfil asegura que “estos tres años han sido muy difíciles”. Alejado de su familia, a la que solo ha visto en dos ocasiones en las que ellos han venido a España, puesto que él no ha podido ir a Francia porque el juzgado de Ceuta le había retirado el pasaporte hasta la celebración del juicio.
Alí comenta que la sentencia “ha tardado mucho tiempo, casi tres años. Debería haber sido hace mucho antes porque las autoridades y los jueces sabían que yo era el padre de Adou”, insiste. Ahora, además de volver a juntar a su familia, intentará conseguir la nacionalidad española. También le gustaría traer a su hijo, ya mayor de edad, de Costa de Marfil. “Si hay posibilidad de hacerlo no lo voy a dejar allí”, comenta.
Alí siente que por fin ha cumplido su sueño. Estos días ha vuelto a repetir que Adou no podía quedarse solo en Costa de Marfil, donde estaba al cuidado de su hermano después de que la abuela muriera. “Nosotros no tenemos nuestra vida en África y él tenía que venir con nosotros aquí”, explica el hombre.
También ha vuelto a contar estos días que sacarlo de Costa de Marfil “no fue una opción”. Insiste en que “era la única porque si el niño se hubiera quedado allí seguramente habría muerto y hoy no estaríamos hablando de Adou”.
En la Audiencia Provincial de Cádiz, volvió a recordar cómo contactó con un camerunés al que entregó 5.000 euros para que llevara a Adou al aeropuerto de Madrid con un visado. El niño no viajó a Madrid y su padre tuvo que viajar hasta Casablanca, en Marruecos, para llevarlo a la frontera de Ceuta.
Cerca de la frontera, un senegalés le comentó que iban a pasar al pequeño con papeles por la frontera dentro de un coche y dejarlo en un centro de menores de Ceuta o en la policía. Finalmente, el niño fue detectado por los radares de la Guardia Civil dentro de una maleta. En minutos, la imagen dio la vuelta al mundo.
El marfileño insiste desde Bilbao en que fue engañado. “Me dejé engañar con la presión y la desesperación que estaba viviendo. Estos factores me impidieron ver todos los aspectos de la situación” y añade que “no volvería a tener contacto con ellos, pero Adou tenía que salir de allí”.
“Las autoridades se han dado cuenta que no soy un traficante. Soy una persona a la que le gustan las cosas legales. Desde que llegué a España intenté traer a mi familia y vivir como una persona honrada”, insiste mientras recuerda cómo la primera vía que utilizó para traer a su hijo fue la legal. “Lo intenté dos veces, pero por 56 euros que faltaban del salario me negaron la reagrupación”, añade.
Mientras tanto, Adou continúa su vida en París. Sus días trascurren entre la escuela y las visitas a un centro donde los entrenan para que en el futuro puedan ser futbolistas profesionales. De momento, el pequeño sigue idolatrando a Messi.
Su padre se acuerda mucho de Fuerteventura. “Es mi ciudad y forma parte de nuestra vida en España”. Alí salió de Fuerteventura con una sola maleta. En Puerto del Rosario dejó el resto del equipaje. “Volver ahí es seguro como que sale el sol, pero no sé cuándo podré hacerlo”.
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