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Rastreadores, la ‘patrulla anti-COVID’ de Fuerteventura

El equipo majorero está compuesto por una veintena de enfermeros del Hospital y los centros de salud. Desde que se declaró la pandemia, ha rastreado más de 2.000 contactos

El equipo COVID de Fuerteventura está formado por una veintena de enfermeros, con apoyo médico. Foto: Carlos de Saá.
Eloy Vera 1 COMENTARIOS 20/08/2020 - 07:47

Los rastreadores se han convertido en una pieza clave en la batalla contra el coronavirus. Una vez aparece un caso positivo, son los encargados de crear el cordón sanitario para evitar que la COVID-19 se propague. Se calcula que en España existen miles. En Fuerteventura, rondan la veintena. En tiempos de rebrotes, la función de la patrulla anti-COVID se hace aún más necesaria. Pero ¿en qué consiste su trabajo?

Son las once de la mañana y parte del equipo de rastreadores del Hospital General de Fuerteventura lleva horas al teléfono. Otros revisan historiales y buscan información. Una sala del centro sanitario sirve de cuartel general para el grupo desde que se declaró la pandemia por la COVID-19.

Quienes se mueven entre esas cuatro paredes viven pendientes de que llegue un positivo en la prueba PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa). A partir de ahí, se activa el protocolo y el equipo comienza a “patrullar” en busca de contactos estrechos que puedan seguir propagando el virus.

Los rastreadores son, en su mayoría, trabajadores de Atención Primaria y también de los servicios de medicina preventiva de los hospitales, que han pasado por un proceso formativo previo. En general, suelen ser enfermeros, aunque también hay médicos.

En el caso de Fuerteventura, el equipo de rastreadores encargado de la vigilancia epidemiológica está compuesto por 19 enfermeros de los que siete trabajan en el hospital y el resto en los centros de salud. Cuentan con el apoyo de un médico y de la epidemióloga del Virgen de la Peña, Guadalupe Alemán.

El enfermero Julián Ojanguren forma parte del grupo de rastreadores del hospital majorero. Explica que el objetivo de estos profesionales es “la detección precoz de los casos con infección activa de la enfermedad y también el establecimiento precoz de las medidas de control necesarias para evitar nuevas infecciones”.

Los rastreadores tienen como máxima estudiar los contactos estrechos. El trabajo del equipo de los centros de salud es el de controlar a los pacientes de la Isla, mientras que el grupo del hospital se activa cuando se producen “casos de gran complejidad o importados, como ocurre con los de las pateras, los relacionados con turistas o cuando hay que controlar un brote que, por su complejidad, puede producir que se vean desbordados los recursos de los que disponen los centros de salud”, apunta Ojanguren.

También serán ellos los que estén pendientes del regreso de los escolares a las aulas en septiembre. En caso de producirse un positivo, serán quienes tendrán que parar los pies al virus.

Respuesta a un positivo

Una vez se recibe la llamada de un caso sospechoso, “se le pregunta la sintomatología que padece, se le da recomendaciones de aislamiento y, a partir de ahí, se le solicita la PCR”, explica otra de las rastreadoras, la enfermera Rosa Benítez.

El equipo afronta el futuro “con resignación ante una nueva ola más que probable y con cierta tranquilidad porque sabemos más de la enfermedad que antes”

Si la PCR da positiva, comienza la búsqueda de todos los contactos estrechos que han tenido relación con el paciente cero. A continuación, se empieza a estudiarlos. En un principio, a los que conviven en el ámbito familiar, luego la búsqueda se va extendiendo al laboral, reuniones, fiestas...

Se considera contacto estrecho a aquella persona que ha estado en contacto con un caso positivo en el mismo lugar durante más de 15 minutos a menos de dos metros de distancia, sin haber tenido ninguna medida de protección individual.

También se denomina contacto estrecho en un avión a cualquier persona situada en un ratio de dos asientos alrededor de un caso. “Nosotros lo que hacemos es detectar los contactos estrechos que han tenido cercanía con el positivo. Así, evitamos que esas personas, que posiblemente están contagiadas, transmitan la enfermedad a la comunidad”, cuenta Ojanguren.

Una vez se identifican, se les indica que deben permanecer en cuarentena sin poder salir de sus casas durante 14 días, que es el periodo de incubación del virus y el tiempo en el que se pueden desarrollar síntomas.

El coordinador del equipo de rastreadores de los centros de salud, el médico José Manuel Toscano, señala que, aunque el contacto estrecho resulte negativo en la PCR, “se le pone en cuarentena entre 10 y 14 días hasta que se le repite la prueba de la PCR”. Durante ese tiempo, se le hace un seguimiento por si aparecieran síntomas. Si tuvieran algún problema de ámbito social se activaría a los trabajadores sociales del Hospital o de los centros de salud.

Si da positivo, explica, “deja de ser un contacto estrecho y pasa a ser un caso positivo confirmado. Entonces, se reinicia el estudio de contactos. Tras un caso positivo hay que volver a extender la búsqueda; estudiar los contactos y, si en ellos hay nuevos casos positivos, volver a estudiar su círculo y así sucesivamente hasta que lleguemos a controlar todo el brote”.

La llamada

Una de las herramientas más importantes para crear el cordón sanitario es la llamada que se realiza al positivo en la COVID-19 y a sus contactos estrechos. Rosa Benítez desarrolla el mecanismo: “no se hace una única entrevista, sino varias. Se contacta con el positivo y se le avisa de que se le llamará más tarde para que vaya confeccionando una lista donde vaya apuntando con quién ha estado”.

