“La Diputación del Común no está para hacer política”
Lola Padrón, diputada del Común de Canarias
-Usted acaba de cumplir los primeros seis meses como Diputada del Común. ¿Esto es como se lo esperaba cuando fue elegida por el Parlamento?
-He descubierto que es una institución bastante más útil de lo que parece, pero que tiene una estructura que debe modernizarse. Así se lo he hecho saber a los grupos parlamentarios. Esta institución cumple cuarenta años en 2025, así como la ley que la regula, y ha tenido una función relevante en defensa de los derechos de la ciudadanía. Pero creo que necesita algunos cambios en su estructura para ser más operativa, eso lo he observado nada más llegar. También me ha sorprendido la capacidad que tiene la institución de resolver quejas solo con las primeras actuaciones. Hasta ahora se ha contabilizado el éxito de las solicitudes cuando la queja está finalizada, pero nos hemos dado cuenta de que muchos asuntos se resuelven solo por la participación por escrito de la Diputación del Común, sobre todo en asuntos urbanísticos.
-¿Qué diferencia hay entre unos casos y otros?
-Que la mera actuación de esta institución en muchas ocasiones ya encamina una solución a la queja. Cuando un ciudadano nos toca a la puerta es porque ya ha tocado otras muchas y el asunto aún no está judicializado. He detectado que nuestra actuación en sí misma ya es eficaz, porque los asuntos de los ciudadanos no se resuelven porque sí o con una varita mágica. Es algo que vamos a reflejar en la Memoria de 2024, que presentaremos en marzo, y que será un documento mixto porque recoge también el último tramo de la gestión de Rafael Yanes. Hay una continuidad evidente entre una etapa y otra.
-¿Por qué propone cambiar la legislación del Diputado del Común?
-Para introducir la mediación como instrumento. Los juzgados están totalmente colapsados y cuando un ciudadano viene aquí no quiere meterse ni regresar a un juzgado, quiere que intervengamos de otra manera para que la Administración responda. Un instrumento como la mediación lo veo muy útil, aunque es un asunto objeto de debate entre los Defensores del Pueblo autonómicos, si bien la pauta la ha marcado Andalucía a través de Jesús Maeso, que ha introducido elementos de mediación que son hoy una referencia. Ya tenemos un informe inicial y en ese camino estamos trabajando.
“Hay que introducir la mediación; los juzgados están colapsados”
-¿Propone un cambio radical?
-Propongo una evolución a la medida del cambio social, que ha sido muy rápido. En estas décadas la institución ya ha demostrado que tiene sentido, pero no puede seguir con el modelo con el que nació. Eso afecta también a los perfiles de los asesores, que son necesarios porque tramitan las quejas y sin ellos no funcionaría la institución. Pero hay que mirar a los perfiles: hasta ahora han sido todos profesionales del Derecho, pero nos hacen falta sociólogos, trabajadores sociales, economistas, profesionales que pueden evaluar por qué la clase media se ha empobrecido y este hecho ha generado un daño en el acceso a la vivienda, a la dependencia, etcétera.
-¿Cuál es la plantilla actual de la institución?
-Poco más de treinta personas, con una plantilla fija de funcionarios que realizan los trabajos administrativos más los asesores que tramitan las reclamaciones. Es importante que haya funcionarios porque eso garantiza la independencia de la institución a la hora de recibir las quejas de los ciudadanos.
-¿Y qué plantilla debería tener, a su juicio?
-No se trata de contratar más, sino de organizar mejor las tareas. Tiene que existir un grupo sólido de funcionarios acompañados por los asesores, que son nombrados por los grupos parlamentarios, porque yo no los elijo, como tampoco designo a los adjuntos. Pero es importante darle estabilidad a la institución, piense que si de repente dimito o tengo que marcharme los asesores cesan automáticamente también y la institución se queda paralizada. Es importante contar con funcionarios independientes, ellos deben ser la columna vertebral de la institución.
“La institución tiene sentido, pero no puede seguir con el modelo con el que nació”
-¿Y el despliegue sobre el territorio de la institución cuál es?
