Las aventuras y desventuras españolas en el continente africano siempre han afectado especialmente a Fuerteventura y Lanzarote

Las heridas sin cicatrizar de la descolonización del Sáhara
Las aventuras y desventuras españolas en el continente africano siempre han afectado especialmente a Fuerteventura y Lanzarote
Uno de los factores más influyentes de la historia contemporánea han sido los procesos de colonización y descolonización. Un fenómeno global impulsado por Europa y la Revolución Industrial cuyas consecuencias siguen apareciendo en la actualidad de África, Asia u Oceanía, además del Viejo Continente.
Se cumplen ahora 50 años de la salida apresurada de España del Sáhara. Además, en 2025 también se recuerda el 140 aniversario de la Conferencia de Berlín (1885), cuando los mandatarios europeos se reunieron para tratar de dividirse África, y el 70 aniversario de la Conferencia de Bandung (1955), el momento en el que los nuevos estados asiáticos y africanos se congregaron para debatir sobre sus procesos de independencia.
Las relaciones de España con África siempre tuvieron a Fuerteventura y Lanzarote como punta de lanza. Esto sucedió desde la propia conquista europea iniciada en el siglo XIV y también en la siguientes centurias (razias, pesca, comercio...). No obstante, la aventura americana centró la atención en el otro lado del Atlántico hasta el siglo XIX.
La vuelta del interés hacia África por parte de España llegó en un contexto muy diferente al de la época de esplendor de las coronas ibéricas. Eran Inglaterra y Francia las que lideraban la geopolítica mundial. En la carrera colonial se mezclaban factores económicos (búsqueda de materias primas, nuevos mercados...) y políticos (nacionalismo europeo, ideas supremacistas, excusas científicas y civilizatorias, etc.). Con su aura de antigua potencia y haciendo valer viejas conquistas, España logró algunos territorios en Guinea y, sobre todo, en Marruecos y el Sáhara. Tras el desastre del 98, las idas y venidas africanas marcaron mucho la política nacional e internacional española del siglo XX. No fue un proceso uniforme ni pacífico, sino que estuvo plagado de conflictos y cambios.
A Fuerteventura y Lanzarote, esta nueva relación de dominio sobre partes del noroeste de África le interesaba sobre todo por temas económicos. Además de los intercambios comerciales, la flota canaria, y especialmente la de Lanzarote, encontró nuevos caladeros, al tiempo que modernizaba los barcos y, con ello, su capacidad de captura. Además, gran parte del pescado salado canario se exportaba a las colonias de la zona noroccidental de África. Por si fuera poco, en la dura posguerra española muchas personas de Fuerteventura y Lanzarote emigraron a la costa africana en busca de un futuro mejor.
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Postal de principios de siglo de un acuartelamiento español en el Sáhara. Foto: Fedac. Archivo de fotografía histórica de Canarias. Cabildo de Gran Canaria.
Descolonización
El heterogéneo movimiento anticolonial se fue consolidando durante la primera mitad del siglo XX. La Segunda Guerra Mundial y sus terribles consecuencias arruinaron cualquier liderazgo moral de Europa, al tiempo que los nuevos amos del panorama mundial, Estados Unidos y la URSS, querían pasar página. Además, lacras como la brutal explotación colonial o las negativas repercusiones de los procesos de aculturación se hacían cada vez más intolerables.
A mediados de siglo comenzó un gigantesco proceso de emancipación, aunque con situaciones muy diferentes, desde independencias pactadas y pacíficas, a largas y cruentas guerras de terribles consecuencias. Marruecos consiguió la independencia en 1956, cediendo nuestro país su parte del protectorado, mientras en 1968 fue Guinea Ecuatorial la que nació de las antiguas colonias que España había ido adquiriendo desde el siglo XVIII.
La flota de Lanzarote perdió su gran tesoro: el banco pesquero canario-sahariano
La marea internacional, con la ONU en cabeza, presionaba para la salida de las viejas potencias de África, pero a las dictaduras ibéricas la marcha les suponía ir en contra de gran parte del núcleo duro de su discurso nacionalista. Por el contrario, la resistencia violenta y la conciencia nacional iban en crecimiento en las colonias. En 1969, Madrid cedió Ifni a Marruecos. A España ya solo quedaba el Sahara Occidental, donde el movimiento saharaui ya empezaba a posicionarse.
