Tiro de Piedras Tradicional, un juego aborigen que se ha modificado pero común en todas las Islas
Se trata de una actividad de precisión o recorrido, según se pretenda impactar en un punto u objeto determinado o enviarla lo más lejos o a la mayor altura posible
La procedencia aborigen del Tiro de Piedras Tradicional está perfectamente contrastada por la serie de referencias históricas existentes aunque, al igual que ocurre con otras modalidades de pruebas físicas y destreza, con el paso del tiempo ha sido objeto de modificaciones o han tomado variantes que, de todas maneras, no le resta valor a su pasado aborigen. Este uso de las piedras es generalizado en todas las Islas como se puede comprobar viendo a los pastores cuando las tiran.
En concreto, se trata de un juego de lanzamiento de precisión o recorrido, según se pretenda impactar con una piedra en un punto u objeto determinado o enviarla lo más lejos o a la mayor altura posible. Unas veces para desviar al ganado y que vaya por su ruta y otras para defenderse de algún animal peligroso, como perros, o de personas.
Lanzamiento
La manera habitual de lanzar el pastor la piedra es llevando el brazo estirado hacia atrás del cuerpo, extendiéndolo hacia abajo y haciendo un movimiento semicircular de delante hacia atrás primero y seguidamente se realiza otro en sentido inverso, de atrás hacia adelante, pasando la mano cerca del muslo, encogiendo entonces el brazo y soltando la piedra.
La piedra se sujeta entre el dedo índice y el pulgar formando con el resto de los dedos y la palma de la mano una especia de receptáculo para afirmar bien la piedra. Si la piedra es grande y redonda se pone en toda la palma de la mano, con ésta hacia el frente y arriba.
Existen tres tipos de competencia o tres objetivos en el lanzamiento de la piedra. Por un lado se encuentra lanzar la piedra para enviarla lo más lejos posibles. Se trata de la más elemental pues solo es necesario tener “fuerza y maña” en el movimiento.
Por otro lado se encuentra lanzar la piedra hacia arriba, en sentido vertical, cobrando la altura necesaria para remontar un punto previamente señalado como pueda ser un risco o una palmera. El objetivo es rebasarlo sin darle, de manera limpia.
Por último se encentra el lanzamiento de precisión, con el objetivo de darle a algo, por lo que ha de tener más destreza al aunar fuerza para alcanzar la distancia que se marque y habilidad o, simplemente, puntería para darle al objeto que se haya indicado.
Las reseñas de los historiadores en algunos casos son bastantes detalladas resaltándose la atención que despertaba la robustez y agilidad de los aborígenes y su habilidad junto a la precisión al lanzar piedras.
Un vestigio de esa habilidad quedó y hasta hoy se ha seguido practicando aunque no en concursos o pruebas públicas: en el campo y particularmente el pastor lo utiliza con normalidad, convertido si no en un ejercicio deportivo sí en un recurso natural más con el que se auxilia para realizar su labor pastoril. El lanzamiento y esquiva de piedras es otro de los juegos aborígenes estrechamente ligados a una actividad de origen bélico. Existen muchas referencias a la gran habilidad que poseían los aborígenes canarios para el empleo de piedras como arma arrojadiza.
“…En lo que más confiaban era en las piedras tiradas a brazo con tanta fuerza que es cosa no creída lo que desbarataba una piedra, aún más daño que la bala de arcabuz, tirada a las tapias del Real de Las Palmas, las metían dentro más de dos dedos aunque estaba la tapia fresca por un español con otra piedra no hacía más que señalar donde dio… Cortaban una penca de palma a cercén como un hacha, de una pedrada” (Gómez Escudero 1484).
Como tantos otros juegos con este origen bélico, surgieron como juego, paralelamente, a partir de la preparación para la guerra y al desligarse de su función original. “Primeramente se tiraban las piedras que hurtaban con destreza meneando el cuerpo sin mover los pies. (…)” (Torriani, 1590).
Desde un punto de vista práctico, la distancia entre los jugadores debería corresponder a una distancia media que mantuviera la incertidumbre, para lo cual tendría que adecuarse la relación entre la fuerza y precisión del lanzador respecto a la habilidad en esquiva, lo que, correspondería a una distancia entre 10 y 12 pasos.
El juego del lanzamiento y esquiva de piedras consistía en que una persona lanzara, desde una determinada distancia, una piedra sobre el cuerpo de otra persona que trata de evitar ser alcanzado, mediante la esquiva. Algunas referencias documentales mencionan que existieron jugadores que, además de esquivar las piedras o las varas que les lanzaban, eran capaces de cogerlas con la mano en el aire. “… Y eránlo tanto, que en el aire tomaban las piedras y dardos y flechas que les tiraban con las manos…” (Abreu y Galindo 1602).
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