-La presencia física es importante, aunque esa importancia tenderá a decrecer con el tiempo, porque nos movemos en una sociedad que tiende a lo virtual. Estar en Tenerife o en Lanzarote a buena parte de la población le da igual a la hora de formular una reclamación. Es importante mantenerse en el territorio, pero no todas las oficinas pueden tener los recursos de la sede central, que está en Santa Cruz de La Palma y que debe ser reforzada, porque además tenemos el proyecto de instalar allí una Escuela de Ciudadanía que viene desde la etapa de Jerónimo Saavedra, que hemos desbloqueado y que me hace mucha ilusión por la visibilidad que puede darle a la institución.
-¿Y el soporte tecnológico funciona bien?
-Las quejas son muy fáciles de registrar, basta con entrar en la página web del Diputado del Común, y es algo que me he encontrado hecho. Y mantenemos la atención presencial, por ahora, porque aún es necesaria, ya sea con cita previa o sin ella. Ahora mismo tenemos oficinas en todas las islas, incluida una sede pequeña en La Graciosa, aunque no están abiertas todo el tiempo. Pero esta es una institución pobre, me gustaría que los cabildos se implicaran algo más en ofrecer espacios y recursos a la institución.
-¿La institución es conocida como debería o le gustaría?
-La referencia más reciente que tenemos al respecto es un estudio realizado en La Palma según el cual el Diputado del Común es conocido por el 13 por ciento de la población de esa isla.
-¿Esos son muchos o pocos?
-¿A usted le parecen muchos? A mí no me lo parecen. Y si con solo un 13 por ciento de conocimiento se registran cada año más de tres mil quejas, pues imagine cómo sería si el conocimiento fuera del 25. No creo que sea un nivel de conocimiento como para estar satisfechos.
“Las quejas son fáciles de registrar, basta con entrar en la página web”
-¿A qué llama usted resolver una queja? ¿A que se culmina el procedimiento o a que se resuelve el asunto?
-A que se resuelve el asunto tal y como espera el ciudadano. Cosa que no siempre ocurre, porque en muchas ocasiones el reclamante espera cosas de nosotros que no podemos hacer.
-¿El porcentaje de éxito cuál es?
-Lo veremos pronto, con el informe anual. Pero el mayor volumen de quejas en función de la población se produce en La Palma, aunque el mayor número en términos brutos se da en Tenerife. Nos falta personal cualificado para interpretar los datos que tenemos y evaluar nuestro funcionamiento, por eso hablo de incorporar nuevos perfiles al personal. Es una cuestión de confianza y credibilidad.
-El problema es que a la Diputación del Común llegan quejas sobre asuntos que parecen no tener solución en Canarias: la dependencia, la escasez de vivienda, la crisis migratoria…
-Porque al Diputado se le confunde con un diputado más, cosa que no somos. Quizá el nombre de la institución alimenta esa confusión, pero nace de una historia previa y tiene también su explicación. No somos un organismo político, aunque somos elegidos por el Parlamento, pero no tenemos poder ejecutivo.
-¿Y es una institución combativa con el poder político?
-Nuestro papel es derivado de la queja del ciudadano. Somos combativos al canalizar esa expresión de la sociedad, ese es nuestro papel, aunque podemos actuar de oficio partiendo de estudios, no de ocurrencias. Tampoco se trata de duplicar funciones. ¿Por qué la mayoría de las quejas tienen que ver con dependencia y vivienda? Porque tienen que ver con el papel de los ayuntamientos, que son las instituciones más cercanas a los ciudadanos. Y son los propios municipios los que recomiendan al vecino utilizar los recursos del Diputado del Común.
“Se puede defender a un ciudadano de muchas maneras diferentes”
-Su predecesor, Rafael Yanes, cogió fama de ser muy combativo con el Gobierno canario.
-Lo que hizo fue darle visibilidad a la institución. Y para eso hay que tener presencia, una presencia combativa que nosotros también tenemos. Se puede defender a un ciudadano de muchas maneras, por ejemplo, mediando primero y siendo más combativos si no hay resultado. Pero el propio Rafael Yanes dijo en su despedida que salía frustrado por no haber resuelto más asuntos, y esto es porque el Diputado del Común no resuelve, sino que canaliza y media. Si resolvemos conflictos ya estamos siendo útiles a la sociedad, y para hacer oposición y controlar al Ejecutivo ya están los diputados en el Parlamento. Además, hay que tener en cuenta la clase de quejas que recibimos, porque en ocasiones se registran reclamaciones a cargo de plataformas que tienen mucha gente detrás, pero en otros casos les pedimos información y simplemente desaparecen. Lo que quiero decir es que este no es instrumento para hacer política, sino para resolver los problemas de la ciudadanía.
