REPORTAJE

“Los okupas no son un problema social sino una deficiencia social”

Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 5 COMENTARIOS 14/03/2017 - 09:56

La cantante Silvia Pérez Cruz recogió el Goya a mejor banda sonora por la película “Cerca de tu casa” cantando “es indecente gente sin casas, casas sin gente”. Algo similar debió pensar Chus Vila cuando en 2015 creó, junto a dos compañeros más, el Movimiento de Okupación de Fuerteventura (MOF) para prestar asesoramiento a las personas que se quedaban sin vivienda tras un desahucio. Dos años después, Chus lamenta que no se haya hecho nada para frenar esta situación y alerta del incremento de okupas y de la creación de pequeños guetos en zonas de la isla.

“Cuando una persona decide ocupar es porque se llega a una situación extrema donde no hay más remedio que hacerlo”, sostiene Chus. Esta mujer vivió esa misma realidad. Después de quedarse sin trabajo en 2012 y tener que abandonar su casa por no poder costear el alquiler, decidió visibilizar su situación e iniciar una huelga de hambre a las puertas de la Delegación de Gobierno en la isla.

Veintidós días después, abandonó la huelga de hambre con varias promesas retumbando en sus oídos. Jamás llegaron a cumplirse. Sobre la mesa tenía pocas opciones: dormir en un coche, en una tienda de campaña en la playa u ocupar una vivienda vacía. Se decantó por esto último. “Lo único que podía pasar es que me metieran en la cárcel y allí por lo menos tendría casa y comida”, sostiene.

Chus inició su vida de okupa en una situación de “soledad absoluta”. Sin poner rostro a nadie que estuviera en sus mismas condiciones y sin ningún tipo de referencias sobre el tema. Más tarde, empezó a conocer a otras personas con una realidad similar y decidieron crear el MOF para asesorar sobre qué tipo de viviendas ocupar y prestar apoyo a las familias que se quedan sin techo. El primer paso fue habilitar una cuenta de correo a la que no tardaron en llegar peticiones de ayuda.

Esta mujer, que vino a la isla procedente del norte peninsular hace 16 años, insiste en que las personas que llegan a esta situación se encuentran “desesperadas y sin recursos y, por norma general, han sido abandonadas por los poderes públicos”.

“Cuando una persona decide ocupar es porque se llega a una situación extrema donde no hay más remedio que hacerlo”, sostiene Chus, del el Movimiento de Okupación de Fuerteventura (MOF)

En el manual de buenas conductas del movimiento se subraya que sólo se prestará apoyo a aquellas personas que ocupan una casa propiedad de los bancos. “Jamás ayudamos a nadie que no se preocupe por encontrar una vivienda que no sea de un particular. Esas son intocables”, matiza la portavoz del MOF. El alojamiento también debe tener acceso al agua y la luz y que “no seamos un problema para los vecinos ni se sientan incómodos. Si hemos visto algún caso así, retiramos nuestro apoyo”, añade.

Chus es incapaz de cifrar el número de personas que viven en esta situación en Fuerteventura, aunque los datos que maneja la llevan, en primer lugar, al municipio de Puerto del Rosario y, en concreto, a los barrios de Buenavista y Fabelo, además de zonas de fuera de la capital como El Matorral. El Consistorio de Puerto del Rosario habla de 30 personas okupas en su municipio, según datos de la Policía Local, aunque esta cifra es, según el movimiento, “irrisoria”, ya que es mucho mayor. Tras Puerto del Rosario se situaría La Oliva, especialmente el núcleo de Corralejo.

La portavoz del movimiento asegura que hay zonas que “pueden ser conflictivas por la cantidad de okupas que hay en estos momentos”. Tampoco oculta su temor a la creación de guetos. Hay lugares como El Matorral donde “no queremos entrar porque ya son pequeños guetos. Hay manzanas, que no se llegaron a vender, y que ahora están, prácticamente, ocupadas”, explica.

Para Chus, la solución ideal sería activar el mercado laboral. No en vano, el perfil de okupas en Fuerteventura es el de personas de fuera, con arraigo en la isla pero sin apoyo familiar, en situación de desempleo y con graves dificultades para encontrar trabajo. Muchos de ellos ya han superado los 45 años. Otras soluciones serían activar el alquiler social y la creación de viviendas de protección oficial en una isla en la que muchos no recuerdan cuándo fue la última vez que se hizo entrega de este tipo de casas. Chus echa la vista atrás y recuerda las viviendas sociales construidas en tiempos de la dictadura franquista y lamenta que “este señor tuviera en cuenta construir viviendas sociales para aquellos que no tenían donde vivir y que eso ya no exista en democracia”.

