Manuel Benítez: “Falta promoción y apoyo a los artesanos tradicionales”
El querido carpintero de La Oliva recibe este año el Premio Insular de Artesanía de Antigua y expone sus conocidas tarascas, loseros, destiladeras y palos canarios
“Quedamos dos artesanos de la madera y cuando lo dejemos desaparecerá este oficio tradicional, así que pido a las instituciones que se impliquen con más seriedad y ofrezcan más apoyo a los artesanos”, demanda Manuel Benítez Ramos, que recibe el XXXV Premio Insular de Artesanía de 2024.
“Me da pena ver el abandono de la Casa Museo de las Tradiciones de Tefía, con sólo dos artesanos en activo, cuando se debería apostar de verdad por la artesanía y cuidar a los pocos profesionales que quedan en Fuerteventura”, añade Benítez.
“No doy cursos porque no me los ofrecen, pero yo enseño encantado mi trabajo porque me apasiona, aunque ahora estoy un poco desmotivado al ver la falta de ayudas y lo complicado que es salir adelante con este oficio”, reconoce.
Para Manuel, se deberían cuidar y promocionar mucho mas los oficios tradicionales: calado, tejido, alfarería, madera, palma, cestería, hierro, cuero o vidrio. “Me parecen un tesoro que debemos proteger porque se nos mueren los mayores y con ellos desaparecen sus técnicas”, resalta. Manuel recuerda a un maestro cestero que murió y con él se acabó su oficio, como ha sucedido con tantos artesanos.
Manuel Benítez Ramos tiene 62 años y recuerda que se crio en el barrio capitalino de El Charco. Su padre era de El Cotillo, marinero, y trabajó como patrón en los barcos de cabotaje. Con él aprendió a pescar. Su don artístico le viene de su madre, que era de Pájara: Lolita Ramos Sánchez. Sabía trabajar la palma, calar, zurcir, tejer lana y el algodón. Aprendió en su infancia a cardar los ovillos, hilar con la rueca, y con ver una prenda sacaba el punto. “Era una artesana muy completa, tenía un don”, recuerda Benítez. “Es un arte que le venía de familia en Pájara y cuando murió, con 90 años, seguía cosiendo”, recuerda.
“Se nos mueren los mayores y con ellos desaparecen sus técnicas”, resalta
Manuel comenzó a trabajar como carpintero en su juventud con un oficial de primera que vivía en El Charco, Paco Montelongo. “Aprendí a trabajar muy bien con él, era lento pero muy curioso y mi verdadero oficio es el de carpintero”, insiste. Cuando decidió dedicarse a la artesanía ya sabía manejar las herramientas pero desconocía que tenía esa capacidad. “Creo que la artesanía es más dura y trabajosa, pero más satisfactoria, además de creativa, y abre un mundo de posibilidades”, destaca.
“Me convertí en artesano por mi mujer... estaba en paro, me vio aburrido y entre bromas me dijo que hiciera un frutero con un tronco de madera, y así comenzó todo”, rememora. Manuel descubrió entonces la posibilidad de trabajar la madera con otra perspectiva y a producir piezas exclusivas.
En estos 16 años, Benítez ha sido fiel a la Feria de Artesanía de Antigua y ha representado cinco veces a Fuerteventura en ferias de Canarias. Sus piezas son auténticas joyas. Produce sus conocidas tarascas o cogederas, que son las pinzas para recoger tunos, destiladeras, loseros, morteros, fruteros, llaveros, palos canarios para el salto del pastor o garrotes, entre otros muchos objetos.
“Una anécdota que me ocurría siempre es que con el exalcalde de mi pueblo, Domingo El Marqués, me llevaba como la cabra y el cuchillo, pero llegaba a mi puesto de la feria, miraba y empezaba a comprar de todo”, recuerda el artesano. Considera que las ferias son importantes para enseñar el trabajo, exponer las piezas y en ellas se vende bastante.
“La artesanía es más dura, pero más satisfactoria porque es creativa”
Para Manuel es un gran honor recibir el galardón de este año, pero siente que la artesanía pasa por un momento delicado. “El Cabildo ha cerrado las tiendas de artesanía, quitaron la feria de Navidad y al final te quitan hasta la ilusión para seguir adelante”, expresa. A su juicio, la artesanía debería tener más importancia en la cultura canaria: “Los profesionales tenemos que enseñar estos oficios a los niños y a las personas interesadas, a los que les guste de verdad y quieran seguir con la artesanía tradicional, porque esa es la única forma de conservar nuestro legado”.
Muchos artesanos proponen que el Cabildo debiera comprar y exponer piezas de todos los artesanos tradicionales majoreros en el Museo de Tefía para homenajearlos, recordar su labor para las futuras generaciones con obras que se valoran como tesoros. Un ejemplo son las inolvidables mochilas de palma de Catalinita de Casillas o sus tejidos confeccionados con su viejo telar, los juncos y cerámica de las hermanas Benita y Fefita Acosta de Betancuria, y otros tantos desaparecidos.
Tarascas o cogederas
Estos días, Manuel elabora sus conocidas tarascas sin pausa en su taller. “Estoy produciendo bastante cantidad porque existe demanda, me compran los propios vecinos y alguna ferretería”, indica. Al principio, las palas se hacían planas pero las mejoró con forma redondeada para no aplastar la fruta.
Entre la magia del movimiento y virutas de aserrín, Manuel modela en sus manos verdaderas obras de arte que desprenden belleza, serenidad y pasión por el oficio. Su trabajo de artesano lo compagina en la actualidad con su afición por la viticultura majorera, con parras, uvas, caldos y una bodega propia.
Comentarios
1 Pepa Sáb, 04/05/2024 - 18:53
2 G Mié, 08/05/2024 - 07:27
3 Juan Mié, 08/05/2024 - 13:35
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