Residentes y veraneantes disfrutan del sosiego de este pueblo costero, que mantiene su esencia marinera mientras se abre a un turismo que busca una experiencia distinta
“En Tarajalejo vemos la vida pasar, tranquila, con baños en el mar”
Residentes y veraneantes disfrutan del sosiego de este pueblo costero, que mantiene su esencia marinera mientras se abre a un turismo que busca una experiencia distinta
El pueblo de Tarajalejo se ha convertido en un núcleo ideal para el verano. Su muelle, su playa alargada de fina arena negra y sus casitas forman una gran piscina natural que permite un baño tranquilo, seguro y relajante, para combatir el intenso calor estival.
Su población residente alcanza los 1.500 habitantes censados, pero esta cifra se triplica en los meses de verano con la llegada de turistas en autocaravanas, familiares de otras islas y los que se alojan en el hotel y en viviendas vacacionales.
Tarajalejo, cuyo nombre deriva del arbusto autóctono majorero tarajal, tiene una gran historia, ya que el pueblo marinero se vio envuelto en el ataque de los corsarios ingleses en 1740, cuando los invasores quemaron un pequeño barco de pesca. Desde los siglos XVI al XVIII su muelle fue el segundo más importante de la zona sur de Fuerteventura y destacó por el transporte de mercancías, cuando sus barcos cargaban pescado, grano, ganado o cal.
El vecino Orlando Martínez se crió en esta localidad y recuerda su infancia entre las barquillas varadas en la playa, el trasiego de barcos pescando en la bahía, los juegos en la arena y el ambiente marinero en las casitas pegadas al mar. “Mi madre Lolina era de aquí y mi padre Antoñito vino a vivir a Tarajalejo”, recuerda Orlando. “Regentaban la única tienda de víveres en los años 80, el único teléfono del pueblo era el nuestro, y si llamaban a algún vecino lo íbamos a buscar”, rememora. “Cuando había temporales el agua llegaba hasta la primera calle y entraba por las casas, pero lo habitual es la calma”.
En verano, en la esquina entre el muelle y las casitas se forma una bahía ideal para nadar. “Siempre digo que tenemos la piscina natural más grande del mundo, nos bañamos 300 días al año, y es bastante segura”, señala Orlando, quien sintetiza lo que supone residir en Tarajalejo: “Aquí vemos la vida pasar, tranquila, mirando al mar”
Orlando propone algunas intervenciones para mejorar la imagen de la primera línea: “Hay un muro que se ve muy feo y necesitamos algunas obras adaptadas al ambiente marinero tradicional”. Antes había más arena y recuerda que tiraban de las barcas y se quedaban varadas, pero ahora el agua llega hasta las rocas junto a las casas, “y sólo queda un esquina mínima para colocar una toalla”. Los recuerdos de su infancia son muy felices. “Eran unos veranos muy agradables, había más pescadores, buen tiempo, muchos niños y se hacían asaderos en la calle”, revive Martínez.
Terraza en Tarajalejo estos días de verano.
Un poco más adelante, en la playa, de algo más de un kilómetro de longitud, hay algo de corriente, sopla un poco más el viento pero no hay mucho peligro para el baño. El paseo lo hicieron nuevo, con esculturas que recuerdan elementos del mar, y por las tardes se llena de gente. Junto al muellito, se mantiene el ambiente original de las casas marineras.
“En verano siempre hay gente pescando, los vecinos se sientan a tomar el fresco en el muelle o en la puerta de las casas, los atardeceres son muy bonitos, con un ambiente muy relajado, a pesar de que el pueblo ya es muy turístico”, advierte Orlando.
En verano, en la esquina entre el muelle y las casitas se forma una bahía ideal
Una de las vecinas que reside en la casita que baja al muellito es Carmita Suárez. “Tengo 70 años, yo era de Giniginámar, me casé y vine a vivir aquí, y ya no me voy”, sentencia, al tiempo que enumera los ingredientes de la receta ideal para los meses centrales del año: “Los veranos los paso en la puerta de la casa, a la sombra, a la fresca, con una cerveza, baño diario en el mar y muy tranquila”, indica.
Su calle registra estos días estivales un mayor trasiego de gente, con muchos turistas que acuden a pescar, a visitar el muellito y a ver el paisaje. “Antes, todo el mundo se conocía, ahora es más turístico pero todavía mantenemos una vida muy tradicional, con las puertas abiertas de las casas, y no hay robos, es un turismo muy familiar y de momento vivimos con mucha calidad de vida en Tarajalejo”, subraya Carmita.