El perfil de okupas en Fuerteventura es el de personas con arraigo en la isla pero sin apoyo familiar, en situación de desempleo y con graves dificultades para encontrar trabajo

Además, critica que “no se invierta en fabricar ni en expropiarlas y usarlas como viviendas de protección oficial” y asegura no entender que haya bloques de casas en Fuerteventura donde “podrían vivir muchas personas y, en cambio, las han dejado destrozarse y convertirse en nidos de palomas”.

Chus aclara que “los okupas no somos un problema social sino una deficiencia social” e insiste en que la población tiene que entender que “el okupa tiene una gran vulnerabilidad porque no está seguro en su propia casa. Tenemos miedo de que llegue una carta del Juzgado o una llamada a la puerta de la policía y esa situación genera ansiedad”.

Con ese miedo a una llamada a la puerta de la policía vive Nieves Fernández desde el pasado mes de mayo. Esta majorera, hija de militar y de ama de casa, empezó a trabajar con diecisiete años. La muerte de su padre le puso delante la primera prueba de la vida adulta y no le quedó más remedio que ponerse a trabajar como cajera en un supermercado. En casa le esperaban cuatro hermanos y una madre a los que había que ayudar a salir adelante.

Nieves encontró el amor “muy jovencita” y con 18 años se convirtió en madre. De nuevo, tenía otra prueba de adultos delante, por lo que ella y su pareja decidieron crear un hogar en el que recibieron con alegría a su segunda hija y en el que vivieron felices hasta que los medios de comunicación empezaron a poner en sus portadas la palabra crisis.

La crisis comenzó a arrastrar víctimas y una de ellas fue el marido de Nieves, un empleado de la construcción al que no le quedó más remedio que bajarse del andamio y acudir a las listas del paro. Poco después, él y su mujer se despertaron un día delante de la puerta de los Servicios Sociales.

Nieves abrió el grifo y vio cómo apenas salía un hilito de agua. “Con velas te puedes iluminar, pero lo del agua fue lo peor. Fui a la calle al ver que apenas tenía agua y vi que habían hecho un corte y un precinto”

Mientras tanto, Nieves se buscaba la vida con trabajos temporales en un hotel donde iba cubriendo vacaciones, bajas por enfermedad… pero nunca más de dos meses. Se iban almacenando sobre la mesa los recibos sin pagar del alquiler. “En la primera casa donde vivimos estuvimos dos años. Al año empezamos a no poder pagar. Hubo denuncia del propietario, fuimos a juicio y el juez nos dio tres meses para desalojar la vivienda”.

La familia tuvo que buscar otro techo. A su favor jugaba un nuevo contrato en el hotel que le permitió pagar sin problemas los tres primeros meses del alquiler hasta que volvió a quedarse sin trabajo. Su marido tampoco conseguía un empleo. Al final, tuvo que decidir entre pagar el alquiler o dar de comer a sus hijos y optó por lo segundo.

Nieves recuerda “lo bien que se portó aquel propietario”, que fue perdonando impagos durante meses hasta que les advirtió que tenían que abandonar la casa porque necesitaba el dinero del alquiler. “Me vi con una mano delante y otra detrás. Sin trabajo ninguno de los dos y sin tener dónde ir, pero no me podía ir a la calle”, lamenta un año después.

Nieves se había inscrito para obtener una vivienda de protección oficial. Un día vio los cielos abiertos con la publicación de una lista en la que aparecían sus datos con el número 34. Finalmente, esa lista dejó de existir y la joven se quedó sin las llaves de su nueva casa. Ahora, asegura no entender cómo “con todas las que hay vacías no hay ninguna para las personas que necesitamos una vivienda”.

A través de la madre de un compañero de clase de su hijo, conoció la existencia del Movimiento de Okupación de Fuerteventura. Decidió mandarles un correo. Poco después, ella, su marido y sus hijos de ocho y nueve años de edad comenzaron a vivir bajo el calificativo de okupas a las afueras de Puerto del Rosario. Asegura que “no es plato de buen gusto” explicarles esa situación a sus hijos. Un día, Nieves se sentó frente a ellos y les comentó que tenían que dejar la casa donde vivían para mudarse a otra que “está un poquito destrozada y hay que arreglarla antes de entrar a vivir en ella”.

