Corralejo se ha convertido en un lugar de contrastes. De las chabolas y caravanas que se han asentado en Bristol, pasando por el proyecto de ampliación del muelle de Corralejo, criticado por los ecologistas por su impacto en la bahía, para terminar en un nuevo proyecto que amenaza con levantar polémica: la instalación de una pasarela de madera, de más de dos kilómetros y medio de longitud, en pleno Parque Natural de las Dunas.

Vecinos de la zona critican la “la falta de interés” del Ayuntamiento de La Oliva, al “permitir la degradación”, cada día más acusada, del saladar de Bristol, que tiene “valores naturales y paisajísticos de interés científico”.

Hace tres años, en el pasado mandato, el pleno municipal acordó impulsar la declaración de Bristol como Sitio de Interés Científico, una de las figuras recogidas en la legislación autonómica de espacios naturales protegidos. La propuesta partió del PSOE, pero todos los grupos políticos la respaldaron, salvo el PP, que se abstuvo.

Sin embargo, la reivindicación no ha avanzado en este mandato. La última responsabilidad sería de la Consejería para la Transición Ecológica, en manos del socialista José Antonio Valbuena. Aunque no forme parte de la red canaria de espacios naturales, en Bristol se concentran “especies catalogadas por su singularidad”, en un hábitat de gran valor biológico.

“Su patrimonio vegetal más significativo se integra en el ecosistema denominado matorral halófilo termoatlántico”, que está “poco representado” en las islas europeas de la Macaronesia, como Canarias, señalan los investigadores universitarios Salvador Beato, Miguel Ángel Poblete y José Luis Marino en un trabajo conjunto.

Chabolas en la zona del saladar de Bristol.

En su estudio, plantean definir una zona de exclusión, en la parte central, para evitar el tránsito de personas y animales domésticos que afectan a las especies más sensibles del saladar. La zona de Bristol se ha convertido en un aparcamiento sin regular y permanente de caravanas y casetas, y también han proliferado chabolas que dan cobijo a personas sin hogar.

“Más le valdría al grupo de gobierno preocuparse por construir un albergue social en este núcleo urbano, cuya falta de planificación y caótica turistificación ha provocado que La Oliva sea el municipio con más pobreza de Fuerteventura, según el Instituto Nacional de Estadística”, señala Juan Antonio Cabrera, portavoz de Agonane-Ecologistas en Acción, en referencia a la inversión de más de 1,5 millones en una pasarela de madera en las Dunas.

A pocos centenares de metros del saladar, la futura ampliación del muelle de Corralejo, con el relleno de más de 30.000 metros cuadrados, la construcción de un nuevo dique de 440 metros de longitud y una inversión de 32 millones de euros, ha despertado una ola de rechazo. En un corto periodo de tiempo se han recogido unas 4.000 firmas contra el proyecto que, para los críticos, “amenaza con destruir el ya frágil equilibrio de la zona”.

Alteración del paisaje

Los ecologistas han puesto el foco en un nuevo proyecto: la instalación de una pasarela de madera, desde Corralejo hasta las Dunas, que conectaría con las playas de El Viejo, El Pozo y El Médano. La parte más larga de la instalación de madera, paralela a la carretera, alcanza los 1.865 metros de longitud, con un ancho de dos metros.

A su vez, habría dos accesos a las playas, por encima de las Dunas: uno de 207 metros y otro de 303 metros, con otros dos metros de ancho. Por último, se contempla un “vial de emergencia”, de 187 metros de largo por tres metros de ancho. En total, la pasarela de madera supera los dos kilómetros y medio.

En negro, trazado de la pasarela de madera.

El presupuesto del proyecto ronda los 1,7 millones de euros y la pasarela de madera se extendería desde Corralejo hasta los hoteles Tres Islas y Oliva Beach, de la cadena RIU, “en plena polémica sobre la viabilidad legal de las concesiones del dominio público” de ambos hoteles.

El Ministerio para la Transición Ecológica ha apreciado motivos para anular los permisos de ambos establecimientos: el primero, por unas obras ilegales y el segundo porque la empresa no era la única propietaria de los terrenos, condición para optar a una concesión. La justificación dada por el Ayuntamiento para instalar la pasarela de madera es “ordenar y regular los accesos a las playas”.

Para los ecologistas, “se trata de otra forma de beneficiar a los chiringuitos, las hamacas y las escuelas de windsurf en este espacio natural protegido, ya de por sí bastante maltratado. Las Dunas solo interesan para la explotación deportiva y turística, nunca con la intención de enseñar o conservar, ordenar o restaurar”.

Del proyecto, el coste principal lo supondrían las estructuras de madera, que costarían 1,4 millones de euros. Los críticos destacan que no se tiene en cuenta el mantenimiento que conlleva la instalación y las posibles roturas.

Por otro lado, la estructura del vial de madera obligaría, además, a trasplantar balancones, algo que es “completamente negativo para las plantas, según las investigaciones botánicas”, señala Ecologistas en Acción en sus alegaciones.

En el proyecto, al que ha tenido acceso Diario de Fuerteventura, se sostiene inicialmente que no habrá movimiento de tierras, sino “únicamente el rasanteo de la zona” en la que se instalaría el sendero, aunque en el desglose del presupuesto aparece una partida denominada ‘movimiento de tierras’.

Los ecologistas destacan que, se haga como se haga, “un vial de este porte, aunque sea de madera, traerá consigo la modificación de la dinámica de la arena, así como la alteración y antropización del paisaje, algo contrario a los objetivos de la declaración de Parque Natural”. En la evaluación ambiental presentada con el proyecto se reconoce que “el mayor impacto negativo” es la “posible afección a la fauna”.