“El error de Puerto del Rosario es calificarse como ciudad administrativa y no turística”
Nacido en Gran Canaria, Sastre lleva desde 1986 en Fuerteventura, donde ha realizado obras como el Palacio de Congresos de la capital. Estudió Arquitectura en la Escuela Técnica Universitaria de Madrid y llegó a la isla para trabajar durante un año para una constructora “a pie de obra”. Sin embargo, en seguida supo que quería quedarse. Coque Sastre, como se le conoce en Maxorata, participa activamente de la vida social y cultural local y suele portar habitualmente el tradicional cachorro canario.
- ¿Qué filosofía tiene el Palacio de Congresos de Puerto del Rosario, proyectado por usted?
- El Cabildo convocó un concurso para levantar un auditorio en la antigua Universidad Popular y mi proyecto cambió un poco el criterio, tendiendo a hacer otro tipo de edificio, que tuviera un uso continuo, incluyendo la formación, término que ahora se incluye en la nominación. Eso conlleva aunar en un mismo espacio dotaciones como el Conservatorio, la UNED o la Biblioteca Insular, lo que logra dar al edificio una proyección cultural diaria y una entidad social. El emplazamiento vino dado, puesto que era el suelo dispuesto por el Ayuntamiento en un solar disponible, que resultó ser el mejor posible, un sitio estratégico, con buen encaje en la ciudad y cerca de dotaciones complementarias. Además, está junto al mar y, cuando se complete el paseo marítimo, estará comunicado con el muelle y los hornos de cal.
- Como profesional, ¿qué opinión le merece la proyección urbanística de la capital?
- En mi opinión, parte ya con un error en la misma calificación, como ‘ciudad administrativa y de almacén’, si pensamos que Puerto del Rosario podría ser la mejor zona turística de la isla. Está al lado del aeropuerto, a diez minutos de los campos de golf, a 15 de playas muy interesantes y, sin embargo, está teniendo un crecimiento muy sosote, puede que por la falta de decisión de la población local, sin arraigo. La capital tiene muchas fortalezas. Está asocada, en el centro de la isla, con una posición topológica privilegiada, como decía antes, articulada en torno a un par de calles muy amplias, que permiten un desarrollo ordenado, y con una circunvalación razonable. Urbanísticamente, solo tiene un defecto, la posición de la ciudad respecto al muelle, que podría crecer kilómetros sin conllevar gastos, si no fuera porque la ciudad se sitúa alrededor. En el ámbito de la ordenación, veo un error contemplar una sola parcela hotelera, precisamente junto al Palacio de Congresos. No es que el Plan General prohíba los hoteles, pero no se ve una apuesta firme por el sector turístico, que es en realidad el motor económico y no se le da importancia.
- ¿Cómo fue su experiencia como galerista de arte durante once años?
- En realidad tuvimos muy poco apoyo en la Galería Tindaya, que yo mismo proyecté, aprovechando una reforma que estábamos realizando en el edificio. Así se le dio luz natural y los volúmenes que suelen requerir los espacios expositivos de arte. Por desgracia, ahora está en manos de la banca porque en la isla no hay mucha afición a coleccionar. La gente prefiere invertir en un buen tresillo que en cuadros. Y luego llegó la crisis, aunque creo que eso fue, por otro lado, una bendición.
- ¿Se refiere a la explosión de la burbuja inmobiliaria?
- Sí, porque la gente se paró a reflexionar, se calmaron las aguas y ahora se exige un esfuerzo mayor, ya sea en obra pública o privada. Durante el ‘boom’, nos dedicamos a producir y a descansar porque estábamos molidos. Ahora se pide un producto con más diseño y eficiencia. A ello ha contribuido también la entrada en vigor de las nuevas normas de construcción que, paradójicamente, pueden parecer excesivas porque hemos pasado de hacer unas edificaciones que se resolvían casi por los pelos, a ser de los más restrictivos de Europa. Antes no se tenía en cuenta, por ejemplo, la incidencia en las viviendas de los cambios de temperatura durante el día y la noche. Pues bien, el nuevo código técnico ha mejorado esas condiciones.
- ¿Destacaría alguna zona con un crecimiento ordenado?
- Cada lugar tiene sus problemas, pero me gusta cómo ha desarrollado su planeamiento Gran Tarajal, mezclando los usos turísticos y vitales, compatibilizándolos en el mismo espacio. El pueblo está restringido físicamente al hueco entre el palmeral y la montaña, por eso tuvo que crecer hacia arriba, pero ha evitado los fondos de saco de Morro jable, por ejemplo, o la especialización turística de El Castillo, que al final crea un núcleo enfocado a una actividad y poco vivible para el residente.
“Me gusta cómo ha desarrollado su planeamiento Gran Tarajal, mezclando los usos turísticos y vitales”
- Como buen majorero, aunque sea de adopción, usted ha participado activamente de la política local. ¿Cómo ve el panorama actual?
- Todos los que llevamos un tiempo en la isla hemos estado tradicionalmente con alguna o ‘contra’ alguna formación. Siempre ha habido una sensación social de meneo, pero al final, nos han aburrido, y hablo desde el Estado hasta la Comunidad Autónoma. Nos han traído a esta situación de aburrimiento las condiciones sociopolíticas de esos años.
- De lo que no se apea es de la música, otra forma de vertebración social en la isla.
- Hace 28 años que canto en Tabajoste, pero, dadas mis dotes de instrumentista, solo me dejan tocar el wiro. Ahora el grupo cumple tres décadas y vamos a celebrarlo con un programa volcado en la calle. Fuimos y somos una institución, con una presencia tremenda porque el grupo fue el primero en incorporar el sistema coral de voces por cuerdas, una aportación de Marcos ‘el Zurdo’. En Canarias en general, la música tradicional es un elemento social muy importante. No es como en otros lugares. Aquí el folclore se vive de forma muy natural y pasa de padres a hijos.
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