Los pequeños no tardaron en empezar a hacer preguntas: por qué no pagaban la casa, si era de ellos para siempre… Nieves volvió a salir al paso explicándoles que estarían en ella hasta que mamá encontrara una casa que pueda pagar. “Tal vez, el día de mañana sea nuestra”. El matrimonio también tuvo que ingeniárselas para hacer frente a los cortes de luz después de ver cómo tenía que tirar  cada cierto tiempo la comida de la nevera a la basura cuando llegaban a casa y veían que se habían quedado sin electricidad desde hacía horas. “Con niños no puedes estar así y llegas a una situación en la que tienes que buscar amigos que sepan de electricidad y te hagan un apaño”.

Otro día, Nieves abrió el grifo y vio cómo apenas salía un hilito de agua. “Con velas te puedes iluminar, pero lo del agua fue lo peor. Fui a la calle al ver que apenas tenía agua y vi que habían hecho un corte y un precinto”, recuerda. De nuevo, tocaba llamar a algún amigo manitas.

Nieves no es la única de su barrio que se las ha ingeniado para tener agua y luz. En los últimos tiempos, se ha ido encontrando con vecinos en una situación similar a la suya. “Cuando llegué a la vivienda, había varias casas vacías y al mes de estar allí ya no había ninguna libre sino todas con personas okupas”. Asegura que seguirá de okupa hasta que no lo necesite. Estos días ha empezado a trabajar de nuevo en el hotel, pero no sabe hasta cuándo. Mientras tanto, tiene pesadillas con que se repita la visita de la policía o llegue la notificación del Juzgado. Entre pesadillas, alguna vez sueña con tener una vivienda de alquiler o protección oficial. “Llegará un momento que también me echarán de la casa donde estoy ahora y lo comprendo”, concluye.

Fuerteventura, ¿libre de desahucios?

El 20 de junio de 2015 Marcial Morales tomaba posesión como presidente del Cabildo prometiendo la creación de una oficina antidesahucios en la isla. Casi dos años después, la portavoz del Movimiento de Okupación de Fuerteventura, Chus Vila, asegura que “no se han paralizado los desahucios a pesar de que el Cabildo decidió erigir a Fuerteventura como una isla libre de desahucios”. El portavoz de Podemos en el Cabildo, Andrés Briansó, recuerda que en los Presupuestos insulares de 2016 se recogía una partida de 65.000 euros para la oficina. En los de 2017, la cantidad se había reducido a 6.000. Según Briansó, lo que ha hecho el Gobierno de Morales es “una oficina inoperativa e inútil”, ya que su única acción ha sido “firmar un convenio con el Colegio de Abogados para que prestara asistencia a los afectados en temas de hipoteca con los bancos, pero eso ya existe y se llama abogado de oficio”.

Comentarios

Como en la viña del señor habrá de todo. Gente que por desgracia ha perdido su casa por falta de trabajo y también mucho caradura suelto. Lo que es imperdonable es que se metan en propiedades privadas por la cara y aquí no pase nada, Siesque..... Vamos
Lo que es imperdonable es que se ayude a los bancos con el dinero de todos para que sigan ganando dinero y la gente no tenga casas donde vivir, mientras las que ellos pagaron con nuestro dinero se caen por abandono
Muchos se aprovechan para no pagar un alquiler y otros lo hacen por falta de viviendas en alquiler..
Hola llevo meses buscando una casa decente y con un precio razonable y no hay nada de nada hace 10 días me engañaron me estafaron 600 euros supuestamente la fianza de una vivienda en corralejo mi contrato acaba ahora y el dueño va a acer la casa vacacional y mi marido mis dos hijos y yo a la calle donde voy?aver porque llevo meses buscando y alquileres a 900 euros y encima te piden 2 meses de dianza y el mes en curso si no encuentro nada hasta final de agosto no me queda otro remedio que meterme en algún sitio la situación es desesperante porqun aunk mi marido trabaja el precio de los alquileres son exagerados no duermo no como porque no se como voy a acer con mis hijos desde luego a la playa no me voy a ir
Casa de arkiler no ay.y las k ay son precio elevado no tengo ningún tipo.de ayuda y casa abandonada de muchos años si ay deteriorada con tela de araña k triste así k me veré obligada a meterme en una y mi familia me de un plato de comida

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