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“El silencio y borrar la huella criminal han sido una constante en el franquismo”

Miguel del Arco, director de 'Las noches de Tefía'

Eloy Vera 3 COMENTARIOS 10/05/2023 - 08:52

Un día después de la entrega de los Premios Talía de Teatro, donde a Miguel del Arco le tocó entregar el premio a mejor iluminación, el director teatral nos atiende desde Madrid. Curtido en las tablas, lleva años al frente de Teatro Kamikaze, una compañía que suma éxitos en la cartelera y el aplauso de los entendidos en teatro. Gestionó durante algún tiempo el Teatro Pavón, en Madrid, y ha dirigido películas como Las furias. Acaba de estrenar la serie de ATRESplayer Las noches de Tefía, en el Festival de Cine de Málaga. Un drama social, que en breve se podrá ver en los hogares, en el que cuenta los horrores de las personas a las que Franco envió a la Colonia Penitenciaria de Tefía entre 1954 y 1966, bajo el paraguas de la Ley de Vagos y Maleantes. La serie es un ejercicio de memoria histórica donde Del Arco recupera lo que el régimen franquista intentó borrar de la historia de España.

-¿Cómo llega a la historia del campo de concentración de Tefía?

-Estaba escribiendo una función de teatro sobre una compañía de variedades que decide, en un momento determinado, matar a Franco. La historia empezó a mezclarse con la Ley de Vagos y Maleantes y empecé a investigar sobre ella. Cayó en mis manos la novela de Miguel Ángel Sosa Machín Viaje al centro de la infamia y ahí fue donde, por primera vez, escuché hablar de la Colonia Penitenciaria de Tefía. Empecé a interesarme por la figura de Octavio García. La novela de Sosa Machín ficciona su testimonio y, a partir de ahí, empecé a conseguir información sobre Octavio. En la función que yo había empezado a dar forma estaba el campo de concentración de Nanclares, pero el de Tefía me pareció que, a nivel metafórico, era infinitamente mejor.

-Explíqueme eso de las metáforas...

-No sólo está la metáfora de la isla de Fuerteventura, sino también la metáfora de España como una isla en medio de una época en la que empieza a abrirse al reclamo turístico de las Islas Afortunadas. Me interesaba la dualidad que existía. Por un lado, el régimen intentaba vender una España folclórica y exótica de república bananera a la que da gusto venir, pero al mismo tiempo se estaba machacando de una manera atroz a los ciudadanos españoles.

“Todo lo que ayude a reflexionar sobre el ser humano es pertinente”

-Apenas se sabe nada de lo que pasó en los campos de concentración franquistas...

-Hay un gigantesco desconocimiento sobre ello. La gente cuando habla de los campos de concentración de Franco piensa en lo que sucedió inmediatamente después de la Guerra Civil, pero se extendieron hasta mucho después de finalizar la Segunda Guerra Mundial. Luego, el régimen franquista pasó de hablar de campos de concentración a colonias penitenciarias, donde la gente estaba en régimen de esclavitud, con trabajos forzados. Los ciudadanos eran apresados sin juicio previo. Eran encerrados, simplemente, por parecer homosexuales. Con la serie Las noches de Tefía quería contar todo este momento de la historia, que no estaba contado.

-¿Por qué hemos pasado de puntillas por este episodio de la historia de España?

-El régimen hizo una cosa excepcionalmente bien que fue borrar sus huellas criminales. Se dedicaron durante 40 años a legitimar lo que habían hecho y a borrar cualquier huella de la criminalidad de la dictadura e intentar legitimarse como un gobernante para y por su pueblo, cuando Franco fue revanchista con los vencidos hasta el día que se murió.

-Hábleme de la serie. ¿Qué historias se suceden tras los muros de la colonia penitenciaria?

-Las noches de Tefía está dividida en tres partes. En una contamos lo que sucede en el campo de concentración. Hay un personaje que es Airam Betancor, un chaval que llevan a la Colonia con 19 años y lo recuperamos en 2004 cuando se va a celebrar el 50 aniversario de la apertura de Tefía, que coincide con la placa que se puso en la localidad como reconocimiento. Cuenta el ingreso de Airam con 19 años y cómo sale tan destruido y humillado del campo de concentración que se mete en un armario gigantesco, se casa y tiene hijos. Más tarde, 40 años después, vuelve a aparecer y convive con los torturadores y la gente que le mantuvo preso. Luego, hay una historia donde uno de los compañeros, un preso político, les cuenta historias por las noches. Con ello aumenta, de alguna manera, la capacidad de resiliencia a través de la imaginación y les inventa un cabaret. Son tres espacios: el pasado, presente y el cabaret imaginario que es casi tan real como el propio campo al ser recordado por Airam en 2004. Se mezcla la pesadilla que era el campo de concentración y el sueño que les permitió, de alguna manera, agarrarse a algo para tener la posibilidad de seguir vivos.

“En ningún momento tuve una línea editorial, ni una mínima amenaza”

-Y ese sueño es Tindaya. Con ese nombre llamamos a una montaña, pero ¿qué es Tindaya en la serie?