Frente a su casa reside Esperanza Roger, una vecina del pueblo, nacida y criada en la localidad, que se dedica a la hostelería. “El pueblo está un poco sucio y abandonado, necesita más cariño, más inversión y mantenimiento, para ofrecer una imagen más bonita”, observa Esperanza. La fórmula es sencilla: “Pintar, limpiar y arreglar las calles y espacios públicos, el parque infantil, la plaza... Hay muchos detalles que se deben mejorar pero falta interés político”. En su opinión, es necesario “ponerle más amor a los pueblos pequeños de toda la Isla para que luzcan bonitos, que los residentes los cuidemos, y sentirnos orgullosas”.
Jéssica, Alejandro y su hijo Aday.
“El pueblo perfecto”
Jéssica, Alejandro y su hijo Aday, de 12 años, forman una familia de Tenerife que adora Fuerteventura. Para ellos, las mejores vacaciones consisten en coger la autocaravana y venir a Tarajalejo a disfrutar de unos días con las cañas en el muelle. “Nos gusta mucho pescar, muchas mañanas venimos aquí y lo pasamos muy bien, también vamos a visitar los pueblos, salir a comer a diferentes restaurantes, y disfrutamos de un mes de lujo en la Isla”, comenta Alejandro.
Alejandro: “Se ven unos atardeceres preciosos y pasamos unas vacaciones increíbles”
“Para nosotros, Tarajalejo es el pueblo perfecto”, destaca. “Tiene un espacio para aparcar el vehículo, la playa es muy bonita y tranquila, el muelle es pequeño y muy agradable para pescar con el niño, y se mantiene el antiguo ambiente marinero”, añade. “Se ven unos atardeceres preciosos y no podemos pedir más, pasamos unas vacaciones increíbles”, concluye esta familia, que pide que no se difundan “demasiado” las bondades de este enclave, “para que no venga más gente”. A diferencia de las islas capitalinas, donde las zonas de escapada habituales de los residentes están masificadas en verano, Tarajalejo es un refugio, un remanso de paz, de los pocos que quedan en Canarias.
En el pequeño núcleo costero, en el que algunas tardes ni siquiera hay un bar abierto, tiene en el Adeyu, el restaurante que regenta Adolfo Roger desde hace 20 años, uno de los establecimientos más concurridos. “En verano hay clientes todo el día, tenemos incluso algunos fieles que repiten todos los veranos, y un día de sus vacaciones vienen a comer paella, queso, papas arrugadas... Ofrecemos gastronomía canaria y pizzas”, apunta Adolfo.
El empresario indica que dos días a la semana cierran por descanso del personal. “Los meses de verano hay mucho trasiego y nuestra terraza es una de las más famosas por sus vistas y su tranquilidad, pero no tenemos capacidad para abrir todos los días”, añade.
Al final del recorrido por la localidad, empieza a caer el sol en Tarajalejo, donde los atardeceres de verano son postales únicas que quedan grabadas en la retina y memoria de cada viajero para toda su vida.
Testimonios
Orlando Martínez: “Tenemos la piscina natural más grande del mundo”
Esperanza Roger: “Hay que poner más amor a los pueblos pequeños de toda la Isla”
Carmita Suárez: “Tengo 70 años, me casé y vine a vivir aquí, y ya no me voy”
Comentarios
1 Anónimo Mar, 20/08/2024 - 10:25
2 Anónimo Mar, 20/08/2024 - 11:24
3 TARAJALEJO Mar, 20/08/2024 - 12:06
4 Pequeño del Sur Mar, 20/08/2024 - 13:46
5 realista Mar, 20/08/2024 - 13:56
6 Yo estoy en una... Mar, 20/08/2024 - 14:56
7 Yo Mar, 20/08/2024 - 15:15
8 Anonimo Mar, 20/08/2024 - 15:29
9 Al 5 Mar, 20/08/2024 - 15:32
10 Anónimo Mar, 20/08/2024 - 15:57
11 ISIDRO ARMAS Mar, 20/08/2024 - 18:24
12 Rosa Mar, 20/08/2024 - 18:41
13 Diego sarachaga Mié, 21/08/2024 - 01:38
14 Anónimo Mié, 21/08/2024 - 15:24
15 Rosa Mié, 21/08/2024 - 20:04
16 Rosa Mié, 21/08/2024 - 20:04
17 Anónimo Jue, 22/08/2024 - 11:49
18 Toallitas Sáb, 24/08/2024 - 13:57
19 Ana Mié, 04/09/2024 - 22:28
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