-Pero si usted ve los nombres de quienes han sido Diputados del Común…
-Muy combativos todos ellos.
-Combativos quizá, pero políticos también. Hasta un primer espada como Jerónimo Saavedra fue Diputado del Común, lo han sido dos jueces e importantes cargos políticos, como Rafael Yanes o usted misma.
-Pero es que la política es buena, lo malo es que la política se restrinja a los partidos políticos. La política se ha deteriorado como palabra por culpa del partidismo, porque la política es diálogo e interacción entre personas que opinan diferente. Si en la Diputación del Común nos dedicáramos al partidismo la gente saldría corriendo.
-¿Dolores Padrón, o sea, usted, ya no es del PSOE?
-Pues ahora mismo no, me he dado de baja en el partido.
“Aspiro a seguir el legado de mis predecesores en el cargo, poniéndolo al día”
-¿Y esto le parece normal?
-Ideológicamente no he cambiado, aunque he evolucionado. Pero aquí no hablamos de ideología, sino de partidismo. Claro que los adjuntos tienen cada uno su ideología, los han propuesto los partidos y a partir de ahí tenemos que dialogar para que esta institución funcione. A mí me parece un buen método.
-¿Usted cree que la Diputación del Común debe ser una institución progresista?
-Creo que la política desde esa perspectiva no debe entrar en la institución. Tenemos que movernos dentro de la pluralidad del Parlamento, así que debemos evitar siempre el partidismo, porque si lo hay tendremos conflicto. Y quienes me conocen saben que tengo un espíritu bastante libre.
-Pero a ustedes los han elegido los políticos en el Parlamento.
-Es normal y me parece bien, porque los diputados son los representantes de los ciudadanos, así que el método de elección, que en nuestro caso exige acuerdo, es el más democrático. ¿Cuál sería la alternativa? ¿Quién debe elegir al Diputado o la Diputada del Común? Yo una elección directa la veo inviable y este sistema, que puede ser imperfecto, es el mejor de los posibles. Desde luego a mí me vale, y soy una demócrata convencida. Lo contrario sería desnaturalizar la institución.
-Usted es la primera mujer Diputada del Común. ¿Qué perfil quiere darle a su presencia al frente de esta institución?
-Hay una cosa que une a mis predecesores y es que todos fueron personas con un enorme compromiso social. Aspiro a seguir el legado que ellos marcaron, pero poniéndolo al día, como pasa con cualquier proyecto, porque lo que no se evalúa y no se mueve termina por morir. En ese aspecto, hay dos asuntos que pretendo impulsar. El primero es la mediación, que no llegará de un día para otro, pero es necesario impulsarla y vamos en el camino correcto. Y hablamos no solo de mediación jurídica, sino también de mediación comunitaria, a través de los trabajadores sociales. Para lograrlo necesito el apoyo de los grupos parlamentarios, así que no hay más remedio que ser dialogantes.
-¿Y el otro cuál es?
-La Escuela de Ciudadanía, que es un modo de dar a conocer la institución, algo que no podemos hacer en solitario. Por eso hemos abierto un diálogo con las dos universidades públicas canarias. Veo a nuestra sede en la calle Real de Santa Cruz de La Palma en el futuro como un hervidero de cultura y debate democrático. Y todo eso, sin olvidar que nuestra función esencial es recibir y tramitar las quejas de la sociedad, que es la que tiene que marcarnos el paso.
-¿Y el hecho de ser la primera mujer no tiene relevancia?
-Llega por fin, como ha ocurrido con el Concierto de Año Nuevo en Viena, en el que por fin se interpretó una obra compuesta por una mujer. No es para estar contentos, desde luego, y más en esta institución, cuando somos las mujeres las que históricamente estamos más cercanas a los cuidados, a las familias, a los hijos. Y es una cuestión de sentido común, que no haya más mujeres en puestos relevantes y alguna gente no se sorprenda es algo que me produce mucha frustración. O nos vemos como iguales o no habrá avance social. Y vamos muy lentos, se lo dice alguien que ha luchado toda la vida por la igualdad.
Comentarios
1 ¿De verdad? Mié, 15/01/2025 - 07:28
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