“En la llamada se le pregunta dónde ha estado, con quién y luego se le va preguntando dónde comió, qué hizo por la tarde, con quién estuvo… la entrevista se va moldeando según la respuesta”, explica Benítez.

Desde que comenzó la pandemia, se han realizado más de 2.000 rastreos en la Isla, unos 400 a contactos estrechos relacionados con la llegada de pateras

Para el médico José Manuel Toscano, “hay que apelar siempre a la responsabilidad de la gente y que diga la verdad”. A su juicio, la llamada telefónica es “un acto de confianza”.

La llamada de teléfono del equipo de rastreadores suele sentar como un jarro de agua fría. Julián Ojanguren explica que en esa llamada “se les da la noticia de que pueden tener una enfermedad que, potencialmente, es peligrosa y que puede provocar la muerte”.

“Entonces, empatizamos con el paciente e intentamos crear una relación de confianza con él para intentar calmarlo y también informarle de su situación de contacto y de todas las medidas que tiene que tomar para evitar que, si empieza a desarrollar síntomas, lo contagie a otras personas”, agrega. Al final “hacemos una labor de información y concienciación para evitar que salgan de las casas y transmitan la enfermedad”, apostilla.

Se entiende por brote cuando se producen tres casos positivos con una conexión epidemiológica. Hasta principios de agosto, Fuerteventura sólo había registrado un brote. Ocurrió a mediados de julio a través de un caso importado de México que contagió a 11 personas, repartidas entre las islas de Fuerteventura y Gran Canaria después de asistir a una celebración familiar.

Contactos repartidos

Toscano reconoce la dificultad que hubo para dar con los contactos estrechos de estos pacientes, “hubo complejidad porque venía de un país extranjero, la familia estaba repartida en las islas de Fuerteventura y Gran Canaria y también se tuvo que actuar en el ámbito laboral”.

En total, se rastreó a más de un centenar de personas: 53 en Fuerteventura y otras tantas en Gran Canaria. Todo el esfuerzo recayó en el equipo COVID local del Centro de Salud de Puerto del Rosario.

Desde que comenzó la pandemia, el equipo de Fuerteventura ha realizado más de 2.000 rastreos. Se calcula que unos 400 corresponden a contactos estrechos relacionados con la llegada de pateras. La media es unos 80 rastreos por cada embarcación a personal que ha podido estar en contacto con los inmigrantes: Salvamar, Guardia Civil, Cruz Roja, Bomberos, chóferes de guagua, agentes de los departamentos de Científica, Extranjería y Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, cuidadores de las ONG… “Les hacemos un seguimiento para saber que no han desarrollado síntomas y que el contacto que han tenido ha sido con el Equipo de Protección Individual (EPI) puesto”, indica Ojanguren.

Los rebrotes han empezado a sacudir el territorio peninsular y, en Canarias, la Consejería de Sanidad indicó que, hasta el miércoles 19 de agosto, había 33 brotes activos. El equipo de rastreadores de Fuerteventura afronta el futuro “con resignación ante una nueva ola más que probable y con cierta tranquilidad porque sabemos más de la enfermedad que antes”, apunta Toscano.

Ahora, explica el médico, “sabemos cómo se comporta, tenemos una pequeña experiencia y ha aumentado la capacidad diagnóstica, con lo cual hay una cierta salvaguarda. No estamos como a principios de la pandemia, que teníamos que trabajar apelando a la responsabilidad de la gente para que se quedara en casa y poco más porque no había más herramientas. En estos momentos. conocemos mejor la enfermedad y tenemos mayor capacidad de diagnóstico y eso nos da cierta tranquilidad”.

Creen que con el rastreo pueden llegar al 99 por ciento de los contactos. Ahora mismo hay 12 rastreadores en los centros de salud, pero “si hubiera un incremento de los casos se podría llegar a 20 o más porque hay personal que se está preparando para formar parte del equipo covid local”, comenta Toscano.

La intención es aumentar en los próximos meses el número de rastreadores en los centros de salud hasta llegar a los 50. “Para tener un buen control hace falta entre 25 y 30 por cada 100.000 habitantes, eso sería un índice de buen equipo rastreador y en Fuerteventura se cumple”, añade el profesional sanitario.

MÁS TRABAJO CON LA ‘NUEVA NORMALIDAD’

El equipo de rastreadores reconoce la dificultad de su trabajo una vez se ha decretado la denominada ‘nueva normalidad’. El enfermero Julián Ojanguren explica que, “durante el estado de alarma y el confinamiento, la gente no salía de las casas y había menos contactos estrechos. En cambio, ahora resulta que un caso positivo tiene multitud de contactos estrechos. A nosotros, la situación se nos complica porque cada persona tiene multitud de contactos estrechos en las 48 horas previas al inicio de los síntomas”.

Comentarios

Da miedo, con la excusa del virus quieren tenernos vigilados como en alguna peli cutre de ciencia ficción. El rastreo no lo veo fiable para parar los contagios, porque: 1) Positivo al test significa que tiene anticuerpos, no necesariamente que uno sea enfermo o que pueda contagiar 2) Si uno de los contactos estrechos rastreados da también positivo, ¿Quién asegura que es por el contacto con el enfermo y no con otras personas?? En fin, lo veo inútil y caótico para parar contagios, si acaso sirve para inflar las estadísticas de contagio incluyendo contactos antes de testarlos o contactos que den positivo aunque no sean enfermos. Esto sólo difunde el pánico y es un intento de acostumbrar a la gente a que se nos controle como si fuéramos rnemigos públicos.

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