En Canarias, y especialmente en Lanzarote y Fuerteventura, el horizonte de la descolonización planteaba un grave problema para las prósperas fábricas conserveras. El llamado banco pesquero canario-sahariano, uno de los más ricos del Atlántico, era el gran recurso de la industria marinera del Archipiélago. La conflictividad pronto llegó a las aguas de pesca, con sabotajes, secuestros y ataques. El Frente Polisario estuvo especialmente activo en los años 70. El caso más dramático fue el ataque al barco Cruz del Mar, en el que murieron ametrallados siete pescadores de Lanzarote. Se produjeron huelgas, manifestaciones, reuniones patronales y encuentros internacionales, pero en el nuevo contexto el destino de la pesca fue la paulatina desaparición.
La tensión fue aumentando al mismo tiempo que el franquismo afrontaba sus últimas etapas. Franco había prometido la autodeterminación a los saharauis e inició consultas con organismos internacionales, aunque al mismo tiempo la presión de Marruecos y Mauritania iba en aumento. El rey Hassan II lanzó la Marcha Verde, con cientos de miles de civiles desarmados adentrándose sin permiso en el Sáhara Occidental para reclamar la “marroquinidad” de estos territorios. El 14 de noviembre de 1975 (seis días antes de la muerte de Franco) se firmaron los Acuerdos Tripartitos de Madrid. Este pacto daba la administración de la antigua colonia a Marruecos y Mauritania, ante la indignación de los saharauis y de parte del Ejército y la opinión pública española.
La Marcha Verde fue una operación exitosa para el reino alauí, mientras el bando saharaui lo vio como un movimiento ilegal y trágico. En cualquier caso, los resultados fueron tanto una aceleración de la salida española, como un aumento considerable del caos. La ONU no reconoció los Acuerdos Tripartitos y un duro conflicto armado estalló a escasos kilómetros de Canarias. De repente, el turismo y la economía del Archipiélago se veían amenazados por una guerra abierta entre el Frente Polisario, Marruecos y Mauritania.
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Portada del periódico ‘El Eco de Canarias’ de 1982 dedicada al asesinato de dos alemanes por parte de un desertor de la Legión. Foto: Jable. ULPGC.
La llegada de la Legión desde el Sáhara cambió profundamente el día a día en Fuerteventura
La salida del Sáhara también provocó considerables pérdidas comerciales y económicas: multitud de pequeños empresarios canarios tuvieron que “desinvertir”, tras décadas de negocios en la hasta entonces provincia española.
A partir de finales de 1975 se abrió otro frente, con el traslado de la Legión a varias zonas de Canarias y de la Península, pero especialmente a la isla de Fuerteventura. Maxorata era aún una isla con una población pequeña, por lo que la aparición de miles de legionarios alteró totalmente el día a día. En pocos meses, los legionarios protagonizaron incidentes tan graves como el ametrallamiento del alcalde pedáneo de Guisguey, secuestros de aviones y barcos, amenazas de bombas o un accidente de tráfico que provocó la muerte del presidente del Cabildo. Las consecuencias fueron múltiples en Fuerteventura, desde la propia asimilación de los militares entre la sociedad isleña, al impulso que supuso este tema en el nacimiento de Asamblea Majorera, el principal partido local de las últimas décadas.
50 años
Medio siglo después de su inicio, el conflicto del Sáhara ha bajado de intensidad pero está muy lejos de desaparecer. Marruecos ha poblado las zonas conquistadas y ha logrado apoyos internacionales a su plan de autonomía, mientras el Frente Polisario sigue reclamando su independencia y la ONU no reconoce las posiciones marroquíes. A pesar de décadas de intentos, la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental) no ha logrado avances. Cada cierto tiempo, la opinión pública vuelve a recordar el conflicto, como el mes en el que la activista saharaui fue expulsada al aeropuerto de Lanzarote en 2009, o cuando el Tribunal de General de la UE (TJUE) anuló los acuerdos pesqueros de Marruecos con el grupo europeo tras la denuncia del Frente Polisario en 2021.
La situación está estancada, pero con respecto a Canarias sí se han producido cambios. Las históricas vinculaciones comerciales y sociales con el Sáhara se han reducido considerablemente o han cambiado de naturaleza por completo.
Muchos analistas han señalado que una de las peores secuelas de la descolonización fue la de crear graves problemas fronterizos. Grandes conflictos internacionales como el de Cachemira, entre India y Paquistán, o la larga disputa de Palestina e Israel tienen su origen, entre otras causas, en la descolonización. África se ha visto especialmente afectada por guerras con raíces coloniales (Angola, Ruanda, Biafra, Sudán...), siendo uno de los principales motivos de la inestabilidad y la emigración que azotan al continente vecino. En muchos casos y por múltiples motivos, el ansiado sueño de la independencia terminó tornándose en pesadilla. Por poderosas razones geográficas e históricas, Fuerteventura y Lanzarote seguirán pendientes de lo que ocurra en esta esquina del desierto de arena más grande del Planeta.














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