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Pepe también cruzó: tres migrantes, tres épocas y una historia común

Uno partió de Canarias en 1950 y los otros de Marruecos y Senegal en 2001 y 2020, pero los tres describen las mismas motivaciones y los mismos miedos en el documental ‘Yo también crucé’

Isabel Lusarreta 0 COMENTARIOS 25/07/2025 - 07:47

“Sientes la emoción y la tristeza de dejar la familia atrás y de llegar a un país donde no conoces a nadie y donde no tienes qué comer ni dónde dormir”. Las palabras son de un migrante que sabe lo que es echarse al mar en una embarcación precaria y clandestina en busca de una vida mejor, pero él no salió de las costas africanas. Su nombre es Pepe y su balandra zarpó de Gran Canaria hace 75 años, rumbo a Venezuela.

Hoy tiene 90 años y es uno de los tres protagonistas del documental Yo también crucé, presentado por la asociación juvenil Global Shapers Las Palmas, en un intento de combatir la “deshumanización” con la que hoy se habla de la inmigración. Junto a la de Pepe, el cortometraje intercala las historias de Lamhir y Elhadji, que llegaron a Canarias en patera desde Marruecos y Senegal en los años 2001 y 2020. Los tres pertenecen a generaciones distintas y no comparten origen ni color de piel, pero sus relatos como migrantes son casi idénticos. Las mismas motivaciones, los mismos miedos y la misma angustia en la travesía.

En el caso de Pepe, tenía solo 15 años cuando tuvo que emigrar de una España en plena posguerra. Llevaba trabajando desde los siete años y no veía un futuro: “Decidí marcharme porque se me hacía imposible, porque no ganaba lo suficiente”, explica. Por eso en 1950 se subió a una embarcación junto a otras 56 personas que también huían del archipiélago y de la pobreza.

Del viaje, recuerda que en la balandra “no tenía lugar, no tenía comida y dormía a la intemperie”; pero lo peor llegó cuando un temporal rompió el palo mayor y las velas. Llevaban varios días desorientados hasta que un barco francés los socorrió: “Nos dio un poco de comida, agua y el rumbo”, relata en el documental.

“No emigras por placer”

Lamhir tenía casi la misma edad que Pepe, en su caso 16 años, cuando se subió a una patera en la costa de Marruecos. De eso hace ya 24 años, pero lo recuerda “como si fuera ayer, porque es una experiencia que te marca para toda la vida”. Cuenta que pasó “todo el viaje mareado y vomitando” y al llegar a tierra, su cuerpo no respondía: “Intentaba correr y por mucho que quería, daba dos o tres pasos y me caía, porque no sentía ni los pies”.

“Hablan de la gente que viene como si fueras una enfermedad que entra al país”

Su viaje le llevó unas 20 horas y dice que fue “muy duro”, pero es consciente de que era “corto comparado con los trayectos que están haciendo hoy en día”, que parten de puntos más alejados de las costas de África. Muchos no lo consiguen: solo en 2024, se calcula que más de 9.700 personas perdieron la vida en esa travesía, que es la más mortífera de las rutas migratorias.

“La gente piensa que cuando uno emigra lo hace por placer o algo así, pero no saben que emigra para ayudar a su familia, o por necesidad, o porque huye de una guerra o de mafias o de lo que sea”, subraya Lamhir, que asistió a la presentación del documental en el Centro Cívico Conecta Tías de Puerto del Carmen.

Elhadji, el más joven de los protagonistas del documental, nació en Senegal y se dedicaba a la pesca, pero “perdía dinero”: “Íbamos día y noche a trabajar y todo salía a cero. No veía futuro ahí, no veía nada”. En 2020, con 19 años, decidió “cruzar”. El viaje duró varios días y lo pasó “mal”, pero subraya que para su familia fue aún peor, porque no sabían si llegaría con vida: “Ellos no comían, no dormían, porque no sabían cómo estaba”.

“El hogar no es solamente un sitio y yo ya tengo dos: aquí y en mi país”, dice Lamhir

Si hay una palabra que se repite a lo largo de todo el documental, es esa: familia. Para los tres protagonistas, ayudar a los suyos fue su principal motivación para emigrar, y también su principal angustia. De hecho, Pepe abre el cortometraje con unos versos dedicados a su madre, pidiéndole perdón por haberla “abandonado” cuando dejó Canarias. Pero precisamente por ellos viajó a Venezuela y después siguió pasando por Ecuador, Perú, Chile y Bolivia, hasta terminar en Argentina: “Yo trabajaba, reunía 50 bolívares y los mandaba a mi familia”.

Sentir que no eres igual

Actualmente el fenómeno migratorio se ha invertido y Canarias no es el punto de partida, sino el de destino, pero el motor es el mismo. “Decidí venir a España para poder ayudar a mi familia y sacarla para adelante”, explica Elhadji, que hoy tiene 24 años. Cuando llegó a tierra, solo pensaba en hablar con sus padres para poder decirles que estaba vivo, pero lo que encontró fueron cámaras. “Estamos recién llegados, ni siquiera hemos hablado con la familia y te empiezan a sacar fotos, te graban...” Fue el primer momento en el que le hicieron sentir que ellos no eran “iguales”.

El fenómeno migratorio se ha invertido, Canarias es el punto de destino

“A lo mejor sale en las noticias una foto de tu patera o de tu cara hablando de que está viniendo gente, y hablan de una manera que sientes como si fueras una enfermedad que está entrando en un país”, lamenta. Y lanza un mensaje: “Para entender a una persona tienes que tener contacto y después decides si te parece bien, si te parece mal... Pero no puedes juzgar y decir que todas las personas de un continente son iguales”.

Precisamente ese es el objetivo de este documental, y en ello se insistió en el debate posterior a su proyección en Lanzarote. “La ideología xenófoba ha cogido a un grupo de personas, que podía haber sido otro, pero se coge siempre a los más débiles, y se les ataca para dividir a la sociedad. Hace 100 años en Europa fueron los judíos y actualmente es la inmigración. Si conocemos un poco la historia, vemos que están repitiendo los mismos patrones, señalando a un grupo y diciendo que ellos son los causantes de nuestros problemas”, señaló el portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos en Canarias, Miguel López.

Por eso, Yo también crucé quiere recordar que los fenómenos migratorios han existido siempre, y que lo único que cambia es la dirección de esas rutas. Y lo hace poniendo rostro y dando voz a personas que un día, más o menos lejano, se jugaron la vida en busca de un futuro.

Pepe consiguió regresar a Canarias y Elhadji sueña con volver algún día a Senegal, pero Lamhir, tras 24 años en el archipiélago, tiene el corazón dividido. Cuando llegó tuvo que “empezar desde cero”, incluyendo aprender un nuevo idioma, pero hoy ha encontrado su lugar: “El hogar no es solamente un sitio y yo ya tengo dos: aquí y en mi país. Es difícil elegir entre uno y otro”.

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