-Tindaya surge una noche después de que le dieran una paliza a uno de los personajes, a la Sissi, que era una transexual. Uno de los presos, Charly, le inventa una historia particular con los ingredientes que tiene a su alrededor. Les explica que Tindaya es un cabaret donde todo el mundo quería ir. Me gustaba la idea de Tindaya como montaña mágica, un espacio casi onírico donde cada uno tiene un alter ego y donde pueden llegar a donde su imaginación les permite. Tindaya también permite ver qué podían haber sido de haber estado en un país libre. Cómo podríamos habernos desarrollado artísticamente si no hubiéramos tenido un régimen franquista aplastándonos y diciendo las cosas que se pueden y las que no se pueden contar.

-En 2004, el personaje de Airam regresa a Tefía para descubrir una placa. ¿Qué supone para el personaje reencontrarse con ese pasado?

-Al principio, se niega rotundamente. Lleva 40 años intentando olvidarse de lo que allí sucedió. Airam se enfrenta a una salida del armario abrupta en medio de su familia, donde nadie sabe nada, y en medio de un país en el que todos parecemos muy modernos y donde parece que no hay ningún problema con lo que la gente diga, pero vemos que no es así. Tenemos, por delante, mucho camino que conquistar. La llegada a Tefía es muy traumática porque vuelve a un sitio que ha estado en él, de forma permanente, como una pesadilla, pero también es lo que yo creo que se persigue con la Ley de Memoria Histórica: conseguir la dignidad. Cuando Airam llega dice que ha estado “toda su vida intentando olvidar, pero que antes de olvidar hay que recordarlo todo”.

“Hablar del franquismo en este país siempre ha sido algo controvertido”

-En un principio, se pensó en rodar en Tefía, pero el rodaje acabó en Tenerife. ¿Por qué?

-Estuve en Tefía cuando empezamos a localizar. Hicimos un primer intento de rodar allí, pero era un sitio muy contaminado visualmente y no nos interesaba. No tenía intención de construir algo que históricamente fuera igual. Me parecía más interesante conseguir un sitio como el que explicaba Octavio, un espacio en mitad del desierto donde ni siquiera se necesitaba tener vallas porque no se podía ir a ningún sitio.

-Se habla de Colonia Penitenciaria, pero no de campo de concentración…

-Hay más de 300 campos de concentración en España. A finales de los años 40 empiezan a denominarles colonias penitenciarias para justificar, de alguna manera, su ingreso en la comunidad internacional que era el intento de Franco. La ley del silencio y borrar cualquier huella criminal han sido una constante en el régimen franquista y lo sigue siendo. Algunos dirigentes actuales dicen que es el Pleistoceno, pero es nuestra historia. Sería impensable que no conociéramos los campos de concentración alemanes.

-Ha asegurado en alguna entrevista que estaba convencido de que, en cualquier momento, le iban a llamar y le iban a decir que no siguiera con ello…

-Durante el rodaje no. Fue en el momento de la escritura. Cuando la estaba empezando estaba convencido de que no iba a hacer esa historia. No dejan de ser plataformas privadas que buscan hacer cosas del gusto del público y hablar del franquismo en este país siempre es controvertido. Es una controversia que no quieren porque tira a la gente para atrás. Sin embargo, no tuve que bregar con ello. Era una sensación mía. En ningún momento tuve una línea editorial, ni una línea roja, ni una mínima amenaza. Lo que he escrito es lo que he querido escribir.

-Ha dicho que ‘Las noches de Tefía’ es una serie de gritos y silencios…

-Las situaciones son tan extremas que está la necesidad del grito. Muchas veces es un grito por la necesidad de reivindicación de la justicia, que son gritos muy sordos y luego hay susurros porque es una historia creada encima del terror. Es una historia casi en el susurro. También era imprescindible para mí una historia que nos estrujara el corazón y no nos dejara contemplar nada. Necesitaba la resiliencia del humor, la resiliencia de la gente que quiere vivir. Esa capacidad del ser humano de sobreponerse a todo y seguir adelante. Ahí está Tindaya. Todos se agarran a esta ficción.

Imagen del rodaje.

-¿Qué criterios siguió para formar un elenco donde hay desde actores de Teatro Kamikaze hasta canarios como Luifer Rodríguez o Maikol Hernández?

-Ha sido una construcción muy lenta. Siempre construyo los elencos de una forma bastante lenta y mucho más en una cosa tan absolutamente coral como esta. Quería que estuviera reflejado también el hecho de que no solo había personas homosexuales, sino también presos políticos, maleantes, borrachos, puteros... y también gente de muy diferentes procedencias. Hay personajes que vienen de península, canarios... Tenía muy claro que quería trabajar con Patrick Criado sí o sí. También con Israel Elejalde y Raúl Prieto porque son actores con los que llevo mucho tiempo trabajando en Teatro Kamikaze, Carolina Yuste... En Canarias hicimos muchas pruebas a actores canarios y fueron apareciendo gente como Celeste González que es deslumbrante para un personaje que me parecía importantísimo que es la Sissi.

-¿Por qué es necesario llevar a la ficción historias como la de Tefía?

-Creo que las historias que tienen que ver con la dignidad del ser humano y con la construcción de un país nos ayudan a preguntarnos mejor quiénes somos, hacia dónde queremos ir y qué país queremos construir. Todo lo que ayude a reflexionar sobre el ser humano me parece que es absolutamente pertinente.

Comentarios

Les da igual todo
Si que da juego Franco, si.
A Jesús todo a taparlo que no se sepa nada de barbaridades eso a taparlo y dejarlo mire los países desarrollados como hacen el mes culpa por el nazismo y regímenes totalitarios aquí a callar y mirar para otra parte verdad eso es lo que le gusta

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